LA COLUMNA DE JORGE GARCÍA (05): CINE AMERICANO HOY: RATIFICACIONES
Por Jorge García
En una nota anterior (calificada de “reaccionaria” por algún lector) me refería a la pobre actualidad del cine americano, sobre todo, comparándolo con la vigencia y modernidad del cine clásico de ese país. El hecho de haber visto en estos días varias películas de ese origen, en algunos casos presentadas como de lo mejor producido últimamente por esa cinematografía, me da la oportunidad de volver de manera sucinta sobre el tema y ratificar algunos conceptos vertidos en el escrito de marras.
Para algunos sectores de la crítica David Fincher es un director importante aunque la visión de varios films suyas no me permite compartir esa aseveración. Es cierto que Zodíaco, con su tono austero y contenido es una muy buena película y que inclusive Pecados capitales, que utiliza parámetros narrativos opuestos, abusando en varios pasajes de los efectismos, tiene sus buenos momentos. Pero la pretenciosa Aliens 3, intentando convertir a Sigourney Weaver, a través de abusivos close-up, en una suerte de Juana de Arco de la ciencia ficción y la muy sobrevalorada Red Social (dejo de lado otros títulos que me parecen absolutamente prescindibles y algún bodrio memorable, como El curioso caso de Benjamíin Button) me provocan serias dudas acerca de los valores de Fincher como realizador. He visto la trilogía sueca dedicada a las novelas de Stieg Larrson y me parecieron discretos films destinados al consumo masivo, de un moderado interés, en los que se desarrollaba una historia rocambolesca sustentada principalmente en el bizarro carácter del personaje principal femenino. Por supuesto que Hollywood se sintió rápidamente atraído por ese exitoso producto y fue David Fincher el encargado de darle forma. Así La chica del dragón tatuado, desarrolla la primera parte de la trilogía, anticipando elementos de la segunda a través de 150 interminables minutos. Hay que apresurarse a decir que el film no supera a su antecesor: está irremediablemente estirado, y su baza principal, el personaje de Lisabeth Selander, interpretado aquí por Rooney Mara, carece de las ambigüedades y dobleces del original, con el agravante de que la actuación de Noomi Rapace en la producción sueca era muy superior a la de Mara. Dentro de un relato mayormente sin interés, sólo son destacables ciertos climas oscuros (principalmente logrados a través de la iluminación) y el personaje de Christopher Plummer que, lamentablemente, desaparece rápidamente de la pantalla.
George Clooney se ha convertido en una estrella (sobre todo entre el público femenino) dentro del cine americano actual. Hombre de ideas liberales, discreto actor, aunque muy redituable en la taquilla, su trayectoria se puede asemejar con la de Robert Redford, otro intérprete en su momento muy taquillero, que en una etapa de su carrera decidió dedicarse a la dirección con producciones de un look independiente. La primera película de Clooney como realizador, Confesiones de una mente peligrosa, aparecía agobiada por el recargado guion de Charlie Kaufman y la tercera Jugando sucio, era una comedia romántica más bien intrascendente. Su segundo film, Buenas noches y buena suerte, rodada en austero black&white, que narra el enfrentamiento entre un periodista televisivo y el nefasto senador Joseph McCarthy, es su título más logrado. En Secretos de estado, centra su relato en la interna del Partido Demócrata a través de la figura de un asesor de campaña que va abandonando progresivamente sus ideales. La película no trasciende algunas generalidades tales como que la política es sucia y corrupta, sus personajes, salvo el que interpreta Philip Seymour Hoffman son muy estereotipados y el vuelco hacia el melodrama del film en un determinado momento no lo favorece demasiado. Hay que decir que con temas afines se hicieron películas muy superiores como Decepción (1948), de Robert Rossen, El mejor candidato (1964), de Franklyn Schaffner y Medium Cool (1969), de Haskell Wexler.
