FILMADRID 2017 (01): BREVE JUSTIFICACIÓN DE LOS GANADORES
Texto de fundamentación de la competencia oficial.
Jurados: Randa Maroufi (Marruecos), Pucho (España) y Roger Koza (Argernina)
Un director de un célebre festival, acaso un sabio de la programación, dijo alguna vez que “las películas están solas y los buenos festivales van por ellas para cuidarlas y hacerlas existir”. Los programadores de Filmadrid son demasiado jóvenes para adjudicarles el estatuto de sabios, pero sin duda tienen la sensibilidad y la lucidez necesarias para ir a buscar las especies cinematográficas que no han sido detectadas y vitalizar la gran tradición del cine. Filmadrid es un ecosistema de películas vivas, no un aglomerado de películas consagradas de antemano.
Nuestra película ganadora y la mención que daremos expresan más que ninguno de los otros títulos (aunque hay buenos candidatos para proponer alternativas) esa inquietud por constituirse como una singularidad cinematográfica que reavive el asombro por el cine y provoque perplejidad frente a una experiencia estética que impida su inmediata categorización. Filmadrid, como cualquier festival que se precie, hiende las certezas y propone nuevos placeres.
Dicho de otro: las películas elegidas merecen estar en Filmadrid y Filmadrid merece tener estas películas.
Como ya se dijo, hemos decidido dar una mención, pero primero permítannos una escueta aclaración. El tiempo de un film no define ni su naturaleza cinematográfica ni su valor. En ocasiones, 13 minutos son suficientes para decir algo sobre la ausencia y la ternura; en ese mismo tiempo se puede convertir lo ordinario en extraordinario sin apelar a efectos especiales, o en todo caso haciendo valer el más exigente de los efectos especiales, el que se pone en juego en la puesta en escena. Un sonido bien elegido prodiga un mundo; un encuadre concebido con suma conciencia resulta suficiente para dar a luz a una experiencia cotidiana que solamente resplandece en su hermosura ante el poder de una cámara. ¿Quién filma un cuarto y una ventana como Payal Kapadia? No darle un reconocimiento a Afternoon Clouds sería una injusticia.
El film elegido como ganador de esta edición es una ópera prima que no se parece a ninguna ópera prima. Curiosamente, es un film que establece un contacto en sus propios términos con el cine de Jonas Mekas, el cineasta que más cerca ha estado de fusionar el cine con la vida. Sucede que en el film ganador el espacio doméstico se transforma en un microcosmos estético de múltiples perspectivas éticas y filosóficas, donde suceden eventos cotidianos que tienen la peculiaridad de la indeterminación, un poco como en el cine de Mekas. Los actos cotidianos, la celebración de una fiesta infaltable en el calendario anual, un nacimiento, la constatación del crecimiento de los personajes transmiten un misterio que solamente un cineasta puede vislumbrar si entiende que el cine no es otra cosa que una forma sensible que trabaja sobre la materia del mundo para devolverla como experiencia estética. La ambigüedad de lo real late en cada plano, como también en la propia consistencia de las imágenes, y origina un estado de duda y de feliz perplejidad. ¿De dónde provienen estas imágenes y estos sonidos? ¿Quién les dio nacimiento? Ni siquiera cuando los personajes se expresan revelan algo con lo que dicen, pero en cambio abren otras posibilidades que vuelven a expandir la naturaleza poética de la película.
Este jurado, agradecido y conforme, decide darle el premio, por unanimidad, a The Impossible Picture, de Sandra Wollner.
Como verán, nuestra justificación es algo extensa y heterodoxa. Los dictámenes de los jurados también tienen que ser dignos de los festivales y sus películas. Esperemos haber estado a la altura de estas circunstancias.
Foto y fotograma: Nuria Cubas y Fernando Vilches (directores de Filmadrid); 2) The Imposible Picture
Roger Koza / Copyleft 2017
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