LO QUE (NO) DICE LA «ENCUESTA DE CINE ARGENTINO»
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En principio (antes de intentar desbrozarla) hay que agradecer que una nueva encuesta sobre cine argentino (https://encuestadecineargentino.com) exista. Vivimos en un país que tiene un Instituto de cine pero no una Cinemateca, cinéfilos expertos en cine internacional que desconocen la historia de su cine, y críticos que dedican su demasiado o poco esfuerzo a escribir sobre temas vaporosos o impropios (en todo sentido). ¿Estoy exagerando? Apenas, si se observa otros proyectos de los mismos responsables de esta bienvenida encuesta. Bienvenida ante todo porque nos deja ver estos y otros problemas. Así que no se lea esto como reproche sino como aliciente, muchachxs: el cine argentino es nuestro destino, y aun está todo por hacer. Ni fuentes primarias tenemos, porque las generaciones muertas no parecen pesar en la conciencia de los vivos. Casi ninguno de los cineastas que encabezan esta lista o tienen varias películas entre las más mencionadas tiene ni siquiera un libro que estudie a fondo su obra.
Pero antes de sumergirnos en sus resultados, debemos tratar de explicar por qué esta encuesta nos parece viciada de forma, antes de intentar un análisis que, por eso mismo, no puede ser más que una interpretación igualmente sesgada. Desde ya, todo recorte implica ya una mirada, pero por eso mismo debe ser lo más objetivable posible. Y lamentablemente esta “encuesta” no lo es, estrictamente hablando: no es una muestra precisa, como para sacar conclusiones más o menos claras. Es más un relevamiento que una encuesta (cuya técnica busca más precisión en la definición del campo y la formulación del requerimiento), pero como el sitio creado anuncia a toda pompa que se trata de “las mejores películas”, no podemos sino señalar esa falta de rigor. Como es sabido, el origen de la palabra canon remite a un grupo de obras pero también a una vara de medición: aquí solo tenemos una lista bastante caótica.
(Nota bene: Como este comentarista tiene sus tres de sus largometrajes mencionados, e incluso uno colado entre las “100” más votadas, podría contentarse con el resultado, pero nobleza obliga: así que no se lea esto como un lamento personal, sino como un llamado a la (auto)crítica. El mismo comentarista no cree que dicha película sea su “mejor”, ni desconoce que hay otras muchas que podrían ser mejores que ella, del mismo modo en que sospecha que Martel debe pensar lo mismo de su primer puesto. Solo un inconsciente o un pedante puede creer que su sitial está consagrado y asegurado… No hay nada más variante que una lista de “mejores”, por eso es que al menos debemos saber con qué vara se las mide.)
Vayamos entonces a la clave del equívoco: “A cada participante se le pidió una lista de sus diez películas argentinas preferidas (…) con el objetivo de alcanzar las cien mejores”. De esta incongruencia entre pedido y objetivo deriva un problema de base: Esta lista no puede ser leída ni evaluada como un posible canon, pero tampoco como un mero señalamiento del gusto de una época. Probablemente el resultado habría sido diferente si se hubiera optado entre “mejores” o “preferidas”, o en todo caso hacer dos listas o encuestas para ver la diferencia… Tal como quedó, por ejemplo, Esperando la carroza tiene más votos que Prisioneros de la tierra, sin que sea claro como evaluar o pensar ese resultado: ¿Se la propone como una de las “buenas”, o solo se asume su lugar en la memoria popular? Como sabenos (y esta lista misma prueba), ambas cosas pueden no ir juntas. En este caso, no sabemos siquiera si estaría en el canon Esperando la carroza de votarse las “mejores”, o si no quedaría más alto aun si solo se votaran las “preferidas”…
En definitiva, lo que no deja ver con claridad la encuesta es si el resultado (lo que parece sobrar o faltar) responde a lo que Williams llamó “tradición selectiva”, o simplemente al poco conocimiento de la historia del cine argentino. Por supuesto, ambas cosas se relacionan, en tanto la “tradición selectiva” opera por olvidos inducidos, que son más fáciles de lograr cuando hay películas literalmente desconocidas que podrían haber entrado en la lista de no ser ninguneadas, mientras otras aparecen por su mera popularidad o bien por efecto de consensos evidentes o a descifrar.
Que la lista de votantes sea tan amplia podría ayudar al menos a tener una estadística, si el criterio hubiera sido parejo. Pero aquí se mezcla notoriamente “la biblia y el calefón”: Me refiero a los resultados, no a los votantes (aunque algunos asumen en las redes que votaron sin tener cabal conocimiento), visto que los prejuicios se desvanecen al ver las insólitas elecciones de notorios conocedores del cine argentino, que tienen al menos una visión panorámica de su campo. Abundan las sorpresas, en el mejor y peor sentido, y quizá acceder cada lista individual sea lo más interesante de esta encuesta (ya que la propia tradición es algo que nunca se explora, ni siquiera en las entrevistas a cineastas: la conversación suele girar en torno a cualquier cosa menos a pensar relaciones y herencias).
Ahí se comprueba también que hubiera sido bueno establecer algunas reglas claras, vista la cantidad de participantes que tienen el impudor de votarse a sí mismos, a sus parejas, o las películas de las que formaron parte. Aunque sospechamos que ni siquiera un pedido expreso habría logrado eludir las afinidades electivas (por no decir el amiguismo) que campea en estos casos. El problema es que con una dispersión de votos tan grande (en la que con solo 11 se accede a un sitio entre los “100”) cada voto cuenta y algunos acuerdos más o menos esperables pueden incidir en los resultados.