Alexander Payne es otro niño mimado de buena parte de la crítica y presentado por algunos como una figura renovadora dentro del cine norteamericano actual. El primer film suyo, Elección, me pareció un interesante retrato, con algunos toques corrosivos, de la vida estudiantil norteamericana. De Entre copas, lo siento, pero a pesar de haberla visto, mi memoria no registra un sólo plano de esa película y en cuanto a Las confesiones del Sr. Smith se trata de un título que no me interesó en lo más mínimo. Ahora llega la muy promocionada Los descendientes con, otra vez, George Clooney como estrella. Esta historia de un rico empresario que, luego de que su esposa quede en coma tras un accidente, debe hacerse cargo de sus hijos y se entera que su mujer le era infiel, ofrece un guion prolijo y calculado, incorpora elementos de “actualidad” como la eutanasia y detrás de sus aparentes audacias, propone una mirada edificante y conservadora sobre la familia. Hay un par de buenos momentos y algunos personajes secundarios interesantes, pero el resultado final no excede una discreta medianía.
Es indiscutible que Martín Scorsese fue uno de los directores más relevantes del cine americano en el período comprendido entre fines de la década del 60 y principios de la del 90. También hay que decir que su obra de las dos últimas décadas ha sido mucho más irregular, con un ostensible descenso en la calidad de sus films. Desde luego que en todas esas películas, aun en las menos logradas, se pueden encontrar secuencias recordables, pero es difícil hallar una obra redonda suya en los últimos años (tal vez la excepción pueda ser alguno de sus documentales musicales). En La invención de Hugo, Scorsese se propone rendir homenaje a uno de los grandes pioneros del cine: George Mélies. Para ello recurre a un protagonista infantil que ha perdido a su padre y se ve involucrado en una poco creíble historia. El director muestra su habitual virtuosismo -funcional en algunas escenas, gratuito en otros- pero los problemas de la película son otros. Lo que podría (debería) haber sido un emotivo homenaje a una figura seminal de la historia del cine derrapa asfixiado por el ampuloso diseño de producción de Dante Ferretti y un sentimentalismo bastante ñoño de neta estirpe “spielbergiana”. El film elude cualquier atisbo de adultez en sus resoluciones dramáticas y termina convirtiéndose en un ejercicio bastante manierista destinado a un público pre-adolescente no demasiado despierto. ¿Volverá a ser algún día Scorsese el potente y vigoroso director de sus primeros años? Solo él tiene la respuesta.
En un artículo anterior sostenía que el veterano Clint Eastwood era el único cineasta norteamericano actual que mantenía las premisas narrativas del cine clásico de Hollywood. Con una ya larga filmografía que en su primer período reconoce altibajos, en las dos últimas décadas ha conseguido dotar a su cine de una innegable solidez. Personalmente, sus películas de esta etapa, con la excepción de El sustituto e Invictus, en mayor o menor grado, me gustan todas. J.Edgar es un biopic sobre un personaje, a priori, muy poco querible: John Edgar Hoover, el fundador del FBI, institución de la que estuvo al frente durante casi medio siglo, sobreviviendo a ocho presidentes distintos. Eastwood se enfrenta a un hombre de ideas ultrarreaccionarias (una suerte de antecesor del Tea Party) sin ensañarse con él, desde una distancia “premingeriana” y a través de un relato que se vale de abundantes flashbacks para narrar su ascenso y caída, su pregonada homosexualidad y su relación con una madre dominante y castradora. El film ofrece la habitual fluidez narrativa del director, pero tiene una construcción de guion discutible y, para mi gusto, subraya demasiado, los aspectos señalados de la relación con su segundo y del sometimiento a su madre, desaprovechando también a un personaje potencialmente interesante, el de su fiel secretaria, que trabajó con él a lo largo de toda su carrera. Película de tonos oscuros, en la que la objetividad con que el director trata al personajes ha provocado variados resquemores, por cierto no está entre las mejores del viejo Clint, aunque sus méritos le alcanzan para colocarse bastante por encima de los films reseñados más arriba.
