FICUNAM 2018 (06): A FÁBRICA DE NADA
A fábrica de nada, Pedro Pinho, Portugal, 2017
El argumento inicial es una recurrente situación fuera del cine: los dueños de una fábrica deciden cerrarla sin anunciarlo abiertamente mientras van negociando sigilosamente la situación con sus operarios. La racionalidad económica es conocida: por un lado, en otros países la mano de obra es más barata; en segundo lugar, las máquinas, que no tienen exigencias ni derechos, reemplazan a los hombres en sus puestos de trabajo.
Lo que no es habitual ni en el cine ni fuera de él es el caso hipotético elegido y la forma de representación: los trabajadores no siempre deciden tomar la fábrica en la que trabajan, y los cineastas que suelen dedicarse al cine político desestiman el placer en el cine. ¿A quién se le ocurre filmar la abolición del concepto de propiedad privada en el área laboral en forma de musical?
La inteligencia sensible de Pinho sabe ensamblar todas las variables que pueden ponerse en juego ante una situación semejante: los miedos de los obreros, la extorsión de la patronal, los reflejos ideológicos individuales que atentan contra los propios intereses de clase, las complejas consecuencias en la esfera familiar y los riesgos jurídicos. La incorporación orgánica al relato de todos estos inconvenientes vitales y colectivos es admirable, no menos que el modo en que Pinho se las ingenia para introducir matices teóricos, en parte gracias a un maravilloso personaje exógeno al grupo, un intelectual dedicado a estudiar temáticas de esta naturaleza.
El punto de vista marxista se asume con todas las letras desde el inicio, y el propio film tiene la valentía de retomar esa tradición crítica en el tiempo en que está inscripto. Lo curioso, y acaso el milagro, consiste en que la lucidez política de A fábrica de nada no se impone a la puesta en escena. El cine no está al servicio de una ilustración política. Eso explica los hermosos planos iniciales de la fábrica, las decisiones de registro de los números musicales y la perspicacia dramática de algunas escenas, como sucede hacia el final, cuando un operario discute directamente con el mundo.
Roger Koza / Copyleft 2018
Estimado Roger:
Una que me perdí y me quiero matar. No se dónde puedo verla.
Fuera de tópico: me gustaría saber su opinión de Call Me By Your name, una película que me tiene algo obsesionado. Por otra parte, sólo la estrenaron en 22 salas y frente al «tanque» de del Toro y los próximos estrenos presumo que pasará sin pena ni gloria por la cartelera.
Tiene el personaje más libre que he visto en el cine desde Michele Leblanc en Elle 8desde luego, no veo tanto como usted: sabrá comprender). Pero sería un crimen que no vayan a verla por su temática.
Estimado Fernando: Call Me By Your Name me parece un film que el Óscar no merece: es extraordinario. Nada antes había en el cine de su director que predijera este film. Yo también estoy obsesionado. Mañana subiré la crítica completa que escribí sobre ese film. R
PS: Si está en Córdoba, quizás la pueda ver; si está en México, en el Ficunam. Eso es todo por ahora.
Estimado Roger:
Por finnnn!! Compartamos obsesiones, entonces. He tenido que leer cada cosa! Es cietro lo que dice del Oscar. Aunque Phantom Thread es un film que crece en mi memoria cuanto más lo pienso. Pero no es éste. Mil gracias por responder. Qué alegría que le guste tanto!
PD: Nada me gustaría más que vivitar mis amigos mejicanos. Pero, lamentablemente, no puedo. Ya me las arreglaré con el portugués.
Saludos.