Otro problema es la cantidad de películas a elegir: algunos mencionan menos de 10, y otros evidentemente podrían o querrían mencionar muchas más. Probablemente el resultado también hubiera sido diferente de haber podido sumar otras películas a cada lista, lo que hubiera dado más votos a muchas de las que quedaron perdidas (buena parte del conjunto han tenido solo un voto) y asegurado un puesto mayor a otras (aunque sin la distinción entre “mejores” y “preferidas” tal vez no hubiera variado mucho la confusión).
Los editores advierten que “la encuesta no pretende constituirse como una lista inmutable del mejor cine ni revelar ninguna verdad. Intentamos, más bien, construir una foto de los gustos, influencias y modelos cinematográficos en una época determinada”. Y seguramente, pese a todo, esta lista no dejará de hablar de su tiempo. De los votantes más que de las películas seleccionadas: de un estado del campo (¿intelectual?) del cine argentino. Por eso sería necesario (para la próxima, que esperemos no sea en otros 20 años) ser más precisos en la convocatoria, para que ese estado de cosas quede radiografiado de modo que pueda ser comparado con el de otros tiempos. Algo de eso, sin embargo, intentaremos leer en los resultados.
Antes una última cuestión formal, en relación a la necesidad de comparar (públicamente) las listas: La presentación nos informa que “tanto los resultados completos de la última edición, en el 2000, como las diez películas más votadas de las encuestas de 1977 y 1984, fueron publicados en el número 4 de La mirada cautiva, la revista del Museo”, pero no repite esa iniciativa publicando esos resultados en el sitio.
Ahora sí, digamos algo sobre esta selección argentina.
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Empecemos por la constatación numérica, para ver si podemos interpretarla de algún modo. Los editores señalan que “más de la mitad de las primeras cien películas no habían aparecido en encuestas anteriores, y alrededor de un tercio de esas cien fueron estrenadas después del 2000”. Hay escasas películas previas a los años 60, y ninguna entre los primeros puestos: la primera es Las aguas bajan turbias en el puesto 14. Muchas de las otras (como Los tallos amargos o No abras nunca esa puerta) responden notoriamente a la reciente difusión de sus restauraciones, no debidas precisamente a una iniciativa local, pero que muestra la potencia que podría tener la existencia y el funcionamiento de una Cinemateca Nacional, más allá de su función primordial de preservación. De todos modos, no podemos achacar solo a eso el evidente desconocimiento del cine clásico argentino, visto que hace rato puede encontrarse casi todo (lo que no está ya perdido) en YouTube. No es la mejor opción, pero si se votara sarlianamente solo por lo que solo se vió en sala, habría aun menos películas de ese período en la lista…
Leonardo Favio acapara los puestos 4 y 5, pero con dos de sus películas de los 60 (El dependiente y Crónica), pero curiosamente el Romance del Aniceto y la Francisca, que antes ocupaba los primeros puestos, quedó ahora en el 13. Moreira recién entra en el 11, y Nazareno en el 17. Metió cinco títulos en el Top 20. Esto no es curioso, visto que suele ser uno de los pocos cineastas que todo el mundo suelen mencionar con reverencia (aunque encontrar su influencia sea más difícil). Tampoco llama la atención la preferencia por sus películas de los 60, que pueden relacionarse más fácilmente con el Nuevo Cine Argentino de los 90, la notoria nueva incorporación en esta encuesta, no solo en cuanto a películas sino a votantes. Es evidente en los resultados que hay más peso de la generación joven e intermedia, aunque también algunos viejos votantes aporten al recambio.
En la lista de las 100 hay tres de Rejtman, Poliak, y Caetano, que conforman junto con Martel la primera avanzada del NCA. “Avanzada” en un doble sentido, acaso irónico, en tanto se trataría más de rendir homenaje a sus iniciadores que festejar su ascenso. Diego Lerer se sorprende de “lo bajo que quedaron las películas de Lisandro Alonso (Los muertos y La libertad están 71 y 72), y Pablo Trapero (Mundo Grúa está 51 y había figurado en el puesto 10)”. Pero tal vez no sea tan extraño, después de todo, en tanto la evolución de su cine se despega de ese impulso inicial, que tampoco alcanza la potencia que le da a La ciénaga la preeminencia sobre el resto. Martel, como Favio, es una “cineasta sola”. También lo son a su modo Poliak y Rejtman (a los que ya reuní en la genealogía de El país del cine), pero ciertamente son muy distintos entre sí. En ese sentido, si es de celebrar el lugar ganado por Poliak, por el contrario se ha convertido en un problema el de Rejtman, cuyo cine parece tan anclado como Alonso en esa “estética de la abstención” (tal como la llamó uno de sus votantes, Emilio Bernini) que con los años se ha vuelto un equívoco sin salida dialéctica.
