FRANCOTIRADOR / AMERICAN SNIPER (03)
¿Por qué luchamos?
Por Santiago González Cragnolino
Fancotirador no es una película neutral. No existen las películas neutrales. Sí es la historia de Chris Kyle, un cowboy, un ranchero que se convirtió en el francotirador que más gente asesinó en la historia del ejército de Estados Unidos, un soldado al que el Pentágono le adjudica 160 muertes. La película de Eastwood muestra el entrenamiento de Kyle (Bradley Cooper) para unirse a los Navy SEAL luego de que ve un noticiero que anuncia los ataques terroristas a distintas embajadas estadounidenses en 1998. Su resolución se fortalece un par de escenas más tarde, cuando ve por televisión los ataques del 9 de septiembre del 2001. En el siguiente plano, un travelling violento para los estándares de Eastwood y el gesto perturbado de Cooper anuncian el desequilibrio. Veremos toda la película desde el punto de vista de un patriota fanático que recibe toda su información del mundo fuera de las fronteras norteamericanas a través de su televisor.
Lo que sigue son los distintos tours de Kyle, las estadías sirviendo a su ejército en Irak, y cada uno de los regresos a casa. Su primera misión en la infernal Fallujah es terrible y el soldado mata primero a un niño y luego a una mujer iraquí. Allí comienza su leyenda cómo el francotirador más letal, admirado por todos sus compañeros por su talento para matar. Comienza también su alejamiento definitivo de la vida de relativa normalidad civil y los problemas con su mujer y su familia. Con los sucesivos tours en Medio Oriente, Kyle está cada vez más alterado aunque jamás dirá una palabra al respecto. Cuando un psiquiatra le pregunta si vio o hizo algo en Irak de lo que se arrepienta, Kyle niega la sugerencia del médico y la cámara se acerca sutilmente a su rostro como tratando de escarbar otra verdad que por alguna razón no puede decir.
A medida de que pasan las campañas se acumulan los golpes y Kyle va perdiendo a sus amigos a manos de los iraquíes. La violencia es gráfica y las muertes de los soldados son golpes duros pero no se acompañan de música como dicta la convención. Del mismo modo, cuando Kyle logra matar a una de sus principales presas no hay música ni imágenes que nos indiquen que acaba de suceder algo significativo; se resuelven dos o tres planos y se pasa a otra escena. Las escenas siguen, la guerra continúa y se acumulan las muertes, cada vez más cercanas al protagonista, sin un fin o final claro a la vista. Uno de sus compañeros manda a casa una carta conmovedora: “…mi pregunta es ¿En que punto se desvanece la gloria y se convierte en una causa injusta o un medio inexcusable por el que uno se consume completamente? He visto la guerra y he visto la muerte”. Para Kyle las palabras de su amigo son inconcebibles. En una visita al hospital, un amigo mutilado y “ciego como un murciélago” trata tibiamente de disuadirlo de volver a Irak, pero se enorgullece cuando el francotirador promete venganza.
El clímax de la película es una secuencia espectacular en la cima de un edificio dónde Kyle busca completar su última misión. Lograrlo requiere de una gesta imposible por parte de Kyle, es decir, es el momento donde no pueden quedar dudas que la película asume su carácter de ficción. No es la única ficción que asume. Luego de que Kyle hace un tiro imposible, a pesar de que alertó a un ejército de iraquíes y se avecina una tormenta de arena, su compañero, en primer plano con una sonrisa bobalicona, dice: “misión cumplida”. No es casual que esas son las palabras con las que se recuerda el famoso discurso que da Bush hijo en 2003, luego de bajarse de un avión de guerra en un portaviones, para anunciar el fin del combate en Irak. Once años después, Francotirador es entonces una impugnación de la crueldad de esa mentira y de esa puesta en escena ridícula.
La coda de la película trastoca la situación familiar idílica con planos de veteranos reales, que lucen deformidades que contrarían la fotogenia del sueño americano, y una aparición ominosa. La verdadera leyenda de la película, la que decide imprimir Clint Eastwood, es una donde el país de la guerra se come a sus propios hijos. Los planos documentales de la gente celebrando a Kyle para terminar la película son un lamento por uno de ellos y tienen la tristeza de alguien que mira con resignación a una cultura que celebra la guerra.
Santiago González Cragnolino / Copyleft 2015
Efectivamente, no existen las peliculas neutrales. Mucho menos las bélicas: las que no son anti son pro, no hay muchas vueltas ni grises. Por eso los comentaristas retuercen una pelìcula como «Francotirador americano» para ver en ella o bien amibiguedad, o -como en este caso- una pelìcula crìtica con la guerra o USA…
Creo que esto se debe a varios motivos: en principio, porque pareciera que hay que salvar a Eastwood de si mismo (si la firmara cualquier otro muchos no le buscarìan tanta sutileza). Lo mismo sucede con cada pelìcula burda que viene con una firma consagrada atrás, lo que hace que los crìticos o bien no puedan/quieran pegarle o bien pretenden encontrar sobreinterpretacionesa que solo están en su propia mirada…
La trampa en la que los crìticos caen acriticamente al leer «Francoitirador americano» es plantear que si bien la pelìcula se pega al punto de vista de un personaje desagradable, lo harìa mostrando sutilmente su distancia, aunque -como dice Cragnolino- «por alguna razón no puede decir» claramente lo que supuestamente afirman. La respuesta a esta ceguera es por el contrario evidente para quien quiera verla: no puede decirlo porque está diciendo precisamente todo lo contrario! «Francotirador» suscribe la mirada de su personaje (que además limipia de rasgos desagradables, y disculpa a cada paso, hasta cuando tiene que mostrar como hace su «trabajo» matando mujeres y niños). de eso se trata la pelìcula, precisamente. De mostranos que pese a las «dudas» que le enrostran la guerra fue (es) necesaria, y que hay que dejar de lado todo prurito fordiano (nada màs lejos de Peckinpah o Fuller, o incluso de «Cartas de Iwojima»).
Lo curioso es que cualquier espectador comùn y corriente (incluso no que va a verla en plan pochoclero) ve claramente lo que la pelìcula propone sin ambages (y que la ha convertido en un èxito en USA): se trata de «un lobo con piel de cordero», como tìtulo sagazmente una crìtica de su propio país. Mientras tanto, los críticos argentinos son incapaces de ver una pelìcula de reclutamiento cuando la tienen adelante. Qué se puede esperar de ejemplos verdaderamente más sutiles…
Querido NP: no veo elementos en la película que digan que la guerra es necesaria. Vos partís de ese axioma pero no lo encuentro.
Por otra parte no hay sobreinterpretaciones, hay interpretaciones distintas. El texto ofrece interpretaciones puntuales de elementos de la puesta en escena, es una mirada crítica no porque sea contraria sino porque intenta discernir lo que hay verdaderamente en la pantalla. La palabra clave aquí es intenta. Me atengo a lo que escribí.
Un abrazo
Estimado:
La película misma parte del axioma de que la guerra es necesaria. Desde la escena inicial a la final (incluso si uno pretende ver, como el espectador de aquí abajo, solo una «consecuencia lógica de un orden que el film no indaga o expone con suficiente convicción»). Pero si no ves algo tan evidente, demostrado por su exito y apropiación por el ala dura norteamericana, menos vas a ver cualquier argumento que de, que no fueron pocos en mi nota original.
Pretender que esto es simplemente cuestión de «interpretaciones distintas» es caer en un relativismo abstruso, que curiosamente está an las antípodas de lo que películas como esta se proponen, detrás de una presunta «ambiguedad» que no es tal. Y gracias a esa «interpretación» blanda y complaciente ganan fuerza (como si no les bastara con la hegemonía cultural y militar…). Vos mismo decís pretender «discernir lo que hay verdaderamente en la pantalla», y la palabra clave ahí es «verdaderamente»… Pero ya sabemos que hay críticos que verdaderamente parecen más preocupados por no sonar «ideologizados» que por (d)enunciar la ideología funesta de películas como esta.
Saludos.
NP: Cuando leo sobre la película lo que veo es mucha lectura literal del guión, casi diría «acrítica».
En ningun momento hablo de ambiguedad más bien todo lo contrario. Lo mismo con la ideología. Abrazo
No se que sería «mucha lectura literal del guión»: nos la pasamos hablando de puesta en escena. Por otra parte, sugerir que Eastwood filma contra el guión de su propia pelicula es ridículo… Sos vos el que, como esta nota demuestra, repone una lectura contextual de la política y la guera que ni por asomo está en la película! Para decirlo a tono con el carnaval: es un corso a contramano.
Habiendo leído mucho comentario crítico, vi la película con muchas prevenciones y en líneas generales coincido con lo que señalaron Nicolás y García en sus notas: no encuentro el punto de vista del film suficientemente despegado del de su protagonista como para entender la película como una crítica a lo que en ella se narra. Eastwood toma además algunas decisiones injustificables: el plano de la trayectoria de la bala -claro…-, pero, sobre todo, la decisión de no poner en imágenes la muerte de su héroe, que, desde mi punto de vista, habría abierto la película a una cierta dimensión crítica sobre la cultura de la violencia con mayor espesor y claridad.
Ahora bien, dicho esto, también encontré en el film ciertos elementos de interés para pensar en cómo se construye hoy esa cultura de la guerra y a quiénes y de qué manera recluta cotidianamente. Para decirlo más claro: viendo Francotirador, uno comprende que Chris Kyle -y muchos otros semejantes- son un producto histórico de esta época de la historia, de la guerra y del mundo y también puede ver esa maquinaria implacable funcionando en muchos de sus engranajes.
Un tema más general que atañe a la cuestión del otro y que, para mi, es el elemento más criticable del film: no se debe filmar -bajo ninguna circunstancia- a un país extraño e invadido por el propio país de esta manera -sin interés, sin motivos propios, sin ninguna clase de afecto o de respeto-, aquí Eastwood echa sombras sobre los mejores momentos de su propia obra pero señala también los límites de una cierta perspectiva «Hollywood» que atraviesa buena parte del género bélico.
Con todo, encuentro en el film ciertos pliegues con los que se puede reflexionar: la formación del carácter violento, el entrenamiento para la aniquilación del otro, la circulación extendida de las armas incluso en la vida cotidiana -recordemos que, desde una perspectiva supuestamente opuesta, en Boyhood Linklater filma una secuencia parecida entre tres generaciones de tiradores-. Uno puede advertir en Francotirador una cierta froma de funcionamiento y reproducción de una cultura de la violencia que nace en casa y que se multiplica en todas las direcciones.
No creo, con todas las objeciones que tengo para hacerle al film, que se desprenda de su visión el corolario de que la guerra es necesaria: en todo caso, es una consecuencia lógica de un orden que el film no indaga o expone con suficiente convicción.
Saludos
Scotti: Esta bueno tu comentario. Especialmente los últimos dos parrafos. Por otra parte, que es lo injustificable? Injustificable bajo que parametros?
Saludos
«Injustificables» bajo el parámetro rivettianmo de la abyección, obviamente.
Lo curioso son tus justificaciones: «Luego de que Kyle hace un tiro imposible, su compañero, en primer plano con una sonrisa bobalicona, dice: “misión cumplida”. No es casual que esas son las palabras con las que se recuerda el famoso discurso que da Bush hijo en 2003, luego de bajarse de un avión de guerra en un portaviones, para anunciar el fin del combate en Irak.» Es el mejor ejemplo de lo que llamo sobreinterpretación…
Es maravilloso el texto de Rivette pero no se aplica de la misma forma a una película de los ’50 a una del 2014. De eso se trata tambien conocer la historia del cine. Feliz Carnaval, NP
En un comment a la nota de García alguien demoestró que el texto de Rivette se aplica perfectamente (contra tu incomprensible objeción historicista):
http://www.conlosojosabiertos.com/francotirador-american-sniper-02/#comment-943780
Por otra parte, si la elusiva placa final te «pegó como una trompada», me pregunto como absorviste la escena del taladro, o la del pibe con la bazooka, que son un golpe todavía más bajo… Deben tener una suitleza que se me escapa. Por suerte siempre hay críticos dispuestos a encontrársela.
Cuando los soldados dudan emprender la última misión y finalmente deciden hacerlo, Eastwood pone una música percusiva de película de acción y corta a un plano ligeramente contrapicado y frontal para destacar a un tanque de guerra avanzando a todo lo que da. Esa música también se encuentra en las excursiones militares anteriores. Este y otros recursos como el plano detalle de la bala en ralenti son claros ejemplos de que CE puede ser un poco más sutil que otros pero American Sniper se inscribe claramente en los relatos bélicos que privilegian la acción sobre la reflexión buscando la adhesión acrítica de su espectador.
Sin duda. Y hay muchos ejemplos más de «elementos de puesta en escena» que demuestran que la película no duda, como su protagonista. Por cada supuesta «sutileza» que solo ven algunos críticos, hay varias bestialidades (en todo sentido) como la escena del taladro.
JC: pone música percusiva y filma en contrapicado, ¿y?.
