LA PIVELLINA
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
HISTORIA MÍNIMA
La pivellina / La pivellina, Italia-Austria, 2009
Dirigida por Tizza Covi y Rainer Frimmel. Escrita por T. Covi.
***Hay que verla
Esta excursión de Covi y Frimmel en la ficción quizás haya sido exageradamente alabada, lo que puede entorpecer reconocer los logros de este film pequeño pero honesto.
Hubo un tiempo en el que el cine de Italia era sinónimo del mejor cine del mundo. No sólo en esa tierra había surgido ese movimiento misteriosamente vital llamado Neorrealismo, una fuerza creativa y popular capaz de construir una estética desde los escombros de una guerra devastadora. Allí, también, se inventaba el cine moderno: Pasolini, Antonioni, Visconti, Bellocchio, Bertolucci. ¿Qué pasó décadas después? ¿No era Italia una tierra de creadores?
Durante los ’90 llegó un caimán mediático llamado Berlusconi, como lo llamó Nanni Moretti, y la cultura popular quedó reducida a la farándula y al escándalo intrascendente. En ese contexto, el cine italiano ha sido desde entonces una entelequia convaleciente. Ahí está La vida es bella para confirmar su estancamiento impensable y su moral acomodaticia. Excepto por Bellocchio y Moretti, poco llega de interesante del país de Rossellini y De Sica.
Después de Gomorra, y tras un inicio exitoso en Cannes 2009, que se repitió en cuanto festival la exhibió, La pivellina es una de las pocas películas italianas que ha capturado tanto a la crítica como al público. ¿Cuál es su secreto? ¿Una película sin mafias?
Escrita por Tizza Covi y codirigida por ella y el austríaco Rainer Frimmel, una pareja de directores que provienen del documental, La pivellina sostiene su relato mínimo a través de un retrato amoroso acerca de todos los personajes implicados en “resolver” el destino de una niña de dos años. Desde el plano inicial en el que una mujer con el pelo teñido de bordó busca a su perro Hércules por las inmediaciones de una plaza, y en vez de encontrar a la mascota halla a una niña abandonada en las hamacas, no solamente se confirma una estética de documental aplicada a una ficción sino también una impronta humanista asignada a una visión, tanto del cine como del mundo.
El mundo de Patty no es el típico escenario del primer mundo. O quizás sí. Vive con su marido en un parking de caravanas, en uno de los tantos suburbios cercanos a Roma. Los dos trabajan como animadores circenses. Es una vida casi marginal, aunque la violencia parece erradicada (hasta los policías se comportan con amabilidad). Este paraíso podrá parecer sospechoso al incrédulo, y tal vez se trate de una aproximación sociológica incorrecta, pero Covi y Frimmel están interesados en la lógica vincular de sus personajes y no tanto en el contexto, aunque una clase de apoyo en Historia de Patty para su vecino Tairo de 13 años, y una visita posterior a un museo de cera, sí funcionan como un apunte significativo de la historia de Italia y de Europa.
Si la madre vendrá por su hija o no, si la policía descubrirá la “adopción” irregular, son elementos narrativos que aquí tienen poca importancia. No es allí donde La pivellina resplandece y obtiene su fuerza. Es que el pequeño milagro de este filme tan pequeño como su protagonista pasa por mostrar una modalidad vincular en la que el cuidado por el otro no connota ninguna operación mercantil, ni ninguna evaluación y cálculo egoísta. La cámara encuentra un estilo de vida en el que la solidaridad no es un valor sino una práctica (inconsciente). Además, lateralmente, Covi y Frimmel develan un tipo de masculinidad alejada del machismo patotero. Sus personajes varones son capaces de ternura; en ese sentido, el amor que emana de Tairo, el adolescente del filme, es sencillamente una revelación. Su personaje justifica la película.
