A Raiz do Coração, Paulo Rocha, Portugal-Francia, 2000.

Este BAFICI es una gran oportunidad para conocer la filmografía del imprescindible cineasta portugués Paulo Rocha. A Raiz do Coração es una de sus obras maestras, una fantasía de una actualidad impresionante, que al mismo tiempo no agota su magia en una especie de afirmación de que la vida imita al arte.

La película imagina una Lisboa condenada a la casi segura victoria de Catão, un político de ultraderecha, que conquista a gran parte de la población (particularmente a la juventud) con un discurso de odio enmascarado en mandato religioso, expresado más sinceramente por Los Cuervos, grupo policial de choque que entona la consigna “Moler a los putos, moler a los negros”. Este grupo está en permanente enfrentamiento con un grupo de drag queens que toma la calle a pesar de las permanentes persecuciones de Los Cuervos. A todo esto, la película es un musical (!!). La batalla se va a expresar en canciones y coreografías porque la lucha también se da en el terreno de la estética.

A esta altura de su carrera Rocha tiene un dominio de la puesta en escena del que pocas personas se pueden jactar. Digamos, ya se sienta en la mesa de los grandes. Ver para creer, la secuencia inicial, que muestra Lisboa en plena campaña proselitista: en un momento la cámara está asentada en una terraza y, con un sutil movimiento, pasa a filmar un desfile que atraviesa la calle, varios pisos abajo (¿Será ese plano la inspiración para el comienzo de La princesa de Francia de Piñeiro?). De ahí pasa a un balcón, para ingresar en el departamento y seguir a una mujer que lo atraviesa para asomarse nuevamente a la calle por otra ventana. La parte inicial de A raíz…, que recorre la ciudad y va presentando a los bandos enfrentados, las Drags y los Cuervos, no es una mera pirueta de virtuosismo sino que a partir de la fluidez asombrosa que consigue, amplifica la sensación de convivencia y de conflicto. La ciudad está en disputa de una manera muy literal, entre quienes militan la intolerancia y entre la diversidad de identidades, quienes afirman que Lisboa también les pertenece.

Lo que sigue es una maravillosa maraña de relaciones donde drags y fascistas se ven inmiscuidos en peleas, romances e intrigas, con especial importancia en la relación entre la protagonista de la película, Sílvia, una chica travesti que mantiene una tortuosa relación amorosa con el perverso Catão. La libertad formal de la película, donde el naturalismo siempre está al borde del abismo, se dispara en varias escenas que sobrevuelan esa zona donde el cine se acerca al lenguaje de los sueños como ningún medio puede hacerlo. La venganza simbólica de Sílvia y las drags, no se da sólo a nivel del argumento, sino que se expresa en esa fiesta formal que se apropia del teatro, de la danza, del musical, y del mismísmimo centro cívico de Lisboa, filmado como nunca. La victoria de Sílvia y las drags, también es esa forma libre de ataduras pero de mirada precisa, que es ajena a cualquier tipo de conservadurismo.

Santiago González Cragnolino / Copyleft 2019

Roger Koza / Copyleft 2019

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