Algo de eso hay, sin embargo, viendo los tres primeros puestos: La ciénaga, Invasión y Tiempo de revancha son films consustanciados críticamente con su presente, y esa es parte no menor de su grandeza (aunque el film de Santiago ha sido forzado a ser leído como antecedente de la abstención /abstracción). El cine de Rejtman, en cambio, en tanto visto como comedia y no como tragedia, señala la insistencia de un noventismo tardío que otras elecciones cercanas en la lista (como Juan, La hora de los hornos o Los traidores) recusan. Podríamos decir, parafraseando a Borges, que si Los guantes mágicos (puesto 49) ocupara el lugar de Silvia Prieto, “otra sería nuestra historia [del cine] y mejor”.
Hay notorias incorporaciones y exclusiones, ascensos y también descensos notables. En relación con la encuesta de 2000: Camila pasó del puesto 2 al 27, La historia oficial del 8 al 35, La Patagonia rebelde del 3 al 30, Rosaura a las diez, del 4 al 23, La guerra gaucha, del 7 al 77, por citar solo algunos casos. Pero entre las 100 también hay mucho del antes despreciado “cine de los 80”: No solo Esperando la carroza o Tiempo de revancha (esta en el merecido top five) sino films antes invisibles como Juan, como si nada hubiera sucedido o Habeas Corpus, que demuestran que si esa década no fue prodigiosa al menos fue más rica de lo que sus odiadores proponen. Aristarain es precisamente el hilo que viene a suturar ese corte, con cuatro entre las 100: ese cine es el que el NCA había renunciado a hacer, y ahora lentamente vuelve a resurgir, aunque todavía sin la potencia o el valor de Tiempo de revancha. Hay también dos películas de los 80 de Solanas (entre sus cuatro del top 100) y cinco películas de Bemberg, lo que consolida su lugar (previsible en este caso y no tanto en el otro).
Era esperable también que las dos megapelículas de Mariano Llinás ganaran un lugar por prepotencia de trabajo, aunque no hay de otros integrantes de El Pampero entre las 100. Esto no habla de sus compañeros de ruta sino del lugar excéntrico de Llinás, en tanto también a su pesar es un “cineasta solo” aunque en otro sentido: Historias extraordinarias (puesto 15) quiso ser vista como un recomienzo de todo el NCA, pero solo señaló su final. (Sospechamos que Argentina,1985 –confirmación de ese giro, aunque tampoco logre ser una película modélica para las nuevas generaciones– integrará esta encuesta en el futuro.)
Algunas de las películas más recientes del ranking son (además de la del comentarista, ya citada): Cuatreros de Carri, El silencio es un cuerpo que cae de Comedi, Las Mil y Una de Navas, y Esquirlas, de Garayalde, estas dos últimas de 2020 (de hecho hubo 49 votos para films desde el 2020 hasta acá). Estas películas son respetables, pero es altamente probable que –como siempre ocurre con las más cercanas en el tiempo– no permanezcan en su sitio en futuras listas. Esto se aplica generalmente a las de los últimos 20 años, aunque como vemos hay películas de ese tiempo, como Felicidades o Historias mínimas, que aun ocupan un incomprensible lugar. Ojalá Cuatreros superara a Los rubios con el tiempo (ya que de hecho se propone como su superación “dialéctica”), pero vemos ahí la misma insistencia que llevó a Silvia Prieto al top ten.
Por supuesto hay cosas acaso más penosas, como el sitial reservado a dos películas infames como Relatos salvajes y Tiempo de valientes. Si le lector se pregunta por qué son infames, es parte del problema… (No voy a abundar aquí en la respuesta, lo remito a lo que ya escribí en este sitio sobre el cine de Szifrón).
Otro resultado llamativo es la por el contrario bienvenida presencia del cine experimental, aunque la que logró un puesto entre las 100 sea Ofrenda, de Claudio Caldini. Digamos que un corto de 5 minutos con “infinitas margaritas se superponen” no puede ser más destacada que la película más radical (también en un sentido político, que acaso disgusta a muchos) del cine experimental argentino: me refiero a La pieza de Franz, de Fischerman, que solo tuvo dos votos (la misma cantidad que Org, ese ovni de Birri que también merecería ese sitial).
También sucede, si hablamos de injusticias, que hay cineastas mencionados solo por una película, que tienen otras igualmente considerables, como Romero (Tres anclados en París), Vallejo (Reflexiones de un salvaje) o Echeverría (Cuarentena), por solo nombrar grandes películas sobre el exilio. Así, es de desear que, además de subidas y bajadas, en futuras votaciones se encuentren películas que en esta no tuvieron ni un voto. Por mencionar solo algunas notables de los años 70: El habilitado (una película que puede dialogar con el cine de Poliak), La hora de María y el pájaro de oro (un Nazareno con conciencia de clase) y Los miedos (que nuestros numerosos cultores del género ignoran).
En fin: esperemos que la encuesta sirva para ver, sobre todo, lo que falta. Pero no esperen a la cada vez más lejana Cinemateca… Nunca tendremos una retrospectiva completa de Christensen, Saslavsky o Torre Nilsson, en estupendas copias restauradas, como cualquier país del mundo con la tradición (in)visible del cine argentino. Habrá que seguir dependiendo de la poca voluntad del INCAA (que no es sino el resultado de la poca voluntad de la industria), y de la actividad incansable de archivistas como Fernando Martín Peña (sin quien ni Juan ni Los traidores hubieran picado en punta en esta lista), y por supuesto de los abnegados o resignados cinéfilos que comparten sus mejores copias donde pueden o los dejan… Así que los futuros votantes no tienen disculpa: hay mucho para ver y descubrir, incluso a solo un click de distancia, empezando por los links que aparecen en el sitio de la encuesta. No hace falta ser un cinéfilo (casi diría que es mejor no ser un cinéfilo, siempre más atento a otras distracciones): Basta un poco de curiosidad, un poco de amor (por lo) propio. Al menos mientras todavía tengamos, de todas esas películas, su pálido fantasma.
