FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2016 (15): LOS GLOBOS
Por Marcela Gamberini
Las historias de familia pueblan el cine incansablemente. En este festival muchas películas tematizan los vínculos entre padres e hijos, entre hermanos, entre generaciones de una misma familia que se desgranan con pudor o sin él en la pantalla. Las historias de familia suelen ser conmovedoras porque el universo nos es demasiado cercano. En la magnífica Sieranevada una familia rumana se contrae en un escaso departamento y allí se sucede la vida familiar entre puertas que se abren y se cierran, entre conversaciones interrumpidas, entre sonrisas y algunos dolores. Contar la intimidad, esa esfera tan compleja de lo privado siempre es difícil. Mariano González, director, productor y actor de su película narra la relación con su hijo y también con su padre. Esas tres generaciones se alimentan, se nutren y a la vez se devastan en el acto de la paternidad.
Uno de los grandes méritos de la película es que González narra magistralmente. El relato se va acomodando en los huecos que dejan las elipsis, cuidadosamente trabajadas. La información que se nos ofrece es escasa y a la vez contundente. González entiende que en un solo plano se puede resolver una situación narrativa con eficacia y sin perder la sensibilidad. La fluidez y la emoción se entrelazan ofreciendo una película que se ordena en la cabeza del espectador de manera subrepticia, sin golpes bajos, sin sobresaltos.
El protagonista, del que tenemos una gran evidencia inicial; su pequeña lastimadura en la sien revela una herida aun mayor; la de la soledad, la de la responsabilidad de su hijo, la de cuidar a su padre. Sólo esa herida pequeña que vemos desde el inicio y que de a poco se va cicatrizándose contiene más información que cualquier mamotreto discursivo.
Un hombre joven y su fabrica de globos; artesanal y entrañable, las secuencias de su rutina laboral introducen a la película en el mundo de lo publico; el trabajo y su transpiración. La presencia de un niño pequeño y una madre ausente. Un abuelo presente con ausencias. Los globos gira y se infla, lentamente, en torno a la vida misma, a través de un realismo poético simple. Los planos se cierran sobre los rostros de los personajes que no pueden salir de su intimidad, de su adentro; de ese adentro en el que la pequeña fábrica es un ejemplo radical.
Enfrentar la paternidad es no sólo un desafío, sino también un gesto que provoca revisarse y desnudarse uno mismo. El guion excede cualquier experiencia de escritura, el hombre frente a su hijo es el hombre frente al abismo. El niño, magistral en su actuación como también la de González, enfrenta también a ese hombre que además de hombre es su padre. Pequeñas batallas que la película, conmovedora y sensible, cuenta con sencillez. Quizá estemos en presencia de un gran realizador que tiene presente que la puesta en escena es también una imagen del mundo contemporáneo.
Marcela Gamberini / Copyleft 2016
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