LA YEGUA DE TROYA: 292 PALABRAS EN CONTRA DE BLUE JAZMINE
Por Roger Koza
Nota aclaratoria: en el diario La voz del interior se suele publicar todos los domingos una columna llamada Miradas opuestas. Como el título lo indica eso implica dos perspectivas antitéticas sobre una película. Generalmente, quienes escriben desconocen los argumentos del otro crítico que participa en la columna. Mi querido amigo Carlos Schilling escribió a favor (y aquí se puede leer su defensa). Mi ataque funciona principalmente como una enumeración de argumentos a desarrollar para una potencial crítica sobre el film. Pero me he atenido a la regla: un límite de palabras específicas.
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Cate Blanchet es hermosa, su talento descomunal, y su papel en Blue Jazmine está entre los mejores de su carrera. La composición gestual de su desmoronamiento psíquico en el nuevo filme de Woody Allen es notable, y es por eso que ser testigos de su repentina decadencia predispone a solidarizarse con su desgracia. De la escena inicial en un avión en el que Jazmín le cuenta su vida a una desconocida a la devastadora secuencia de cierre en donde intenta recordar la letra de una canción sentada en un banco de una calle, la empatía es inevitable.
Distracción sublime: Blanchet es un pura sangre de Troya por el cual el demiurgo de Manhattan despliega su aciaga visión de mundo. Sus personajes, más estereotipos que posibles criaturas de una realidad específica, constituyen pruebas de una misantropía elevada a filosofía social: los ricos son sólo chorros, los laburantes primitivos y execrables; todas las relaciones se organizan por un utilitarismo banal y desconocen la ternura.
En los permanentes flashbacks con los que se retoma el pasado de Jazmín para compararlo con su presente el desprecio de clase se revela como perspectiva dominante. Los hijos de su hermana proletaria, como sus pretendientes son deliberadamente patéticos. Obsérvese la fiesta en donde Jazmín conoce a un político (posible candidato amoroso que luego por una maniobra mecánica de guión se le quitará), como explicitación del punto de vista de Allen, no exento de misoginia. Una hembra enfurecida es capaz de todo, incluso de reivindicar con una acción la eficacia del FBI.
El mundo puede ser un chiquero moral, pero no hace falta privarle la dignidad a los personajes para probarlo. En todo caso, ellos son víctimas de un sistema de relaciones, no sus artífices y menos aún los culpables.
Este texto fue publicado con otro título en el diario La voz del interior en el mes de octubre 2013
Roger Koza / Copyleft 2013
Me parece importante la aclaración del límite del texto porque ya había leido el artículo y realmente me había parecido eso: limitado.
Tus análisis suelen ser mucho más abarcadores y me quedo con la pica de saber qué otras cosas hubieras comentado para poder hacerme una composición de lugar.
No soy quien para impugnar tu decisión pero, para mí, me quedo con la idea que es de relativa utilidad la participación en esa forma limitada de comentar el hecho artístico que merece ser considerado en su totalidad.
Con el respeto que siempre me merecen tus aportaciones (y el agradecimiento por las mismas)
Santiago
“… los ricos son sólo chorros, los laburantes primitivos y execrables; todas las relaciones se organizan por un utilitarismo banal y desconocen la ternura.”
Guau, si este es el epítome me interesa verla, aunque sea de Allen. No es común tanta franqueza a la hora de resumir el estado de cosas.
“El mundo puede ser un chiquero moral, pero no hace falta privarle la dignidad a los personajes para probarlo.
En todo caso, ellos son víctimas de un sistema de relaciones, no sus artífices y menos aún los culpables.”
¿Un director que testifique, pero no que represente? No sé si entiendo. Un párrafo que daría para profundizar y que abre a cómo se piensa una película, y, epistemologicamente, desde el espectador, qué pasa cuando un personaje habla de algo y que pasa cuando lo encarna. Coincido con Santiago en cuanto a que nos quedamos con ganas, pero esto ya está muy bueno. Gracias
Hay misoginia, puede ser, odio de clase, también, pero la idea de fondo es que el el ser humano es despreciable, como en casi todas las películas de Allen. Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con esas ideas el punto es que él es capaz de hacer con eso una obra de arte, aün cuando la idea es tomada de «un tranvía…» Y hacer que estemos hablando una hora al salir del cine sobre la naturaleza humana me parece digno de la tragedia griga, catártico. Adoro a Woody
He visto la película el domingo pasado. La sala estaba casi llena. Me llamó la atención que la mayoría de los espectadores no paraba de reírse. ¿pensaban que estaban viendo una comedia? ¿la exageración de las escenas dramáticas las llevaba al extremo del grotesco y de allí la risa de los espectadores aín en las escenas más dolorasas? Creo que es una película problemática. Uno puede asumir un punto de vista moral respecto a la especie humana, a una clase social o a ciertos especímenes, lo que me parece repudiable es que esa crítica se haga a través de la burla o el desprecio por las emociones o sentimientos de los personajes. Hay bastante de eso en esta película de Allen y por eso me resulta bastante indigerible.
