LA NOCHE MÁS LARGA
EL FALO DEL FIN DE UN MUNDO
Los asesinos seriales son habitués de las películas y también de las novelas. Tristemente, no son seres imaginarios nacidos de la curiosidad perversa de un escritor, sino personas que existen en sociedades diversas. La perplejidad frente a las acciones de los criminales violentos es inevitable, también razonar sobre sus motivaciones. En los guiones de Hollywood, por ejemplo, no lejos de un conductismo idiosincrásico, se suele insistir sobre la psicología de los asesinos (y los resultados oscilan entre lo grotesco y lo curioso); en otras tradiciones, el retrato sociológico dispensa aproximaciones menos reduccionistas, un acercamiento que de por sí no garantiza ni precisión ni clarividencia. Filmar la vida de los infames no es una tarea cualquiera.
Moroco Colman se propuso filmar un caso ominoso: las brutales violaciones de Marcelo Mario Sajen. Como es sabido, las víctimas fueron decenas y decenas de mujeres jóvenes, abusadas siempre en las inmediaciones del Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba, entre 1991 y 2004.
La noche más larga prodiga una lectura y desdeña felizmente la psicología mientras se aventura a una especulación política y cultural. En efecto, la composición de Daniel Aráoz como Sajen es más bien física: el gesto sustituye a la palabra y el enigma de su primitivo goce no se explica. La película evita sin ambages hacer del violador una anomalía fascinante. No hay nada interesante en él, y en ese sentido Aráoz encuentra el tono justo. Lo que sí quiere sugerir el relato, y es pertinente, es el correlato existente entre el violador y un orden social específico.
En efecto, Colman reúne signos que evidencian una difusa complicidad con otros hombres de la sociedad y el sistema que los avala. El machismo pueril se constata en los pibes jóvenes que van de levante por Nueva Córdoba, en los médicos que revisan a las víctimas, en los policías que toman las declaraciones y en la desidia de la política de los gobiernos de turno. El cineasta y guionista incluso añade un giro hermenéutico más conspicuo: “El rapto de las sabinas” en el jardín Carlos Thays. Todo esto son signos dispersos poco trabajados, que tienen una exposición más acabada en el libro La marca de la bestia, la investigación periodística de Dante Leguizamón y Claudio Gleser que inspira la película.
Es ostensible que La noche más larga es una película ambiciosa. Los primeros minutos son inobjetables: el uso cinematográfico de los drones para mostrar la ciudad de Córdoba y la introducción del método de Sajen demuestran pericia estética y narrativa. Lo mismo se constata en la interpretación del elenco femenino, el trabajo sobre las penumbras en la mayoría de las escenas, las decisiones sonoras, el empleo de planos congelados para resolver escenas complejas e incluso la inserción de materiales de archivo de la época.
Y es por eso que son incomprensibles las decisiones estéticas de Moroco para filmar algunas de las violaciones. Que no haya elegido el fuera de campo o la distancia y que haya optado por el primer plano recurrente introduce en la puesta en escena ambigüedad y paradoja. No hace falta leer a Laura Mulvey o Molly Haskell, dos pioneras de la teoría y la crítica de cine feminista, para detectar ahí una contradicción performativa respecto de todo lo enunciado y el final elegido en el que se conjetura que la revolución feminista ya había tenido un primer paso en el famoso e-mail de Ana llamando a sus pares a no callar. La escena de la primera violación, en 1985, casi en el desenlace, glosa un punto de vista en las antípodas de las víctimas. A Sajen no le hubiera disgustado.
Es muy posible que el cineasta haya creído que la exposición gráfica del instante previo de una penetración o una felatio o algunas gotas de semen en la mano de una mujer joven funcionarían como evidencia de lo aberrante o de lo que el propio film denomina “lo inimaginable”. Mostrar para repudiar, mostrar para conjurar. La esperanza estética es la siguiente: si lo inimaginable es susceptible de ser visualizado, el plano, por horror y asco, puede impugnar el acto. El problema de esa gramática de la denuncia es que enuncia desde la praxis del perverso y con un código de representación que se diferencia poco y nada del porno y replica, sin proponérselo, la satisfacción de quien comete el acto de violencia sexual. Que en esas escenas se insista en los gestos que denotan el padecimiento de la mujer violada como contrapunto ideológico y narrativo de la vileza sexual del violador no deja de ser una perspectiva ilusoria de compensación. La sujeción y la eyaculación pertenecen al mismo eje de la fantasía. Este procedimiento estético puede tener justificativos de todo orden, pero no importa qué se crea en cualquier caso: lo decisivo es observar cómo funciona una lógica formal en el plano de una escena y en la conjunción de las escenas. La puesta en escena vulnera el punto de vista defendido en el relato por la injerencia directa de la propia anatomía de las escenas.
