LAS DOS CARAS DE LA LEY

LAS DOS CARAS DE LA LEY

por - Críticas
22 Nov, 2008 10:39 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

 LA POLÍTICA DE LOS ACTORES

 

Las dos caras de la ley, EE.UU., 2008.

Dirigida por Jon Avnet. Escrita por Russel Gewirtz

° Sin valor

Un bodrio insoportable con dos actores muy buenos aunque frecuentemente sobrevaluados, que nada agrega a sus respectivas carreras y nos roba el dinero y nuestro tiempo.

Cuando el espectáculo no era todavía un vocablo homólogo de cine, es decir, cuando se discutía y se insistía en que el cine era un arte y no meramente un entretenimiento de masas, surgió en el corazón de la crítica cinematográfica el concepto de política de autor. Con él se postulaba que todo director poseía una visión del mundo, perspectiva que se traducía en una idea de puesta en escena. La cámara, sus movimientos, los encuadres, la interacción de los sujetos se ordenaban en un mundo atravesado por una mirada. El plano era una extensión de la conciencia. Los cinéfilos, los críticos, a veces los académicos, entendían que una película se definía por quien la dirige. Una obra tiene un responsable.

Pero el criterio dominante de cómo se elige ver una película, ayer y hoy, suele restringirse a la simpatía que se profesa a las criaturas estelares que pueblan la pantalla, esas deidades casi olímpicas, los actores, que el gran Alfred Hitchcock solía vincular al ganado. Diríase que el público ha practicado siempre una política de los actores. Más que una visión del mundo, el público (se) identifica, secretamente, cualidades y virtudes en los intérpretes.

Y es por eso que en esta semana de estrenos hay un supuesto acontecimiento rutilante: De Niro y Pacino juntos, dos policías, casi retirados, quienes hacen un último esfuerzo para atrapar a un asesino serial, un homicida que poetiza a sangre fría sobre sus víctimas, en su mayoría personas non gratas: pedófilos, dealers, mafiosos, etc. De allí su título en inglés: Righteous Kill, cuya traducción sería ‘Asesinato justo’. Concepción de justicia más que discutible, que la película apenas interpela.

Pero no todo es lo que parece, y es por eso que aquí a esta película mecánica y mortecina se la ha bautizado con un título que induce a concebir una naturaleza doble de quienes representan a la ley. En efecto, Las dos caras de la ley se apropia de uno de los elementos más interesantes del género policial, esa zona de indeterminación simbólica en donde los policías y los delincuentes no son del todo distinguibles. De esa tesis inquietante, el director Jon Avnet (88 minutos) no habrá de sacar ninguna consecuencia interesante, aunque un giro final de guión podrá quizás convencer al crédulo.

Sin duda, De Niro y Pacino son dos grandes actores, ejemplos indiscutibles del Método, una escuela de interpretación que en el cine funciona bien si hay un director que imponga un límite a la composición de personajes. Aquí, están contenidos, no por mérito de Avnet sino porque la película nada exige de ellos. Si bien están siempre juntos, no hay ni siquiera una secuencia que les saque provecho. Los pocos minutos de De Niro y Pacino en Fuego contra fuego son inconmensurablemente mejores que esta película de 101 minutos. Es que allí Michael Mann proponía una visión del mundo (y del cine) en la que ambos sí lucían.

Estéticamente ordinaria y narrativamente ridícula, Las dos caras de la ley es un policial que de no contar con sus dos íconos estelares no se vería ni en el cable. Las estrellas sin una constelación (cinematográfica) que las signifique no brillan ni redimen un fotograma.

 Copyleft 2008 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada por el diario La Voz del Interior durante el mes de noviembre