FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2016 (16): EJERCICIOS DE MEMORIA
LA INFANCIA NO SIEMPRE ES UN PARAÍSO
Por Marcela Gamberini
Paz Encina nos acostumbró a un cine políticamente sensible, sobre todo con su sólida Hamaca paraguaya de 2006. Esta vez Encina vuelve, porque la memoria obstinada, rebelde, circular; y reconstruye la figura del opositor al régimen dictatorial, Agustín Goiburú, y obviamente la de su correlato, el dictador Alfredo Stroessner, quien estuvo en el poder durante 35 años.
A través de las voces de los hijos de Goiburú se revive el exilio y la persecución; conformando un relato polifónico de la infancia de esos niños de padres activistas. Esos testimonios dolorosos dan cuenta de la infancia, de cómo ese espacio mítico a veces toma otras formas no tan paradisíacas. Dejar la casa y exiliarse es dejar la patria, es tambiñén abandonar el territorio donde se han echado las raíces y donde se ha nacido. La patria, la casa, la infancia se conjugan en un trío donde la política deja heridas abiertas, incurables, extremas. Devastar una familia es también quebrar una nación: lo público acecha lo privado desde las voces inquebrantables de la memoria compartida, de ese pasado que sigue inquebrantablemente desangrando y desangrándose.
Ejercicios de memoria, Paz Encina, Paraguay-Alemania-Argentina-Qatar-Francia, 2016
La apuesta en el orden de lo formal es de una belleza inusual; mientras se suceden las voces, también suceden imágenes de niños en el agua, en el bosque, con cuchillos, niños de miradas negras y gestos perturbadores. La puesta de Encina es darle a las palabras la misma entidad que a las imágenes; el mismo valor. Esas imágenes podrían contarse solas pero el registro linguístico suma la inmediatez, la necesidad y la urgencia de “contar la historia”. La voz de los hijos es su propia voz, la de la directora que también fue parte de esa infancia quebrada. La cámara de Encina registra la quietud de los lugares, de los rincones; la luz que atraviesa una cortina que apenas se mueve, un mantel que se agita levemente; esas naturalezas que de tan vivas parecen muertas. Tal vez ese sea el sentido primigenio de Ejercicio de memoria; revivir, echar luz sobre aquellas cosas que parecen sin vida, sobre los olvidos. El ejercicio que hace la directora, sus entrevistados, las imágenes es de “memoria” y no de “la” memoria. Aquella memoria compartida, ese dolor que no cesa, esa herida que no cierra.
Marcela Gamberini / Copyleft 2016
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