Un tranvía llamado Jasmine: Blue Jasmine parece una copia deslucida de Un tranvía llamado deseo: la historia es la misma, las dos hermanitas muy diferentes, una de gustos populares y otra aristocrática, una feliz la otra muy neurótica que escapa de su historia anterior, las mentiras sobre el pasado, la revelación obvia y mal hecha, hasta las musculosas del marido de la hermana se parecen aunque el actor no sea Brando y aquí no haya violación, Blanchett se parece demasiado hasta en el nombre a Blanche DuBois. En fin, un reciclado sin vida real, lleno de escenas amaneradas, con una Cate B. tan omnipresente y llorosa que se devora literalmente cada toma sin dejar que algo subsista alrededor. La hermana, insoportable Sara Hawskins, repite en tono menor su rol famoso de discapacidad leve con Mike Leigh: mohines, grititos y disloques corporales. Hay escenas que dan vergüenza ajena, como la presentación de los amigos/candidatos de la hermana, burda y sin gracia. Es cierto que los del mundo «real» son seres bastante horribles, que los ricachones lucen sedosos, elegantes, todos flacos -hasta Baldwin-, y se deslizan rozando cosas por fondos acaramelados, pero en verdad no me fijé en eso, en lo que Roger K. llama “desprecio de clase”, porque me desinteresé y desdibujé, y porque Woody Allen me cansa con estas comedias últimas de superficie patinada -odié esa «Vicky etc.»-, grandes decorados, sedas y vuitones. No espero otra cosa de él salvo, nada menos, que me sorprenda como lo hace a veces y como antes siempre lo hacía. Lo que siento es que si en el Tranvía la oposición carne/espíritu, o refinamiento-vulnerabilidad/brutalidad-vulgaridad funcionaban con violencia en la película por la electricidad entre Vivian Leigh y Marlon Brando, acá todo es estereotipo sin vida. C.B. me resultó insoportable, con los ojos irritados colorados, las lágrimas trazando surcos perfectos por sus mejillas, la voz llena de tonos raspados, los brazos siempre haciendo algo interesante, el cuerpo flaco, desprotegido y temblequeante, como colgado de un hilo «superior”; el filito de la hermana es una caricatura de camiseta y tatuajes, el novio -Peter S.- es un flaco rico absolutamente inverosímil y un quedado sin magnetismo, un tonto de capirote. El todo me parece un guión rompecabezas sin gracia ni vitalidad. Aunque la película entretiene, en realidad todo es previsible. Parece hecha por cualquier otro director con oficio.
Depende de con que se la compare.
En relación a las últimas películas de Woody Allen ¿no es acaso menos frívola, más incómoda, con más agudeza y menos postales?
Respecto a lo que suele ofrecer el cine mainstream ¿no podemos reconocerle, cuanto menos, un guión muy astuto e imprevisible?
No todos los ricos de la película son chorros: el pretendiente que termina abandonando a Jasmine no lo es, o no parece serlo. Los laburantes son bastante primitivos pero no excecrables, o en todo caso no más que los de algunas películas de Lars Von Trier. No me parece que no haya ternura, al menos los hombres que quieren a la hermana de Jasmine, más allá de los modales, la tratan con calidez y ella lo agradece (en todo caso, no estoy tan seguro que una película sea mejor o peor por tener o no ternura). El desprecio de clase o la furia de la que es capaz una mujer despechada -matices más o menos- existen más allá del film de Allen.
Y, finalmente: encontrar un film que ubique al dinero en un sitio resbaladizo y oscuro, es algo.
No la ví, te he escuchado en el programa de Barraco y por ahí es bueno ver la peli antes de opinar, auque a veces sólo de escuchar o leer tus comentarios sé si hay que ir a ver la peli o no. Te mendo un abrazo querido Roger
Querido Fernando:
No me parece un guión astuto: ¿por qué lo sería? ¿Por qué lo imprevisible debe ser considerado como una virtud? Creo que no se trata de una crítica al dinero y a un sistema que lo pondera; es como dice José: Allen detesta a la humanidad en su conjunto, y es probable que muchos miembros de la especie sean detestables. Pero Allen es en ese sentido filosóficamente sustancialista: la vileza está en nuestra naturaleza. No concuerdo en eso: la vileza, como cualquier defecto o virtud humana, es el resultado de un complejo proceso social. Podría seguir, pero el primer gran desacuerdo que tengo con el film es de ese orden. Y todavía no empezamos con cuestiones formales. El momento más extraño es la musicalización en el instante que Jazmine discute en el auto con su nuevo y decepcionado pretendiente. Nada más por ahora. RK
PS: von Trier es como Allen. Son directores que tienen un altísimo nivel de admiradores; para mí es un error concebir a ambos como maestros del cine de todos los tiempos. Decir algo en contra de ellos implica recibir cartas, insultos y comentarios por un largo tiempo. En fin.
Roger: Para Allen el ser humano es, salvo contadísimas excepciones, despreciable. Podemos estar de acuerdo o no con esa postura, pero no me parece que sea una razón para alabar o rechazar Blue Jasmine. Creo que es una de sus buenas películas menores del siglo XXI, ni mejor o peor que la mayoría de este período. Me gusta porque me creo todos sus personajes en el universo en la película y eso no es poco en los estrenos hoy en día.