Nicolás Prividera / Copyleft 2022
Hubo varias como
Dios se lo pague
Esperando la carroza
La revancha
La casa grande ……
Pero….ellos….son
LOS QUE SABEN ……..y el tiempo
No se entiende el comentario. Dos de esas fueron muy votadas.
Acá ni los que saben dejan de pifiar. Y el tiempo… Corrige pero también destruye.
Aprovecho para agregar que se votaron tantas de 2020 hasta acá como de toda la década del 50. Eso da cuenta de un desnivel que no se achaca solo a que este sea un álbum para la juventud.
Ya nadie se acuerda de «A dos aguas» de Carlos Olguin, film maldito si los hay, ganador de una Mención en Locarno 1987. Con una Bárbara Mujica exquisita.
Gracias por la mención. Lo tengo entre mis pendientes.
…Permiso… «A Dos Aguas» se puede ver en Vimeo
«Aprovecho para agregar que se votaron tantas de 2020 hasta acá como de toda la década del 50.»
Habría que pensarlo.
No sé si se debe a que del 2020 para acá se hicieron mejores películas o a que lo último, “lo nuevo” tiene una fuerza irresistible por su conexión de inmediatez con el presente y se percibe como fresca renovación (que portaría un valor per se)
La inmediatez también habilita a ser atrevidx, a tirar predicciones que solamente el tiempo se encargará de demoler. Por ejemplo, hoy 2022 puedo decir que No va más es una de las 100 mejores películas del cine argentino. Dentro de 10 años nadie se va a acordar que lo dije o a nadie le va a importar.
Evidentemente no se debe a que del 2020 (o del 2000!), pero es cierto que para los votantes más jóvenes encarnar “lo nuevo” tiene una fuerza irresistible, aunque su conexión con el presente en general brilla por su ausencvia, y la «fresca renovación» no siempre es fresca ni renovación.
Siempre habrá quien quiera ser atrevidx, pero para eso tambiérn debe conocer las historia que en la que quiere incluir sus elecciones. De otro modo solo es un provocador o un inconciente, y no sé que es peor.
Para tirar predicciones habría que hacer una encuesta de predicciones. En general pocas se cumplen, como queda claro viendo viejas encuestas (solo Tiempo de revancha se mantiene del 84 hasta acá, subiendo puestos). No veo el sentido de tirar nombres si uno sabe que el tiempo se encargará de demolerlos. Eso es solo berretín de figurar, lo que es mas triste en el caso del solitario autovoto.
Es cierto que se expone un insuficiente y a la vez preocupante desconocimiento por el pasado, sobre todo de aquel de la era «clásica», pero a mi me sorprende positivamente la presencia de algunos títulos como La cabalgata del circo, Hombre de la esquina rosada o Fin de fiesta que tal vez no hubieran aparecido unos años atrás. Creo que la encueta expone muchas líneas divergentes en relación con la tradición. Coincido Nicolás, no hay, por ejemplo, un libro sobre Soffici o sobre Fregonese, pero a la vez algunas de sus obras empiezan a entrar en consideración.
Fin de fiesta tuvo 13 votos entre 550 votantes… Y salvo las top de Del Carril o Soffici, en general esa es más o menos la proporción, algunas con 25 y otras con 5 o 1 voto. Es minúsculo, y ni siquiera se puede achacar a la dispersión. Se supone que hasta al más caido del catre en esta encuesta le interesa el cine argentino, pero en general su interés es más bien limitado a su generación o la del 90 y poco más. Baste ver la cantidad de votos por década.
Me refiero a los más jóvenes,: aunque la encuesta no aclara edad lamentablemente, se deduce. Salvo los jóvenes críticos interesados por el pasado, los demás parece que no ven (siquiera el problema) ni les importa.
El resultado de la encuesta no debe dar la impresión de estar tan viciado si merece el extenso análisis del segundo apartado…
Antes que nada, acepto que la distinción entre «mejores» y «preferidas» podría haberse resuelto mejor, aunque no creo que haya una incongruencia tan abismal entre una y otra (¿si votamos las «mejores» hablamos del canon y si votamos «preferidas» es un mero conjunto de listas individuales sin ninguna relevancia colectiva? ¿No sería significativo en ningún aspecto que determinada película «guste» a muchas personas vinculadas de distintas maneras al mundo del cine?). Haría dos salvedades ante el riesgo de relegar el valor estético como principio al pedir las «preferidas» (probablemente también un rasgo sintomático de la época, como me han señalado): por un lado, era un intento de eludir las respuestas más previsibles, la repetición de títulos ya consagrados. Creo que es importante darle cierto lugar al gusto personal en la selección (aunque sea un factor inevitable) para que eso active movimientos en el cuerpo de películas canónicas. Si se va al «voto seguro», si se votara exclusivamente para certificar el canon, intuyo que habría un margen menor para dar cuenta de sus transformaciones, se iría mayoritariamente a las ya consagradas y aprobadas de antemano (sobre esto se explaya Carla Maglio en la justificación de su lista). Pero incluir el criterio de las favoritas creo que también funcionó en términos prácticos para incentivar que se participara en la encuesta. En muchos casos hubo votantes que no se sentían autorizados a opinar sobre las «mejores». Pero, al menos para mí, era importante que se participara más allá del conocimiento o de estar más o menos calificados para votar. Es decir, si no se ve mucho cine argentino en la comunidad cinematográfica en general (contando los campos de realización y de recepción, de ahí la selección amplia de participantes), considero importante que eso se vea reflejado en los resultados, ya que no se trata de dilucidar cuáles son efectivamente las «mejores» (¿quién podría determinar eso?), sino de ver cuál es el mapa que se arma hoy de la historia del cine argentino, del que pueden desprenderse gustos, modelos e influencias; con suerte, un reflejo del canon actual.
