FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2016 (13): BY THE TIME IT GETS DARK

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2016 (13): BY THE TIME IT GETS DARK

por - Críticas, Festivales
23 Nov, 2016 07:21 | Sin comentarios

LOS LÍMITES DE LAS IMÁGENES

bythetimeitgetsdark_01Por Roger Koza

El de 6 octubre de 1976, más de 100 estudiantes de la universidad de Thammasat en Bangkok fueron asesinados por fuerzas paramilitares del Estado tailandés. En el inicio de By The Times It Gets Dark, Anocha Suwichakornpong introduce ese evento. La estrategia para representarlo consiste en acentuar la dificultad o acaso la imposibilidad de hacerlo. Varios estudiantes inmóviles y aún con vida están en el suelo mientras los soldados gritan y amenazan, pero el lugar elegido para escenificar la tragedia es un galpón vacío y los procedimientos formales empleados se desentienden del realismo. El distanciamiento elegido transmite un comprensible pudor: ¿cómo filmar la inclemencia y el obsceno ejercicio del poder? Lo real a secas no es una imagen, pero toda representación sí lo es.

By The Times It Gets Dark, Anocha Suwichakornpong, Holanda-Francia-Holanda-Qatar, 2016

En los primeros 45 minutos, By The Times It Gets Dark parece tomar una vía conocida. En el propio film una joven directora elige una hermosa locación para conocer y entablar una larga entrevista con una famosa escritora que fue partícipe de la masacre de Thammasat. De ese encuentro debería nacer un guión y después un film. En cierto momento, esa escena preparatoria se repite con otros actores en el film, como si la película “real” estuviera por empezar invocando su propia genealogía, pero eso no sucederá. Inesperadamente, la misma película empieza a dar a luz a otras películas, una puesta en abismo que se anuncia con un sueño de la directora en el que se armonizan un pasaje de Viaje a la Luna, algunos planos acelerados del crecimientos de hongos y otras plantas y una breve secuencia de un corto tailandés titulado Agrarian Utopia.

De ahí en más, la diversificación narrativa y los pliegues de la ficción en la ficción serán constantes. De pronto, una estrella pop ganará protagonismo y también, paulatinamente, lo hará una joven a la que se la ve en el inicio atendiendo un bar y que está a merced del desempleo. Por cierto, hay una gran secuencia que empieza en una pileta y que une en el propio registro al hombre famoso y a la mujer desconocida; Anocha es una cineasta perspicaz y la estructura rizomática de su relato poco tiene que ver con una farragosa poética que desestime producir alguno signo comprensible. En esa escena se sugiere un contraste de clases, como en otro pasaje una meditación budista colisionará con la euforia de los asistentes a una discoteca.

El joven crítico cordobés Ramiro Sonzini ha identificado un dilema en el cine contemporáneo: el raccord ya no importa ni organiza la voluntad de narrar; todo es susceptible de encadenarse en el montaje, como si los planos fueran ventanas que se abren en paralelo en una serie que los contiene y es en sí la película. El film de Anocha sintoniza con su tiempo e incluso va más allá. Lo último que anuncia es que toda imagen (digital) está sujeta a la descomposición (y manipulación). En este film se presienten las mutaciones del cine de nuestro tiempo: la fragmentación avanza sobre el relato y lo determina; la imagen a su vez ya no duplica el mundo ni lo representa; más bien, reproduce nuestra experiencia del mundo, aun cuando cualquier imagen pueda desintegrarse.

Roger Koza / Copyleft 2016