ESTRENOS EN DVD (3)
**** Obra maestra ***hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
PELIGRO EN LA INTIMIDAD / BUG, WILLIAM FRIEDKIN, EE.UU., 2006 (***)
Probablemente pocos reconozcan el nombre William Friedkin, pero todos conocen ese clásico de los ’70 llamado El exorcista, del que Friedkin es responsable. Cuando Peligro en la intimidad tuvo su estreno en la Quincena de los Realizadores en Cannes 2006, se decía que se trataba de otra alegoría política en clave de terror. Sea como fuere, la última película decepcionará a los consumidores de películas trash de terror y será objeto de placer para el cinéfilo que reconoce en este tipo de filme la firma de un autor.
El plano de apertura es inobjetablemente virtuoso: se ve Oklahoma a través de una panorámica aérea que finaliza en un motel miserable, escenario principal de la película. Habrá dos secuencias breves, una en un supermercado y otra en un bar, que darán respiro a un relato cuyo tema específico es la psicosis y que como tal reclama planos cerrados. El psicótico quiebra su vínculo con el mundo y la traducción estética de esto consiste en circunscribirse a espacios privados. Friedkin no solamente habrá de mostrar el funcionamiento psíquico de un paranoico, sino que hará palpable la desesperación persecutoria.
Una mujer llamada Agnes (Ashley Judd) ha perdido a su hijo hace años. Su ex acaba de salir de prisión, y en su ausencia ha trabajado en un bar lésbico y ahora sale con una compañera de trabajo. Su novia le presenta a un tal Peter, quien terminará durmiendo con Agnes. Este nuevo vínculo funcionará como un consuelo afectivo entre dos criaturas necesitadas de cariño. El problema es que Peter es un fugitivo esquizofrénico, quizás ex-combatiente en Irak, y cree haber sido objeto de experimentos científicos: de su interior emergen insectos y esto, “lógicamente”, está conectado con planes secretos de banqueros, políticos y altos ejecutivos. En el delirio paranoico todos los acontecimientos están ligados, un modo de razonar que lleva a Agnes, en su trauma irresuelto, a incluir la desaparición de su hijo.
Los últimos veinte minutos son inquietantes. Ver la racionalidad paranoica en acción es más temible que observar a cualquier monstruo o poder sobrenatural castigando a nuestra especie. En efecto, el verdadero terror es aquel cuya genealogía se localiza y se produce en el desconocido universo del cerebro.
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BIG BANG LOVE, TAKASHI MIIKE, JAPÓN, 2006 (***)
Takashi Miike fue el gran descubrimiento del BAFICI durante sus primeras ediciones. Se trataba de un director japonés cuyo nombre remitía al consagrado Takeshi Kitano, aunque el cine de Takashi iba más allá de la violencia y lirismo característicos del director de Flores de fuego. Las películas de Takashi eran inclasificables, impredecibles, hiperviolentas, divertidas, repulsivas. Dead or Alive parecía una típica de yakuzas (mafias japonesas), pero su prólogo de 7 minutos y su desenlace cósmicamente ridículo invitaban a sospechar que Takashi desconocía restricciones. Alguna vez dijo que el único límite que reconocía era hacer llorar a un niño frente a una cámara.
Big Bang Love, Juvenile A (el título en japonés se traduciría como El amor de 4.600 millones de años) es una de sus películas más herméticas y extrañas, y, sin duda, una obra muy personal. ¿Un filme de terror gay? ¿Una meditación darwinista sobre los vínculos amorosos? ¿Una lectura subversiva del género nipón carcelario de mujeres?
Filosóficamente sugestiva y formalmente vanguardista, la volátil narración de Big Bang Love gira en torno a un asesinato cometido en una celda del futuro. Shiro (Masanobu Ando) ha sido estrangulado, quizás por Jun (Ryuhei Matsuda), aunque no todo es lo que parece: ¿eran amantes? Más allá de todo erotismo, Jun y Shiro sí sabían compartir su soledad metafísica. Viajar al espacio o llegar al cielo (escalar una pirámide o despegar en una nave hacia el infinito), metáforas precisas que la película materializa. Habrá otros sospechosos: el director de una penitenciaria, otros reclusos, incluso hasta fuerzas no humanas.
La resolución del argumento, como suele decirse en el triste y reduccionista vocabulario con el que se habla de cine, poco importa. La belleza de Big Bang Love radica en su invitación sensorial y en su radicalismo estético, que revelan una experiencia del mundo que alude tanto a la lógica de los sueños como a un tipo de observación proclive a la entomología. Hay pasajes notables, como la danza inicial, los planos generales en la cárcel, la homogeneidad cromática de los colores, los intertítulos godarianos. El plano final del filme indica, poéticamente, que estamos mirando una especie, la nuestra, que la película caracteriza como un animal que sueña, relata, ama y mata.
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Las horas del verano / L’Heure de été, de Olivier Assayas, Francia, 2008 (***)
Esta pieza de cámara magistral de Olivier Assayas gira en torno al devenir de un grupo familiar, después de que el miembro más viejo del clan pasa a otra vida y una herencia, que involucra una casa e importantes obras de arte, redefine los vínculos de (y entre) los herederos. Los planos secuencia coreográficos de Assayas son admirables y evidencian una concepción del espacio cinematográfico. La película es una meditación sutil sobre cómo distintas generaciones valoran los objetos, las propiedades y el arte.
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La duda / Doubt, de John Patrick Shanley, EE.UU., 2008. (*)
Este drama moral sobre la sospecha de una monja que dirige un colegio religioso de una parroquia en el Bronx, en 1964, respecto del cura de la institución, humaniza la concepción paradójica de un Dios que ama y que también imparte justicia y castiga. Quedará en la conciencia del espectador decidir si el cura interpretado por Seymour Hoffman es un pedófilo o un religioso amoroso que cuida especialmente del único alumno negro de la escuela. Lo que es indudable de este telefilm pletórico de dilemas morales y huérfano de ideas cinematográficas es que su ambigüedad corre a la par de su imprecisión narrativa.
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El curioso caso de Benjamin Button / The Curious Case of Benjamin Button, de David Fincher, EE.UU., 2008. (*)
Este bodrio simpático y rústicamente filosófico sobre la irreversibilidad del tiempo, basado en un breve cuento del gran Fitzgerald, no desacredita la interesante carrera del realizador David Fincher, que logra sacar a flote un par de secuencias notables, como aquella en donde se ve a unos soldados de combate vencer el paso del tiempo. La historia de un hombre que nace anciano y muere como infante es atravesada por la gran Historia del pueblo norteamericano. Otro protagonista del filme es el huracán Katrina, aunque la atención narrativa se circunscribe al intempestivo romance de Benjamin con una bailarina.
Todos las críticas fueron publicadas por el diario La voz del Interior en el mes de junio 2009.
Copyleft 2009 / Roger Alan Koza
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