La noche más larga es de esas películas que indignan o convencen. No está de más volver a insistir: filmar la vida de los infames no es una tarea cualquiera. Colman es un cineasta que ha escogido el camino más incómodo. Entre sus pares no es frecuente. Y es por eso que hay que pensar a fondo las posibles objeciones a su segunda película. Tanto para él como para la mayoría de la audiencia, Sajen es un monstruo. Y no es sencillo filmar a los monstruos.
***
La noche más oscura, Argentina, 2020
Escrita y dirigida por Moroco Colman.
*Esta crítica fue publicada en otra versión y con otro título en el diario La Voz del Interior en el mes de enero 2021.
Roger Koza / Copyleft 2020
buenisimo lo de Copyleft
Hace unos días fui a ver “La noche más larga”. Leí esta crítica y también todas las que estuvieron a mi alcance, y me quedé con la sensación de que faltan muchas cosas por decir, que estimo importantes. Y es por eso que me atrevo a comentar acá. Hace un tiempo que vengo siguiendo las discusiones que aquí se producen, aunque siempre me resultó alarmante la escasa participación de mujeres. Supongo que hay muchos y diversos factores que pueden explicar los motivos de esas ausencias, y no estoy aquí para acusar a nadie por eso, pero sí creo importante decirlo, porque es también una de las razones por las que me decidí a escribir. Lo cierto es que me quedé esperando comentarios a la crítica de Roger Koza, pero pasan los días y parece que nada pasa.
Me pregunto sinceramente por las razones de esas ausencias, si es que las opiniones cinéfilas aquí brillan por su ausencia, porque ya no pueden ampararse en la distancia que las separa de su objeto. Ser amable con una película realizada en un medio con grandes dificultades para hacer cine, puede ser algo razonable cuando un circuito está recién conformándose y explorando su posibilidad misma de existir. Pero atendiendo al crecimiento de la escena del cine de Córdoba, ese «cuidado» ya juega en contra, de la misma escena que se apuesta a construir.
Días atrás, en este sitio, se desató un intenso debate – muy interesante por cierto – a partir de una nota de Nicolás Prividera en relación a la corrección política, y eso disparó una seguidilla de opiniones que seguí atentamente, donde Prividera proponía abrir una discusión crítica fundamental, que otros parecían demasiado preocupados en pasar por alto. Por momentos parece que el temor a la corrección política es tal, que terminamos corriendo hacia la derecha con los ojos cerrados. Correrse de la corrección política no es en sí mismo un acto de lucidez, si ese es el único objetivo. Porque termina en una carrera vacía, o peor, en una carrera que termina a la derecha del camino: sirve como ejemplo el comentario de Wolf que tanto se discutió aquí, que pretende adjudicarle no se sabe muy bien qué autocensura al movimiento feminista, bajo la primacía del juicio estético sobre el ético-político. Dicho todo esto, que puede estar de más, voy al grano.
Para retomar algo que RK menciona, es cierto que no se psicologiza al personaje de Aráoz, que su actuación es más bien gestual y no remite a un pasado que lo justifique o “explique” (al modo causalista de Hollywood). Pero eso, en este caso, no puede ser de ningún modo un acierto, al menos no de la manera en que la película lo hace. Primero, atendiendo a la figura del “monstruo”, tal como se nos presenta al violador, hay algo que hemos aprendido de los organismos de derechos humanos y del feminismo, y es que ese otro, es alguien cualquiera que podría estar sentado a nuestro lado. Y en ese sentido, no historizar ni ahondar en la psicología y vida del personaje -casi reducido al jueguito de la gorra con su hija con gesto adusto-, yerra por mucho en la representación del lugar donde yace la amenaza real de este sistema patriarcal. A su vez, este problema tiene otro agregado, porque en realidad no es cierto que el personaje aquí no tiene un perfil psicológico, se lo describe más de una vez y se lo ve actuar como un pistola bárbaro (para hablar en cordobés). Es el tipo que la tiene más larga y más grande (la prótesis usada en las escenas de fellatio habla por sí sola, y es una clara decisión del director). De alguna manera se lo adula por eso, y bajo esas cualidades, se construye, aunque desdibujado, provisorio y esquemático, un perfil: el de un macho alfa que todo lo domina. A Sajen tampoco le hubiera disgustado esto. Sajen no era un monstruo, era el hijo perfecto y más impune del patriarcado, exacerbado, sí, pues no todos los machistas matan mujeres, claro -aclaración que el machismo hace repetir hasta la náusea y he aquí un contraejemplo que derriba nuevamente su endeble moral: Sajen no las mataba-. Pero (para continuar con la discusión desatada hace unos días sobre el lugar de la corrección política) en un país en el que muere una mujer por día víctima del machismo patriarcal, la cosa no puede tomarse a la ligera, y no puede atribuirse a la monstruosidad. Sajen en cambio era tremendamente humano. Ese es uno de los principales problemas de la película.