Y :» son claros ejemplos de que CE puede ser un poco más sutil que otros pero American Sniper se inscribe claramente en los relatos bélicos que privilegian la acción sobre la reflexión buscando la adhesión acrítica de su espectador.» Así como nombraste dos momentos en que no había música como dicta la convención, destaco otro donde la puesta en escena sigue las convenciones de ciertas películas de acción. Y por estas decisiones entre otras no creo que American Sniper «mire con resignación a una cultura que celebra la guerra»
Saludos
No encuentro justificación desde los parámetros que puedo evaluar el film. ¿Por qué la bala en cámara lenta? No es la mirada del protagonista, no marca una inflexión en la trama y sólo le encuentro una dimensión espectacular que suspende y extiende el goce perverso de la mirada sobre una acción tan lamentable como todo lo demás. Por otra parte, Eastwood muestra al francotirador sirio sonriendo como un villano -algo que ninguno de los personajes del film puede apreciar- ¿para qué hace esto?
En torno de omitir las imágenes de la muerte de Kyle, creo que si el director estuviera decidido a poner ese universo bajo crítica o bajo sospecha, debió conducir el relato hacia un cierto punto de de esa violencia. Es cierto que no se aplica aquí lo de injustificable. Digamos, muy discutible.
Saludos
Corrijo porque omití una palabra en el párrafo anterior.
En torno de omitir las imágenes de la muerte de Kyle, creo que si el director estuviera decidido a poner ese universo bajo crítica o bajo sospecha, debió conducir el relato hacia un cierto punto de retorno de esa violencia. Es cierto que no se aplica aquí lo de injustificable. Digamos, muy discutible.
Gracias por responder. A mi la placa que dice como termino me pegó como una trompada. En torno a la muerte creo que no se sabe mucho. Podría haber especulado, ficcionalizado etc., como no. Para mí esa historia termina en el momento en el que muestra el plano del veterano, que es escalofriante. Y como queda claro la historia sigue 12 años después del «Mission acomplished».
libcom.org/forums/general/top-15-messages-clint-eastwoods-anti-war-masterpiece-american-sniper-01022015
Todo bien Nico, pero ese link no tiene ningun interes.
Sobre Palin: http://www.imdb.com/title/tt0017136/trivia
No entendì el link con la trivia de Metrópolis, debe ser otra sutileza que me estoy peridiendo… Por otro lado, tamposo se como medir el «interés», lo que si veo es que evidentemente los humoristas (norteamericanos!) parecen entender mejor de que va la cosa. Acá otro ejemplo:
Una nota de Lingenti en LN resume el espíritu crítico favorable a la película:
http://www.lanacion.com.ar/1764771-un-francotirador-en-la-mira
No deja de asombrarme que críticos usualmente más sagaces puedan estar tan perdidos. Dice Lingenti: «Francotirador empieza con una escena de altísima tensión en la que Chris Kyle, el protagonista, se enfrenta a un inquietante dilema: debe matar a un niño para evitar que éste lance un poderoso explosivo». Precisamente, esa escena perversa define todo el funcionamiento de la película. O nadie recuerda ya que ese sofisma de la escena del tipo conb la bomba al que hay que torturar o matar para evitar la haga estallar la enunció el Dr. Grondona para justificar el aacionar de la dictadura? Eastwood encima va mas allá, y pone en la mira a un niño. El tipo que hace eso es un hijo de puta, no hace falta recordar a Rivette para saberlo.
Pero el punto no es personalizar: lo más abyecto es que se trata de una película del país invasor, es decir, una película que es algo más que puro entertainment (si es que algo en Hollywood puede serlo): es parte de la guerra. Pero la crítica no ve el tanque ni cuando lo tiene delante. Concluye Lingenti: «Eastwood toma una decisión del mismo peso específico que aquella de la primera escena: el último plano de la película es el de un ataúd. Seamos justos. No parece una buena manera de hacerle propaganda a la guerra.» Faltó decir que es un ataud en el que le clavan una medalla por cada tipo que mató, como las muescas en el revolver del western. Que los críticos no se empeñen en negar su condición de propaganda demuestra precisamente lo bien que funciona como tal… O creen que Sarah Palin también la malinterpretó?
Quise decir «que los críticos se empeñen en negar su condición de propaganda». Llo aclaro aunque es evidente…
Me alegra que Santiago González Cragnolino tenga el coraje de escribir una crítica en la que se aproxima con ecuanimidad a una película que provoca tantas reacciones y exabruptos. Hace una lectura que comparto y que es, hasta cierto punto, complementaria a la de los críticos peruanos Ricardo Bedoya y Emilio Bustamante en el blog paginasdeldiariodesatan. Advierto que los comentarios después de su texto, salvo los de Scotti, se basan en una impresión de primer nivel y desde posiciones de entrada muy concluyentes. Como que muy pocos están dispuestos a acercarse a una película norteamericana (sea o no de Eastwood) sobre la intervención en Irak que no asuma un ostensible enfoque crítico. Todo lo demás les parece o medias tintas o franca apología de la violencia y del rol de Kyle. No se acepta , o se acepta apenas, que la de Eastwood puede ser una mirada contradictoria, en la que hay una solidaridad con el hombre (bastante ignaro, como lo señala Santiago) que cumple una misión ‘sagrada’, algo que está muy presente en su obra, pero a la vez, toma distancia de manera muy discreta de él, por lo que se deja sentir con algo más de fuerza la exaltación del profesional que elimina enemigos. Por supuesto, Eastwood es un hombre identificado con valores tradicionales y es un hombre de Hollywood, pero con todo me parece muy simplificador tacharlo de encubridor o de que defiende el axioma de que la guerra es necesaria. Creo sí que la película muestra la construcción de un ‘héroe americano´(y eso explica el ‘enfrentamiento’ casi final y el discutible uso del ralenti de la bala) desde la mirada de un norteamericano, pero en esa construcción se deslizan esos puntos oscuros que van puntuando el relato y que hacen que Francotirador no sea en absoluto una apología del héroe que se construye.
Estimado Isaac:
Ciertamente es prácticamente inaceptable “acercarse a una película norteamericana (sea o no de Eastwood) sobre la intervención en Irak que no asuma un ostensible enfoque crítico”, visto que se trata de un tanque del país invasor. Pero evidentemente no son pocos los que lo hacen, y es también bastante obvio que eso se debe a que viene firmada por Eastwood, aunque desde ya no deja de pesar la mera sujeción a una narrativa que en los hechos hegemoniza el 95% de lo que ve un espectador común, no digamos ya un(o) crítico.
Encima de todo esto, también parece demasiado querer convencernos (como la película tibiamente intenta) de “ser una mirada contradictoria”: si como tu bien dices “hay una solidaridad con el hombre que cumple una misión ‘sagrada’” (y por todo lo antedicho), en el mejor de los casos queda muy desdibujada esa “discreta toma de distancia”, por lo que se deja sentir con MUCHA “más fuerza la exaltación del profesional que elimina enemigos”. No veo entonces donde sería exagerado afirmar que defiende la necesariedad de la guerra, algo que ni sus más ardientes defensores intentan negar (más bien todo lo contrario). Solo las tibias críticas pretenden encontrar una zona gris donde no la hay (a menos que nos interesen más los devaneos del asesino que la suerte de sus víctimas, digamos)
Finalmente, si acordamos en que “la película muestra la construcción de un ‘héroe americano desde la mirada de un norteamericano”, encontramos por qué “esos puntos oscuros que van puntuando el relato” no funcionen como autocrítica sino todo lo contrario, como reafirmación de lo actuado. Así lo demuestra la entusiasta recepción que tuvo. A Reagan le hubiera encantado.
Es muy respetable tu opinión Santiago, que leí con mucho interés, aunque no logro entender algunos puntos. Decís, por ejemplo, que no es una película neutral ¿por qué o por quién toma partido, entonces? ¿por qué en ninguna parte de tu crítica señalás qué defiende o postula la película? Decís que «el gesto perturbado de Cooper anuncia el desequilibrio»: yo no lo vi perturbado ni desequilibrado en ningún momento; seguramente si la película transmitiera un verdadero clima de turbación sería otra cosa. Decís también que la violencia es gráfica y que hay una secuencia espectacular, pero no entiendo bien por qué considerar ambas cosas como virtudes de un film que supuestamente pone en tela de juicio la intervención de EEUU en Irak. Los planos de veteranos reales son demasiado fugaces. Y la tristeza de los planos documentales finales tiene, en mi opinión, poco de culpa o arrepentimiento y mucho de «honor» por los caídos.
Y para salir de la lectura literal del guión, como decís: escenas como la de la mujer hablando por teléfono con Kyle (B.Cooper) justo cuando a éste le disparan, o la de las Torres Gemelas en el televisor, o la del bebé de plástico, dan vergüenza ajena. Es lo que sentí yo, al menos.
De todas formas, más allá de las diferencias que podamos tener, me gustaría preguntarte concretamente:
1) ¿Pensás que un crítico puede reprobar una película por cuestiones ideológicas (porque hace apología de la violencia o la superioridad de una nación sobre otra, por ejemplo)?
2) ¿Qué otra película recordás en la que un personaje mata a un chico (que no sea un perverso que recibe su merecido al final)?
3) ¿Qué pensarías de una película argentina sobre un militar que cobra fama por haber matado 160 extranjeros (ingleses, supongamos) que termina con imágenes documentales de gente en las calles despidiéndolo como un héroe?
Fernando: 1) Me parece que el papel del crítico no es reprobar ni aprobar sino pensar las películas. En ese pensar las películas y describirlas uno no puede evitar exponer su posición (ni aunque quiera). No busco en las películas que se reafirme lo que ya pienso.
2)Ichi the killer de Takashi Miike. En otro sentido también podemos pensar en M de Lang, donde el protagonista es un perverso pero es más problemática la parte de «recibir su merecido».
3)Tendría que verla y ver la construcción de esas imágenes para entender que piensa su autor, pero pensaría que esa celebración es algo lamentable.
Saludos
Serìa interesante que intentes contestar tambièn las preguntas no numeradas. Respecto a estas:
Tal parece que estamos tan acostumbrados a la hegemonia del cine norteamericano, que naturalizamos un modus operandi que hasta a ellos les hacen ruido (como se aprecia en el debate que generò, y que es mucho màs interesante que la pelìculas misma).
Pero el punto no es «matar un niño» (como se preguntaba la pelìcula de Ibañez Serrador) sino, como deberìamos tener claro desde Rivette como mínimo, en el sentido de la representación. La de Eastwood es abyecta por donde se lo mire. Y si un crìtico no es capaz de ver eso, defecciona de su rol.
Y a eso hemos llegado por potenciar la «neutralidad»: la idea de que «el papel del crítico no es reprobar ni aprobar sino pensar las películas» funciona muy bien en el mundo del relativismo liberal, hasta que tenès literal y simbolicamente los tanques enfrente… Así es como en Irak no deben quedar ni cines.
A lo que me refiero es que es más interesante la descripción que podes hacer de la película (donde no hay neutralidad, como ya dije) que en criticas que se regodean en axiomas y cuelgan cartelitos. Hay además lugar en la escritura para dar lugar al juicio del lector sin por eso dejar de sostener una posición ni relativizar. Saludos
La teorìa queda clara, la práctica -en notas como esta- no tanto. Le escapás tanto a lo que insstís llamar «axiomas», que no termina por entenderse cual es tu posición, y más bien se ve una relativización absoluta. O sea: la neutralidad que como bien decís la pelìcula no tiene (y el crítico tampoco…).
Muy perspicaz tu respuesta Santiago, ahora bien: cuando ves EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD, por ejemplo ¿no la reprobás? ¿sólo la «pensás»? ¿No hay valores o principios en los que creés, que van con vos cuando ves una película? ¿por qué hacerlos a un lado? No digo algo como «no me gustan los Beatles, entonces no puede gustarme una película sobre un fan de los Beatles»: estamos hablando de cuestiones más serias, de decisiones políticas que implican pérdidas humanas y de la posible exaltación de un personaje con una visión nacionalista y violenta cercana a la de un nazi.
Por otra parte, no puedo entender cómo no te afecta una escena como la del francotirador matando al chico y su madre. Si me decís «Eran terroristas, tenían un explosivo» estás compartiendo la mentalidad de Kyle, sin «pensarla»; si me decís «Así fue en la realidad, Eastwood sólo lo muestra» estarías ignorando que el cine nunca muestra «la realidad» objetiva, siempre hay una mirada detrás: habría muchas maneras de representar ese mismo hecho, logrando distintos efectos en el espectador y expresando sentimientos muy diferentes sobre Kyle y lo que representa.
Cuando me decís que la misma celebración final, con banderas y aplausos, en una película argentina te parecería lamentable, estás confirmando una sensación que tengo: cierto patriotismo triunfalista y gestos nacionalistas son aceptados por muchos de nuestros críticos y cinéfilos cuando vienen de Eastwood o Spielberg, pero dudo que les gusten (o les resulten indiferentes) si los advierten en una película argentina.
Finalmente, me gustaría que vos o alguien me señale UNA secuencia o solución visual interesante en la película de Eastwood (lo de la tormenta de arena del final me parece más un mérito del departamento de FX). Yo no encontré ninguna.
Fernando: como ya dije, no se deja nada de lado. Lo que te quiero decir es que cuando leo una crítica me interesa más saber cómo llega el que escribe a la conclusión de que una película tiene una mirada racista (por poner un ej) a que me explique que el racismo es repudiable, que es algo que doy por sentado. Por otra parte quien escribe no podrá evitar manifestar su repudio sin necesidad de escribir: «El racismo es repudiable». El trazo puede ser más fino o más grueso pero eso va a estar. En ese aspecto creo que tiene que haber una generosidad recíproca entre quien escribe y quien lee.
