LA AVENTURA PLURALISTA: WAKING LIFE Y EL CINE DE RICHARD LINKLATER
Por Roger Koza
Una película experiencia, eso es, antes que nada, Waking Life (2001). La experiencia, dentro y fuera del cine, es el conjunto de saberes anclados en actos, preferencias y hábitos que determinan la recepción y valoración de todo lo que se ve, se siente, se piensa y se imagina. Una película experiencia desarticula ese entramado, ese orden simbólico. Waking Life hace visible la red de discursos de ese orden; es una operación estética no exenta de elegancia, amablemente libertaria, hasta incluso melancólica.
Sin duda, es la película más extraña y ambiciosa de Linklater y, como la mayoría de las obras importantes, no está exenta de malos entendidos. La novedad visual de Waking Life cubrió su verdadero poder intempestivo (no es la primera vez que una obra clave es venerada por sus piruetas). Una declaración de principios: Waking Life ha sido siempre mucho más que el “descubrimiento” del rotoscoping y su aplicación técnica digital en sintonía con la transición ontológica que va de la naturaleza analógica del cine a un nuevo estadio digital.
Es cierto que Waking Life fue un antes y un después en la materia y que Linklater intentó yuxtaponer esos dos momentos claves en la ontología de la imagen. El pasaje que larga con el título “Holy Moment”, en el que Caveh Zahedi retoma el ABC del bazinismo, no es otra cosa que un deseo consciente de inscribirse en una tradición que el film intenta honrar pero que también supera dialécticamente. La esencia realista del bazinismo es esenciada (asimilada en su superación) en el constructivismo digital de Waking Life. No es poca cosa para una era digital que encuentra en James Cameron su profeta (un profeta que cree en los números como ontología, creencia propia de una filosofía económica que basa su poderío en las cifras).
¿Qué es exactamente Waking Life? Por un lado es una película donde todas las obsesiones de Linklater como autor (y sujeto empírico) van de un lado al otro sin ningún condicionamiento narrativo que detenga la marcha de una especulación filosófica en perpetuo devenir. A pesar de los cientos de discursos que se pronuncian, el único motor narrativo está en un joven que nunca consigue dilucidar si está despierto o dormido. En este sentido, esta primera meditación cartesiana alcanza su mejor versión fílmica, inconmensurable respecto del intento reciente, tan torpe como sobrevaluado, de Christopher Nolan en Inception (2010), el nuevo metafísico que ha inventado la vida espiritual de los superhéroes.
Como más tarde dirá Jesse en Antes de la medianoche (2013) acerca de un libro que supuestamente escribirá, Waking Life, como ese libro del futuro, trata antes que nada sobre la percepción. Regla general de toda interpretación: todo lo que vemos lo vemos en el lenguaje. Regla particular de Waking Life: filmar el discurso como suplemento visual.
La forma material del film es un acierto estético y filosófico. La percepción de lo real, si bien siempre mediada por la palabra, es tentativa, epistemológicamente fallida. Un sistema de signos apoyado en sonidos y representaciones escritas ordena la percepción, que sin la mediación de la palabra captaría la materia viviente como un conjunto de entidades inestables en perpetuo movimiento. El carácter inestable de la imagen en Waking Life tiene un fundamento filosófico: se trata de materializar el fondo caótico e inestable anterior al uso de las categorías con las que pensamos, los a-prioris (históricos) que permiten toda experiencia.
Lo otro que importa en Waking Life es ¿cómo filmar la palabra? ¿Cómo filmar las palabras coreografiadas en y como discurso? ¿Cómo filmar las ideas?
