IMPRENTEROS
Lo que el cine puede hacer
Una obra de teatro, un libro, una película. El orden de la secuencia es lineal: primero se estrenó la obra de teatro, luego se editó el libro, por último (o, por ahora) se estrena la película documental. Sin embargo, en la película, los dos ¿modos de expresión? ¿formatos? precedentes se acomodan en la dinámica de la inclusión. Es decir, se convierten en materia prima, amasada junto con otros materiales, de una progresión de acontecimientos que lxs realizadores componen intercalando asuntos familiares, memorias de infancia, deseos personales, chistes, ensayos. No faltan datos (fosforescentes aunque reconocibles) de varios episodios políticos que explican el contexto y dan motivo a las decisiones tomadas en cada oportunidad. En ese movimiento, la película no deja de avanzar hacia el presente de enunciación. Lo que significa avanzar hacia sí misma, para desprenderse de la obra y del texto impreso. Para adquirir autonomía.
Imprenteros la película, ahora sí, fue dirigida por Lorena Vega y Gonzalo Javier Zapico, sobre un guion de la actriz y directora teatral. En principio, parece poner en pantalla el vínculo de tres hermanxs con sus padres. Una historia que empieza en la infancia, se desperdiga en la adolescencia, y que gira en torno a la Imprenta Ficcerd en Lomas del Mirador, taller y refugio de Alfredo Vega, padre de Lorena, Sergio y Federico. Podemos definirla, provisoriamente, como una recapitulación de las huellas que, en cada unx de lxs hijxs, imprimió el progenitor experto en esa materia. Por supuesto, como en todo relato que valga la pena, hay agujeros, roturas, remiendos, silencios y puntos de fuga.
Arrancando de lo particular (“la fiesta de 15” de la hermana mayor), Imprenteros se mueve hacia su propia síntesis (encontrar la forma cinematográfica de contar lo que ya se contó en el teatro y en un libro). Utilizando el pasado material (videos, fotos, impresos, escritos) e inmaterial (la memoria divergente de lxs tres hermanxs) el relato se planta en el presente para sonreírle a lo inexplicable, acaso, a lo que todavía duele. Por ejemplo, en la reparación de los encuadres defectuosos de la madre, en la redención digital de un despojo familiar.
La economía caracteriza la estructura de Imprenteros: si bien la narradora es Lorena, en todo momento, su voz está protegida por la de sus hermanos. Salvo ciertos momentos de intimidad, nada sucede si no es de a tres. No obstante, de a poco, la cámara empieza a desplazar, muy sutilmente, el eje narrativo inicial para enforcarse en cada unx de lxs personajes (a qué se dedican, dónde viven, qué no quieren, qué lxs apasiona), en el vínculo que lxs une y que hizo posible el recorrido hasta allí. De hecho, el documental convierte en imagen un diálogo coreográfico entre los que podrían ser la heroína y dos héroes de una épica incompleta.
La hipótesis se revela a poco de comenzar el film: “¿Qué es una familia?, escribí a mis diez años, en el diario íntimo, cuando estuve internada en el hospital”, cuenta la narradora.
Desde otras perspectivas, Imprenteros (en cualquiera de sus presentaciones) podría reflejar la búsqueda de una resiliencia que baje el telón o ponga el punto final o funda a negro una fábula documental que ya es popular y colectiva. Pero, a la vez, Imprenteros, la película, es la historia de la consolidación de una hermandad (¿eso será una familia?), descartando la nostalgia para reemplazarla por un elegante sentido del humor al referirse a lxs muertxs y lxs ausentes.
Por último, hay tres aspectos del film de Vega y Zapico que vale la pena resaltar. En primer lugar, el borramiento de los límites entre ficción y documento lo que hace fluir la imagen y el relato, de principio a fin, y afianza el verosímil. El segundo aspecto, es consecuencia del anterior: Imprenteros no muestra todo, porque ninguna película (documental o no) puede hacerlo y tampoco importa. La estructura se sostiene sin vacilaciones. El tercer aspecto confirma el anterior: Imprenteros desenvuelve los entretelones de la construcción de un documental, que celebra la puesta de una obra de teatro documental, y la confección de un libro documental sobre esa puesta.
Artefacto inclasificable, en el que cada encuadre, cada plano, cada parlamento resultan significativos, acaso sin proponérselo Imprenteros responde la pregunta de “¿qué es una familia?”. Pero sobre todo, responde otro interrogante (perentorio para el cine nacional amenazado por el gobierno de Milei): ¿para qué sirve el cine? Sirve para recordar, para reparar la memoria, para inventar mejores retratos del futuro.
Imprenteros, Argentina, 2024.
Dirigida por Lorena Vega, Gonzalo Javier Zapico.
Escrita por Lorena Vega.
María Iribarren / Copyleft 2024
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