Todo lo que se describe de la guerra es nefasto. No necesito que el director me subraye que matar al niño y a su madre lo es. Qué es Kyle: un ranchero, un tipo que ve lo que pasa fuera de Texas por el televisor y que comparte el sentido común de la enorme mayoría de sus compatriotas. Que cree esa mentira al punto de que está dispuesto a poner en riesgo su vida y a matar 160 personas. Mientras tanto otros a su alrededor sí se van dando cuenta que pasa, como el amigo que escribe la carta. Él está ciego. Mata al carnicero y la guerra sigue. Mata a tantos otros y sigue. Se mueren sus amigos y sigue. Cuando sale de ese ciclo absurdo uno de los suyos lo mata. Eso es lo que ve el director, un tipo que vive en un país que está en guerra desde que nació y que manda a sus jóvenes a una tierra lejana que no conocen y que no entienden, a matar niños y mujeres, de donde vuelven mutilados o locos o en un ataúd: los puntos donde “la gloria se convierte una causa injusta o un medio inexcusable por el que uno se consume completamente”.
Sobre la secuencia del tejado, no veo que se embellezca la muerte. Tal vez NP tenga razón cuando dice que hago una objeción historicista. En todo caso lo que tendría que haber dicho es que hay un montón de consideraciones para pensar cada película íntegramente antes de hacer una especie de lectura de manual. El texto de Rivette sigue siendo fundamental, pero no me gusta la parte de la reformulación de Daney cuando decía que después de leer el texto aún sin haber visto la película, sabía que Pontecorvo era un tipo abyecto. Yo sí necesito ver la película.
En otro orden de cosas me parece bastante injusto decir que el mérito de esa secuencia es del dpto. de FX. El que concibe, organiza, dota de sentido, etc. es en última instancia el director. Es parecido a decir que el mérito de una gran escena es del director de fotografía. Puede ser, pero depende de que estemos mirando.
Les agradezco los comentarios y hacerme pensar sobre lo que escribo. A los que comentaron sin chicanas y mala leche, gracias. No respondo todo por falta de tiempo pero creo que lo importante está en el texto. Nuevamente, me atengo a lo que escribí. Saludos.
Más que la tesis, para mí tirada de los pelos y autocomplasciente de un pichón de yanqui, que intenta sostener este muchacho, me impresiona que con tal de salirse con la suya en las discusiones es capaz hasta de desautorizar la nota de Rivette, porque envejeció y ya no se puede aplicar. Hay que tener cara…
Si lees bien y sin mala leche dije que no se aplica de la misma forma a una pelicula del 50′ a una del 2014. No lo podes entender porque una mirada dogmática es esencialmente una mirada acrítica. Saludos.
Santiago: en vez de responder tratando a los que no comparten tu propio abroquelamiento de «dogmáticos», sería más productivo o interesante que expliques de una vez por qué lo de Rivette no se puede aplicar «de la misma forma a una pelicula del 50′ que a una del 2014». Con ese criterio, que simplemente descartaría las conceptualizaciones en base a su fecha de enunciación, sería imposible pensar cualquier cosa, no solo el cine. Sin embargo seguimos leyendo a Platón, por ejemplo, y eso que tiene unos cuantos años más que Rivette…
Los agravios no ayudan a la discusión, y mucho menos aplicar la lógica bélica de la película: los críticos no se dividen en «pichones de yanquis» y antiyanquis. Yo mismo admiro gran parte del cine y la literatura norteamericana, lo que no me impide impugnar ese cine cuando funciona como parte del complejo militar-cultural, como diría Chonmsky (un representante de los fuertes crítiiocs que hay incluso dentro de los USA). Otra cosa es la aplicación ciega de la política de los autores a cuanto engendro venga con firma, que cuando encima se aplica a la glorificación de un héroe de guerra del país invasor sin el menor interés por el contexto o los invadidos, es francamente insoportable como «entretenimiento». Tanto como tildar a un crítico respetable como «pichón de yanqui» por una tibia defensa. Lo que podemos pedirle, como a Eastwood, es que se haga cargo de que no hay discurso que sea neutral, menos en estos casos.
Es cierto que lo que dije no tiende a ayudar a la discusión, pero también es cierto que no soy crítico, y no siento la responsabilidad de imponer mi punto de vista desde la lógica teórica. Todos los argumentos teóricos los pone usted, que los maneja muy bien y se siente cómodo con eso. Yo solo aprovecho para dar mi opinión del modo grasa y llano a cuya altura estoy. Por otro lado, y sobre todo viendo los muy válidos argumentos que se le oponen y el crítico no parece percibir, solo puedo citar algo que leí, de alguien que equiparaba a los que opinan que esta no es una película belicista y en ese sentido fascista con un fan de micky vainilla diciendo que lo que hace es solo pop para divertirse. Y por otro lado, claro, yo también admiro muchísimo a directores y escritores con los que no estoy de acuerdo. No por eso voy a defender la ideología de Drieu La Rochelle, Celine, Rieffenstal o, en este caso, Clint. Ahora, seré todo lo limitado que quiera el crítico, pero lo que dijo de Rivette no necesita de mi «mala leche» para resultar indefendible.
Y lo de designar como pichón de yanqui a un muchacho que defiende una película de propaganda militar en un momento histórico en el que EEUU está abriendo de modo asombroso, salvaje y obvio su abanico belicista, tiene razón, me dejé llevar. Prometo no volver a hacerlo.
Fernando: como ya dije, no se deja nada de lado. Lo que te quiero decir es que cuando leo una crítica me interesa más saber cómo llega el que escribe a la conclusión de que una película tiene una mirada racista (por poner un ej) a que me explique que el racismo es repudiable, que es algo que doy por sentado. Por otra parte quien escribe no podrá evitar manifestar su repudio sin necesidad de escribir: «El racismo es repudiable». El trazo puede ser más fino o más grueso pero eso va a estar. En ese aspecto creo que tiene que haber una generosidad recíproca entre quien escribe y quien lee.
Todo lo que se describe de la guerra es nefasto. No necesito que el director me subraye que matar al niño y a su madre lo es. Qué es Kyle: un ranchero, un tipo que ve lo que pasa fuera de Texas por el televisor y que comparte el sentido común de la enorme mayoría de sus compatriotas. Que cree esa mentira al punto de que está dispuesto a poner en riesgo su vida y a matar 160 personas. Mientras tanto otros a su alrededor sí se van dando cuenta que pasa, como el amigo que escribe la carta. Él está ciego. Mata al carnicero y la guerra sigue. Mata a tantos otros y sigue. Se mueren sus amigos y sigue. Cuando sale de ese ciclo absurdo uno de los suyos lo mata. Eso es lo que ve el director, un tipo que vive en un país que está en guerra desde que nació y que manda a sus jóvenes a una tierra lejana que no conocen y que no entienden, a matar niños y mujeres, de donde vuelven mutilados o locos o en un ataúd: los puntos donde “la gloria se convierte una causa injusta o un medio inexcusable por el que uno se consume completamente”.
Sobre la secuencia del tejado, no veo que se embellezca la muerte. Tal vez NP tenga razón cuando dice que hago una objeción historicista. En todo caso lo que tendría que haber dicho es que hay un montón de consideraciones para pensar cada película íntegramente antes de hacer una especie de lectura de manual. El texto de Rivette sigue siendo fundamental, pero no me gusta la parte de la reformulación de Daney cuando decía que después de leer el texto aún sin haber visto la película, sabía que Pontecorvo era un tipo abyecto. Yo sí necesito ver la película.
En otro orden de cosas me parece bastante injusto decir que el mérito de esa secuencia es del dpto. de FX. El que concibe, organiza, dota de sentido, etc. es en última instancia el director. Es parecido a decir que el mérito de una gran escena es del director de fotografía. Puede ser, pero depende de que estemos mirando.
Les agradezco los comentarios y hacerme pensar sobre lo que escribo. A los que comentaron sin chicanas y mala leche, gracias. No respondo todo por falta de tiempo pero creo que lo importante está en el texto. Nuevamente, me atengo a lo que escribí. Saludos.
Santiago:
Sigo esperando la explicación de tu objeción historicista. La mención a lo dicho por Daney es precisamente “de manual” y no aporta nada. Todos aquí vimos la película. Y la crítica de Rivette se aplica perfectamente. Deberían releerlo los críticos que lo han olvidado, o naturalizado.
Presuponer “una generosidad recíproca entre quien escribe y quien lee” es una ingenuidad, tal como pretender que esa “generosidad” no inviste a los millones de espectadores que ven la película como una glorificación de sus tropas, en la que Eastwood no tiene nada que ver… Lo de dar “por sentado” lo repudiable es un error del crítico: está claro que nada está dado por sentado desde el momento en que discutimos si es una película-maquina-bélica que consagra los crímenes de guerra de su país. Creo que no caben dudas (como el personaje mismo demuestra en la ficción, y la película en la realidad).
Pero vos viste otra película. Una en que “todo lo que se describe de la guerra es nefasto. (…) Él está ciego. Mata al carnicero y la guerra sigue. Mata a tantos otros y sigue. Se mueren sus amigos y sigue. Cuando sale de ese ciclo absurdo uno de los suyos lo mata. Eso es lo que ve el director”. NO, esa es la lectura forzada de algunos críticos, que interpretan “generosamente” todo eso como una mirada distanciada, cuando Eastwood no se aparta un milímetro de su protagonista, al que construye además como un querible muchacho (uno de esos hombres de acción que no dudan ni se hacen preguntas, porque ya sabemos que así se ganan las guerras).
Nico: Pero si te dí la razón. Si me discutís hasta cuando te doy la razón esto ya es una cosa de locos: «En todo caso lo que tendría que haber dicho es que hay un montón de consideraciones para pensar cada película íntegramente antes de hacer una especie de lectura de manual». Esas consideraciones tienen que ver con como funciona cada recurso en cada película y ver como cada película dialoga con (los espectadores de) su época. Hay convenciones, por supuesto, pero un primer plano no tiene un significado asignado de antemano, lo mismo para un ralenti, lo mismo para un contrapicado, lo mismo para cualquier otro recurso. No es código morse, es cine. Eso quería decir. En el caso particular de Sniper para mi no embellece la muerte.
Ximena: no conocía el caso de Steven Dale Green. Con lo poco que lei del caso: yo creo que nunca harían una película sobre Green. La censura en ese país es demasiado terrible.
Santiago:
Cosa de locos es dar la razón sin dar las razones. Y seguís sin explicar por qué no se aplica. Obviamente no se trata de pegar la cita cambiando nombres, como hizo el comentarista en la otra nota, pero claramente el concepto es apropiado. Y no es solo el plano de la muerte del francotirador iraquí: hay muchísimos ejemplos. Solo que vos no los ves. Cabe preguntarse por qué, cuando son obscenamente evidentes… Está claro de que partís del axioma de que la película es crítica con la guerra, y de ahí acomodas todo lo demás a piacere. Eso es sofisma, no crítica.
NP: Evidentemente llegamos entonces a un punto muerto. En mi crítica podes leer porque pienso que es crítica con la guerra. No hay axioma. Por última vez entonces: me atengo a lo que escribí. Te mando un sincero saludo, hasta la próxima discusión.
No «llegamos» a un punto muerto: estás ahí porque no queres/podés responder por lo que vos mismo lanzaste sobre Rivette. y su «inactualidad» Y no es casual: ahí está la madre del borrego. Desde la «abyección» se desmonta la ridícula presuposición de qué la película es contraria a la guerra.
Si alguien lee estas críticas en unas decenas de años, no lo va a poder creer: es como si nos quisieran hacer creer que Eastwood es homologable al Huston de «Let there be light»… Ahora solo falta que alguien diga que «El triunfo de la voluntad» nos muestra distanciadamante las coreografias nazis como un documental objetivo: ya va a aparecer, no me caben dudas.
Desde ya gracias, Santiago, por responder y darme una explicación tan extensa. De todos modos: no digo que una crítica deba decir «el racismo es repudiable», sí que diga «esta película es repudiable» Pareciera que muchos críticos actuales (en Argentina) se indignan sólo si consideran una película aburrida, pero no por otros motivos seguramente más serios.
Me sigue costando ver la frialdad con la que hablás de la «secuencia del tejado», según decís vos (yo había escrito «la del francotirador matando al chico y su madre»). Yo no pude encontrar motivos para disfrutar la película después de ese momento (y me pregunto por qué Eastwood optó por no mostrar la muerte de Kyle y sí, en cambio, la del chico).
Lo de la secuencia de la tormenta te lo acepto, por el simple motivo que casi no la recuerdo. El único momento que me gustó de toda la película fue cuando está a punto de dispararle a un pibe y finalmente no lo hace, y supongo que fue así porque me generó tensión o porque ahí se pudo advertir en Kyle algo de humanidad.
Tanto las palabras de Santiago como las de Nicolás revierten lo que ha sido hasta el momento la opinión casi generalizada sobre este film de Eastwood. Con un notable crítico del país que dijo «progresistas de salón abstenerse», nos encontramos con que la interpretación como propaganda de la cinta se da porque «el espectador no tiene la distancia que podría tener con un western o con la Segunda Guerra Mundial. Si la gente pudiera ver la película con la, digamos, frialdad que ven películas sobre guerras pasadas quedaría más claro que lejos está Eastwood de hacer una apología de la invasión a Irak o de tratar a Kyle como un héroe», palabras del crítico en cuestión.