Entre tantos intentos, Waking Life es un prodigio cinematográfico del pop estadounidense. Se trata de filmar todos los discursos posibles de una cosmovisión soñada: están los anarquistas, los neodarwinianos, los existencialistas, los posmodernos, los esencialistas, los hippies, los conservadores. Cada personaje aporta una línea discursiva y Linklater no postula una verdad discursiva excluyente, sino más bien una convivencia ininterrumpida de todos esos discursos en un espacio abierto de investigación permanente: el famoso universo pluralista de William James, el mismo que concibió Walt Whitman en Perspectivas democráticas, y que repiquetea en cada película de Linklater, como si se tratara del retorno de un sueño suprimido que nada tiene que ver con la acumulación infinita de riquezas.
¿No serán todas las películas de Linklater memorias dispersas de ese sueño? En toda su obra, y en especial en Waking Life, todos los discursos tienen su lugar y su legitimidad. Como siempre, las palabras definen la percepción (A Scanner Darkly, Waking Life), esclarecen los sentimientos (la trilogía Jesse-Celine, Tape), organizan un imaginario social complejo (Dazed and Confused, Suburbia, Slacker, Bad News Bears, Bernie, Escuela de rock, Orson y yo) y enuncian la indignación y el descontento (Fast Food Nation y The Newton Boys). Círculo hermenéutico pop y politeísmo poético animado, Waking Life contiene todas las películas de Linklater de ayer, de hoy y probablemente del futuro, pues es la que mejor define el punto de vista desde el que todo se despliega.
“Nunca convencen la lógica y los sermones. La humedad de la noche cala hasta el fondo de mi alma. Sólo es verdadero lo que vale para cada hombre y mujer. Sólo lo que nadie niega”, decía Whitman en Hojas de hierba. Podría ser un buen resumen de Waking Life y el resto de las películas de Linklater.
Este artículo fue publicado en el mes de julio 2013 por la revista Transit (España)
Roger Koza / Copyleft 2013
muy buen texto sobre un de los directores norteamericanos más interesantes de las últimas décadas.
Excelente tu texto Roger, como siempre.
Creo que WAKING LIFE es también una (gran) película sobre el sueño y los sueños. Por eso me parecen muy acertadas su fragmentación, sus personajes y lugares que se diluyen y cambian de forma o desaparecen y reaparecen, como los deseos o las tantas cosas que va guardando nuestra memoria.
Con todo lo interesante que resulta su posicionamiento lateral al gran relato estadounidense, encuentro las películas de Linklater carentes de mayor densidad y de peso emocional. Seguramente se juega aquí algo de mis propias identificaciones, pero intento ir más allá: The newton boys, por ejemplo, es un film fallido, sostenido, apenas, en la simpatía que el director le tiene a la historia y la elección política tan correcta. Pero no hay en el film suficiente dramatismo ni consistencia en los personajes de la ficción. Me pasa lo mismo con Fast food nation, otra vez encuentro aquí abundante corrección política sin sustancia narrativa suficiente y sin riesgo. Escuela de Rock es, para mi, la mejor de sus películas sin conflicto importante. Redonda, simpática, bien narrada y apoyada en un magistral Black, la película, con todo, no me parece más que un guión inteligente y excéntrico correctamente narrado, pero sin trabar verdaderos problemas entre los personajes.
Otra cosa es la trilogía de Jesse y Celine: coincido con Roger en que Linklater filma muy bien los diálogos, pero no encuentro en ninguno de los tres filmes -decrecientes en interés para mi- fuerza narrativa, pulsión, deseo de ir más allá de lo que se sabe y se articula en los guiones y, sobre todo, en lo dicho. Es evidente que la identificación con los personajes funciona para mucha gente -no del todo para mi- pero ¿qué mas hay en los filmes que rodeos y rodeos para decir cosas inteligentes y aparentemente profundas que no surgen de los filmes en sí? Supuestas verdades sabidas de antemano.
Por último, guardo un buen recuerdo de Tape, para mi gusto el mejor de los filmes de Linklater, al menos en el que encontré más riesgo, más dudas, más tensión y más garra. Lo demás me sigue resultando prolijo cine bienpensante.