Tengo ciertas dudas de que ese error (la falta de distinción entre «mejores» y «preferidas») haya impactado sustancialmente en los resultados. Hay claramente una selección canónica en los primeros puestos. No hubo disparates en los votos (y, en los casos en que los hubo, quedaron como votos aislados). Creo que eso sería subestimar a los participantes y sobreestimar la influencia de las pautas (reitero, por las dudas, que me parece válido el reclamo de que deberían haber sido más definidas). La diferencia de criterios para votar siempre va a estar (¿cómo se determinan las «mejores»?), sumando a quienes usan sus listas para divulgar películas poco conocidas (los valiosos aportes de Peña y Cuarterolo, entre otras) hasta quienes se basan exclusivamente en el gusto personal (sin entrar en las excentricidades aludidas en esta nota, como el autovoto, también relegado a casos aislados). Sin ir más lejos, Esperando la carroza, tomada aquí como emblema de la arbitrariedad del gusto, tenía una posición similar (incluso más alta) en la encuesta del 2000, que también llevaba el título de «mejores» (habría que consultar con la gente del Museo cuáles fueron las consignas en la invitación en aquella ocasión), y contaba con una selección de participantes más uniforme, otro de los puntos cuestionados en la presente edición. (Por otra parte, ¿qué haría que Esperando la carroza sea «peor» que Tres anclados en París o que la otra película de Doria mencionada, Los miedos, señaladas aquí por su ausencia?).
Respecto a la representatividad de la muestra, hubo mucha preocupación por invitar a personas de distintas áreas, siempre vinculadas con el cine, incluyendo a cinéfilos y figuras de la cultura (¿las inclusiones más polémicas?) que consideramos que manifestaban consistencia como espectadores y que era una zona relevante para cubrir (obviamente se puede discutir la inclusión y exclusión de ciertos nombres puntuales). Un factor a tener en cuenta en este punto es el porcentaje de respuestas recibidas, que apenas supera la mitad de las invitaciones enviadas (un porcentaje alto, según nos han señalado, pero que, supongo, también se podría haber subsanado, aunque hubiera implicado muchísimo más trabajo).
Por último, si el cine argentino de las últimas décadas presenta tantas dificultades para ser interpretado, no había manera de que la encuesta devolviera un resultado lineal y fácil de comprender a primera vista. Creo que lo «caótico» del resultado puede tener que ver con eso más que con errores metodológicos (tampoco pareció una tarea tan ardua interpretar la lista, finalmente, a juzgar por el análisis del segundo apartado, con el que mayoritariamente coincido, aunque haya servido para confirmar hipótesis previas y no tanto para aportar nuevas).
Para resumirlo brevemente: creo que deberíamos asumir algunos errores, pero aun así considero atendibles y valiosos los resultados.
Agustín (y redacciones de las revistas): El extenso análisis del segundo apartado podría ser más extenso y certero si la encuesta no estuviera viciada (lo de «tan» o cuan es una de las cosas que tampoco podemos saber).
No es que la distinción entre «mejores» y «preferidas» podría haberse resuelto mejor, sino que habría que ver el modo de resolverla. Todo método tiene su margen de error, pero si se parte de un error de base ya no es margen.
Los «no creo» son algo que e dificil de discutir, pero la incongruencia es notoria: si, si votamos las «mejores» hablamos del canon y si votamos «preferidas» hablamos de gusto. No se trata de que una cosa sea más «relevante» que otra sino que son dos cosas diferentes.
Pero no se trata de «relegar el valor estético como principio al pedir las preferidas»: el canon no juzga tanto el valor el estético como la valoración misma. Y en ese territorio también se pueden «eludir las respuestas más previsibles», pero sobre todo se puede eludir el mero «me gusta». Una encuesta no es un like en una red.
El gusto personal siempre influye en la selección, la cuestión (precisamente porque es «un factor inevitable») es limitarlo porque se mide otra cosa. Pero no hay «voto seguro»: un canon no es inmovil, como dejan ver las variaciones en las listas anteriores.
No se vota «para certificar el canon» sino para ver sus variaciones! No hay «un margen menor para dar cuenta de sus transformaciones», porque inevitablemente siempre se mueve. En todo caso, habrá mayor o menor desafío en las respuetas. Pero esa es la regla del juego. Pedir favoritas es otro juego, con ninguna regla y un resultado diferente. Acá lo que se ve en las respuestas es una mezcla entre ambas codas, sin que se puedan decodificar demasiado razones y resultados.
