JACQUES TATI EN CÓRDOBA
Nuestras vaciones con el señor Tati
por Roger Alan Koza
Mientras que el monstruo grande y verde llamado Shrek está a punto de desembarcar en Córdoba, como si se tratara del acontecimiento del año en materia humorística, con una comicidad en la que el sarcasmo difuso y la grosería disimulada constituyen una marca registrada, el Cineclub Municipal Hugo del Carril (Boulevard San Juan 49) será el epicentro del acontecimiento cinéfilo del año destinado a todas las edades: una retrospectiva completa en 35mm (que incluye sus cortometrajes) del gran maestro del cine moderno Jacques Tati.
Tati es un genio de la estatura de Chaplin y Keaton, y sus seis películas, todas grandiosas y divetidas, jamás traicionan las expectativas de un niño dispuesto a dar su corazón e inteligencia a un personaje en pantalla, en este caso, el movedizo y silencioso señor Hulot, protagonista casi omnipresente en toda la obra de Tati. Sea en Día de fiesta, Mi tío o Las vacaciones del señor Hulot, este personaje es siempre una fuerza cómica y crítica que devela en su paso algo esencial de nuestro mundo, sospecha de su supuesto progreso y describe nuestra docilidad ante los cambios que las invenciones modernas producen en nuestra experiencia del mundo. En un artículo extraordinario sobre Las vacaciones del señor Hulot, Andre Bazin decía: “Su personaje afirma, contra la imbecilidad del mundo, una informalidad incorregible; él es la demostración de que lo imprevisto siempre puede sobrevenir y perturbar el orden de los imbéciles”.
Todas las películas de Tati son imprescindibles y obligatorias, pero es quizás Playtime, filme que François Truffaut consideraba propio de un marciano que viene a filmar la vida en la Tierra, la obra maestra que mejor sintetiza la obra de Tati. La anécdota narrativa es mínima: unos turistas estadounidenses llegan a París, y desde que pisan el aeropuerto descubrirán que Francia no es tan distinta de EE.UU. Mientras, Hulot busca a un hombre y también se enamorará de una mujer (casada). Playtime confirma la tesis que ya está presente en Día de fiesta: la norteamericanización del mundo, allí anunciada por la radical modernización del sistema postal estadounidense, que habrá de obsesionar al cartero de un pequeño pueblo de la Francia de posguerra. En efecto, el avance tecnológico no es inocente, como tampoco que las palabras inglesas sean predominantes para definir el nuevo espacio público; es la cifra de una ideología impetuosa y corrosiva que ya a nadie parece importar.
Pero lo que importa en el cine de Tati es constatar cómo sus películas conforman una pedagogía de la imagen y el sonido. Véase el gag de la mosca en Día de fiesta o la función sonora de una puerta en Las vacaciones del señor Hulot. Tati entiende el sonido cinematográfico como pocos, una concepción que todavía sigue ridiculizando los efectos sonoros digitales del cine contemporáneo. Véase, también, cómo en su cine nada es accesorio. Lo que está al fondo del plano puede ser tan valioso como lo que está en el frente. El ojo, ante sus películas, deviene en telescopio y en microscopio. Así, en Playtime, la larga secuencia de una fiesta que transcurre en un restaurante que literalmente va a desmoronarse es un prodigio formal y conceptual en el que un espacio específico se transforma en un laboratorio humorístico de la conducta humana. Nuestra especie es en sí misma una broma evolutiva.
Serge Daney decía: “En lugar de decir, atolondradamente, nací en tal año, habría que decir: nací entre Día de fiesta y Hulot, entre Hulot y Mi tío, entre Mi tío y Playtime”. Nosotros, sin ninguna duda, nacimos después de sus películas. Verlas hoy (en 35mm) puede llegar a ser una experiencia decisiva: ver y escuchar no significarán lo mismo, pues el cine de Tati vive eternamente en un futuro lejano en donde el cine 3D y el sonido dolby son todavía tecnologías de una cultura primitiva.
Este texto fue publicado en otra versión (y con un error en la autoría en su versión en papel) por el diario La voz del interior durante el mes de julio.
Hola royer con que ganas me dejaste de ver algo de Tati , pongamos un cine club en Munich 🙂 tengo el lugar en un centro cultural con una sala hermosa un abrazo grande !!!
recomiendo esta critica del gran Jonathan Rosembaum: http://www.jonathanrosenbaum.com/?p=21368
Rosembaum, plantea ideas muy interesantes que sintetizaré:
1. «nos guste o no, hoy en día todos somos turistas»,
También cuenta como la pelicula cambió su relación con las ciudades, la continuidad entre la pelicula y el mundo (idea que me remitio un poco a un artículo de Barthes que se llama saliendo del cine).
la importancia del espacio público y la triste consecuencia que han tenido los teléfonos celulares que han constituido un agotamiento y una negación del espacio público.
Idea que comparto totalmente, es muchas veces muy dificil mantener o o iniciar conversaciones por culpa de esos aparatos. Basta por ejemplo subir a un colectivo y ver que gran parte de la gente esta enfrascada enviando o recibiendo mensajes de texto.
¡VIVA TATI¡ y larga vida a la semana de la criticca¡ que se haga todos los años¡¡¡¡