LAS MARAVILLAS / LE MERAVIGLIE
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
LA SECTA DE LA COLMENA
Las maravillas / Le meraviglie, EE.UU., Italia-Suiza-Alemania, 2014
Escrita y dirigida por Alice Rohrwacher
*** Hay que verla
La tercera película de Rohwacher es un indicio de que hay una alternativa a las grandes bellezas que propone el oficialismo cinematográfico del cine italiano
En toda película hay un pasaje en el que se expone su principio poético o la lógica que la organiza. En Las maravillas, la notable segunda película de ficción de Alice Rohrwacher, ese momento está en el inicio. Unos misteriosos hombres armados acompañados de perros merodean en la noche por el campo. Son cazadores. Por sorpresa, descubren una casa en el medio de la nada, la eluden y siguen con lo suyo. El contracampo inmediato consiste en darle un vistazo a la actividad doméstica. Algunos duermen, otros se disputan el baño y el padre mira la televisión. La secuencia finaliza con una panorámica en picado del padre que durmió afuera de su casa y se despierta al amanecer para maldecir a los cazadores. ¿Es un sueño?
De ahí en más la estructura inicial se repetirá indefinidamente: existe el núcleo familiar, la esfera afectiva y laboral que quiere mantenerse lejos del resto del mundo; existen los otros que vienen a irrumpir la inmaculada homeostasis doméstica. Primero los cazadores, después un programa de televisión, más tarde un adolescente vinculado a un programa social que se unirá a la familia, también el veneno de los agroquímicos del vecino. Ese mundo que el padre avizora con un fin cercano le resulta una amenaza. Paranoia, violencia contenida y obsesión, la ley del padre dictamina que toda la familia es un ejército genético dedicado a la apicultura.
Basada en la propia experiencia de la directora, el filme desdibuja las referencias de espacio y tiempo y emparenta el desarrollo dramático al que se constata en un sueño. La indeterminación es una regla, el extrañamiento, un efecto. La escena en la que la familia participa del programa televisivo porque necesitan dinero tiene algo de ensueño, como si la propia realidad estuviese siempre cercada por el delirio o pudiera develarse como sustancia onírica.
Sin decirlo, Rohrwacher dinamita la pureza sacrosanta de la institución familiar. La joven Gelsomina, cercana a la adolescencia, adivina que hay un mundo más allá del apellido y sus costumbres. Incómoda clarividencia: toda familia es una potencial secta que impone (in)voluntariamente un orden de las cosas. La película es una lanza venenosa sobre ese claustrofóbico círculo afectivo, en el que existe el amor como también la perversión. Gelsomina algún día abandonará la colmena.
Esta crítica fue publicada por el diario La voz del interior en el mes de septiembre de 2016
Roger Koza / Copyleft 2016
…No la vi, aunque anda por la Red… ¿puede llegar a tener un ‘parentesco’ labil con ‘ Vie sauvage’? (aunque no tanto como ‘La Belle Vie’ con aquella, quizás)…
Estimado: no vi la de Kahn; en principio, son directores muy diferentes; es todo lo que puedo decirle. Saludos. RK
…Gracias!… ciertamente, no hay que opinar sin ver, que es, fallidamente, lo que hice…
Salvo el momento en que se intenta forzar un beso como un capricho del guión para provocar una fuga, en todo el resto es notable cómo situaciones algo anómalas fluyen con naturalidad y sensibilidad, sin que la violencia física latente estalle. Placentero film, de esos que al terminar no deja a los personajes ni a los espectadores dañados.
Así es; escribí este texto sin poder verla por segunda vez (la había visto 2 años atrás y conservaba mis anotaciones), pero recuerdo lo del beso. Era placentera de ver, pero recuerdo una gran incomodidad latente y una difusa sensación de perversión (el padre en calzones, todos durmiendo juntos). Saludos. RK
Esa difusa sensación de perversión yo la vi más como una especie de hippismo o colectivismo con el curioso aditamento de un padre que va revelándose autoritario. La película camina por la cornisa en más de un momento sin ceder nunca al golpe bajo, es una de los motivos por los que me gustó.
Abrazo.
Exactamente; es ahí en donde está lo perverso; el padre autoritario se pasea en calzones, y la relación con el hippismo no es impropia. Abrazo