Ahora, la pregunta sería si se puede ser frío ante la presentación de unos malos de postín, más propios de una cinta de Stallone que de una cinta como esta y encima solo aceptar que es así porque el director lo cuenta todo desde el punto de vista del soldado. No lo sé, pero esa escena del taladro fue de una obviedad descarada como para seguir creyendo que al creador de esta película solo le interesaba mostrar los efectos de la guerra…en los soldados de EEUU.
No sé si coinciden conmigo en que esta cinta jamás hubiese tenido el éxito que tiene si no se hubiese optado no ya por el subjetivismo del soldado, sino por su tibio trato hacia el final. Nicolás, crees que resultó más insidiosa esta cinta que la de Bigelow en el tratamiento de país invadido, invasor en invadidos? ¿Acaso se la puede medir de igual manera a la incómoda Redacted de DePalma, ninguneada en su momento? ¿Cabe evocar a la cinta argentina Iraqi short films, de Andrizzi, en este tema? y por último: Aceptarían los estadounidenses un biopic sobre la vida de Steven Green (texano como Kyle) con el mismo caluroso entusiasmo?
Ximena: ampliás la discusión con temas sobre los que podríamos hablar largamente (el tema del cine bélico a lo largo de la historia y su relación con la propaganda, por ejemplo), y nos queda corta esta ya extensa tira de comments…
En todo caso, un crítico nunca puede ver con “frialdad” una película de guerra. Menos una que interviene explícitamente sobre una guerra en curso, lanzada desde el país invasor, a la sazón potencia hegemónica mundial, así en la guerra como en el cine.
Desde ya que “jamás hubiese tenido el éxito que tiene si no se hubiese optado no ya por el subjetivismo del soldado, sino por su tibio trato hacia el final”. De hecho no creo que sea tibia en absoluto: lo único tibio aquí son criticas como esta (y las hay mucho más lúgubremente entusiastas…).
Y a esta altura eso es lo que hay que interrogar: por que, qué podemos esperar del espectador si el crítico compra lobo por cordero? Ya había sucedido con las de Bigelow, pero en esta es más obsceno aun porque demuestra precisamente que no hay ningún “distanciamiento” (Brecht se revuelve en su tumba cada vez que usan esa frase para justificar estas películas). Digo: no se podía esperar otra cosa de Eastwood. Los que decepcionan son sus críticos amigables. Una muestra más de que nuestro tiempo sigue siendo profundamente conservador (lo que es más penoso viniendo de algunos jóvenes).
Puede que se amplíe el tema largamente con lo que pregunto. De más está una que otra concretización. Ahora, ¿a cuál critica tibia te referías?
Me refiero al posteo, y a toda las críticas complacientes que ha tenido la película.
Para decirlo con la frase final del mismo texto que comentamos: es esta crítica la que «mira con resignación a una cultura que celebra la guerra».
Nicolás, a propósito de la escena del taladro y el niño, he aquí la brillante conclusión a la que llegó un reconocido crítico en su blog cuando se le habló sobre el golpe bajo por esta escena (incluso llegó a dudar de la muerte del niño): «No creo que sea un golpe bajo matar al chico. Un golpe bajo (una trampa emocional) sería no matarlo, es exactamente al revés»
Creo que esto rebasó el concepto de crítica complaciente, ¿no?
Lo que se pierde de vista es que el punto no es el debate humanista sobre si está bien o mal matar a un niño (te dirán que lleva una bomba, y blabla), sino el modo en que se lo representa. a esa distinción iba Rivette con lo «de la abyección»: no se trata solo del recogimiento ante ciertas imágenes, sino al lugar de enunciación. En la película de Eastwood, esa escena no se conmisera del niño porque no está pensada para eso, sino para conmiserarnos de su matador. Toda la película descansa en esa lógica. Pero al parecer es más problemático un críttico de un perdido blog del sur de la tierra que la «descalifica». El mundo al revés…
Supongo que soy el único no argentino que interviene en el debate y veo que, pese a la universalidad del medio, esto ocurre en casi todos los países de habla hispana, y sospecho que en muchos otros, también. Bueno, veo que es muy problemático el diálogo con Nicolás Prividera, cuyas películas aprecio mucho y a quien leo siempre con interés. Si alguien como Nicolás dice que una película es abyecta, si descalifica ideológicamente a American Sniper como lo hace y se refiere en la forma en que lo hace al 95% de la producción norteamericana, si descalifica como descalifica a todos los que no piensan como él, muy poco (si lo hay) queda para el debate y, claro, no va a aceptar ninguna de las razones que se esgriman y que no coincidan con las suyas. Si para Nicolás, Francotirador parte del axioma de que la guerra es necesaria, cualquier otra cosa que se diga al respecto va a ser inútil. Yo también pienso que la labor de un crítico no es aprobar o reprobar películas, sino analizarlas, algo muy diferente a lo que hace Nicolás cuya argumentación parte, precisamente, de axiomas inamovibles.
No, Isaac. No eres el único no argentino en el debate. Yo tampoco lo soy.
Ximena:
Nos podrías aclarar de donde eres, y cual ha sido la recepción en tu país? Nos será útil. Gracias.
Soy panameña, pero resido en EEUU desde hace tres años y fue allá donde vi esta problemática cinta. Escribo desde Panamá, adonde estoy de vacaciones. Aquí la película llegará este mes y a ver qué tal la reciben y te cuento. Este país ha tenido un vínculo muy especial con Estados Unidos y de invasión sabemos.
Sin duda en Panamá entienden cabalmente de qué estamos hablando (nobleza obliga, hay que recordar «The Panama deception», el documental de Barbara Trent que ganó el Oscar, y está en las antípodas de esta película y las que Eastwood hacía entonces, como «Heartbreak Ridge», antes de que lo ungieran como gran cineasta). Bienvenida al blog, y esperamos tus noticias (también de la recepción en USA, más allá de lo que leemos en la prensa…).
Estimado Isaac:
1) No sos el único no argentino que interviene en el debate, y sería interesante ver como se da afuera de USA, sobre todo en latinoiamerica, quie algo sabe de invasiones.
2) El diálogo es problemático si no hay argumentos. yo los he dado en mi propia nota, y aquí mismo con muchos comments.
3) No me refiero al 95% de la producción norteamericana, sino a que el 95% de lo que vemos es norteamericano. Esa hegemonía cultural no te pareceun problema?
4) Decir que parto de un axioma, y que este es falso, no es precisamente un modo de dialogar. De hecho me obliga a responder en los mismos términos, y señalar que axioma es pensar que la película no es favorable a la guerra, Creo que las pruebas están a la vista, en todas las escenas de las que hablamos y en sun concepción general del héroe y como se pega a él. Amén de que tu mismo reconoces lo del «mandato sagrado»….
Quén es el que no está discutiendo o dando razones de peso aquí? Insisto con una sola: les parece neutral la pelicuuela-tanque de un pais invbasor sobre el invadido, que empíeza cn la justificación sofistica del asesinato de un niño? Explíquenme donde estala distancia, que no sea en el telescopio del personaje y el director…
Nicolás, me refería en concreto a cuando El Carnicero mata con un taladro al niño y a su padre. No sé si aquí se aplica lo enunciado por Rivette, en cuanto al modo. Para mí fue un golpe bajo, porque queda burdamente definida nuestra percepción de los «otros», los no «marines estadounidenses». En esto la cinta me recordó mucho a En zona de miedo, de Bigelow, con unos iraquíes retratados o como demonios o como pobres diablos. El crítico en cuestión que evoqué, lo interpretó como que solo es el punto de vista del invasor y nada más. Pero a mí la escena en cuestión me hizo desconfiar de la intencionalidad del guionista y el director. Ahora, coincido con vos en aquello de querer conmiserar al matador en otro pasaje. Nada parecido al hijo de p…sociópata y frío como él mismo se retrató en el libro.
Por el título castellano de la de Bigelow, pero sobre todo por lo de «cinta» (un término que no se usa en Argentina), entiendo que -como Ximena- estás interviniendo desde otro país: nos decís desde dónde, y cual ha sido ahí la recepción de la película? Gracias.
Cómo no, Nicolás. Soy colombiano y vivo en Canadá. La verdad, no sé cuándo se verá la película en mi país, me toca investigar y saber su grado de aceptacion. Te cuento que en Canadá ha sido un exitazo bacano, casi igual que en USA y coincido con vos en qué falta de espíritu crítico, la gente salía casi vitoreando al soldado este en cuestión. No sé dónde quedó la parte reflexiva de este film, por momentos eran tan poco sutil, pero los canadienses que conozco casi ni se enteraban de nada, casi era como que hacían que estaban viendo un blockbuster veraniego. Los hubo que sí se molestaron y coincidían conmigo, mas no muchos. La verdad, poco sentido común.
Ahora también saludo a un colombiano.
Saludos para ti también, Roger.
Me alegra ver que el blog es internacionalista en el mejor sentido, Roger (más cuando aparecen los hermanos latinoamericanos…). Pero dónde están los mexicas en esta discusión? («tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos»).
Entiendo que eso sucede en todas partes, y ese es mi punto: no es solo que falta espíritu crítico en los espectadores, sino que la película de Eastwood se inscribe con comodidad en el blockbuster veraniego. Esa es su perversidad. Pero no hace más que señalar la tremenda potencia de la naturalización de un sistema narrativo e ideológico a prueba de balas. Lo que no deja de sorprenderme es la complacencia de los críticos, sobre todo por parte de aquellos que usualmente no compran con moño todo lo que viene de Hollywood.
Diste en el clavo: La complacencia de la crítica. O más bien, darle lecturas benévolas o favorables a lo que no se le puede dar por evidente. Esto me parece peor, pues se supone que cuentan con una mejor preparación para evaluar que nosotros, simples espectadores, con décadas de nefasto consumo de ese 95%.
Simplemente decirles que leo todo lo que publican desde que subí este texto de SGC. No puedo participar porque estoy en pleno cierre de un catálogo y me faltan una decena de textos para cerrar el mismo. Ni bien termine subiré mi versión extensa de AS.
Saludos a la panameña, al peruano y a los argentinos.
Desde México.
RK
Hola Nicolás, no es que yo le corra al diálogo o al debate. Lo que me parece es que contigo todo termina enmarañándose en un intercambio que puede ser interminable porque no creo que estés dispuesto a ceder ni siquiera en un punto o una coma. Claro que no se trata de ceder, sino de afirmar las posiciones o las impresiones que uno tiene, más lo que yo veo en ti es intransigencia, simple insistencia en lo dicho desde el primer momento.
Estoy de acuerdo (matices más, matices menos) con lo que ha escrito Santiago que empieza diciendo que no es una película neutral. A mí me parece una buena película que asume, no el axioma de la inevitabilidad de la guerra, pero sí una perspectiva un tanto fatalista, la de un destino aciago que se cierne sobre Estados Unidos. Desde allí, veo una película contradictoria en su punto de vista (no en su puesta en escena), donde hay identificación y distancia frente a Kyle. Sí, es una especie de campeón olímpico dedicado a matar irakíes, pero ni se siente una leyenda, sus compañeros van muriendo, los rebotes de la guerra en su patria no son nada esperanzadores, ni es feliz ni hace feliz a su familia, y el
final es luctuoso, pues la violencia termina arrastrándolo. No veo en absoluto una película triunfalista, veo como lo dije, la construcción de un héroe que va a morir de manera ruin (tan ruin que Eastwood ni siquiera ha querido mostrarlo). Ese héroe que, en la línea de otros (los de los westerns de Eastwood, por ejemplo, que son muy claros al respecto) se inviste de una misión salvadora (motivada por la venganza y por la restitución de un orden quebrado; aquí también, en Francotirador), de resonancias religiosas, aunque como señala el colega peruano Emilio Bustamante, no queda muy claro si es un enviado de ‘dios’ o del ‘demonio’. No es mi lectura, pero admito que se podría leer ‘Francotirador’ como una crítica muy sutil de la intervención norteamericana a través de ese ‘ángel exterminador’ dedicado a matar irakíes desde su atalaya privilegiada. Admito que, desde su posición republicana y conservadora, Eastwood visualiza ese Irak filmado en Marruecos como un horror, casi un pequeño infierno que termina devorando a su personaje y que no ha atendido en absoluto a las ‘razones del otro’ (qué interesante hubiese sido una película sobre la perspectiva del otro francotirador; en Cartas desde Iwo Jima, Eastwood demostró que podía ponerse en la piel del ‘otro’, aún cuando lo hizo para componer el retrato más agónico que haya hecho en su obra). No creo que nadie trate de convertir a Eastwood en un progresista, que no lo es, pero no me parece en absoluto que se le pueda despachar
como un defensor de la guerra. Lo mismo se dijo en su momento de algunas películas de John Ford
(y no digamos de sus westerns supuestamente anti-indios) y algo parecido de El francotirador, de Cimino. A no ser, claro, que la tesis que deslegitima la visión de los ‘otros’ desde la mirada del colonizador o del invasor se aplique a rajatabla. Y eso es lo que percibo detrás de tus argumentos, Nicolás.
