LA CINEMATECA INVISIBLE
Argentina aún no tiene CINEMATECA NACIONAL pese a la ley que la creó en 1999. SIN CINEMATECA NACIONAL no hay laboratorio ni presupuesto para duplicar las muchas copias únicas de films argentinos que están en riesgo.
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SIN CINEMATECA NACIONAL no hay exhibiciones periódicas de nuestro cine del pasado en condiciones óptimas para que podamos entender su valor, el valor de eso que estamos perdiendo.
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SIN CINEMATECA NACIONAL no hay formación técnica especializada, con las herramientas adecuadas, para que nuevas generaciones puedan dedicarse seriamente al tema.
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SIN CINEMATECA NACIONAL no hay un diagnóstico sensato de la situación para determinar cuáles deben ser las prioridades a la hora de disponer del muy ocasional dinero que el Estado decide destinar al tema.
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SIN CINEMATECA NACIONAL estamos en manos de los mercachifles fenicios que venden tecnología digital. Dicha tecnología sirve para difundir pero no está hecha para preservar, no es barata y no reemplaza al fílmico. Esta no es una cuestión de opiniones. Es la realidad.
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SIN CINEMATECA NACIONAL perderemos en cuestión de pocos años toda nuestra memoria audiovisual.
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NO TENEMOS CINEMATECA NACIONAL porque somos muy pocas personas las que entendemos que es urgente. La mayoría de la gente de cine, paradójicamente, no cree que el Estado debe invertir en conservar debidamente aquello que el mismo Estado les permite producir.
Fotogramas: 1) Dawson City: Frozen Time; 2) Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más…
Fernando Martín Peña / Copyleft 2020
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