LA COLUMNA DE JORGE GARCÍA (17): BALANCE 2012: SIN MAYORES CAMBIOS
Por Jorge García
Desafortunadamente, las poco auspiciosas previsiones que auguraba en el breve párrafo final de mi balance del año 2011 se cumplieron, y como todo lo señalado en la introducción de aquella nota se volvió a repetir en 2012, a ese comienzo remito a fin de no reiterarme. Pasaré entonces directamente a reseñar brevemente lo que me pareció atractivo de lo exhibido comercialmente este año, incluyendo también las decepciones.
A estas alturas, puede señalarse sin mucho margen de error, que el porcentaje de títulos valiosos en relación a la cantidad de estrenos puede llegar, con muy buena voluntad al 10% de los mismos (porcentaje que se reduce drásticamente cuando hablamos del cine norteamericano). Hubo, como siempre, un reducido número de films atractivos, otro escaso grupo de obras de interés y una enorme cantidad de títulos descartables. Mi podio del año está integrado por tres films muy disímiles: El puerto, Figuras de guerra, y Tierra de los padres. Aki Kaurismaki es uno de los realizadores contemporáneos con una obra más original y consistente. Sus películas ofrecen una mirada lúcida y generalmente desesperanzada sobre la vida cotidiana en su Finlandia natal. Sin embargo, en El puerto, ambientada en el puerto francés de El Havre, narrando la relación fortuita que se entabla entre un lustrador de zapatos, cuya mujer padece una enfermedad terminal, y un niño inmigrante perseguido por la policía, su tono –sin dejar de lado la mirada crítica que lo caracteriza- es más cálido y tierno, con una entrañable galería de personajes secundarios que enriquecen la trama principal del relato y un notable falso happy end. Ganadora incuestionable de la Competencia Oficial del Bafici 2011, Figuras de guerra, de la que su director, Sylvain George es también responsable de la notable iluminación y el montaje, es un poderoso documental centrado en la vida cotidiana de un grupo de inmigrantes que viven en Calais, en el norte de Francia, con la esperanza de conseguir viajar a Inglaterra y mejorar sus condiciones de vida. George describe las penurias de sus personajes, desde las persecuciones diarias hasta la represión final, sin recurrir nunca a la denuncia panfletaria ni al didactismo. Un gran film. Sobre Tierra de los padres, de Nicolás Prividera, ya escribí en su momento en este mismo espacio por lo que me limitaré a decir que me parece uno de los films más importantes rodados en el país en los últimos años.
En El chico de la bicicleta, los hermanos Dardenne ratifican su estilo descarnado y urgente, narrando la relación que se entabla entre un niño y una peluquera. La primera hora del film es excepcional en su intensidad y emotividad, pero el film en sus últimos veinte minutos entra en un terreno moralizante y redencionista que diluye de algún modo las excelencias de aquel tramo. Desde hace tiempo Bruno Dumont provoca grandes polémicas entre críticos y cinéfilos a partir de relatos en los que la violencia y el ascetismo se dan la mano, con personajes marcadamente amorales, no demasiado aptos para almas bellas y sensibles, rasgos que en Fuera de Satán están llevados hasta las últimas consecuencias. Dumont seguirá provocando discusiones, pero su cine difícilmente deje indiferente, La separación, de Asghar Farhadi lo confirma como uno de los directores más valiosos de Irán. Con una mirada muy crítica sobre distintos aspectos de la vida cultural y social de su país, y un estilo narrativo conciso y realista, en este film narra la crisis de un matrimonio y sus consecuencias. Puede que el film esté muy “armado” desde su guion, pero es innegable su fuerza y ambigüedad. El mal del sueño, del alemán Ulrich Köhler -de quien se había conocido hace unos años en un Bafici la muy interesante Bungalow– está ambientada en África y en una primera apreciación podría ser considerada como dos películas en una. Sin embargo, una mirada más atenta descubrirá una notable unidad conceptual en un film con un final con claros ecos del cine de Apichapong Weerasethakul. Tournée, de Mathieu Amalric, en su descripción de la gira de un grupo de actrices y bailarinas de segunda línea y su relación con el productor responsable del grupo, tiene momentos brillantes y otros en la que la narración se hace más dispersa y desequilibrada. 35 rhums, de Claire Denis, minuciosa descripción de la relación entre un hombre y su hija adolescente, es un buen film, pero menor en relación con otros trabajos de la directora. El ministro, de Pierre Schoeller es una cruda mirada sobre la vida política francesa, por momentos algo árida y farragosa, aunque apoyada en excelentes actuaciones.
Entre los films aguardados con expectación y que no cumplieron, al menos para mí, con lo esperado hay que señalar en primer lugar los dos trabajos estrenados de David Cronenberg. El canadiense es un realizador del que la primera parte de su filmografía me interesa mucho, aunque su obra posterior oscila entre la abstracción progresiva y coqueteos con el mainstream. Un método peligroso está centrado en la relación entre Carl Jung y Sigmund Freud y una paciente del primero. El film es discursivo en exceso y su acercamiento a los comienzos del psicoanálisis aparece como elemental y carente de profundidad. Cosmópolis transita el terreno abstracto antes mencionado a través de una suerte de road movie que pretende ser una metáfora del capitalismo salvaje y globalizado, pero que cae con frecuencia en la solemnidad y el tedio. El topo, del sueco Tomas Alfredson, inspirándose en un relato de John le Carré, incursiona en el mundo del espionaje e intenta ser un minucioso estudio de caracteres, a través de una puesta en escena meticulosa, fría y cerebral que no logra escapar a la pesadez y la ausencia de ritmo. La larga ausencia de los sets de Jerzy Skolimowski provocó grandes expectativas sobre su nuevo trabajo que solo se cumplieron a medias con Essential Killing, una suerte thriller de acción de tono político en el que es notoria su ambigüedad ideológica. Del Fausto, de Sokurov, dado que lo vi estando muy cansado en medio de un festival, prefiero no abrir un juicio definitivo hasta volverlo a ver.
