FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2022 (11): ERRANTE, LA CONQUISTA DEL HOGAR
VIAJE EN SOLEDAD
Escribo como pocas veces, tal vez una vez por año, viendo el mar por mi ventana. La brisa de la tardecita se va volviendo más fría. Las voces de la gente en la playa acusan una felicidad momentánea, pasajera. Se va nublando. Como siempre en Mar del Plata, el clima suele ser extraño: ráfagas de frío, viento que llega del mar y sol pleno que ilumina algunas zonas oscuras de esta rambla abandonada.
Se me ocurre sacar una foto de esa escena; desisto rápidamente, no soy buena tomando fotos. Todo lo contrario sucede con Adriana Lestido: no solo es una de las más grandes fotógrafas de la actualidad, sino que a sus imágenes les imprime un plus. Hay en la imagen una rara palpitación, una emoción, una conmoción. Sus ensayos fotográficos cuentan historias; son relatos conmovedores. Su saga de mujeres en la cárcel es apabullante, mujeres en situaciones marginales que no dejan de tener luz propia. Estos ensayos implican una fuerte mirada sobre lo social, lo político, lo económico; su obra documenta la realidad más cruda sin prescindir de la emoción.
En este caso Lestido decide filmar. Se trata de una aventura que tiene una motivación personal, casi sanadora (la película está dedicada a aquellas perdidas recientes) y también profesional. Lestido registra una zona inhóspita, vacía, siempre nevada. Así emprende un viaje de ocho meses por el círculo polar ártico y por unas islas cercanas entre Noruega e Islandia. Viaja sola, filma, hace el sonido, registra. Sola de toda soledad. Al comienzo unas huellas en la nieve que son las propias dejan ver sus propios y únicos rastros. Separada en capítulos, cada uno corresponde a una estación del año. Así se aprecia las mutaciones del paisaje, a veces imperceptibles. Siempre gélido, siempre nevado, siempre solitario, el frío traspasa la pantalla y la nieve parece que cae sobre nuestras cabezas. Montañas, pequeños géiseres, lagos congelados, cielos plomizos, nieve siempre nieve. Algunas imágenes no tienen movimiento alguno, porque la naturaleza es incólume; otras veces algo de un mundo hundido en blanco fluye y hay vaivenes de agua, de granizo, de juncos.
Estos paisajes deshabitados, inhóspitos, gélidos hablan no solo de esa naturaleza que se reinventa a sí misma, con ese modo tan autónomo que tienen los paisajes de transformarse, sino que también relatan el tiempo de la experiencia personal de la directora. Ponerse un límite, vivir la experiencia y realizar una especie de ejercicio de meditación y observación. Ver, mirar, sentir, pensar, filmar. Y ese gesto me produce empatía. ¿Quién será capaz de vivir esa experiencia como Lestido? Experiencia extrema y profunda, una prueba. Este viaje es un viaje de registro pero también es un viaje interior que requiere coraje y valentía. Tal vez después del viaje se podrá vivir más liviano. ¿Lo habrá conseguido? Así como la naturaleza se transforma y se reinventa ¿habrá podido la directora reinventarse, transformarse después de esta dura experiencia donde ella se funde con el paisaje y pone no solo el cuerpo sino también el oído? El concepto sonoro se erige con los ruidos susurrantes de la naturaleza, nada más suena en ese infinito espacio; en algún momento suena un tema musical y sobre el final una bella canción sirve como corolario perfecto de este relato.
El resultado es un hermoso ensayo en blanco y negro, donde en algún momento aparecen animales; de a poco, unos perros y unas cabras, también un caballo que conquista mi risa debido al gracioso flequillo que luce sin saberlo. Por su parte, las cabritas buscan el calorcito de la madre, un delicado retrato sobre el cariño que circula en el mundo animal. También me emociono con la imagen del perro que Lestido decide filmarlo a color: se acurruca sobre sí mismo a causa del frio y de inmediato pienso que aun en un relato tan extremo como este se puede sonreír. Algo permanece, algo traspasa el mundo de las imágenes porque se puede sentir el flujo de lo vivo. Hay vitalidad en los planos de Lestido. Me pregunto, la película se pregunta: ¿qué ha pasado entre nosotros y la naturaleza?¿Qué hemos hecho?
Errante establece fuertes relaciones entre la naturaleza y el plano cinematográfico, entre la fotografía fija y la imagen en movimiento, entre la soledad y el valentía de una mujer. Es una película pródiga y estimulante para pensar en el estatuto de la imagen en el cine contemporáneo y en la mirada femenina en él. Es que Adriana Lestido ha hecho una película tan gélida como hermosa, cuya virtud más excelsa reside en saber preguntar e interpelar de manera muy directa. Es indudable: las mujeres con una cámara ya conquistan su lugar en el cine y ejercitan una autonomía impensable en el pasado. Gozan, además, de una nueva libertad que se intuye en las películas que hacen, acaso más que en cualquier film bajo las órdenes de un hombre.
Marcela Gamberini / Copyleft 2022
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