Sin el sentido de urgencia característico del cine de los hermanos Dardenne y sin la lucidez política de los directores de Rosetta y El hijo, Covi y Frimmel, a menudo comparados con los hermanos belgas, conciben una puesta en escena similar (cámara en mano, exclusión de música extradiegética, predilección por rodar en locaciones, preferencia por trabajar con actores no profesionales), pero la intensidad y el conflicto social permanecen neutralizados. Es precisamente en el esplendor humanista de sus imágenes en donde hay que buscar tanto los aciertos de La pivellina como sus zonas débiles.
Esta crítica fue publicada por La Voz del Interior durante el mes de agosto 2010
Roger Koza / Copyleft 2010
Me gustó la pelicula, es cierto que no resulta trascendente el aspecto narrativo referido al destino de la niña, pero si bien como decís la violencia está excluida del ambito del film, no es menos cierto que desde que la mujer encuentra a la niña, la amenaza de quebrantar esa felicidad efímera producida por el hallazgo de la criatura, esta presente, lo cual genera una especie de golpe a la sensibilidad del espectador. Si bien los policías son amables, ese momento presenta cierta tensión.
Por otra parte me interesó el aspecto de la solidaridad y la dinmensión del tiempo que tienen las clases sociales más desfavorecidas, por que creo que si una ama de casa de clase media hubiese encontrado la niña sola en el parque habría pretendido no haber visto nada, o tampoco habría tenido tiempo de proporcinarle las atenciones que le dio Patty. Una ama de casa de clasa media del primer mundo seguramente estaría más preocupada por ir a su trabajo, para cambiar el auto, comprarse un nuevo televisor o alguan de esas cosas.
Yo noto en el filme que la cámara se queda tan pegado en observar a la nena que todos los temas del relato terminan siendo puntuales y pasajeros.
Los planos generales, en los ambientes exteriores, tratan de abarcar a los personajes como si se tratase de un álbum de fotos: la pivellina al medio y los adultos a su alrededor.
A mi me sorprende que no haya encontrado una crítica de La Pivellina que no haga referencia a los Dardenne. De las obras de estos dos hermanos sólo he visto, hasta ahora, Rosetta y El Hijo, y yo observo más diferencias de estas dos con La Pivellina que coincidencias.
Igual, la dirección de actores está bien lograda, sobre todo el de la nena, ¡qué ya debería ganar un premio a la mejor actuación!
Saludos.
No hay una diferencia entre las peliculas de los Dardenne y La Pivellina de Covi Frimmel, hay un abismo. Claro que esto no implica un juicio de valor, son solo dos formas de hacer cine (me pregunto si hay otas). Un cine deposita su «fe» en la dramaturgia y la dirección de actores, y el otro en el registro documental, o sea en el azar, con ciertas pinceladas muy inteligentes que hablan sobre las relaciones entre Alemania e Italia durante la segunda guerra mundial, y sus consecuencias sobre los personajes, el matrimonio de realizadores y la italia actual. De estos dos modos de producción se desprende la «intensidad» de las películas de los Dardenne y el «explendor humanista», como bien dice Roger, de la Pivellina.
Si hay una voluntad común, extracinematográfica, de mostrar a las clases marginales del primer mundo lejos del paternalismo, pero también del cinismo de la posmodernidad y la crueldad de un cine pseudomoderno.
Boris K: lo que decís es lo que he intentado decir. RK
Hola Roger, ¿porque creés que es necesario asignar puntuación al momento de hacer la crítica?. Puedo entenderlo que se haga en un diario o similar, ya que esto permite tener una rápida referencia al momento de elegir, no lo entiendo mucho en este blog o publicaciones en las cuales el público que lo consume busca otra cosa. Digo esto ya que creo que con el solo hecho de leer la crítica podemos apreciar tu punto de vista del film en cuestión. Asignarle puntaje a el arte me hace pensar que estamos ante una acción más negativa que positiva.
Saludos cordiales.
Luis: después te respondo bien La calificación simplemente objetiva mi posición respecto del film; es el único valor. RK
Sin embargo, lo primero que pensé mientras la miraba, era «los Dardenne con un poco de azúcar».
Es una buena definición; sin embargo está muy lejos de los Dardenne. Le falta precisión politica y carece de la urgencia características de los personajes de los belgas. RK