Dentro de la profusa cantidad de estrenos argentino, también la relación calidad/cantidad dejó bastante que desear. Fue muy bueno el debut de Milagros Mumenthaler con Abrir puertas y ventanas donde, a través de una rigurosa puesta en escena, describe con precisión las relaciones entre tres hermanas que viven presas de sus obsesiones personales y sus fantasmas. Se le ha cuestionado al film un calculado armado “festivalero”, pero no se puede desconocer la madurez con que Mumenthaler afronta su ópera prima. Del promocionado cine cordobés, la mejor expresión es Yatasto, de Hermes Paralluelo, curiosamente filmado por un director que vive en Barcelona. Aquí la vida cotidiana de tres chicos en un suburbio de Córdoba que sobreviven como “cartoneros” está presentada con un tono asordinado, austero y conciso, que elude cualquier tentación didáctica. Con ocho años de retraso, se estrenó Parapalos, de Ana Poliak, en la que la realizadora confirma su talento para aproximarse a universos poco transitados y a personajes totalmente alejados de los clisés a los que nos tiene acostumbrados gran parte de la producción nacional. Ojalá Anita pueda seguir filmando, el cine nacional la necesita. En el futuro y Accidentes gloriosos confirmaron que Mauro Andrizzi es uno de los directores más originales del actual cine argentino con una mirada personal que se aleja de las tres grandes vertientes que propone ese cine, la denuncia social explícita, el costumbrismo rancio y el minimalismo abusivo. De las tres películas estrenadas de Raúl Perrone, otro free-lance del cine criollo, la mejor fue Luján, en la que una vez más describe con lucidez las variables culturales y sociales de su Ituzaingó natal. Del resto, en el terreno de la ficción se pueden rescatar el humor negro con el que Blas Eloy Martínez narra El notificador y la atmósfera ominosa, de a ratos lograda, de El campo, de Hernán Bellón y dentro del documental, Montenegro, de Jorge Gaggero, con un personaje interesante y Blackie: una vida en blanco y negro, de Alberto Ponce, en la que –a pesar del escaso material de archivo disponible- el director consigue un retrato vívido y afectuoso de la legendaria conductora de radio y televisión, actriz y cantante. Entre las decepciones nacionales incluyo a Elefante blanco, de Pablo Trapero, una mirada superficial y por momentos sensacionalista sobre la vida en una villa miseria, más cercana en tono y estilo al cine de Campanella que a trabajos previos suyos; Los salvajes, de Alejandro Fadel, donde los momentos en los que se atisba a un director con talento se ven ahogados por una propuesta en la que abundan la grandilocuencia, la pretenciosidad y la solemnidad; La araña vampiro, de Gabriel Medina, que tras un promisorio comienzo se diluye en un relato en el que no logran conciliarse los elementos genéricos y el tono alegórico y Cornelia frente al espejo, de Daniel Rosenfeld en la que la transcripción fidelísima de un relato de Silvina Ocampo no capta las atmósferas ambiguas de la autora, transformándose en un film marcadamente literario. Con Papirosen, de Gastón Solnicki, me pasó algo similar a Fausto, por lo que también dejo pendiente una opinión definitiva.
Finalmente, hubo algunos films latinoamericanos de interés, tal el caso de Sibila, de Teresa Arredondo, intento de aproximación a las consecuencias individuales y sociales de las luchas guerrilleras latinoamericanas, en este caso en el Perú, Música campesina, de Alberto Fuguet, en la que un muchacho chileno, fanático de Johnny Cash, en busca de un amor perdido se dirige a Nashville, centro de música country, Porfirio, del mejicano Alejandro Landes, con un insólito personaje en la búsqueda de su revolución particular, El círculo, de José Luis Charlo y Aldo Garay, un documental centrado en un ex dirigente tupamaro que estuviera muchos años preso, ahora convertido en una eminencia médica en Suecia y Norberto apenas tarde, debut como director del actor Daniel Hendler, quetrasmite la grisura de la vida cotidiana en Montevideo a través de un personajes que atraviesa por diversas frustraciones pero no ceja en su empeño de encontrar una nueva vida.
Van, como tal vez innecesario apéndice, los 10 mejores estrenos comerciales del año:
1) EL PUERTO (Aki Kaurismaki)
2) FIGURAS DE GUERRA (Sylvain George)
3) TIERRA DE LOS PADRES (Nicolás Prividera)
4) FUERA DE SATAN (Bruno Dumont)
5) EL CHICO DE LA BICICLETA (Hnos. Dardenne)
6) LA SEPARACION (Asghar Farhadi)
7) EL MAL DEL SUEÑO (Ulrich Köhler)
8) PARAPALOS (Ana Poliak)
9) ABRIR PUERTAS Y VENTANAS (Milagros Mumentaler)
10) YATASTO (Hermes Paralluelo)
Jorge García / Copyleft 2012
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