ESTRENOS ETERNOS (01): LOS VENERABLES TODOS
Por Jorge García
La llegada del año 1960 produjo una profunda renovación dentro de un cine argentino que en los años previos estaba notoriamente marcado –para bien o para mal- por la figura de Leopoldo Torre Nilsson. Nilsson era una suerte de faro para todos estos realizadores a los que, por una parte, les resultaba difícil sustraerse de su influencia y, por otro, mostraban en su cine una suerte de reacción contra su estilo. Esto se pudo apreciar en las películas de David José Kohon (Prisioneros de una noche, Tres veces Ana), Rodolfo Kuhn (en el que se notaban claras influencias de Michelángelo Antonioni tanto en Los jóvenes viejos como en Los inconstantes), Lautaro Murúa, un actor chileno devenido realizador (Alias Gardelito) y Simón Feldman (Los de la mesa 10). A Manuel Antín se lo puede considerar de algún modo como una figura marginal a ese movimiento ya que en su ópera prima La cifra impar, basada en el relato de Julio Cortázar Cartas de mamá, desde lo formal tomaba algunos de los principios sostenidos por sus compañeros de ruta pero en lo temático se apartaba bastante de ellos, sobre todo en lo que hace a la no sujeción a una narrativa de tono realista, captando con precisión el estilo y el tono del escritor.
Los venerables todos, Manuel Antín, Argentina, 1963
En Los venerables todos, Antín –adaptando una novela suya- profundiza ese alejamiento del realismo, en un relato tal vez hermético desde lo anecdótico (podría decirse en un trazo de brocha gorda que está centrado en un grupo de hombres que dedican la mayoría de su tiempo a humillar al más débil del grupo y a tratar con marcado desprecio a la única mujer que forma parte del clan). Pero lo relevante de este film no es su historia, que puede ser susceptible de diversas interpretaciones, sino el tratamiento formal que le dispensa el director, alternando largas tomas con un notable trabajo de montaje dentro del cuadro con otras estructuradas a través de planos cortos y primeros planos. Por otra parte el notable trabajo de iluminación de Ricardo Aronovich y el uso de la ciudad como un marco atemporal y desolado crea un clima por momentos pesadillesco que anticipa claramente las atmósferas de Invasión, de Hugo Santiago.
Film no estrenado nunca comercialmente en nuestro país y, salvo excepciones “ninguneado” por la crítica, aparece hoy, a más de medio siglo de su realización, como la mejor película de un director que en su obra posterior nunca alcanzó el nivel de sus dos promisorios primeros trabajos.
Jorge García / Copyleft 2016
*Los venerables todos se exhibe todos los jueves de enero a las 20h en el MALBA
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