Isaac,
No es lo mismo discutir sobre “Guardianes de la galaxia” (digamos) que sobre “American Sniper”. Obviamente no voy a ceder si tratan de convencerme de que no se trata de una película que glorifica a un “héroe” de guerra mientras esa misma guerra se cobra víctimas mientras discutimos… En eso ciertamente soy intransigente, y supongo que ti también con lo que entiendas por cine de propaganda. Pues bien: de lo que se trata es de asumir que esta película no puede no serlo, desde su misma concepción. Lo que tu llamas “fatalismo” es precisamente el modo en que naturaliza su ideología: lo único fatal aquí es tener que lidiar con tanques como este a cada paso.
No veo donde está la contradicción ni la distancia: como argumenté en mi propia nota, la puesta en escena avala el punto de vista (telescópico, digamos) del personaje. Los que se le oponen solo lo hacen para reafirmar su visión. Visión, por lo demás, que Eastwood presenta sesgada, ya que en el libro autobiográfico original (y en sus intervenciones públicas) quedan claros los rasgos psicopáticos del personaje. Su final es luctuoso, pero -como todo en la película- termina reforzando la idea de que es un buen muchacho que pelea del lado (y de modo) correcto. Para decirlo en una palabra: queda claro que es “nuestro” héroe.
Claro que no puede ser triunfalista, porque difícilmente estas películas pueden serlo después de Vietnam (a menos que sean las secuelas de Rambo, otro héroe quebrado…), Pero se apropia de la forma más conservadora del western: la que tu describes bien como “misión salvadora motivada por la venganza”. Ford invirtió ese orden desde “The searchers”. En todo caso sí se parece al “francotirador” de Cimino, donde después de todo terminaban cantando “God bless América”…
Leer ‘Francotirador Americano’ como “una crítica muy sutil de la intervención norteamericana a través de ese ‘ángel exterminador’ dedicado a matar irakíes desde su atalaya privilegiada” me parece a todas luces una ingenuidad a esta altura del partido…
Sin dudas hubiera sido interesante una película sobre la perspectiva del otro francotirador; a lo “Cartas de Iwo Jima”, pero ahí se ven sus límites: una cosa son los vencidos del pasado (hoy aliados) y otra la guerra actual, que ya no remite a la “nobleza” de la 2da guerra mundial sino al Apocalipsis ahora de Vietnam.
El problema no es “la mirada del colonizador”, sino su falta de autocrítica. Pero peor es la falta de autocrítica del colonizado. Francamente no puedo entender que en un continente que sabe lo que son las invasiones norteamericanas estemos defendiendo películas como esta.
Coincido con León, y lo curioso es que mi visión del film está más cerca de la primera nota de Prividera. Más allá de que pude hacerse una lectura crítica de la obra, no veo necesidad para considerarla como un bloque homogéneo sin fisuras. No asumo la perspectiva crítica del film que menciona León. Creo que el punto de vista del film es problemático -y esto me parece algo que merece análisis y discusión- pero en general sin la distancia necesaria para comprenderlo como crítico. Pero creo también que si Eastwood construye un héroe a la medida de la cultura de la guerra -en el país de la guerra- no es lo único que hace y tampoco creo que lo celebre, o al menos no solamente. Leyendo a Santiago -y a Lerer en su blog- pude pensar en ciertos costados del film desde una perspectiva que, sin coincidir con la mía, me permitió observar y revisar ciertas cuestiones. Y, aunque me parece en general objetable, no necesito creer que el film celebre la guerra ni encuentro en él motivos para hacerlo. Critico su punto de vista y varias decisiones importantes de su director, pero veo también ciertos elementos interesantes con los que, me parece, es válido dialogar y debatir.
Saludos
Bueno, mi visión está más lejos de mi primera nota, y ante cada comentario como este me lo reafirman (como al buen francotirador los que dudan de la guerra…)
Nadie dijo que la película sea en si «un bloque homogéneo sin fisuras», sino que esas fisuras están (como las dudas que kyle niega) para refrendar su defensa. Pero la película como tanque (simbolica y literalmente) hace bloque con la posición oficial norteamericana en favor de la guerra (no e trzta de «celebrarla», sino apenas de justificarla…). Y eso es más que «problemático»: es criminal.
Por lo que a esta altura lo que digan los críticos amigables encontrando puntos «interesantes» (como si estuviéramos hablando de Boyhood o una de Marvel) me parece como mínimo desubicado. Así como la película juega a imaginar su nemeis, sería bueno imaginar que pensaría un crítico iraquí… O uno latinoamericano, porque algunas de las críticas que leí parecen escritas en Texas.
O sea, sencillamente se trata de hacer lo que la película nunca hace: ponerse en el lugar del Otro.
Tú debes haber sido uno de esos chicos que nunca acepta perder en ningún juego, Nicolás, y que como fuere terminabas imponiéndote, a las buenas o a las malas. Ahora terminas ‘ganando’ por cansancio de los ‘contendientes’. Por mi parte, paso; ya discutiré acerca de la película con Roger Koza y con Jorge García, y no para ‘ganarles’, que no se trata de eso, sino porque creo que con ellos el entrampamiento es bastante menor.
Me la paso perdiendo Isaac, como puede ver cualquiera que releve lo que han dicho las inumerables críticas a favor de esta película… De todos modos, peor es creer que todo esto es un «juego»: ese es el único «entrampamiento» aquí. Y no es menor. El cine usado como propaganda nunca lo es. tampoco es inocente. A lo sumo puede parecerles más o menos sutil a algunos que le ven grietas o grises, y maravilloso a muchos que comparten por acción u omiisión su poder. Si la crítica no señala esto, nace muerta. O peor, cómplice.
Yo no puedo evitar ver en American Sniper siempre una película de bolas, de grandes bolas de cowboy. Remitiéndome a lo que señala Prividera acerca de la forma en que Eastwood representa a su héroe, reviso la escena en que los soldados están comiendo y hay uno subido a la mesa pidiendo aplausos para Kyle por ser “la leyenda” y el tirador más efectivo, casi pidiendo una estatua. Con un gesto entre cariñoso y rudo el héroe le tira a la cara a su compañero lo que traía en la mano para callarlo provocando la risa de los demás. En un plano de conjunto vemos a la tropa festejando la broma. Después Kyle va a sentarse, estira la pierna para pasarla sobre el banco y hay un corte a un plano medio que Eastwood hace para acercarnos a su héroe, humanizarlo, que veamos que es un hombre común. Tiene la adusta satisfacción de quien ha dado una pequeña lección: hacer callar a un bobo que no debe tartamudear cuando tiene que hablar de heroísmo y referirse a la tarea sagrada a la que han sido llamados. Esta es una típica escena calcada de un western con John Wayne. Eastwood hace un guiño canchero, poniéndose sin dudas del lado de su héroe, acariciando un género que ama, tratando de generar empatía. Pero de esa escena lo que me llama mucho la atención es la forma en que Kyle se sienta a la mesa después de su gesto. Tiene que abrir las piernas para sentarse en el banco, pero en ese segundo me parece ver que las abre de manera exagerada porque no le caben las bolas en los pantalones. Lo mismo me imagino a Eastwood paseándose por el set como un cowboy, separando las piernas al caminar para poder darle lugar a sus grandes pelotas guerreras.
El mejor comentario de la discusión.
Grandes pelotas.
Sos un genio
No justifico la guerra -mejor dicho, la invasión criminal- de los Estados Unidos sobre Irak de ninguna manera. Y aún si asumiera que el film lo hace, me parece que es importante comprender cuáles son los motivos que expone desde el punto de vista de un criminal, justamente porque él no cree serlo y porque una buena parte de su cultura le indica que no lo es. En Un especialista, Eyal Sivan expone las argumentaciones de Eichmann en el juicio en Jerusalén, no para coincidir con ellas sino porque hay algo que es necesario pensar y elucidar en su punto de vista, como ya nos había advertido Arendt. En La niebla de la guerra, Errol Morris le da la palabra a Mc Namara, no para coincidir con él, si no para comprender una forma de concebir el lugar del propio país en el mundo en el marco de la guerra fría y desde el punto de vista de uno los agentes decisores principales de la criminal política exterior norteamericana en la segunda mitad del siglo XX.
¿Eastwood justifica a Kyle? Honestamente, a veces me parece que sí, y otra que no. Creo que lo narra y que en su narración hay elementos que dan cuenta de que no es un monstruo sino un producto cabal de una sociedad y de una cultura con la que, sin dudas, es preciso confrontar. La guerra se reproduce sin fin, Estados Unidos amplía su universo de expansión a la par de un complejo industrial militar aparentemente ilimitado: detrás de eso funciona un aparato ideológico que es preciso comprender para hacer de él una crítica profunda. En Francotirador se advierten algunas de las formas de producción y reproducción de esa ideología y su eficacia para parte de la sociedad norteamericana y no creo que estos elementos -desde la educación familiar a la militar- estén celebrados o justificados en la obra.
Por eso los rescato.
Saludos
«La guerra se reproduce sin fin, Estados Unidos amplía su universo de expansión a la par de un complejo industrial militar aparentemente ilimitado: detrás de eso funciona un aparato ideológico que es preciso comprender para hacer de él una crítica profunda.» Por lo tanto habría que empezar por aceptar que «la obra» es parte de él… Si no seguimos dicutiendo como si hablaramos de la politica de los autores; esto es la políticacon los autores. O la continuación de la guerra por otros medios, para ser más exactos.
A todo esto, y como preveía, ya empiezo a leer comentarios de algún crítico ninguneando SELMA, especie de telefilm didáctico apenas correcto pero que (a diferencia del film de Eastwood, en mi opinión también didáctico y apenas correcto) no se ocupa de un militar vengativo sino de las luchas de una minoría por ganar derechos, enfrentándose al poder político.
Banco a Selma. Y sí, es un film apenas correcto, aunque su tema sea tan poderoso (y actual, y se nota que la directora es consciente de ello) que se imponga por peso propio.
Punto válido el de Fernando.
Más allá de los comentarios y las discusiones bien entradas en la teoría del cine, yo simplemente quería acotar que lo que hace la diferencia de esta película respecto a otras relacionadas es lo que pasa en la cara de Kyle, cómo s va desfigurando su mirada y su equilibrio personal. Creo que es una interpretación muy interesante de lo que implica la guerra como trauma permanente para muchos estadounidenses y, con esto, se sale de la celebración y el reclutamiento que muchos ven casi automáticamente. Yo siento que Eastwood te muestra la cuestión interna de eso, la autodestrucción que eso implica, y todo por los valores que se difunden desde la tele y desde todo ese aparato tan propio de la «nación más grande del mundo». Hay patriotismo, por supuesto. Pero creo que Francotirador se atreve al menos a mostrar lo que hay detrás de toda esa fanfarria de orgullo nacional y valores de occidente. Además, la película te deja súper tensionado, maneja esa cuestión emocional casi todo el tiempo, y creo que si quisiera ser únicamente una unción al mártir Kyle plantearía otra forma, otros recursos, de contar lo que cuenta.
Buenísima la discusión, aunque no puedo dejar de sorprenderme por la mala leche de algunos y el nivel de obsesión de otros. Saludos y tremendas felicitaciones por el sitio y los colaboradores. Impecable!
Bueno, hemos llegado a la crítica de raxos X: algunos hacen enjundiosas lecturas de un rostro (por San Kulechov) y otros perciben el voluminoso peso de una entrepierna (digna de john Wayne). Sin dudas me parece más acertado el que ve esas «grandes pelotas guerreras», porque lo acompaña de un certero análisis de una repetida escena. «Lo que hay detrás de toda esa fanfarria de orgullo nacional y valores de occidente» solo lo ven los críticos que no habñan precsamente en contra, sino a favor de la película (y a los que suele más bien preocuparle poco esa fanfarria, salvo cuando la película misma inisiste en agitarla acriticamente…)
Éramos pocos y parió su vibrante columna en Ñ Jorge Carnevale: Dice: «Sería sencillo, desde una postura progre , definir a Eastwood como un reaccionario.» Parece que lo sencillo es confundir progresismo con corrección política… Pero lo que siempre me pregunto cuando escucho la palabra «progre» enunciada con sorna es donde cree situarse quien se burla. Seguramente cree que su posición es tan compleja de definir como la de Eastwood, claro.
Así es. La deflación semántica del término progresismo es un tema crucial en el orden discurso de nuestro país en general y de la comunidad crítica en partícular. Me he preguntado una y otra vez el lugar de enunciación de quien desprecia el término. Veré si puedo escribir algo sobre eso. En este instante lo propondré en Ñ. Veremos. Por mi cuenta: soy un crítico de cine progresista. Creo que el conocimiento permite mejorar las condiciones de vidas materiales y simbólicas, y que el cine contribuye a una cultura de esa naturaleza. Si uno pierde ese horizonte, lo que queda es la reproducción mecánica del status quo. Me resulta increíble que tanta gente a mi alrededor desestime el término y su importancia. Estoy pensando seriamente en organizar la marcha del orgullo progresista en la crítica. ¿Quiénes vendrían? RK
Creo que justamente es esa creencia de que se trata de una minoria que enarbola la»marcha del orgullo progresista» lo que hace que no solo a la crítica, sino al sistema de valores en que nos movemos en general, aquí & everywhere, haga que sea tan fácil ampararse en la burla cínica, una marca de la época.