Para seguir, el argumento que explica el uso de escenas explícitas para la representación de las violaciones, desconoce por completo lo que el feminismo piensa, con todas sus ramas y disidencias, y expresa una falta de perspectiva de género alarmante para estos tiempos. Muchas críticas, acertadas en tantos puntos, mencionan el final como un modo de borrar lo que se decidió antes en la película con las violaciones. Pero en realidad, en mi opinión es la concatenación que le da sentido a la película, deshistorizando al feminismo y exculpando a las instituciones que él mismo combate y que fallaron groseramente con el caso del serial. Como si el movimiento feminista combatiera monstruos violadores y no un sistema patriarcal que incluye a las instituciones que Colman exculpa o trata livianamente.
Colman dice en una entrevista que consultó con amigas feministas al respecto, que la compaginadora de la película es feminista, y que le dieron el “visto bueno” sobre este punto. Sin sacar un feministómetro -en tanto este medidor es casi siempre usado por un feminismo colonialista, blanco, occidental, de clases acomodadas-, en la película donde su director dice que “fue asesorado por feministas”, los cuerpos femeninos son todos hegemónicos, se elige mostrar a todas las mujeres sumisas a un extremo alarmante (uno de los testimonios de una de las víctimas que la misma película reproduce dice que gritaba y gritaba y luchaba y luchaba para escapar de su victimario, pero en la película ese mismo personaje actúa con sumisión), y todos los etcéteras que ya fueron precisamente indicados por varias notas periodísticas, por lo cual no tiene sentido repetir aquí.
Con Garage Olimpo hubo una discusión similar sobre lo truculento de sus imágenes y hoy ya la película es inmirable; pero incluso ahí, había una cierta razón de mostrar con crudeza lo que las instituciones oficiales y buena parte de la sociedad argentina habían decidido “indultar” y esconder bajo la alfombra. Filmar violaciones como hace La noche más larga en medio de las disputas y conquistas del feminismo argentino, es un desacierto absoluto. ¿Acaso Colman piensa que va a develar algo que las mujeres no conocemos?
En varias entrevistas Colman menciona un género: el gore, que habría sido una de las decisiones estéticas que tomó para representar las violaciones. Es curioso en primer lugar que lo que él llama “gore” esté en todas las violaciones, pero no en la muerte del violador. Tanta pija eyaculando en cuerpos siendo truculentamente violados pero ni un seso en el piso, ni un rostro deformado por la bala del ¿suicidio? del violador. Notoria decisión del gore colmaniano. Por otra parte, la potencia de un género como el gore está en los finales revanchistas de las víctimas sobre el victimario, en sus codeos con el humor, y, sobre todo, en su distanciamiento con lo real. Colman decidió hacer lo que él llama gore con imágenes de archivo y solo explotando las violaciones de mujeres que están vivas y otras miles que vivieron esa época con la amenaza permanente de ser violadas, y él espera que vayan a ver la película y sientan ¿qué? ¿Que tomen la sugerencia de Asmar Moreno de dejarse llevar por una musicalización y una presunta buena filmación (ambos méritos, a mi juicio, inexistentes, pero es el último de los problemas de una película tan malograda)?