Si el criterio de las favoritas fue prácticos para incentivar que se participara en la encuesta, bueno… Es lo que digo: es otra encuesta si «muchos votantes que no se sentían autorizados a opinar sobre las «mejores»» votaron: entonces NO SON LAS MEJORES como promueve el sitio y todas las notas que se están haciendo sobre él.
Si «era importante que se participara más allá del conocimiento o de estar más o menos calificados para votar» hubieran hecho la encuesta de PREFERIDAS: incluso eso mediría el gusto sin tampoco viciar el resultado. De hecho se podría haber hecho un plesbiscito y que vote el que quiera…
«Si no se ve mucho cine argentino en la comunidad cinematográfica en general (contando los campos de realización y de recepción, de ahí la selección amplia de participantes), considero importante que eso se vea reflejado en los resultados»: eso se vería en cualquier caso!
Y, otra vez si «no se trata de dilucidar cuáles son efectivamente las «mejores»», para que proponer eso en titulos y convovatoria?? Mucha gente votó confundida, entendiendo una cosa u otra.
En cuanto a «¿quién podría determinar eso?», otra vez: no se trata de las mejores objetivamente, sino subjetivamente!!! Pero un CANON no es GUSTO. Volvemos a un problema que, por sus insistencia, es un problema. Y no es nuevo. Varias generaciones de críticos se formaron sin entender la diferencia… De ahi tambien la insistencia en una «crítica del gusto».
Con esta encuesta no sabemos «cuál es el mapa que se arma hoy de la historia del cine argentino», solo vemos una mezcla de gustos que parecen pesar mayoritariamente y nos impiden ver no solo que canon se desprende, sino como pesa el (des)conocimiento del cine previo: podemos sospechar que los que no votaron cine pre sesentas no lo conocen, m{as que no les «gusta», pero no podemos saberlo…
Así que sí: ese error (la falta de distinción entre «mejores» y «preferidas») impacta sustancialmente en los resultados. No solo pueden cambiar los primeros puestos, sino que evientemente hubo disparates en los votos (Manuelita???) y, no fueron solo votos aislados.
No se trata de subestimar a los participantes sino de no entender el criterio de su selección: si no vota culquiera, hay que dejar claros los motivos de corte. Por qué Quintin y no Noriega, por ejemplo? Y además tratar de balancear la lista: es bastante evidente (aunque lamentablemente no figuran las edades como filtro) que hay mas jovenes que viejos o generacion intermedia, digamos.
La «influencia de las pautas» es absoluta. Justamente porque «la diferencia de criterios para votar siempre va a estar». Ejemplo: no autovotarse, no votar mas de una por director, no votar de los ultimos 5 años, no votar de un solo período, etc. Eso aclara el panorama.
(Yo creo que para hacer una lista canónica habría que votar diez por década)
Porque (otra vez) no se trata de que Esperando la carroza sea «peor» que Tres anclados en París… No se trata de un ranking sino de un canon!
Para finalizar: la encuesta es valiosa, y por eso mismo se señala lo que podría aclararla (no digamos «mejorarla») en futuras ediciones.
A ver si queda claro: un canon no es un ranking, y en ese sentido ni siquiera se trata de «las mejores». Un canon es un sistema de inclusiones y exclusiones, mas que de jerarquias. Ya estar en el canon o no, define lo que una época o tiempo define como valorable. En ese sentido, ya hacer un listado con orden de votadas es menos que un canon, pero si encima no queda clara la premisa para los convocantes o votantes…
No sé a qué viene la aclaración, en ningún momento hablé de que la lista fuera el canon o de que el canon fuera un ranking («con suerte, un reflejo del canon actual»). Igual, esto que agregás se acerca un poco más a lo que estaba tratando de pensar.
Bueno, saquemos la aclaración. Espero respuesta a todo lo demás…
Y que sigan discutiendo la encuesta en sus respectivos medios. No puede sino ser un punto de partida más que de llegada.
Relatos Salvajes y Tiempo de Valientes me parecen muy buenas películas y no le veo lo infame; por lo que como espectador soy parte del problema y responsable de que no progrese el cine nacional.
No es cuestión de «progreso» sino de regresión más bien… La altanería y la falta de argumentación también es parte del problema. Pero no es culpa de los espectadores, salvo que crean que su gusto es infalible.
A los tuiteros: traten de leer antes de opinar. A los que tergiversan el texto no sé que decirles, salvo que entiendo que lo hagan en tuiter en vez de venir a discutir con argumentos aquí… Espero que «cierre ese antro», para usar una frase que los tuiteros pueden comprender.
Cortito: estoy de acuerdo con el planteo de Nicolás sobre la inconsistencia de marras entre las mejores y las preferidas o entre el canon y el gusto personal, pero como se trata de un problema cultural más transversal y general que recorre al campo (la manera en que se habla, valora, escribe, critica, programa, etc.), me parece un exceso de racionalismo voluntarista un tanto desproporcionado cargar de esa manera las tintas en la formulación de las consignas que invitaban a participar, como si se pudiese zanjar el problema simplemente a partir de una enunciación clara y precisa en la convocatoria. No digo esto para disculpar las decisiones editoriales ni para hacer conjeturas contrafácticas (inconducentes la mayoría de las veces) sino en todo caso para señalar que esa disparidad de criterios es un escollo de largo aliento que probablemente ninguna encuesta pueda resolver, por más meticulosamente diseñada que sea su arquitectura.