Sea como sea, que el progresismo no sea mayoritario es el problema, aunque en Argentina, Europa o USA (con la excusa del populismo, en cada caso identificado con cualquiera que pretenda una ingerencia igialadoradel Estado) seguimos como si los 90 nunca hubieran pasado… Veremos que pasa en Grecia y España, pero por acá parece que todo va a estar peor.
By the way, para volver a Irak: si alguien quiere ver lo que es una película que se preocupa por pensar la cuestión (e incluso narra mejor) vean «Green Zone», de Paul Greengrass, una película que tampoco casualmente fue un fracaso, porque nadie en USA quiere ver realmente de qué va la guerra. Y por acá tampcoo, parece,
Green Zone estaba bien. Y Greengrass es un tipo interesante; incluso las de Bourne plantean algo al respecto.
Ayer vi Green Zone, siguiendo su consejo. Si bien es evidente las virtudes que Ud. señala, el ritmo de la narración la acerca más un thriller que a una película antibélica. Mucho tiempo dedicado a las escenas de acción, y un gran despliegue de toda la pirotecnia de Hollywood puesta al servicio de elevar la adrenalina del espectador.
Sin duda. No es Brecht: es una pelìcula de Hollywood, solo que su contenido es «progresista», digamos. Con todas las limitaciones que ello implica (y tal vez de ahì su fracaso). Pero infinitamente mejor (en todo sentido) que la sobrevalorada bazofia de Eastwood.
Yo voy a la marcha del orgullo progresista, no tanto porque la noción de progreso me parezca comprensibke de suyo, sino por la posición reaccionaria y cínica desde la cual se impuso el «progre» como descalificacion inapelable. Creo que leí la palabra por primera vez en el pasotismo español de los 80, ciertamente un foco de irradiación del neoliberalismo cultural que hoy practican sectores ilustrados porteños. De ahí al JeSuisCharlie y Yo soy Nisman. Que conduce inevitablemente a ver las fachistadas de Eastwood como «cine de género». En circunstancias así, hay que asumir la condición progre con orgullo.
Respecto de Eastwood, ya cansa su devaneo en torno al mito del héroe. Ha hecho películas excelentes, otras apenas buenas, algunas directamente fascistas y otras confusas sobre el ocaso del héroe. Pero a esta altura de su vida, si el tipo no es capaz de detenerse un momento antes de mostrar al Otro como enemigo a liquidar, creo que ya no tengo esperanzas con él. Le agradezco los buenos momentos de películas incluso discutibles como Los imperdonables o excepcionales como Los puentes de Madison o Iwojima. Y que se vaya con su trauma republicano al infierno.
Coincido con que el problema son los críticos que se hacen los boludos.
Me parece interesante lo que dice David Walsh en la controversia sobre American Sniper: http://www.wsws.org/en/articles/2015/01/31/cont-j31.html
Curioso: le pedí una nota a un reconocido crítico estadounidense (no fue Rosenbaum) para el blog y si bien me dijo odiar el film (loathe, fue el verbo utilizado), me pidió que lo disculpara debido a que en este momento está comprometido y una nota de esas características no puede firmar. No sé qué significa, pero lo lamento. Hubiera sido una nota crítica por otra vía y muy distinta a la previsible y legítima crítica de Walsh.
RK
Bueno, creo que con Eastwood pasa en USA lo que en nuestro ámbito (o el internacional en general) con ciertos cineastas considerados «intocables» (estuvimos discutiendo sobre uno hace poco, y de hecho quedan textos en el tintero…): no se puede escribir algo lapidario sobre ellos, a riesgo de ser considerado un outsider.
Sobre Alonso tengo diferencias contigo, lo sabemos los dos. Tu texto lo subiré y yo te responderé y empezaremos entonces el ida y vuelta. RK
Con este ida y vuelta tuve suficiente, je. Amén de ya algo extemporánea, la polémica sobre «Jauja» pertenece a otro orden, aunque como dije el blindaje crítico alrededor funciona de modo parecido.
Más que retrotraernos a un teórico soviético (magníficamente ejecutado su principio en Shirin, de Kiarostami), la nota sobre el semblante acongojado del soldadito que tendrá su día nacional, no deja de ser la ya anquilosada lectura a la que no pocos críticos se han plegado. ¿Pereza intelectual, astigmatismo ideológico, agenda política subrepticia o capacidad deductiva capitidisminuida? Imposible saberlo con certeza. Lo cierto, es que la ¿deflamación? del significado de «progresismo» conlleva para quien lo emplea como ariete, no solamente la concreta intención de zaherir la opinión contraria, sino también la de deslegitimar cualquier voz ríspida con el discurso oficial, o lo que es igual, el que se ve aupado por el poderío del cuño que sea.
Harto curioso que Prividera traiga a la palestra un paradigma contrario a la película que burdamente provocó el endeble: «progresistas se salón, abstenerse». Y digo curioso porque si bien la obra de Greengrass casi que está en las antípodas en cuanto a intencionalidad de la de Eastwood, es fruto de Helgeland, un conocido del viejo Clint (Mystic river). Coincidencias aparte, ese «cine comprometido de denuncia» se mezcló con el de «acción liberadora» y el resultado fue el de un demoníaco Bush que llevó a errores en política exterior, pero en fin, con la sensación inalterada (en la persona de Obama) de que «el llanero solitario» los sigue teniendo «bien puestos» a la hora de impartir justicia. Una fantasmada, que un público poco dado a la autocrítica condenó al fracaso, al igual que muchas otras producciones sobre los entresijos de EEUU en el llamado Oriente Medio. Hasta ahora ¿Hay que explicar el por qué?
Si, bueno, perdón si sonó entusiasta mi mención a «Green Zone», pero convengamos que al lado de las pelotas guerreras de Eastwood y su cowboy de telescopio, la de Greengrass parece tener la complejidad de «El ciudadano». Ciertamente siempre está el problema del punto de vista y esa confianza final en la propia tradición, como si la capacidad de autocrítica cinematográfica fuera pareja de la política. Es un mal que recorre el cine de corrección política norteamericano desde siempre, pero es más evidente cuando transcurre en la tierra extranjera que ellos contribuyeron a asolar: no olvido el final de «Missing», e incluso el de «Bajo fuego» (otra película que hace la diferencia con la de Eastwood).
No te culpés. Aún tardía para cuando se estrenó, casi que fue una revelación. Poco probable en el futuro más pseudo-mea culpa de este tipo.
No te creas, Ya pasó con los indios y con los japoneses, algún dia llegará el turno de los iraquíes. Si es que apareció otro enemigo peor en la guerra en la que estén envuetos en ese momento, claro. Lo que no se es quien hará el trabajo sucio de Clint para entonces.
De hecho ya hay una película iraquí al respecto. Es de 2005.
Cual?
Esto escribí sobre Green Zone: http://www.conlosojosabiertos.com/estrenos-en-dvd-9/
Por otra parte, el contraplano de esta espectacularización hollywoodense de la muierte del enemigo es la apropiación terrorista del espectáculo (algo consustancial al terrorismo, pero que tuvo un salto cualitativo despues del atentado contra las torres):
«Básicamente rechazan todo lo que es de Occidente, pero imitan todo lo que se puede aprender de los cineastas y los periodistas occidentales en cuanto al manejo de la prensa, escenificación, dirección y coreografía», agregó. (…) «Las decapitaciones se han venido dando con cierta frecuencia y ya no sorprenden a nadie», sostuvo al-Tamimi. «Por eso hicieron algo más radical».
Se refiere al video en elque queman vivo a un prisionero. El snuff como contracara de la porno-tortura.
https://ar.noticias.yahoo.com/video-muerte-piloto-estado-isl-mico-sube-la-145759000.html
¿Cómo, no sabías? Vale, tampoco es muy buena, pero su importancia estriba en otras razones. «Tierra de sueños» (Ahlaam, en el original), de Mohamad Al-Daradji.
El verdadero problema, según creo yo, no es la película en sí (Eastwood puede hacer la película que quiera, y es bastante razonable que haya tenido éxito en su país, ya que Kyle había sido una figura pública muy conocida, su libro fue un éxito y, por otra parte, Eastwood es un actor-director tan popular como prestigioso), sino la condescendencia de muchos críticos argentinos y los argumentos empleados para defenderla.
Diego Lerer, por ejemplo, escribió en su sitio que la película «requiere, especialmente fuera de los Estados Unidos, a un espectador de mente abierta que pueda por unos momentos despegarse de prejuicios políticos absurdos, de esos que llevan a decir a muchos que odian tal o cual película por ser pro-yanqui o banalidades por el estilo.” Escribió también: «Yo tengo miles de películas que me parecen geniales con las que no coincido ideológicamente y muchas con las que coincido que me parecen espantosas.”
Como le dejé hace varios días un comentario que no me respondió (y ya no creo que lo haga), comparto acá las preguntas que le dejé, sólo para compartir mi inquietud y tal vez aportar algo al debate:
«¿Vos considerás que estar en contra de la guerra/invasión a Irak es un prejuicio antiyanqui absurdo? ¿Por qué un crítico o espectador debe olvidarse del país al que pertenece, con su historia y su cultura? ¿Ser cinéfilo lo convierte a uno en ciudadano de ninguna parte, en una especie de eunuco político? (…) ¿Creés realmente que en una película forma y contenido pueden analizarse por separado?»
Me sumo al diálogo, o debate, si alguien lo quiere. Soy de Perú, con otro punto de vista. Saludos. http://nenufaresefervescentes.blogspot.com/2015/02/el-francotirador-american-sniper.html
Ahí está mi crítica:
Antes de comenzar éste especie de reto que es concebir ardua, honesta y coherentemente (mucho, con uno mismo) una crítica independiente, debo empezar agradeciendo un filme como American sniper, por todo el debate y entusiasmo cinéfilo que me provoca, por lo que es indudable que produce en mí suma admiración su director, Clint Eastwood, no solo por la presente (aunque le halle pesados puntos en contra, veo que es un hombre y cineasta honesto aun siendo cuadriculado, por una parte valiente siendo directo y claro, haciendo un cine de siempre, clásico como saben todos), sino también por el cariño a su legado cinematográfico como actor, en especial por íconos como Harry el sucio o del spaghetti western, tanto como por su performance en sus propias obras, y sobre todo por el talento que tiene como director, en películas que me parecen de lo mejor que puede ofrecer el séptimo arte, Unforgiven (1992), Un mundo perfecto (1993), Los puentes de Madison (1995), Mystic River (2003), Gran Torino (2008).
Pasado éste preámbulo, hay que decir que lo que inmediatamente llama la atención del filme entre manos es la ideología o política que maneja, de lo que al respecto muchos dicen que es imposible de abstenerse de dar alguna postura de algún tipo en un filme, viendo que toda propuesta tiene un mensaje en distinto grado, y lo pongo/dejo en cierta duda por una parte, ya que muchas veces uno entiende que perduran más otros elementos, que la supuesta ineludible ideología pasa a segundo plano, y hasta puede desaparecer, o en todo caso no se llega a sentir/percibir que uno lo toma como que no existiera (además está claro que no es necesario compartir el pensamiento de una película, uno puede ver algo «nocivo», recriminable, discutible, no se trata de lo intachable). Pero sí, todo filme requiere para concebir el arte más exigente, que halla complejidad argumental, en la puesta de escena, en el desarrollo conjunto, que exista equilibrio en sus postulados, apreciando que parte de la riqueza de un tema yace en lo polivante, en distintos estudios o posibilidades a contrastar, y ese es el máximo error de un Eastwood sumamente ideológico, obvio, remarcado, exacerbado, unilateral, hasta plano, arguyendo un nacionalismo patriotero, donde los más machos, bravos, cerrados y fanáticos soldados, los NAVYS, dan pie a que se diga claramente –encima en un tono autoritario, intimidante y rústico- que en el mundo existen las ovejas (los débiles y sumisos), los lobos (los abusivos, los réprobos) y los perros cuidadores (los que se encargan de contrarrestar a los lobos), bajo un sentir conservador donde la religión, el nacionalismo y la familia, en un quehacer recalcitrante, encerrado en sí, son una fuente de pletórica condescendida con los actos de las fuerzas armadas angloamericanas desplegadas en Irak.
En la propuesta también se evita asumir alguna autocrítica, o análisis con posturas en disputa, es siempre unidireccional, sobre el porqué de la invasión a Irak. Solo se adjudican razones por la influencia de Al Qaeda en la zona (recordando que el llamado de Kyle, al patriotismo de un cowboy, ¡qué más claro que eso!, fue el ataque desconocido a una embajada estadounidense) tras el horror de la caída de las torres gemelas. Lo cual puede tener de prevención, aunque sería ingenuo pensar que una guerra se hace de tan poco. Salvando que también tratamos con una película de acción, de entretenimiento, donde a esa vera no le faltan los efectismos y la banalización (como cuando la lacrimógena, primaria –salvo en el primer encuentro- y aguantadora Taya, en la piel de Sienna Miller, la esposa embarazada de Chris Kyle, del francotirador protagonista interpretado por un solvente, de expresión mínima por lo rudo pero tratable y hasta inteligente, o de breve magia circunstancial, Bradley Cooper, llora en el teléfono encendido sin respuesta mientras su marido y compañeros son atacados; o un terrorista de tipo caricaturesco –igual al cómic/leyenda que hacen ver del francotirador olímpico sirio, para antagonizar, dar juego, como a su vez no dar a entender que hay lobos con piel de oveja- tortura/agrede a un niño con un taladro frente a su padre soplón; si bien hay asaltos militares de suma intensidad y cautivante belleza autoral, como uno oscuro, inquietante, caótico, indeterminado e impredecible que ocurre en medio de una tormenta de arena en el último viaje y campaña del protagonista, que recuerda a la hazaña del ataque nocturno final de Zero Dark Thirty, 2012).
