FICUNAM 2014: CON UNA IDENTIDAD DEFINIDA

FICUNAM 2014: CON UNA IDENTIDAD DEFINIDA

por - Críticas, Festivales
24 Mar, 2014 01:15 | 1 comentario

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Por Jorge García

Así como hay festivales que con muchos años a cuestas no logran consolidar un rumbo, otros (los menos) consiguen en poco tiempo otorgarle a su programación una coherencia que termina convirtiéndose en un estilo propio. Es el caso del FICUNAM, que en sus jóvenes cuatro años ya se ha transformado en una referencia ineludible entre los eventos latinoamericanos de ese tipo.

Considerado por muchos como una versión reducida del desaparecido FICCO, sin embargo en poco tiempo ha conseguido diferenciarse de aquel festival en diversos aspectos. Con una cantidad de películas manejable y una selección rigurosa (esto dicho más allá de los gustos personales), evita la proliferación de títulos que, en muchos casos, solo sirven como un mero relleno. Además, si bien el predio principal de sus funciones sigue siendo el Centro Cultural de la Ciudad Universitaria de México, ha extendido su programación a otras salas, algo que potencialmente permite una mayor diversificación de su público.

1901643_759998967358758_364976892_nCon dos competencias de largometrajes, una internacional y otra mejicana, otra de cortos realizados por estudiantes de diversas escuelas de cine, una sección, Trazos, que recoge títulos de grandes realizadores de la actualidad y otra, Senderos, destinada a promover las expresiones más vanguardistas y radicalizadas del cine contemporáneo, también presenta retrospectivas de importantes directores que en este caso fueron dedicadas al gran realizador georgiano Otar Iosseliani, un notable exponente del cine-ensayo, el checo Harun Farocki, el francés Alan Guiraudie,  un nombre de moda en los últimos tiempos en los festivales y  Gustavo Fontán, uno de los realizadores argentinos más personales de las últimas décadas, a lo que se sumó una muestra de films del primer concurso de cine experimental realizado en México en 1965.

Pero también hubo en el Ficunam otras actividades, como las clases y conferencias que brindaron los cuatro directores mencionados, las inevitables mesas destinadas a discutir el papel de la crítica cinematográfica y la presentación de un par de libros, uno dedicado al cine realizado en Nuevo León y el otro, ya inexorablemente destinado a convertirse en un clásico, el estudio sobre el cine latinoamericano de los años 60 del amigo Isaac León Frías. En síntesis, un sabroso cóctel para cinéfilos de cualquier pelaje. Como la mayoría de las películas ha sido comentada durante más de un mes por Roger, me limitaré a reseñar muy brevemente algunas películas que llamaron mi atención y otras que no tanto.

Claude Lanzmann, hay que decirlo, hoy un sionista de derecha que desprecia a los palestinos,  había realizado en Shoah un impresionante documental de nueve horas filmado a lo largo de muchos años en el que desmenuzaba de manera minuciosa e implacable diversos mecanismos de la brutal represión nazi sobre (entre otros) los judíos. El último de los injustos podría ser un apéndice de aquella obra magistral ya que aquí entrevista -en el año 1975- a Benjamin Murmelstein el presidente del Consejo Judío del campo de Terezin, quien aparece como un anciano de una inteligencia brillante y una perturbadora ambigüedad. Acusado en su momento de colaboracionista, a pesar de haber trabajado al lado del siniestro Adolf Eichmann, se jacta de haberle salvado la vida a 120.000 judíos. Murmelstein es cualquier cosa menos un personaje agradable, pero lo notable es que acaba comprándose al riguroso Lanzmann, quien en un problemático plano final termina abrazándolo.

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El incompleto

Uno de los films más provocativos del FICUNAM fue El incompleto, del alemán Jan Soldat; centrado en un sexagenario gay que desea dedicar su vida a ser esclavo, quien es entrevistado por el director, es una película bastante incómoda de ver. Se podría intentar explicar la conducta del personaje a partir de los antecedentes nazis de sus padres, pero el film trasciende la interpretación psicológica para transformarse en una desolada reflexión sobre la humillación y el masoquismo.