Amigo Migo:
Si está de acuerdo sobre la inconsistencia de marras entre las mejores y las preferidas o entre el canon y el gusto personal, no veo a qué viene diluirlo como «un problema cultural más transversal y general que recorre al campo». Ciertamente el campo está recorrido por muchos problemas, pero este sigue siendo uno de ellos y no menor, en tanto afecta «la manera en que se habla, valora, escribe, critica, programa».
No es un exceso de racionalismo buscar una clara formulación, aunque viendo las críticas a la crítica ciertamente fue voluntarista: no solo no se puede zanjar ese problema, sino que al parecer a nadie le interesa pensarlo como problema.
En fin: que el «escollo de largo aliento» es que en este campo hay mas voluntad de consenso que de asumir los conflictos. Hay que festejar que Silvia Prieto esté junto a Juan como si fuera un té para dos.
Me llama la atención ni una sola mención al cine de Alejandro Agresti. Pero como me comprenden «las generales de la ley» no voy a opinar.
Agresti aparece en el listado, así que supongo te referís a esta nota: como comprenderás no puedo hablar de las 100… Pero valoro el cine de Agresti, sobre todo como mediador generacional, como queda claro en «El país del cine».
No es un exceso de racionalismo buscar la formulación más adecuada, sí lo es asumir que una formulación así modificaría significativamente los resultados: en efecto, las taras y los vicios no son solo de esta encuesta, sino de todo lo que la hace posible y la informa.
La intervención de Agustín aclara algunas cosas, y está bien que lo haga. Había que hacerlo. Y si deja la sensación, o la certeza, de que no responde demasiado a tus cuestionamientos, Nicolás, es porque se toma el trabajo de poner sobre la mesa discusiones que, en rigor, debieron darse antes y que, si se dieron, debieron salir mejor resueltas y no con esa formulación de compromiso. Pero por algún lado hay que empezar. Y más vale tarde que nunca –si es que creemos que no es todavía demasiado tarde, es decir, ya nunca– .
Por otra parte, es cierto que si ninguno de los editores (salvo Agustín que, insisto, más que debatir, viene a intentar aclarar algunos términos) tiene ganas de polemizar con tu análisis que se juzga excesivamente crítico (conste que yo no lo leí así, hasta me asombró el equilibrio, la valoración menos tajante, el hecho mismo –como dice Agustín– de que, declarando a la encuesta viciada, sin embargo, la discutas tal como es…) y que viene encabezado por una chicana improcedente que no facilita en absoluto las cosas, tampoco parece que acusaran alguna consciencia o siquiera recibo de lo que está verdaderamente en juego –o lo estaría, si alguien quisiera jugar– en tu artículo.
De algún modo, se asumió que reconocer los problemas conceptuales de la encuesta equivalía a tener que asesinarla, renegar de ella, declararla nula. Y como nadie quiere asesinar a su criatura y como, honestamente –creo–, se entiende que el valor de la encuesta es mayor que los errores en su factura, entonces, los errores tienen que ser barridos debajo de la alfombra para que la encuesta viva. Sin embargo, no es así: el mejor balance o análisis de la encuesta será el que incorpore en el examen de los resultados mismos los errores o falencias que podrían viciarla (o que parcialmente la vician) y que –como decís, Nicolás– no se limitan al soprendente deslizamiento de “favoritas” a “mejores”, contenido ya en la invitación.
Esa resistencia conservadora queda más que clara en la nota de análisis en Infobae, plagada de imprecisiones, errores, frases hechas que se repiten sin dar espacio a la más mínima sospecha…. ¿Que ese tampoco es el lugar para un análisis riguroso o de cierto alcance? ¿Para qué, entonces, hacer uno que aparenta serlo y que es, en cambio, un catálogo de perezas y de sentido común?
Por ejemplo, ¿qué quiere decir que Martel sea más exitosa que Trapero? ¿Es de verdad así? O ¿cuán exitoso fue ese “puñado de films” del NCA? ¿Fueron todos igualmente exitosos? ¿Dónde? ¿Para quiénes? ¿De verdad Martel consigue reconocimiento “trascendiendo” los festivales? Todo lo que importa pensar de esta encuesta (y no solo) está sepultado bajo esas asunciones que no piensan nada. Por caso, la hipótesis de que Martel no se convirtió en una referencia porque trascendió los festivales, sino, precisamente, por la forma específica en que los festivales que la valoran o valoraron se vincularon con los organismos de financiamiento, las escuelas de cine, etc. quizá ayudaría a comprender mejor el lugar que su filmografía ocupa en las preferencias de los votantes.
Por último, unas líneas para la pésima decisión de hablar de la ausencia de políticas públicas para la conservación, preservación y difusión del patrimonio cinematográfico sin usar ni una vez la palabra “Cinemateca”. Y el que crea que es una cuestión menor se equivoca: decir “CINEMATECA YA” es el modo en que reconocemos esa ausencia; el modo en que exigimos que cese; el modo de hacer reconocible, extensible y concreta a esa demanda.
En fin, todavía me quedaría, entre otras cosas, discutir los resultados. Algo ya dije: a mí, ME GUSTAN.