Los roles modélicos, de los conservadores, bien reflejados en aquella biblia de ascendencia familiar que guarda Kyle, en lugar de vigilar el ideal humano, buscan la impunidad, la justificación de atrocidades, la libertad total, producto del miedo, las condiciones intrínsecas de la guerra de sublevación paramilitar y el defenestrar cualquier futuro ataque enemigo terrorista. Al punto que se habla de un heroísmo (casi) incuestionable, al menos en el protagonista, la esencia del filme, fuera de la sombra del agotamiento y el quiebre emocional, donde en Kyle hay represalias psicológicas en algunos pasajeros desequilibrios –intenta agredir/estrangular a un perro que cree violento, ve la tv. apagada abstraído en sus memorias bélicas y sobredimensiona histéricamente la falta de ayuda a su bebé que llora en la maternidad- como a su vez se siente distanciado de su esposa –en un momento estando de regreso deja de ir a su hogar perdiéndose solitario y deprimido en un bar- que pone en segundo plano por su vocación absoluta hacia lo militar, la patria, implicándose en 160 asesinatos como francotirador; tanto que no se oye en absoluto de crímenes de guerra, agregando que Kyle en ningún momento da su brazo a torcer en lo que considera irreprochable, legítimo, su deber, para con su país, Dios y sus compañeros, por encima de cualquier asunto moral o ético, como diciendo que en la guerra todo está permitido, hasta la crueldad de un lobo (pero eso no lo vemos, porque no hay concesiones ni equilibrio, sino que en todo momento Kyle actúa como por necesidad, porque no hay salida, aun siendo un tipo tan rudo y lo que se espera de una leyenda construida con el fanatismo que alguien tildó de psicopático, como un peón del sistema, orgulloso de defender a su país, de lo que se le abre cualquier puerta, lo limpia de su consciencia, aunque tiemble a poco de cargarse a otro niño hijo de puta, como dice entre dientes, como enviando un mensaje al mundo, que los americanos han sabido entender en su abundante asistencia a las salas del cine, agradecidos lógicamente pero no del todo juiciosos por una parte, como diciendo que solo en Estados Unidos hay héroes de guerra y no corruptos en la lucha contra el terrorismo, en un alarde de americanización global y alienación perdona vidas, de excepción), por encima de a quienes se les llama sin asco de salvajes, fantasmas que no han aceptado evacuar la zona, o sea gente a tratar con toda mano dura y omnipotencia ante la desconfianza de cualquiera de ellos, que pueden invitar una cena amigable y luego ocultar un arsenal de armas y ser cómplices guerrilleros, o que se diga que su territorio huele a defecaciones, lenguaje real, pero que indica el sentir de quienes lo utilizan, como ven/fomentan el contexto), donde vemos que Eastwood pone un caso cliché sobre la amenaza del terrorismo, deshaciéndose de niños y mujeres que intentan matar SEALs, encubiertos en la sensibilidad de su naturaleza, y puede ser políticamente incorrecto, realista, las consonancias verosímiles de yacer en una guerra, los mismos hechos, algo entre osado, sincero y ruin (pensando en nuestra humanidad, en los derechos humanos), pero principalmente el llamado a enrolarse, o a venerar a sus héroes militares, el llamado patriotero puro y duro. No estamos frente a esa pequeña joya de la adrenalina bélica de The Hurt Locker (2008) que imponía un sentir extraño de existencialismo por encima de la especificación de una guerra. Todo en cambio en American sniper se mueve producto de un trauma angloamericano como lo es la caída de las torres gemelas, y el sentir de una inevitable reacción de retorno contra quienes han dejado de ser seres humanos, son sólo salvajes, aunque se pierdan en medio de la multitud indistinta, y es que a Eastwood le han tocado el corazón, es un tema que lo hace sentir demasiado norteamericano, como se puede apreciar claramente, y puede ser a un punto normal, pero el resultado es un filme medio propaganda, para rendir honores, como en aquellas finales imágenes de archivo, donde raya solo el respeto, el silencio, y queda fuera en conjunto lo complejo, o equilibrado. Donde la ideología se impone incluso por sobre los elementos, su cualidad de divertimento, pero sin rehuirle al recurso del convencimiento primario, en un filme lastrado por todo ello.
Por un lado, qué difícil es hablar de cine (o de cualquier cosa) cuando está la policía mirando.
Puedo suponer lo que dice Walsh y también leí un comentario demoledor contra Eastwood y la película en CinemaScope. Lo que me lleva a pensar (no sé si estoy equivocado) que en EE.UU. no hay un crítico respetable que hable bien de Francotirador. En cambio, entre los críticos argentinos parece haber una mirada mucho más favorable, empezando por la del artículo de GC.
Me resulta curioso e interesante.
Q
Sí, lo es.
«Qué difícil es hablar de cine (o de cualquier cosa) cuando está la policía mirando». Valdría la pena poner semejante afirmación en contexto.
Q, hubo varios crìticos respetables de USA que hablaron bién de Francotirador Americano, lo que de por si los hace menos respetables… En todo caso, se prmiten el ebate (asì como no olvidan que todo cine es polìtico). En cambio, los críticos argentinos no tienen moedo a hablar bien de pelìculas que defienden a la CIA o la invasiòn a Irak, como si fueran una de Marvel. No me resulta curioso, y màs que intereante es preocupante.
Quintín: al único crítico estadounidense que leí es a Scott Foundas y habla a favor. Saludos.
SGC. Solo quise señalar que la discusión sobre si Francotirador está a favor o en contra de la guerra me parece una increíble pérdida de tiempo. Espero poder explicarlo en alguna parte. Pero es difícil hacerlo en un lugar (no me refiero a este blog sino a la crítica en general) donde el precepto compartido es el progresismo.
Q
La discusión sobre esta cinta está por encima del denostado concepto de «progresismo». ¿Por ende, debemos considerar fachas o fascistas a quienes sí les gustó?
Esa parece la idea de algunos: que la película solo les puede gustar a los que votan por los republicanos (para quedarnos en EE.UU.). Y ya se sabe que quienes votan por los republicanos (como Eastwood) son pis y caca.
Q
O que les ha gustado, como apuntó Prividera , a los críticos que temen decir algo malo de Eastwood o con un criterio por demás acomodaticio y conformista.
Imposible saber si la película les gusta solo a los que votan por los republicanos (gente confundida hay en todas partes), a menos que alguien haga una encuesta. Pero eso si serìa una pèrdida de tiempo…
Y que en la crítica en general el precepto compartido sea el progresismo es bastante dudoso, viendo precisamente las reseñas favorables.
Asì que no es tan difìcil explicar porque muchos crìticos consideran una perdida de tiempo discutir que (no) está a favor de la guerra: cualquier discusiòn ética les parece fuera de lugar, como si uno les escupiera el pochoclo.
El pochoclo no me gusta. Pero me gusta menos que cada discusión sobre cine en la web sea reorientada ideológicamente por el comisario político NP.
Q
Q, sería más «interesante» que intentaras la objeción que ningún progresismo te impidió nunca hacer, en vez de tuitear acá pavadas ofensivas como que «cada discusión sobre cine en la web sea reorientada ideológicamente por el comisario político NP»: No estoy en cada discusión, sino en un blog del que soy parte (sos vos el que entrás así con poca caballerosidad). No reoriento nada, discuto con argumentos (y todavía espero los tuyos…). Por lo demás, lo de «comisario» político» es, amén de una pelotudez conceptual importante aplicada aquí y ahpra, un insulto. Sin duda tenés mejores aportes para hacer (acá y en todas partes), que no sea el «pis y caca» que tanto te molesta.
NP. Tu mala fe se nota incluso cuando justificás tus intervenciones porque «sos parte del blog», cuando son del mismo tenor de las que solías hacer en LLP de la cual no formabas parte,
Lo de «comisario político» es una metáfora, no un insulto. Alude a tu negativa a juzgar el cine mediante otro parámetro que no sea la posición ideológica que le atribuis a cada director.
Q
Q, no se de qué «mala fe» estás hablando: todo lo que digo es evidentente lo que creo, y lo prueba precisamente que mis intervenciones sean siempre del mismo «tenor» (o sea, que defiendo el mismo punto de vista en todas mis intervenciones…). Aunque en verdad habría que ver qué querés decir vos con «tenor», porque pareciera que solo lo tengo yo (del mismo modo que solo yo tengo «ideología», parece, mientras que todos los demás tienen ideas puras y pristinas…)
Por lo demás, los comentarios que hacia en tu blog los sigo haciendo, si bien en menor medida (como muchos otros) no solo porque cada vez publicás menos posteos desde que estás entregado a tuiter, sino porque LLP dejó de ser un espacio de debate para pasar a ser eso que es mayormente tuiter: una zona donde solo se dialoga con la propia tribu, y al Otro se lo expulsa, impugna, o bardea (para solaz de la propia tribu).
Como verás en este mismo posteo, que pasa los 100 comments como en las buenas épocas de LLP, hay todo tipo de posiciones y argumentos. en cambio, llamar a alguien «comisario político» suele ser más bien el fin de cualquier discusión. Porque es desubicado hasta como «metáfora» (del mismo modo en que lo es «nazi»): con esas cosas no se jode.
Ahora bien: es falso que yo juzgo el cine «mediante la posición ideológica que le atribuyo a cada director»: sos vos el que mencionó la palabra repúblicano aquí, y creo que por primera vez. Lo que no signica, tampoco, caer en el absurdo de creer que la ideología se reduce a eso, o que hay quien la tene y quien no… Hablemos de visiones del mundo, mejor. Y ante todo no evitemos ver que los directores o los críticos la tienen, como cuaquier hijo de vecino.
Volviendo a Francotirador Americano: no necesito saber que es de Eastwood para argumentar que es reaccionaria (basta ver sus decisiones de puesta en escena). En cambio, pareciera que hay crítcos que la defienden solo porque es de Eastwood. Claro que también hay cosas peores, como críticos que defienden películas como estas sin ampararse siquiera en la política de los autores, solo como puro «entretenimiento»…
Nicolás. A esta altura de mi vida, creo que es estéril y de mala intención( aunque de un modo por demás pretencioso, que suena bien a oídos académicos) seguir con eso de que la ideología de una película se revela en sus puestas de cámara. Sobre todo cuando no se da una mínima prueba de que eso sea así.
Dicho lo cual, por este sencillo acto, te cedo la última palabra para siempre.
Saludos
Q
Lo que asì «cedès para siempre» es no tener que dar algún argumento de por qué «es estéril y de mala intención seguir con eso de que la ideología de una película se revela en sus puestas de cámara». Y sos vos el que no da «una mínima prueba de que eso sea así»… No esbozaste un solo argumento, Quintìn. Y tampoco da para hacerte el ofendido, luego de salir con lo de «comisario polìtico». No vas a encontrar ni en esta ni en ninguna discusiòn que yo me haya dirigido en esos términos a nadie. Así que lo ùnico que se puede ver en tu entrada es que nos decìs que tenès un montòn de cosas para dedcir que nunca terminàs de decir, porquer preferìs las insinuaciones o los tuits. Pero bueno, tal vez en algún momento vuelques algún argumento en tu blog o en alguna de tus columnas. Hasta entonces…
Es un evidente sofisma el que propone Mr Q al decir que la discusión está orientada a decir que solo a los republicanos les puede gustar la pelicula. Cuando lo que se está discutiendo es una lectura política del punto de vista de Francotirador, lectura política que desde la critica macartista se impugna por «progre». Quintín hace rato que no puede aportar nada mejor que macarteadas. Y como ese primitivismo no resiste un desarrollo extenso, su elemento natural es twitter.
¿AS es o no es una película de reclutamiento? He aquí una tesis fuerte para discutir. Sostener esto no es lo mismo que decir que la película es una justificación ex post de la guerra. No es lo mismo que argumentar que legitima, porque comparte, el punto de vista del Estado imperialista. Sostener esto hace necesario un argumento institucional que demuestre que la película es un engranaje más de la maquinaria guerrera, y no que lo es de hecho, sino que lo es de modo consciente y que no podría ser de otro modo porque así fue concebida.
O, de otra manera, ¿qué quiere decir «película de reclutamiento»? ¿La tesis era menos fuerte y se usó esa caracterización de modo más laxo?
Es claro que, como las de Bigelow, propone un nuevo tipo de «pelìcula de reclutamiento» aparentemente más sutil. Pero todo tanque de este tipo no puede no serlo, hasta por cuestiones de producciòn (léase «Operaciòn Hollywood», de David Robb): es parte del complejo militar-cultural.