Por otro lado, me parece importante la pregunta por el modo en que se representan las instituciones en este caso, más teniendo en cuenta que esta oficia como vocera del oficialismo, del cordobesismo gobernante podríamos decir. Pocos casos encontraremos en una película donde el oficialismo gobernante haya estado tan presente (la plana cultural y política de Unión Por Córdoba en su estreno), desde el saludo de Macri al estreno de la última de Campanella. Y no es algo casual, ni por “trabajo cordobés”, ni por el premio en algún ignoto festival en plena pandemia que pudo recibir Aráoz. Es porque el caso tuvo responsabilidades políticas e institucionales fundamentales por parte de Unión por Córdoba, principal aliado y propagandista de Colman. Los planos de dron con que se inicia y se remarcan ciertas imágenes en la película, recuerdan a las publicidades de Unión por Córdoba, no sólo de sus campañas electorales, sino también de la publicidad de obras públicas cuya ejecución corre a la par de la construcción de una ciudad cada vez más invivible y desigual. El juego de Colman con ese oficialismo, fielmente reflejado en la película, tiene también su acompañante más leal: en lugar de seguir la perspectiva del libro de Leguizamón y Gleser, sigue la línea (de archivo pero de línea editorial también) de La Voz del Interior y de Canal 12, otros financistas del film.
Pero la alianza que allí conformó Colman es clara y debe tomarse como tal su resultado. El gran dispositivo revictimizador tanto judicial-policial como médico, está mencionado casi como un detalle, a través de recursos extradiegéticos, es decir, como un tema al pasar. Para Colman era más importante el detalle de tantas violaciones antes que el detalle de tantas revictimizaciones que siguen ocurriendo en las instituciones cordobesas cada vez que una mujer denuncia una violación o violencia de género en general.
La institución policial no es cuestionada en absoluto. Siendo que la película finalmente resulta en un pastiche amarillista, el lugar de la policía es casi testimonial. El fiscal de la causa aparece en un momento como una especie de Sherlock Holmes que dice “usamos tal táctica” (gracias, genio de la criminalística, las 300 mujeres que violó deben estar admiradas de tu pericia y prestancia investigativa), siendo que Sajen se escapó llamativamente por más de 20 años del sistema judicial y policial cordobés, actuando solo, violando a varios centenares de mujeres y siempre en un mismo lugar.
¿Por qué otros motivos digo que es una película oficialista? Entre otras cuestiones que son, si se quiere, «detalles» de cómo ha elegido narrarse este «caso», porque no deja en claro si el violador estaba prófugo al momento de la conferencia de prensa que diera De la Sota, por entonces gobernador provincial, con el jefe de policía, para anunciar la identidad del violador. Si no lo estaba, ¿por qué se hizo semejante exposición de alerta al propio violador de que ya habían dado con él, casi una instrucción a fugarse? Lo que no es un detalle es que estamos hablando de tiempos en los que De la Sota comenzaba a configurar una política criminal como un imperio policial en contra del sector más vulnerable de nuestra provincia, mediante la creación de la CAP y demás medidas represivas que vulneraban (y vulneran todavía hoy) los derechos básicos sobre todo de las clases populares.
Otro «detalle» de la narración, es que la misma no dice nada sobre cómo se construyó la identidad del violador, mediante la difusión de un identikit que en NADA se parecía a Sajen, y que por el contrario en MUCHO se parecía a cualquier hombre de ascendencia norteña -los medios se jactaban de usar la palabra “norteño” cuando mostraban el identikit… me pregunto qué diría la crítica francesa si se saca un identikit diciendo que un violador tiene rasgos “africanos”; Hay sobrados testimonios y casos de estudiantes del norte argentino de la UNC, que vivieron tiempos muy difíciles en relación a eso. E incluso estuvo preso alguien inocente que cuadraba con el perfil descrito por el identikit, al que le marcaron la vida para siempre (a él y a su familia y allegados). Cómo la policía judicial cordobesa llega a construir una imagen del violador que responde a todos los prejuicios de clase, parece no interesarle a Colman, que en representación de los sectores populares, pone actrices y actores cordobeses sobreactuando la tonada. Me pregunto qué nos querrá decir con eso también, con esa exageración de la tonada, porque un rasgo exacerbado en el cine (donde siempre “menos es más”) es un intento de hablar a los gritos.
Creo importante señalar estos “detalles” no porque piense que la película tendría que ser fiel a los documentos históricos, sino porque la elección narrativa que hace es una mirada política del asunto bastante simple: dejar bien parado al oficialismo. Y lo más burdo es que usa las mismas armas que ese oficialismo, los mismos puntos de vista (drones, estética de propaganda turística, fuerzas de seguridad como fuerzas del orden). Una ciudad así filmada, replica el punto de vista del poder.
