ESTRENOS ETERNOS (03): TITICUT FOLLIES
Por Roger Koza
Nada más temible que la locura; la disyunción entre la psiquis y el mundo, en sus diversas manifestaciones, sigue siendo un evento enigmático. ¿Por qué alguien abandona la habitual relación con los otros y las cosas? Hay respuestas, y la mayoría son insuficientes. Se puede invocar la evidencia más convincente, la cual puede situarse en los cambios fisicoquímicos del cerebro; asimismo, hay otras explicaciones que tienen menos constatación material, pero que revisten una fundamentación más elegante e interesante.
Lo que vemos, no obstante, es inequívoco: los comportamientos de los locos se parecen y los lugares que se les asignan socialmente también. Esto es lo que se ve con absoluta claridad en Titicut Follies, la implacable ópera prima del maestro Frederick Wiseman, que elige registrar la cotidianidad de los internos, los guardias y los médicos en el Instituto de Corrección de Massachussets, llamado Bridgewaters.
Titicut Follies, Frederick Wiseman, EE.UU., 1967
El corolario de la observación sistemática llevada adelante por Wiseman puede resumirse así: el delirio no le pertenece solamente a los presuntos enfermos, revolotea en las fantasías de los guardias y en el cinismo de los médicos. En otras palabras, el delirio no es prerrogativa del lunático; pertenece al orden de nuestro mundo y se vislumbra en las prácticas correctivas. La discusión entre una junta de médicos y un paciente que alega que la institución lo enferma todavía más y que su esquizofrenia paranoica es dudosa, magnifica la incertidumbre y desvela un consenso social que conviene a algunos y no a otros. Wiseman no dice que la locura sea genial; da suficientes ejemplos de que la misma es un sufrimiento ininterrumpido, pero lo que sí señala es la ineficacia de los emplazamientos de encierro.
A Wiseman le ha interesado siempre filmar instituciones, y las que adjudican su lugar a los locos son controversiales. El principio de no intervención del director lleva a que se limite a encuadrar y escuchar la cotidianidad del hospicio; bastó entonces un buen registro y un montaje inteligente para que las autoridades gubernamentales reprendieran al cineasta y buscaran aislar el filme hasta su inexistencia. No lo lograron: Titicut Follies es una de las grandes películas sobre manicomios y tiene un puesto asegurado en la historia del cine junto con San Clemente, de Raymond Depardon, y Madness Do Us Part, de Wang Bing, películas incómodas y lúcidas que desnudan sin ambages la condición humana.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de agosto de 2016
* Titicut Follies se exhibirá mañana, jueves 4 de agosto, a las 20.30 h, en el Teatro La Luna, Pasaje Escutti, esq. Fructuoso Rivera
Roger Koza / Copyleft 2016
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