Scotti: me resulta interesante tu análisis pero creo -más allá de mi relación, de identificación o no, con el cine de Linklater- que el mayor mérito del director es que llega desde la mesura y la calma a territorios muy profundos. En tu comentario usás una expresión muy precisas sobre lo que, entre otras cosas, esperás: «peso emocional y fuerza narrativa». Linklater le esquiva ampliamente a eso pero sin caer en banalidades, cosa que sí hace y con toda la gravedad del mundo, el Woody Allen de Blue Jasmine.
Estoy de acuerdo en que Fast Food Nation es su peor película. Quizás porque ahí sí necesitaba ese peso emocional.
Gracias Gastón por la respuesta. El contrapunto siempre lleva a la reflexión. Admito que Linklater trabaja desde la mesura y este es un elemento singular para el cine de su país que resulta muy bienvenido, pero no encuentro en sus filmes esa profundidad que señalan. Esto, claro, no es necesariamente un problema del director y tiene en parte que ver con cómo nos posicionamos como espectadores ante las películas. A mi me parece que el director sabe demasiado bien lo que piensa de sus obras antes de filmarlas y que esto le quita intensidad a sus propuestas. Se me ocurre compararlo con Van Sant, un director que ha tomado distancias importantes comparables con las de Linklater respecto de Hollywood. Tomemos como ejemplo Elephant: el riesgo de la propuesta no proviene de ideas preconcebidas por su director, se realiza ante nuestros ojos con una profundidad y una densidad que trascienden cualquier concepto y nos instala en una experiencia enteramente cinematográfica cuyos sentidos no podrían formularse de otra manera que no sea la obra misma.
Para mi gusto, Linklater parece quedarse las más de las veces en ideas sobre el mundo que no cobran cuerpo cinematográfico, aunque en sí mismas puedan resultar interesantes.
Gracias a vos por responder, Scutti. Estoy de acuerdo en que se nota que Linklater es absolutamente conciente de lo que filma, pero no veo cómo eso le quita intensidad a sus películas. Yo creo que sí son intensas, especialmente por lo que sugiere sin ostentación el fluir de sus personajes, aunque entiendo que esa intensidad no se relaciona con lo que conozco como fuerza narrativa o peso emocional. Está bárbaro lo que decís sobre Elephant y lo que sucede con todo lo que no se puede nombrar. Los dos me parecen grandes directores aunque Linklater es para mí mucho más consistente y regular. En su caso, los diálogos no sobreexplican sino que funcionan cómo una capa que cubre otras miles, que no se pueden nombrar por su peso real más que emocional, como sucede con el paso del tiempo en la saga Antes…
De los textos de Transit, publicación en la que se encuentra este texto de Roger, hay una mirada muy lúcida sobre el vínculo entre Linklater y Vigo. Está bárbaro; lo recomiendo mucho. Saludos…
http://cinentransit.com/king-vidor-vs-richard-linklater/
…Permiso… solo para decir que en ‘Elephant’ (una película que amo, como a muchas de su director) Van Sant no necesitó tener «ideas preconcebidas», solo le bastó mirar ‘Elephant’ de Alan Clarke…
…Como dije, casi la totalidad de su cine me interesa y entusiasma… idéntico hecho para la obra de Linklater, que desde una mirada quizá engañosamente ‘simple’ (bueno, no en ‘Waking Life’) creo que llega a ese punto de ‘profundidad’ que convierte a una película en un evento intelectual (suena feo, pero vocé me entende)…
mehablaron bien de esta peli d elinklater espero verla algún dia,
Magnífico Roger. No he visto todavía Waking Life, todas las veces que hubiera querído. Mejor, no he visto Waking Life todas las veces que necesito.
Tu descripción y aportes son de otro planeta. Por momentos se me escapan pero termino teniendo una visión de la película que profundiza aun más su valioso misterio.
Buena que a la pasada le das a Nolan.
Muchas gracias. Preguntame qué no se entiende. Si puedo responder, lo haré. RK