ESTRENOS EN DVD (2)
**** Obra maestra ***hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
FROST/NIXON, RON HOWARD, EE.UU., 2008 (**)
Días atrás un presidente argentino visitó un programa paródico de otro programa también paródico de la vida contemporánea. Llámese Gran Hermano o Gran Cuñado, lo cierto es que hace décadas que la política es un espectáculo, un show permanente en donde la distinción ficción y realidad es indiscernible. La naturalización de este espectáculo forma parte del menú del entretenimiento infinito del ciudadano devenido en televidente. La película dirigida por Ron Howard, Frost/Nixon revisita, indirectamente, la genealogía de este fenómeno: la política en la era de la imagen.
Basada en una pieza teatral de Peter Morgan, Frost/Nixon no solamente reproduce fragmentos de las cuatro míticas entrevistas de 90 minutos que el animador británico David Frost le hiciera, en mayo de 1977, al presidente Richard Nixon, el primero en renunciar a su cargo (tras el escándalo de Watergate), sino que imagina los entretelones del primer evento mediático en la materia. Aquí, la licencia poética consiste en una supuesta llamada telefónica que un Nixon borracho le hiciera a Frost, en la que nada particular se revela excepto la soledad del personaje, a pesar de que el llamado servirá para que Frost investigue un archivo que obligará a la confesión del mandatario: “Cuando un presidente lo hace, no es ilegal”. La resonancia actual de esa confidencia no necesita explicaciones.
Howard no es precisamente un director delicado. Su noción de polémica es pugilística. El set de televisión funciona como un cuadrilátero. Los argumentos son metáforas de una izquierda al mentón. ¿Nixon es Balboa? La trivialización acecha, pero se neutraliza en parte por la excelencia dramática de Langella en el papel de Nixon y por el texto original de las entrevistas, que aquí se reproduce en varias ocasiones.
1 millón de vietnamitas, 21.000 soldados norteamericanos son algunos “números” de los daños colaterales de la administración Nixon. Frost/Nixon como película política es estéril, pues su análisis no va más allá del sentido común. Pero el filme de Howard sí sugiere el poder de la televisión en la formación de la opinión pública. O cómo un primer plano de un hombre omnipotente se transfigura en una existencia vacua. No hay asesor de imagen que no lo sepa. Ver para creer, creer para votar.
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AURORA BOREAL /AURORA BORALIS, JAMES BURKE, EE.UU., 2006 (**)
Hay un adjetivo típico entre quienes programan películas en los festivales o entre los que escriben sobre ellas: películas pequeñas. Aurora boreal es un ejemplo paradigmático de esa descripción: como su protagonista, carece de grandes ambiciones; como todos sus personajes, destila honestidad. No se trata de un filme estéticamente inquieto, ni existencialmente complejo. Es prolijo en todos sus rubros y funciona bien como un relato sensible sobre los vínculos afectivos (familiares y amorosos). Su máximo atrevimiento es intuir que el deseo de vivir no es obligatorio; su observación más aguda pasa por describir cómo los hombres prefieren lo seguro en lugar de probar lo que desconocen pero intuyen, secretamente, como más valedero. Esta película de James Burke es una película menor, pero, debido a que no todos los hombres y mujeres aspiran a tener vidas extraordinarias, Aurora boreal cuenta una historia que le pertenece a una gran mayoría.
Una historia sencilla: Duncan (Joshua Jackson) tiene 25 años. Su padre, exitoso y adicto, ha muerto hace mucho. Su mundo ha sido siempre Minnesota: la lealtad con sus amigos y el acostumbramiento respecto de su entorno le permiten a Duncan vivir sin meta alguna, excepto la infinita búsqueda de trabajo, pues no solamente tiene un gran talento para jugar al hockey sino también para ser despedido de sus empleos. Pero su equilibrio conservador se trastocará cuando conozca a la enfermera (Juliette Lewis) de su abuelo (Donald Sutherland), quien muestra síntomas de un posible Alzheimer mientras que su fiel esposa lo acompaña. En algún momento, Duncan tendrá que elegir entre el frío de su tierra natal y una vida más templada en alguna ciudad de California.
Quienes deseen ver ese fenómeno misterioso llamado aurora boreal tendrán que buscar otra película. Aquí, el término no denota manifestación cósmica alguna: el abuelo dice verla desde su ventana, una afirmación antojadiza, pues todos los miembros de la familia la desestiman. Lo que Aurora boreal sí permite visualizar es el esfuerzo perpetuo por sostener la existencia e inventarle un sentido. Duncan quizás pueda dársela amando y estudiando, pero su abuelo, que no votó “a esa aberración humana con traje” (Bush), como sostiene en un test médico, sabe que pronto ya no sabrá nada: será olvido, pura incoherencia y malestar para los otros. ¿Por qué insistir?
Quizás Burke musicaliza en demasía, pero esto se compensa por el registro preciso de la ciudad, y, fundamentalmente, por la elegancia y profesionalidad de un elenco que transmite humanidad y carece del narcisismo típico de las estrellas.
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ASFIXIA / CHOKE, DE CLARK GREGG, EE.UU., 2008 (*)
La ópera prima del actor Clark Gregg, basada en la novela de Chuck Palahniuk (El club de la pelea), gira en torno a la vida de Víctor (Sam Rockwell), un adicto al sexo que trabaja interpretando a un sirviente irlandés del siglo XVIII en un parque temático. A menudo visita a su madre hospitalizada (Angelica Huston), quien padece demencia precoz. Madre soltera y una suerte de aventurera nómade, quizás haya concebido a su primogénito con material genético del hijo de Dios. Pero no todo es lo que parece, incluyendo la película, pues esta fallida comedia surrealista no deja de ser una interesante meditación desordenada sobre la contingencia de la identidad, y su tono cínico jamás eclipsa el dolor del personaje.
Las reseñas sobre estrenos en DVD han sido publicadas por el diario La Voz del Interior durante el mes de mayo y junio.
Copyleft 2009 / Roger Alan Koza
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