Entiendo que Colman se sienta un transgresor. No es el primero en nuestra ciudad. Hace unos pocos años en una entrevista a Marchiaro le preguntaron por el uso de su moño, y dijo que era una “transgresión”. Así como los significados sobre la corrección política no pueden quedar en manos de la derecha, es una decisión crítica no entregar la palabra transgresión a las clases altas, que se asustan ante la mínima presencia de cualquier cosa que no puedan dominar. No se puede ser transgresor estando tan cómodo.
Hay películas que están sumidas en mucho éxito de taquilla y discusión. Sin embargo, su persistencia en el tiempo va a ser nula. La noche más larga, me atrevo a decir, va a ser uno de esos casos. Porque no supo interpretar nada. Será imposible y sin sentido volver a mirarla.
Estimada Rocío: agradezco muchísimo tu comentario. ¡Muchísimo!. Te iré respondiendo en la semana, y en dos ocasiones, y no en este preciso momento por tres razones: 1) tengo una parálisis intermitente en mi mano izquierda y un dedo hinchado por un golpe (estoy tratando de escribir lo que no puedo prescindir por razones laborales y dejo algunos compromisos menos acuciantes para más adelante; no puedo dejar pasar tu comentario como un tema secundario, pero te pido un poco de paciencia); 2) tengo algunas entregas urgentes y eso me tiene un poco sobrepasado; 3) tengo que revisar 20 películas con cierta premura por cuestiones ligadas a mis trabajos en festivales.
Dicho esto, quiero añadir: concuerdo en líneas generales con todos los señalamientos que hacés. Creo que hay algunas cosas que decís que sí están dichas en lo que yo escribí, pero sin subrayarlas. Volveré sobre eso en los próximos días.
Solamente nombraré un film que es extraordinario y que es todo lo que se debe hacer cuando se trata de un film sobre un violador (y en este caso, también, un asesino serial): Memorias de un asesino, de Bong. Ese film establece los secretos lazos entre un sistema político y económico, la vida de los personajes y las víctimas. Bong no necesitó mostrar pijas y semen, ni apelar a la estética gore como salvaguarda de lo que se quiere mostrar o no. El universo de ese film es el de los policías que investigan: el punto de vista narrativo (no del film) es el de estos, lo que podría haber complicado todo. Pero Bong es un cineasta lúcido. Él vio muy bien que el militarismo coreano puede erigir violadores, entre tantas otras conformaciones de subjetividad patriarcal. Y no necesito ni asesoramiento ni nada. Pensó estética, ética y políticamente la puesta en escena, y bastó para impugnar un sistema y uno de sus brazos ejecutantes.
Te respondo en la semana.
R
Rocío:
Tu comentario ilustra a la perfección lo que yo estaba intentando decir en la discusión con Nicolás a partir de la «corrección política». Con «La noche más larga» pareciera cumplirse todo lo contrario a lo profetizado por Wolf en la charla que discutimos. «Las feministas» no prendieron fuego ningún cine y la película allá va, con al aval de todo el poder político y mediático de la provincia. Como bien decís, «no se puede ser transgresor estando tan cómodo». La pregunta es, entonces, si el cine cordobés podrá crear un espacio para que esa «incomodidad» en la creación surja, para que un movimiento transgresor en serio pueda consolidarse y expandir los horizontes estético-políticos. Porque esa es la verdadera «corrección política» en la que estamos inmersos: nadie quiere que Jorge Álvarez le niegue los subsidios, lo aísle, lo deje sin perspectivas económicas y laborales. Pero lo cierto es que ni siendo servicial como Colman vas a poder vivir muy bien que digamos qué hizo el polo por todos nosotros en el año de la pandemia?, desde la creación del polo audiovisual ¿nuestras condiciones laborales mejoraron o empeoraron? ¿vale la pena callarse y acomodarse cuando ni siquiera hay beneficios materiales inmediatos por ello? Yo creo que el cine cordobés está hoy en la intemperie, completamente desnudo: ya no tiene nada que defender, ni demasiadas «causas» por las cuales quedarse callado y especular. Llegó el momento de hacer nuevas películas, como sea. Un saludo!!
Perdón si salgo por el costado de la interesante discusión (no vi la película de marras), pero tal vez no sea un comentario tan desviado después de todo: entiendo que hay cuestiones de politica local de por medio, pero el cine hecho en Córdoba quizás se pueda mover hacia algún lado más interesante cuando deje de pensarse meramente como «cine cordobés», o ser un apéndice del Nuevo Cine Argentino (o Porteño, salvo excepciones) y copar el Bafici. «Quedarse callado y especular» es el común camino hacia una «corrección» apolítica que estéticamente acaba en mediocridad generalizada. Aquí y allá falta ambición / política (de izquierda, se entiende…).
