LA COLUMNA DE JORGE GARCÍA (27): FRANK BORZAGE: UN FUNDAMENTALISTA ROMANTICO
Por Jorge García
Frank Borzage es un caso único dentro del cine americano que –más allá de la admiración que algunos surrealistas profesaron por varias de sus películas mudas- ha sido largamente postergado por buena parte de la crítica, que lo acusó durante mucho tiempo de ser un director “blando y sentimental”. Dueño de una sensibilidad muy distinta a la dominante en el cine de Hollywood y exponente de un romanticismo sin concesiones –totalmente a contrapelo de los gustos críticos de la época-, dentro del cine de su país solo puede reconocer cierta afinidad con algunas películas de King Vidor, aunque el tono de ambos directores es muy diferente.
Con una carrera iniciada en 1916 que se prolongó por más de cuatro décadas, Borzage realizó casi un centenar de películas, la mayoría de ellas en el período mudo. Buena parte de esa producción se encuentra hoy perdida, pero afortunadamente sobreviven sus películas más importantes. A diferencia de otros realizadores que desarrollaron progresivamente sus constantes temáticas y estilísticas, en su caso estas ya aparecen en Humoresque (1920), su primer film destacable. Como ningún otro director en la historia del cine, Borzage es el cineasta de la pareja y el amor en términos que solo cabe calificar de absolutos. Sus amantes, generalmente enfrentados a un entorno social adverso, recorren la pantalla como poseídos, entregados de manera incondicional a un sentimiento que se convierte en el motivo excluyente de su existencia, y esa pasión casi alucinada que los devora los transforma –a pesar de ser casi siempre personas comunes- en seres extraordinarios. La alegría de los encuentros y el dolor de las separaciones nunca se trasmitieron con tanta intensidad como en las películas de Borzage. Paradójicamente, a pesar del carácter individualista que supone a priori esta postura, en sus films está muchas veces presente el contexto social y político que condiciona las conductas de los protagonistas (la Depresión económica, el incipiente nazismo). Por supuesto que una actitud tan extrema y radical para la concepción predominante en Hollywood convirtió a Borzage en una rara avis dentro del cine norteamericano y a sus films en productos extrañamente intemporales. En lo estilístico hay un elemento que se destaca en sus películas y que se antepone incluso a la elegancia de sus movimientos de cámara: la iluminación. Una luz difusa que parece desprenderse de los personajes y que se proyecta en los ambientes, sórdidos o elegantes en los que se desarrolla la acción. No hay en la historia del cine antecedentes de un uso continuo similar de la iluminación, y si el tono evocativo e irreal de sus films se adapta de alguna manera a la estilización visual del cine mudo, con la llegada del sonoro se convierte casi en una provocación y lo coloca ante la crítica de su país como un realizador anacrónico. Sin embargo, la visión actual de las películas de Borzage lo ubica en la primera línea del cine norteamericano y como uno de los directores más radicalmente modernos de ese cine.
En el período mudo, el director pudo trabajar con un infrecuente grado de control sobre sus películas, y pertenecen a esa época obras tan bellas como la mencionada Humoresque; la parcialmente recuperada The River, un prodigio de erotismo, muy valorada por los surrealistas, y sus dos títulos más emblemáticos de esa etapa: Seventh Heaven y Street Angel, ambos con la misma pareja protagónica, Janet Gaynor y Charles Farrell. La primera es arrebatadoramente poética y de un intenso lirismo, y la segunda, más recargada a nivel melodramático y con notorias influencias del expresionismo alemán (hay que decir que, mucho más que con cualquier realizador americano, el cine mudo de Borzage tiene puntos de contacto con el de Murnau y no solo porque Janet Gaynor también fuera protagonista de la extraordinaria Sunrise). En estos films es fundamental la química particular que se entabla entre el estilo rudo y algo tosco de Farrell y la curiosa amalgama de fragilidad y determinación que trasmite la Gaynor. En la década del 30 –un período en el que Borzage tuvo algunos problemas con la censura- se encuentran muchos de los títulos más representativos del realizador. Liliom, adaptación de una obra teatral de Ferenc Molnar -que luego rodó Fritz Lang y que fue uno de sus más estrepitoso fracasos de crítica y de público- hoy aparece como un film notoriamente adelantado a su época. Adios a las armas es una adaptación de la novela pacifista de Hemingway que Borzage transforma en una historia de amour fou, con una secuencia final delirante y la música de Tristán e Isolda omnipresente en la banda de sonido. Man´s Castle, No Greater Glory, y Little Man, What Now? son films en los que el entorno social adquiere gran peso. La primera es una historia de amor entre dos personajes cercanos a la