Jorge García / Copyleft 2012
tus comentarios son muy subjetivos, la mirada del cine tiene que ver con cada uno y la persepción personal, estoy convencido que tu columna es hasta tendenciosa, no se puede dudar de la capacidad de los directores de cine solo por tu gusto, el análisis debería ser mas profundo, las críticas negativas de estos directores es en algún caso hasta irrespetuosa, y aunque mi ojo no sea la de un crítico de cine, si de un mero aficonado no deja de tener el mismo valor,por ejemplo, Pecados Capitales( grandísima película,inspiradora de otras muchísimas mas) y para vos solo buena…Scorsesse fue es y será un potente y gran director. Que director no la pifió alguna vez? eso no le quita el virtuosismo, a veces el querer hilar fino complica la belleza y simpleza del cine,respetuosamente , Cristián Andrade.
JG es todo un caso. Lo leo y me aparece una voz cálida aniñada y antigua de maestro ciruela piola y por momentos se transforma en la voz de un niño que emite opiniones son haber conocido el mundo. Me dá un poco de miedo. Pero como hago siempre leo a vuelo de pájaro y borro cualquier influencia rápidamente de mi memoria. Llegúe hasta que dijo que no encontro ningún plano memorable en Entre Copas!! una de mis películas favoritas que además de entretenida logra un delicioso retrato del alma humana, etc, etc.
Creo que este tipo de textos no me resultan bastante satisfactorios en el sentido de que revisan («por arriba», por decirlo de alguna forma) demasiadas películas y directores sin llegar a dar justificaciones sólidas de todo lo que se dice. Sé que en el caso del autor sus opiniones y puntos de vista vienen abaladas por sus largos y ricos años en la crítica cinematográfica. Pero estos textos en sí mismos no me convencen. Tampoco tendrían por qué hacerlo. Por otro lado, comparto la opinión expresada acerca del estado actual del cine norteamericano hollywoodense.
En fin, me gustaría encontrarme con textos de García que hablen sobre alguna película específica de forma más extensa, o que revise la obra de algún director en particular.
Saludos
Creo que la columna es una gran incorporación al blog, la disfruto mucho y la nota anterior sobre la decadencia del cine americano es excelente.
Pero para que la serie esté más completa estaría bueno que a estas «ratificaciones» le siga una nota dedicada a las excepciones. Me refiero a la lista de realizadores interesantes que Roger incluyó en un comentario a la nota anterior tales como Jarmusch, Kelly Reichartd, etc. Asimismo también me gustaría saber cual es la opinión sobre Monte Hellman y su muy buena película «Road to Nowhere», también habría que hablar de Lynch.
En relación al artículo anterior, cuando me pongo a pensar que realizadores me provocan un placer equiparable al de los grandes directores americanos como hawks, ford, wylder, keaton, etc, me encuentro con que ninguno de ellos es del país del norte.
La cuestión que se plantea en la otra nota es si inclusive las más honrosas excepciones del cine estadounidense contemporaneo igualan a los clásicos.
Se postula que no y creo que es así, pues hoy los grandes autores no estan allí si no en otra parte y son entre otros Bella Tarr, Jhia Zan Ke y Pedro Costa.
Pero también es difícil saber con exactitud y compararlos con los llamados clasicos, y es muy dificil comparar a un contemporaneo con quien ya se ha constituido en un «clasico», porque los «clasicos» son categorías que se conforman y son parafraseando a Borges aquellas obras que vemos con misterioso fervor y previa lealtad.
Comparto la apreciación del film de Eastwood, esta muy subrayada la relación con clyde en muchos aspectos como por ejemplo a traves de la música incidental de Eastwood que es lo peor del film. Pero el momento más interesante es el últmimo dialogo que tienen, en el que Clyde le enumera la cantidad de mentiras en las que incurrió al contar su vida y allí se recuperan imagenes anteriores del film y se arroja un manto de incertidumbre y fragilidad sobre todo lo visto anteriormente.