Que paso con esta discusión? Me interesa saber tu opinión Roger.
Te voy a responder en los próximos días. Gracias por el interés y la paciencia.
Genial, aguardamos! Gracias Roger
Enhorabuena, mujeres entablando discusiones a la altura de este sitio, siempre minoritarias, casi inexistentes. Tal vez sea hora de empezar a incluirlas – el primer comentario bien podría ser una crítica en sí misma, palabras más, palabras menos- y lo digo con el enorme respeto que le tengo a Roger Koza y a este espacio, donde leo y aprendo por demás.
Esperamos la respuesta al comentario de Rocío.
Estimadas y estimados, en especial a Rocío y a Anónima: mi intención es responderle a Rocío durante el fin de semana. O en la semana que viene. Por razones diversas, no lo pude hacer aún, pero lo haré. En esa ocasión, además, también responderé a Anónima. Saludos. R
Hola, quería aportar otra mirada de lo que están hablando, porque creo que es bueno para el debate, porque si todos hablan desde una misma opinión o mirada, creo que el debate se anula y carece de interés. Tal como dice Anonima, las críticas son opiniones y de lo más subjetivas, está más que claro. Mi idea no es querer anular una crítica sobre otra, porque creo que nadie tiene la verdad, son solo opiniones, como las que voy agregar abajo. Y como estamos pidiendo que se involucren mujeres, aporto estas dos con trayectoria en el cine. De paso le sacamos un poco la carga a Roger Koza, ya que veo que está de lo más presionado.
Crítica 1: http://cineargentinohoy.com.ar/como-ignorar-sus-voces-critica-de-la-noche-mas-larga/?fbclid=IwAR06hW2p3Jjljm72aNNvXp3_xZGhKITW1FkK2LbVgb8EzPoBK9H4gVkhaao
Crítica 2: https://elportaldecatalina.com/2021/03/24/la-noche-mas-larga/
Agrego esta última crítica, ya que ambas son de hombres. Creo que aporta porque es diametralmente opuesta a todo lo entendió Koza sobre la mirada del director y la película.
Crítica 3: https://www.pagina12.com.ar/332271-tras-los-pasos-del-hombre-bestia
Saludos
j.
Estimada Josefina: mi deseo es cumplir y responder a la primera lectura de Rocío en la semana que empieza. Solamente diré una cosa: las críticas nunca no pueden ser subjetivas, pero no todo es subjetivo. Los planos detalle de las violaciones constituyen un punto ciego en la lógica formal de la película. Eso no es una arbitrariedad en mi análisis, eso está ahí, y en la medida que no se analice a fondo esa dimensión atómica de la película no se llega al corazón oscuro de la misma. Saludos. R
Sumo otra mirada que me parecio interesante
https://www.instagram.com/p/CNdlcWJlF8D/
Saludos,
j.
Estimado Roger, llevo ya varios años leyendo tus textos, sean estos críticas, reseñas, entrevistas, también he visto tu programa por Vimeo y Youtube e incluso vi tu grandiosa entrevista en Rotterdam a Pedro Costa, estoy muy agradecido por la cantidad de películas que he conocido por esta página, desde Habeas Corpus de Jorge Acha, a Tierra de los Padres de Nicolas Prividera, y muchas películas contemporáneas de Brasil y otros países periféricos en términos cinematográficos, no sé porque nunca había comentado en la página, así que ante todo muchas gracias… ahora creo que muchas personas seguimos esperando tu respuesta a Rocío, ya que su comentario es una crítica en si misma, y describe a detalle muchas incongruencias de la película reseñada acá, no sé si respondiste en otro medio, pero muchos seguimos queriendo leer esta conversación entre Rocío y tú.
Saludos desde Santa Marta en el caribe Colombiano.
Javier Diaslara
Estimado Javier: en distintas oportunidades intenté responderle a Rocío y por razones diferentes lo tuve que dejar; quisiera poder transmitir las condiciones en las que yo llevo adelante este sitio, pero por pudor preferiré dejar tal explicación en fuera de campo. Dicho esto, jamás pensé en renunciar a darle una respuesta, y ya le confirmo que no va a tener lugar como comentario. Será una carta abierta dirigida a ella. Espero cumplir con mi deseo y mi responsabilidad y responderle a Rocío como corresponde y merece. Saludos. R
Siempre imaginé que ibas a responder, de nuevo muchas gracias por tu labor. Saludos. Javier