picaresca en un contexto sombrío, los años de la Depresión en una Nueva York alejada de la opulencia y las luces (el film tuvo problemas con la censura y sufrió numerosos cortes), mientras que No Greater Glory, otra adaptación de Molnar, en la cual un grupo de niños desarrolla una serie de juegos en los que representan el rol de militares, es una película notoriamente crítica del triunfalismo y el nacionalismo. En cuanto a Little Man…, es una de las obras del director en las que aparece su recurrente obsesión por Alemania, y detrás de su estructura de comedia romántica es uno de los primeros films que cuestionan al incipiente nazismo. Además es la colaboración inicial del director con la maravillosa Margaret Sullavan, la heroína borzagiana por excelencia. Living on Velvet es uno de esos films inclasificables que oscilan entre la comedia y el drama, ambientado en los círculos de la burguesía, pero con un protagonista masculino que parece un loser escapado de una novela de Scott Fitzgerald. Green Light y Disputed Passages son dos soapers médico-religiosos basados en novelas de Lloyd C. Douglas, en los que se fusionan los enfrentamientos éticos con sensibles historias de amor, en tanto que The Shining Hour, es una película con una formidable puesta en escena en la que las relaciones sentimentales exceden la pareja para extenderse a un grupo de personajes. Pero las tres obras maestras de ese período son History Is Made at Night, un relato de un romanticismo desaforado, Three Comrades, una adaptación muy libre de la novela de Erich María Remarque que en manos de Borzage se convierte en una melancólica reflexión sobre el amor y la amistad y Tormenta mortal, en la que el ascenso del nazismo sirve de trágico marco a la historia de una pareja dispuesta a cualquier sacrificio para poder estar juntos En los años posteriores las películas de Borzage se van espaciando, pero todavía hay lugar para I´ve Always Passed, un film que oscila entre el delirio y el kitsch más desenfrenado, y la notable Moonrise, una de las obras mayores del director que de alguna manera prefigura a La noche del cazador.
La revisión de la obra de Frank Borzage permite encontrarnos con un director extraordinario, dueño de un universo absolutamente intransferible y personal –lírico, poético, intenso y apasionado- en el que, como nunca en la historia del cine, el Amor (con mayúscula) y los sentimientos y emociones que provoca se convierten en el eje esencial de las relaciones humanas.
Jorge García / Copyleft 2014
No sólo me gustó mucho la nota sino que como confeso ignorante de la obra de Borzage (ví Tormenta Mortal varias veces y recuerdo Moonrise), me motiva para visitarla un poco más. Igualmente, a mi juicio Tormenta solamente reúne varias de las cualidades que destaca de este autor, sobre todo la pasión. Saludos.
Desde la época de El Amante sigo con atención las notas siempre precisas y apasionadas de Jorge sobre el cine clásico. Son una referencia ineludible. Además, también comparto su desconfianza hacia ciertas modas del cine contemporáneo, ya que evitan caer en el consenso automático, que puede llegar a ser pernicioso. Me alegro que siga su labor en este blog.
Por mi parte, yo me alegro de tenerlo conmigo. Siemore aprendo de él. Y te agradezco haber dejado este comentario, el que estaba en un primer momento en Facebook. Saludos. Y muchas gracias. RK
Jorge: me siento muy complacida, de poder volver a leerlo, en este Blog. Me gustaría seguir haciéndolo, y con mayor regularidad, si es posible. El Cine Americano Clásico, es Mi Gran Pasión. Espero mas Críticas suyas; ya que creo;–que Usted;–es el mejor Crítico de Cine Clásico, que he tenido la oportunidad de leer. Me despido, no sin antes agradecerle, por su guía, en mi apasionado camino del descubrimiento del Cine Americano Clásico. Muchas Gracias.
García es el fiel de la balanza, ¿no? Sólo alguien con semejante conocimiento de la historia del cine es capaz de mirar y analizar con el panorama que demuestra en cada nota. Me acuerdo de sus breves síntesis de El cine en pantuflas en El amante, en tiempos en los que era mucho más difícil que ahora acceder a las películas de otras épocas: su precisión y su síntesis son notables. Soy profesor de Historia, para mi García es algo así como el Hobsbawm argentino de la historia del cine.
Una gran felicidad poder seguir aprendiendo con sus notas.
Saludos
Gracias Scotti, sinceramente, por tus palabras. RK
Sinceramente me siento algo abrumado por los fervorosos elogios que se me prodigan, que agradezco mucho. Estas notas solo las considero una modesta contribución para mantener vivo el interés por conocer el cine clásico, conocimiento sin el cual es creo que es imposible apreciar en profundidad el cine moderno en cualquiera de sus variantes; algo que por cierto también es aplicable al cine argentino, ante la desmedida euforia que provocan algunas películas nacionales actuales.
