FICIC 2022 (04): FILMOTECA EN VIVO: TRES PELÍCULAS SOVIÉTICAS EN 35MM
Adiós a Matiora / Proshchanie, Elem Klimov, Unión Soviética., 1983.
Matiora es una isla que está por desaparecer bajo el agua, a causa de la construcción de un embalse hidroeléctrico. El film es una larga y doble despedida: la de los habitantes de la isla que deben abandonar, pero también la del director Klimov de su esposa, la actriz y realizadora Larissa Shepitko, que escribió, planificó y comenzó el rodaje pero al poco tiempo se mató en un accidente automovilístico. Klimov resolvió terminarlo, respetando hasta donde fuese posible las intenciones de Shepitko y conservando el material filmado por ella. Es resultado es de una extraordinaria sensualidad, que es la de todas las cosas de la naturaleza y también la de esos hombres y (sobre todo) mujeres que han aprendido a convivir con ella y ahora no pueden abandonarla. La burocracia soviética consideró que el mensaje del film era poco progresista y lo dejó inédito durante dos años. Después prohibió su exportación, por lo que recién comenzó a verse fuera de la Unión Soviética hacia 1987. Se verá en una hermosa copia preservada por Artkino Pictures de la Argentina. (Fernando Martín Peña)
La calle de los tres álamos / Tri topolya na Plyushchikhe, Tatyana Lioznova, Unión Soviética, 1968.
En la magnífica introducción onírica se despliega el drama de la protagonista, una mujer casada con dos hijos y un marido endurecido por el trabajo y el paso del tiempo que vive en una zona rural y tiene que hacer un viaje a Moscú para vender el jamón que producen en la granja y encontrarse con su cuñada. La secuencia magistral del sueño en un bosque tiene más tarde una repetición simbólica en otro escenario, pero en ambos casos se hace referencia al congelamiento del deseo. Por eso el fugaz encuentro con un taxista moscovita (gran segmento del film que tiene lugar en un taxi y que también funciona como un documento de Moscú a fines de los 60) y todo lo que encierra ese encuentro es sintetizado como una fuerza del destino que puede cambiar el orden de las cosas. Si eso sucede o no es lo de menos, porque a Tatyana Lioznova le interesa mucho más filmar el nacimiento del deseo que su cumplimiento. (Roger Koza)
Dzhamilya / Yamila, Irina Poplavskaya y Sergei Yutkevich, Unión Soviética, 1969.
En plena Segunda Guerra Mundial, un hombre recién casado en un pueblo pequeño de Kirguistán es reclutado para ir al frente mientras su esposa Yamila permanece en la comunidad, como tantas otras mujeres. En la mirada de su sobrino de niño (y también en su voz ya de adulto que recuerda), la hermosa historia que se reconstruye aquí no solo es la del descubrimiento de su amor por Yamila, al comprender que la esposa de su hermano se estaba enamorando de otro hombre, sino la de otro descubrimiento de primer orden: su vocación temprana por pintar. La intersección del relato con los primeros dibujos del niño (lo que permite a ambos cineastas combinar color y blanco y negro con una eficacia estética admirable) es uno de los tantos placeres que prodiga esta obra maestra, en la que se puede apreciar una forma de vida con sus respectivas prácticas y ritos y en relación directa con un ecosistema que los planos generales y panorámicos no dejan de venerar a través de composiciones rigurosas y elecciones formales magistrales. (RK)
Fernando Martín Peña-Roger Koza / Copyleft 2022
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