El rumano Corneliu Porumboiu había realizado dos films, uno interesante (12:08 al Este de Bucarest) y otro notable (Policía adjetivo)  antes de Cuando la noche cae sobre Bucarest. Film que comienza con una larga secuencia en la que el director de una película le explica a su actriz la posible muerte del cine, desarrolla luego en prolongadas tomas la relación entre esos dos personajes y una lúcida reflexión sobre la realidad y su representación. Un muy atractivo film que no mereció ningún reconocimiento del jurado.

De menor interés resultó Tres ejercicios de interpretación, de otro rumano, Cris Puiu, realizador de las excelentes La muerte del señor Lazarescu y Aurora. Aquí, con una producción y elenco franceses y una dedicatoria a Eric Rohmer, Puiu se embarra en interminables discusiones sobre temas “importantes” a cargo de diferentes especímenes burgueses en un film excesivamente discursivo en el que más que el espíritu de Rohmer aparece el del Jacques Rivette menos atrayente.

El filipino Lav Díaz se caracteriza por la duración de sus films, que oscila entre las seis y nueve horas. En Norte, el fin de la historia, su primera película en color, se reduce a “solo” 4 horas con 10 minutos para desarrollar una historia en la que se entrecruzan la culpa, la traición y la redención en el contexto de una situación social marcada por la injusticia y la degradación moral. Con un personaje central de cuño “dostoievskiano” (al que el director, en mi opinión, abandona por demasiado tiempo en un tramo de la película), el film confirma al filipino Lav Díaz como un realizador de una importancia que trasciende a su país natal.

Philippe Garrel es una figura de gran importancia en el cine francés de los últimos años, en los que ha realizado al menos dos obras maestras: Los amantes regulares y La frontera del alba. Celos, su último trabajo, es bueno pero no está a la altura de aquellos dos notables títulos. Como una suerte de regreso al espíritu de la Nouvelle Vague, el film es ligero y, por momentos, algo superficial. Hay buenos momentos pero se extraña la profundidad de sus obras mayores.

Mouton

Mouton / Oveja

Hubo también en el festival algunas agradables sorpresas. La primera fue El lapso de vida del objeto encuadrado del ucraniano Aleksandr Balagura. Película densa, de difícil aprehensión inmediata es, sin embargo, uno de esos films que van creciendo en la memoria a medida que sedimentan. Nepal Forever, de Aliona Polunina, incursiona en el terreno de la sátira política en la por momentos desopilante historia de dos integrantes del Comité Central del Partido Comunista Ruso que viajan a Nepal con la intención de unir las dos fracciones en que está escindido el PC de ese país. Irónica, pero sin burlarse nunca de los personajes, la película fue una de las gratas sorpresas del festival. Oveja es el primer largometraje de Marianne Pistone y Gilles Deroo, en el que se entremezclan  influencias aparentemente incompatibles: la de Robert Bresson, la de Bruno Dumont y la de Maurice Pialat. Esta historia, que comienza centrada en un personaje que desaparece en la mitad del film posee una nada despreciable dosis de austera ternura. Hay que decir que ninguno de estos tres films mereció reconocimiento del jurado.

Finalmente, breves menciones para dos películas que adora mi amigo Roger pero que me parecen cuestionables. Uno es Historia de mi muerte, del catalán Albert Serra. Me interesan mucho las dos primeras películas de Serra (Honor de caballería y El canto de los pájaros) en los que exhibía una saludable libertad temática y formal. Aquí, en cambio, se enreda en una historia solemne y pretenciosa (el improbable encuentro entre Casanova y Drácula) en la que el tedio se va apoderando inexorablemente del relato. El otro es Viaje al Oeste, de Tsai -Ming-lian en el que el director malayo vuelve a mostrar, como en algunas otras ocasiones, el carácter caprichoso y arbitrario de la duración de sus planos (vg., el close-up inicial de diez minutos, de Dennis Lavant en el que parece intentar conseguir el record mundial de tiempo sin pestañear).

Un cuarto FICUNAM que mostró un festival definitivamente instalado como uno de los más importantes del continente en la actualidad.

Jorge García / Copyleft 2014