Estoy de acuerdo, en líneas generales… De todos modos, ya te parecés a Rivelino que cree que el mejor fútbol se jugaba en los ’70. Saludos y felicitaciones por este merecido reconocimiento de admiradores, que suelen ser muchos más, pero que han decido, al menos estos, salir del anonimato habitual. RK
Creo que no es la primera vez que hago un reconocimiento de las bondades de las notas de García en este blog. Si este blog, fuera algo parecido a la división del mundo en naciones, me enrolaría en la nación García sin lugar a dudas. Sin embargo, podría tranquilamente estar en relaciones exteriores con la nación Koza en muy buenos términos.
Mi formación en el cine con Martínez Suárez, está emparentada cabalmente con la que García enarbola con su pluma. Años de entrar a el «altar» de José con sus miles de películas a disposición de sus alumnos. Un alto porcentaje de ellas, correspondían al cine clásico. Era un pecado mortal, sentarse frente a él, sin haber visto, al menos, unos cincuenta de esos clásicos. Debo confesar que alguna vez, mentí al decirle que si, que había visto tal o cual película.
Sintetizando, entre José, García y la revista española Dirigido por, de los 90, creo que pude aprender un poco; nunca seguramente a la altura de ellos, ni por casualidad. Pero sepan que mucha gente, a viva voz o en silencio, valoran sus esfuerzos para hacer del cine algo cada vez mejor.
Aquí el ministro de Relaciones Exteriores me confirma los acuerdos bilaterales con la nación García. RK
Pensé que este blog proponía el internacionalismo, je. Apresto los cañones entonces…
De Borzage solo vi «Adiós a las armas», y la sufrí de principio a fin. En el peor sentido de la palabra: tenía muy fresca la novela original, y esta versión me pareció intragablemente melosa. No es que Hemingway no tenga su costado roimántico, pero está filtrado por esa sequedad que es una de sus marcas estilísticas (junto con el simétrico understatement). En defensa de Borzage se puede decir que ninguna de las traslaciones de Hemingway al cine fue demasiado feliz (salvo tal vez la muy libre versión de Robert Siodmak sobre «The killers»).
To have or have not, es la más feliz!! 😀
Aunque «The Killers» by Tarkovsky, Siodmak y Siegel qué se yo… (aguante Lee Marvin!! :D)
Siempre fue un misterio que Borzage no tuviera un lugar de privilegio en el canon Cahierista -causa parcial de su olvido- acaso demasiado democrata para el gusto francès de la época.
Todo Borzage Sullavan es imprescindible…
Sdos
No creo que a Borzage le interesara mucho la fidelidad a Hemingway sino desarrollar una historia de «amour fou». Me parece que, vg, tanto Sirk con Faulkner (Diablos del aire) y Erich María Remarque (Tiempo de vivir, tiempo de morir) y Borzage con Hemingway y Remarque (Tres camaradas), se sirven de las novelas de esos escritores para ofrecer su visión del mundo y las relaciones humanas. El calificativo de «meloso» que Nicolás le endilga a Borzage es el mismo que utilizó gran parte de la crítica para descalificarlo, como señalé al comienzo de la nota. En cuanto a Adios a las armas (1932), me parece uno de los (muchos) grandes films del director.
Me parece que el problema es que en varios de esos casos se trata de ásperas novelas sobre la primera guerra mundial, que Hollywood terminó convirtiendo en melodramas (una gran excepción es la buena adaptación de «Sin novedad en el frente»). Y melodramas «melosos» (sin el brillo que alcanzaría con Sirk, digamos). Digo: yo no veo mucho «amor fou» en Adiós a las armas, pero -insisto- tal vez lo que me impide apreciarla es la comparación con la novela (en la que, por el contrario, el amor -lírico pero no idealizado- no es más que una mera tregua en medio de una guerra que arrasa con todo). En comparación, me gusta mucho más «El gran desfile» (por nombrar otra de la época sobre el mismo tema).
No se si será «vintage» o «retro» pero evocar la sensación de estar leyendo El Amante es un placer agregado de la interesantísima columna del señor Jorge García…
Saludos contemporáneos.
Tampoco hay que melancolizar las lecturas. Menos las de El Amante, je. De hecho en este contexto el Sr. Jorge García puede ser leído de una manera menos solitaria…
…Atención, que García era un poco el ‘rara-avis’ del ‘Amante’, muchas veces a contrapelo de las opiniones generales de la revista (que compré mientras salió en papel, de la que gocé, y con la que me peleé ‘en silencio’, sobre todo en sus últimas épocas)… Jorge siempre fue él, y es una alegría grande leerlo aquí…