FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA (06): TRENQUE LAUQUEN
FLORES AMARILLAS
Un plano general, largo, anuncia la llegada de un auto. En el campo abierto, la brisa mueve las hojas del árbol y la aridez de la tierra se percibe, aun más allá de los límites de la pantalla. El auto estaciona, baja un hombre que se acerca a una casa, habla con otro, parece interrogarlo, vuelve y habla con el otro hombre que sale del auto. Todo es muy misterioso, ya desde el comienzo la intriga y el suspenso se instalan, sensaciones que no desaparecen hasta el final, en esta película que romance y drama y puede ser también un thriller de provincia.
Montando en su caballo, Lady Godiva atraviesa el campo, desnuda, el pelo al viento, apresurada. Parece que nadie la mira, porque el pueblo ha decidido cerrar las ventanas para no verla, para resguardar su intimidad. Lady Godiva cumple un pedido-apuesta de su marido. Si cabalga desnuda, el pueblo no pagará impuestos. Sin embargo, siempre hay alguien que transgrede -afortunadamente- y pispea desde una ventana. Necesita ver a esa mujer desnuda, el deseo siempre es irrefrenable. Ese voyeur es Tom, después llamado el mirón (de ahí, Peeping Tom). Esta leyenda deliciosa es una de las tantas que la película de Laura Citarella invoca en su juego. No solo la cuenta, en la forma más clásica del relato popular que es a través de la oralidad, sino que además la filma. Esta es la matriz de Trenque Lauquen. Contar relatos y hacerlos funcionar, relatos que algunas veces son leyendas, otras historias como la de la maestra -fantasmal- que seduce a un hombre y luego desaparece, o historias verdaderas como la de Aleksandra Kolontái, la autora de Autobiografía de una mujer sexualmente emancipada– que fue una de las primeras mujeres que se atrevió a escribir su autobiografía llamándose como revolucionaria, feminista y marxista.
Estos tantos relatos hacen que Trenque Lauquen sea como una novela, no una novela fragmentaria, sino horizontal, lineal pero contada verticalmente. Su estructura narrativa, separada en dos partes y además en capítulos, su extensión, sus exquisitas digresiones, la interrelación entre los personajes se asemeja bastante a una estructura novelística. Contribuye a esta hipótesis que el eje siempre sea la misma protagonista, Laura: es el origen de los relatos, ya sea en sus búsquedas detectivescas por encontrar a una mujer, o cuando con su voz relata alguna magnífica historia en una columna radial que tiene a su cargo, o cuando ella misma con su propio cuerpo experimenta su propia aventura final en la que la acompañan dos mujeres solamente concebibles en el territorio de la ficción.
También se suma el escenario. Es más atinado mencionarlo como paisaje físico y simbólico: la ciudad de Trenque Lauquen y sus alrededores, sobre todo su laguna y su pequeña isla. Justamente en esa laguna nacerá otro de los relatos, acaso el de naturaleza fantástica, relacionado con alguien o algo, o simplemente una criatura. Trenque Llauquen significa ¨laguna redonda¨; esa figura delinea narrativa y estéticamente a la película; una película redonda y mullida, permeable como la misma agua lacunar, porque incluso cuando parece dispararse hacia otros lugares y perderse siempre vuelve a su eje. En efecto, Trenque Lauquen es un conglomerado de relatos, que se cruzan, se descruzan, descansan unos en otros. Lady Godiva es Laura y a la vez es Kolontái, que a la vez es la maestra desaparecida, que también es Romina o Julieta o incluso esa criatura mutante que nunca vemos. Una hermosa escena entre tantas muestra la confraternidad que se establece entre Laura y las dos mujeres que cuidan a una entidad inclasificable que es cuidada como si fuera un hijo: cuando Laura se queda a vivir con las dos mujeres que supuestamente velan por la criatura, la protagonista luce la misma camisa que lleva Romina, en el primer momento en el que encontraron. Este intercambio de indumentaria no se explica; es una hermosa decisión que sugiere una posibilidad de sustitución entre todas esas mujeres, como si fueran una entre todas. Indudablemente es una comunidad de mujeres; habitan los mundos que fabrican. A veces con alegría, otras con dolor.
Trenque Lauquen es esencialmente una película de mujeres, lo que no significa que se trate de una película radicalmente feminista. Afortunadamente, la película prescinde del dogmatismo fácil: sólo es una película hecha y protagonizada por mujeres donde sus personajes centrales -aquellos que hacen avanzar la maquinara del relato, las que lo encienden- son mujeres y lo relevante radica en las historias que protagonizan. Las Laura, la protagonista y la directora, entienden que en tanto los relatos se van concatenando, la realidad que la rodea se va desgastando y desmantelando. Ese entorno está básicamente formado por hombres que en principio tienen la misión de encontrar a Laura, la que se ha ido. Pasado un tiempo, los hombres ya no saben bien qué indagar, porque nunca entienden cabalmente lo que sucede, no logran encontrar su lugar y se van desgranando. Dicho de otro modo: los hombres orbitan alrededor de las chicas sin poder apropiarse de ningún espacio ni tampoco descifrarlos; van en auto de acá para allá y no saben a dónde van. El nomadismo masculino cifra una cualidad. Son masculinidades efímeras, débiles, descreídas, perdidas.
No es la primera vez que Laura Citarella trabaja con esta lógica asociada a la mujer. Este es casi su sello, la impronta personal. Sus películas anteriores sostenían la misma mirada: La mujer de los perros, Ostende, Las poetas visitan a Juana Bignozzi son películas donde las mujeres desean, piensan, hacen, fantasean, se valen por si mismas. Sus mujeres viajan, se trasladan, ponen el cuerpo, buscan sin cesar. En este caso, las chicas, con Laura a la cabeza, en una excepcional interpretación de Laura Paredes, aparecen y desaparecen, a veces acompañan a Laura en sus decisiones, también la pueden abandonar. Es así como Laura recorre Trenque Lauquen, la isla y sus alrededores. Sigue sus deseos y sus búsquedas. Va por todos lados: anda en las rutas, se detiene en bares, dice cosas en la radio, transita caminos, duerme al lado de la laguna. Los espacios de Laura son públicos. Posicionar a su personaje en estos espacios expresa una decisión formal y argumental acertada, hay un enigma en el hecho de que Laura esté privada de lo privado.
Trenque Lauquen abreva de las historias de la biblioteca y sacude los libros, tal como hace Laura en la biblioteca pública de la ciudad. En esos depósitos de aventura, revive relatos contándolos y reinventándolos, relatos secretos, verdaderos o enteramente imaginarios. Laura es una caminante que atraviesa la película – territorio buscando algo que no sabemos pero que intuimos. Puede estar huyendo de una vida preestablecida, demasiado cómoda y sin lo imprevisto de la ficción; o tal vez solo esté persiguiendo su propio deseo que, como todo deseo es inalcanzable, pero pone en movimiento la vida que se tiene.
Marcela Gamberini / Copyleft 2022
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