Una cosa más para que la desprecies quizás más si la revisás: me parece que en la escena del arresto el FBI no es eficaz, son sólo tipos anónimos de azul que tienen el mal gusto de arrestar y esposar a Baldwin en plena calle.
Roger, no habrá nunca de mi parte insultos ni comentarios agresivos hacia vos, ni tampoco defensas a ultranza de Allen. No hace mucho yo te escribía (no recuerdo si en facebook o acá en tu blog) que había dejado de ver las películas de Allen porque ya había dejado de interesarme, y vos me dijiste que no era tu caso, que igualmente tenías curiosidad por ver lo que hacía.
Yo pienso que Allen siempre fue más un guionista más o menos ocurrente y un actor generalmente gracioso, antes que un gran director, pero eso no quita que varias de sus películas tengan (usando una expresión tuya) «rasgos redimibles».
Y en cuanto al guión de B.JASMINE, el hecho de que juegue como lo hace con las expectativas del espectador (haciendo creer determinadas cosas de los personajes que después se van frustrando, o insertando sorpresivos flashbacks que despiertan curiosidad y van llevando la historia para un lado u otro) me parece atractivo, siempre en comparación, como dije antes, con el cine reciente de Allen o con el grueso de las comedias dramáticas que nos llegan de Hollywood últimamente.
Un abrazo.
Yo sí creo que Woody Allen es un maestro del cine. Puedo no acordar con algunas de sus películas, pero creo que es un innovador, uno que no se conforma con lo que ha hecho, que experimenta con desenfado, que logra retratos inolvidables, que su estilo es casi siempre inconfundible, sorprendente y moderno; me ha regalado algunos de los placeres más delicados de mi vida como espectador: Manhattan, Annie Hall, Hannah y sus hermanas, Dulce y melancólico, Whatever Works, La rosa púrpura de El Cairo, Días de radio, Alice, Comedia sexual…, Amor y muerte; y más, y más. Nunca me gustaron sus experimentos más oscuros, bergmanianos, como Interiores, La otra mujer, Septiembres, Blue Jasmine por momentos. Ahí es que siento que no logra el tono exacto para mí. Para mí. Considero que «Maridos y esposas» fue uno de los riesgos más insólitos y mejor logrados de alguien que no necesitaba exponerse para seguir entre los consagrados; pura experimentación formal y puro brillo lleno de sentido como resultado. Me encarnizo contra Blue Jasmine porque me decepcionó, porque lo quiero a Woody Allen y quiero que me haga gozar.
Vos hablás de la misoginia de la película y tratás a la protagonista de hembra y de yegua?
En torno de Woody Allen a veces me pregunto si muchos de nosotros no estamos un poco entrampados porque hemos renegado de la valoración de lo que alguna vez nos resultó un gran cineasta o, al menos, uno de los que formaron nuestros gustos. Y así, cuando nos referimos a sus películas, muchas veces estamos dando cuenta de los cambios en nuestra mirada y en nuestra apreciación del cine en general y le ponemos entonces un listón muy superior al que le pondríamos a otros directores y otros filmes. Y no digo que esto sea necesariamente lo que le pasa a Koza, no lo sé, pero no encuentro mayores argumentos con los que acordar sobre sus impresiones sobre Blue Jazmine.
Coincido en general con lo que apunta Fernando, Me parece un film bien narrado, consistente, preciso -con un timing que el director parecía haber perdido definitivamente-. Y si la impresión que deja del mundo es más bien miserable -y esto no me parece en si mismo criticable- encuentro también ciertos puntos de apoyo entre los personajes -las hermanas o la hermana y sus amantes, por ejemplo- que están narrados desde un escepticismo un tanto implacable, pero que no dejan de mostrar acercamiento, necesidad de estar con el otro y de buscar afecto y/o reconocimiento. Convengamos que Allen nunca fue mucho más allá del trazo grueso a la hora de construir personajes. Lo importante, me parece, no es que se maneje con estereotipos, sino lo que puede construir narrativamente con ellos y aquí ese juego constante entre opuestos -rico/pobre; refinado/vulgar; soberbio/humilde- creo que funciona muy bien justamente porque los trasciende y los muestra en sus efectos menos superficiales para la trama y para los personajes.
Me negué a ver las últimas dos películas de Allen, completamente decepcionado por su producción inmediatamente previa. Creo que sin ser una obra maestra, Blue jazmine es una muy buena película y es mucho mejor que casi todo lo que el cine norteamericano envía a estas tierras cotidianamente.
Pepe: es elemental. Digo hembra y digo yegua porque utilizo el imaginario de Allen para hablar de Allen. Debería ser un imbécil para escribir esos dos términos y no darme cuenta de lo que estoy haciendo. Si querés buscar una contradicción, ahí no existe. Por otra parte: te invito a buscar elementos misóginos en todo lo que he publicado a lo largo de toda mi carrera… No vas a encontrar. Podrás ver otros problemas, pero en este tema lo que pienso me resulta muy claro. No creo sufrir de falocentrismo. Saludos. RK