El cuaderno de barro, de Isaki Lacuesta, España, 2011

Por Roger Koza

La pieza que acompaña a Los pasos dobles es un documental escueto y soberbio sobre el trabajo de Miquel Barceló, un pintor español que expresa su fascinación por el país Dogón en gran parte de su obra. El registro se divide en dos: los preparativos de una performance y su puesta en práctica; los esfuerzos de Barceló, elegantemente intercalados, de retratar con técnicas heterodoxas a los pobladores de la aldea en la que trancurren este film y Los pasos dobles (muchos de los actores de ese film aparecen aquí como personas comunes que viven en este territorio). Observar la composición de las pinturas de Barceló ya de por sí justifica la película, pero ver la totalidad de la performance resulta incluso un placer mayor, acaso un trance, tal vez compartido por los aldeanos, que en un primer momento parecen estudiar si las formas que Barceló y Josef Nadj inventan con la arcilla son una estupidez o si se trata de un diálogo sincero y un intercambio fructífero entre una forma de arte occidental y el llamado arte primitivo. La total absorción de ambos artistas en la obra que erigen es un poco la clave de todo el film; se trata de un contacto cultural honesto y simétrico, una forma de encuentro entre dos modos de estar en el mundo.

Roger Koza / Copyleft 2013