LA MUJER DE LA CÁMARA
Probablemente, el cine argentino es el que más mujeres tiene detrás de cámara; entre las más destacadas, Ana Katz resplandece con sus películas idiosincrásicas e inclasificables. Desde los inicios, Katz ha sabido constituir un laboratorio lúdico sobre las peripecias afectivas de sus personajes; pueden conocer la tristeza, la soledad y también el amor, pero siempre son contenidas por el sistema vincular en el que participan, capaz de conjurar el mundo que habitan, regido por el absurdo, lo cual –como se constata en El perro que no calla– no conduce al nihilismo, sino a lo opuesto: el deseo, la afirmación de vivir. La sensibilidad de la cineasta es ostensible, y la pregunta que impone el título del encuentro estimula a explorar si existe una cierta expresión sensible en el cine a la que pueda adjudicársele una índole femenina. Ese será el punto de partida; lo que suceda después no será tan distinto de lo que suele pasar con los personajes de Katz: lo inesperado los toma de la mano, y, si bien el destino puede ser incierto, nunca será ominoso ni tampoco insignificante.
Roger Koza / Copyleft 2022
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