Justamente, pensaba en Operación Hollywood y me parecía que hay un componente institucional necesario a la caracterización que aquí no estaba claro que existiera, por lo menos, no en los argumentos. Sí está enunciada claramente la idea de que esto ocurre, y me parece lo más interesante de todo lo que se dijo. Pero después la discusión deriva de modo recursivo sobre aspectos interpretativos del contenido de la película; o sobre el análisis de gestos autorales, como si el carácter de “película de reclutamiento” pudiera deducirse de esas valoraciones. E, insisto, no es as. Si lo fuera, la categoría no nombraría nada específico, distinto de cualquier película «bélica no-crítica», para resumir.
Aclaro que todavía no vi la película que, donde estoy, recién se estrena el 20/02.
Para ser más clara: Cuando nadie juzga pertinente discutir que se trate de una película de reclutamiento, entiendo que quienes la vieron encuentran esta afirmación justificada por las condiciones de producción y financiamiento que AS misma revela (dado que callan, otorgan). Entonces, ¿de qué bolas, qué cara, qué gesto estamos hablando?
Que sea parte de una maquinaria no le quita responsabilidad a los hacedores, todo lo contrario. Por eso mismo, cualquier película bélica no-crítica se convierte de hecho en «pelìcula de reclutamiento». Incluso de modo más insidioso cuanto más lo oculta… Y tampoco alcanza por otra parte la ironía (como se ve en las lecturas de «Team America» que se toman en serio la parodia). En este tema no hay medias tintas ni zona gris.
Justamente, pensaba en Operación Hollywood y me parecía que hay un componente institucional necesario a la caracterización que aquí no estaba claro que existiera, por lo menos, no en los argumentos. Sí está enunciada claramente la idea de que esto ocurre, y me parece lo más interesante de todo lo que se dijo. Pero después la discusión deriva de modo recursivo sobre aspectos interpretativos del contenido de la película; o sobre el análisis de gestos autorales, como si el carácter de «película de reclutamiento» pudiera deducirse de esas valoraciones. E, insisto, no es así sino la categoría no nombraría nada esoecífico, distinto de cualquier película bélica no-crítica, para resumir.
Aclaro que todavía no vi la película que, donde estoy, recién se estrena el 20/02.
(Había que conocer la regla del Quinto Elemento, para tener la última palabra aquí. La tendré en cuenta.)
Nada más lejos de mi intención que liberar de responsabilidades: todo lo contrario. Digo que, si la película es de reclutamiento, ya están todas cargadas desde el principio: no hace falta demostrarlas. A lo sumo se puede mostrar cómo funciona, pero no hay alivio posible a esa responsabilidad.
Sigo creyendo, eso sí, que «película de reclutamiento» define un tipo de producción específico y que es necesario un requisito institucional y, aun, financiero para la caracterización. Pero, bueh, supongo que nada inhibe de un uso más laxo de la categoría, si están claras las cosas para todos los que participan de la conversación.
Arrivederci!
Leo la crítica de FRANCOTIRADOR AMERICANO (atinada la observación de Nicolás de recordar su título y poster originales) en un diario chileno: ““El filme ignora casi por completo esa segunda batalla que tantos soldados tienen con el sistema cuando regresan a casa heridos física o mentalmente, o ambos”. Dicha reseña termina diciendo “Al fin y al cabo, la mayoría de la gente que vaya a ver AMERICAN SNIPER saldrá satisfecha de ver un filme que no reta la noción de blanco y negro; todo lo contrario: ‘nosotros somos los buenos, ellos son los malos’ y ya. Kyle hizo su deber; salvó sus compañeros, y salvó su familia, y salvó su país. Todo lo demás, incluyendo el trauma mental de Kyle, fue daño colateral.”
Lo que me pregunto no es solamente por qué hubo pocos críticos argentinos que hayan escrito reflexiones de este tipo sobre la película, sino por qué consideran que opinar de esta manera no tiene sentido. Diego Batlle, por ejemplo, escribió en La Nación que “es muy probable que varios la descalifiquen irritados por cuestiones extracinematográficas.” ¿Son extracinematográficas? ¿El travelling de KAPO, entonces, habría que analizarlo desde un punto de vista puramente técnico o formal, o de su eficacia para conseguir un sobresalto emocional? ¿El vuelo formal de EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD habría que valorarlo sin opinar sobre las “cuestiones extracinematográficas” que son parte esencial de sus propósitos y su misma estética? Asimismo, Diego Lerer escribió en su sitio que si uno se adentra en cuestiones ideológicas “termina diciendo estupideces” cayendo en un “reduccionismo banal”, y se acuerda de cuando Tarantino objetó el racismo de cierto cine de John Ford desestimando la complejidad de sus películas.
Creo que uno de los problemas es, precisamente, creer que todo Eastwood es bueno por ser Eastwood, y por ser Eastwood cultor del cine clásico y heredero legítimo de Ford.
El crítico Teg Gallagher escribía en Film Comment, en 1993, sostenía que “los indios de John Ford” son “apariciones míticas”, “íconos de belleza y pavor”, proyecciones evidentes de la “fantasía blanca”. Menciona incluso que la “epopeya psicológica” de Ford no aspitra a ser realista incluyendo, por ejemplo, algunas “composiciones pictóricas bañadas con luz expresionista”. Personalmente, no encuentro nada de eso en AMERICAN SNIPER. Y, leyendo en Todas Las Críticas lo escrito por críticos que respeto (así como leí también la de S.G.Cragnolino) encuentro que al momento de referirse a “cuestiones cinematográficas”, lo único que destacan todos es la mano de Eastwood como narrador y la economía de recursos.
Supe, también, que es la primera vez que estando una película de Eastwood nominada al Oscar no lo está él como director. Con todo lo cuestionable que ya sabemos que tiene la competencia del Oscar, aún así, pensaba que tal vez sea una señal de que, precisamente, AMERICAN SNIPER no es un gran trabajo de Eastwood como director, y que probablemente llegó hasta allí por razones “extracinematográficas”.
¿Qué serán las «cuestiones extracinematográficas»? Estas son las cosas que me producen desaliento cuando veo que, si bien ay honrosísimas excepciones, el paradigma imperante en la crítica actual naturaliza esta idea de que las ideologías llevan a hablar «pavadas» y hay que desentenderse de ellas y de lo «extracinematográfico». Estoy seguro de que una encuesta entre los críticos que firman en los diarios, los acreditados a festivales como el BAFICI, e incluso las otras secciones de OTROSCINES.COM, daría como resultado que el 90% no quiere meterse en «pavadas ideológicas» y se aparte de lo «extracinematográfico», mientras se siente aliviado cunado se habla de cine (de autores, de géneros, de puesta en escena, de taquillas, de los Oscar, de los premios de Cannes, de cinefilia, de planos secuencia, de guiones, etc). Marco una honrosa excepción en Ojos abiertos y en Hacerse la Crítica; espacios de pensamiento y debate donde esa absurda división entre el cine y el mundo no se practica. La guerra de Irak no es un asunto extracinematográfico desde el momento en que existen películas como The Hurt Locker o American Sniper. Y habrìa que practicar una abyecta torsión del pensamiento para decir una sola palabra sobre estas películas sin advertir que ellas son parte de la guerra.
Por útlimo, ni siquiera hay que ser un politólogo para dar cuenta de la política presente en cada película. Cualquiera que estime el cine como experiencia humana sabe que en todas las épocas, los grandes autores como Griffith, Eisenstein, Ford, Welles, Ozu, Mizoguchi, Rosellini, Godard, Fassbinder, Coppola, Scorsese. Favio, Martel, Hou Hsiao Hsien, Bela Tarr, Sokurov, Lanzmann, Sivan, Mograbi, Kiarostami, To, Carpenter, Romero, Chaplin, Bresson, Straub-Huillet, Costa, Eastowood (por citar solo a unos pocos) han hecho del cine un asunto para pensar la política e hicieron de la política una materia cinematográfica. ¿Qué castración crítica podría creer que la política es un asunto «extracinematográfico» cuando se ve una película que muestra la guerra de Irak desde un Hurt Locker o un Snipper? Tener que explicar esto a esta altura del siglo xxi me da un poco de vergüenza.
¿De qué les habrá servido tanto Godard y tanto Ford si no entendieron esto?
ay, hay
Lo que desnuda la imposibilidad de ver lo político en una película como Americvan Sniper es que mucho menos lo ven en películas no tan obscenas… Están muy lejos de un J. Hoberman, que en Film after film es capaz de analizar WALL-E como parte del cine de la era Bush. Pero esto habla de algo peor que críticos entregados, sino de un medio cultural en el que sigue el noventismo posmoderno.
Es por eso que un crítico insignia como Quintín pueda impugnar de modo tan insustancial y contradictorio lo «ideológico». Primero lo reduce al partidismo, para decir que no se puede criticar a Eastwood por republicano: cuasndo se le señala que él mismo trajo esa palabra al ruedo y que nadie más que él hace aquí ese reduccionismo, dice que tampoco se puede juzgar lo ideológico desde la puesta en escena, sin dar tampoco un solo argumento de como sería eso posible. Desde ya, obviamente no se le ocurre llegar al absurdo lugar común de negar que todo el mundo tiene una ideología (entendida como «visión del mundo»): simplemente nos dice que no podemos hablar de eso! O sea, que la crítica debiera contentarse con hablar de la fotografía, las actuaciones, y la «narración», como hacían esos críticos que Quintín y El Amante odiaban…
Lo que en el fondo se pretende negar no es la ideología de un director de cine, sino la de los propios críticos. Curioso cuando son los mismos que viven despotricando en las redes sociales… Pero claro, eso no es ideología, o en todo caso se las arreglarían para que esa moral no contamine sus ideas sobre el cine, territorio puro de los estetas y las almas bellas.
https://www.youtube.com/watch?v=0n6nkoe5zMw LOL
Otro psicópata americano, pero este no tendrá su película:
https://ar.noticias.yahoo.com/ee-uu-hombre-mat%C3%B3-j%C3%B3venes-musulmanes-brutal-ataque-113207483.html
Sobre el link de Dada y sin ánimos de animadversión: ¿Habrá visto este otro psicópata la película de Eastwood?
Hoberman sobre American Sniper: como suele suceder con sus críticas (algo que heredó de Farber) no es del todo claro si está a favor o en contra (yo creo que es a favor): http://www.nybooks.com/blogs/nyrblog/2015/feb/13/great-american-shooter/
Hya cuestiones sobre las que el yeite de jugar a que no se sabe si el punto de vista es a favor o en contra es oprobioso, como lo prueba la misma pelìcula de Eastwood… Una pena que Hoberman se plegue, o -pero aun- que asienta (porque deja traslucir que es a favor). No parece el mismo tipo que escribió ese gran examen de la era Bush que es Film After Film. Me quedo con David Walsh, que nunca se va a hacer el boludo (ni aunque le pongan al Sargento York redivivo).
Soy tirador deportivo desde hace muchos años, y practico la modalidad «F-Class» entre otras, modalidad esta que consiste en disparar con un rifle a distancias que varían de 300 yardas a 1000 yardas (910 metros).
La película forma parte de la propaganda militar de USA y sus mentiras de guerra. Nos han mentido muchas veces, y la de asegurar que es posible matar a alguien a 2 kilómetros de distancia con un rifle DE FORMA PRECISA Y CALCULADA, es una de ellas. No digo que no haya habido casos en los que DE CASUALIDAD, y a bala perdida, alguien pueda dar a un enemigo que se encuentre a esa distancia E INCLUSO MÁS; pero de ahí a presentarlo en la película como un acto «quirúrgico», preciso y calculado, contra un enemigo que no es tonto y se mueve, hay un abismo. Seguramente la escena en la que se carga «al malo de la película», es un acto de ficción. Cierto que en Estados Unidos hay gente que dispara a esas distancias, en lo que se denomina: «disparo extremo», pero se trata de un blanco fijo que no devuelve el disparo, ni se mueve y a veces aciertan después de decenas de intentos y de haber regulado el visor. Otra cosa muy distinta es hacerlo en las condiciones que aparecen en la película, como si «el malo» fuese un blanco de papel que estuviese esperando y dijera: «¡eh!, aquí estoy; dispara».
Esta película está hecha por los americanos y para los americanos, quienes son muy dados a crear mitos hollywoodienses, en los que siempre tiene que haber «malos que son muy malos» (lobos) y «buenos que son muy buenos» (perros pastores).
Estoy de acuerdo con NP, en que la película viene a decir que la guerra es necesaria. Recordemos la escena en la que el padre le dice al protagonista: «En este Mundo, existen ovejas, lobos y perros guardianes, y nosotros somos los perros guardianes». Es más; los americanos están asumiendo con ello, que «ELLOS SON LOS GENDARMES DE OCCIDENTE», y que ello les concede a decidir cuando, donde y como tienen que «hacer su trabajo como perros guardianes».
Lo de la trayectoria de la bala, está muy pero que muy mal hecho por cierto. La trayectoria de una bala de rifle a 2000 metros de distancia, se parece mucho más a la de una piedra lanzada en trayectoria parabólica que lo que aparece en la película, siendo el cenit de la trayectoria balística, del orden de 15 metros o más. Cuando la bala llega a su objetivo, lo hace de arriba hacia abajo, en una caída similar a la de una piedra lanzada desde lo lejos.
No importa el tiempo transcurrido es grato leer críticas objetivas como la tuya acerca de esta problemática cinta de la que no pocos ¿serios’ críticos insisten en reivindicar y resaltar su tenue autocrítica.