Dije «los problemas conceptuales de la encuesta», pero claro que no son solo conceptuales (que no sería poco), como se puede seguir de algo que digo más abajo. Son conceptuales, metodológicos y… no quiero decir epistemológicos porque los tuiteros se me duermen capaz; pero sí. Y vitales, también.
Había enlazado la nota en Infobae firmada por Álvaro de la que hablo, pero no salió (porque esto no funciona así, ok). Es esta, por si alguien tuviera dudas, o curiosidad: https://www.infobae.com/cultura/2022/11/16/encuesta-de-cine-argentino-un-punto-de-partida/
Carla:
No tengo nada que agregar a lo que decís, de hecho son preguntas que debería(n?) contestar el (o los) aluido(s): depende de si esa nota habla por el colectivo o solo por el firmante.
Pero quiero decir algo sobre lo que llamás «chicana improcedente», que no es chicana ni improcedente.
Hablé de «temas vaporosos e impropios». La definición de vaporoso es «tenue o ligero», y así considero un libro sobre las nubes en el cine, sin que eso sea un juicio de valor: el libro puede ser un bello objeto, pero uno lo imagina como -por decir algo- una publicación del festival de Viena, o alguno de esos lugares donde como ya tienen todo resuelto se pueden dedicar a buscar temas extravagantes. Del mismo modo, impropio se le dice a lo que «no es adecuado, acertado u oportuno», como por ejemplo un libro sobre mumblecore, un tema que acaso ya no interese ni a los iniciadores de ese movimiento, pero sobre el que seguramente podemos encontrar abundante bibliografía en Estados Unidos.
Entiendo que es antipático decir estas cosas, pero deberían entenderlas quienes acaban de dedicar su esfuerzo a una encuesta del cine argentino y no descomocen que ademas de Cinemateca tampoco contamos con extensas bibliografías: como ya dije, ni fuentes primarias tenemos, y sobre numerosos temas no hay escrita una sola palabra… Una situación así sería incomprensible en esos paises cuya cinematigrafia admiramos, y más si se pusieran a escribir sobre algún tema lejano sin haber explorado antes los cercanos.
En fin; no hace falta decir que el internacionalismo es bienvenido, porque esa es una de las tradiciones del cine (auque el regionalismo tampoco abunda en Latinoamérica). Pero la otra son las miradas nacionales (adivinen si los paises que tienen Cinemateca los tienen…), como ya sabía el joven crítico que escribió sobre «una cierta tendencia del cine francés».
Aquí también las más influyentes revistas de cine se posicionaron, y ciertamente no fueron consensualistas porque sabían que en la vida y el cine hay conflicto.
A veces (acaso si uno vive en Viena) eso se puedo evitar, pero aquí (y en otros lugares del mundo que hasta hace poco se creian inmunes al facismo) nadie va a poder ser neutral si avanza una derecha radicalizada. Aunque tal vez muchos de nuestros intelectuales, críticos y artistas prefieran seguir en las nubes.
Respondo acá abajo, aunque reiterando cosas que ya estaban en mi primer comentario: como dije (fue lo primero que dije), sí, entiendo que votar favoritas o mejores no es lo mismo. Lo que me estaba preguntando (en la línea de lo que Nicolás mismo afirma, de que, “pese a todo, esta lista no dejará de hablar de su tiempo”) es si se puede o no hacer una lectura de los resultados generales (si no, solo quedaría limitarnos a las listas individuales…). Si el “error de base” invalida cualquier tipo de reflexión en torno al canon a partir de los resultados, solo resta hacer un mea culpa, impugnar la encuesta, tomar notas para la próxima y postergar la discusión 10 años. Nadie estaba festejando que Juan esté junto a Silvia Prieto, la pregunta era si esa convivencia (no apreciada como consenso sino como conflicto desde nuestro editorial, para aclararlo una vez más) es representativa de algo o no. No quiero disculpar la consigna o los resultados, ni hacer una apología del gusto (se ve que es necesario que lo aclare… ), sino indagar en si los resultados son un aporte para reflexionar sobre el canon, ya que esa fue la objeción desde un principio. En efecto, yo creo que, por poner un ejemplo, si Invasión salta del puesto 38 al 2, evidentemente algo está pasando ahí, incluso cuando el criterio con que se la seleccione sea variable según el caso (para algunos será “preferida”, para otros “mejor”, para otros “importante”… ), porque el criterio que cada persona elige también dirá algo de su tipo de vínculo con el cine: no es aleatorio quién elige divulgar, votar películas importantes de la historia del cine o votar según su gusto personal. Seguro habrá excepciones, pero esa selección de criterios, miradas e intereses podría hacerse en cada caso extensiva a la práctica (sea en la crítica, la realización, etc). Que Rejtman y Solanas compartan lugares entre los diez primeros puestos creo que nos obliga a pensar en qué los hace llegar ahí, más que celebrar la presencia de uno y criticar la otra. Yo no tengo la respuesta, aunque se me ocurren un par de motivos, sugeridos hacia el final de mi primer comentario. En esa línea entiendo los resultados, pero parece que de lo que digo se deduce que solo me interesan los rankings…
Agustín:
Esta nota parte de la base de que se puede hacer una lectura de los resultados generales, aunque no se pueda hipotetizar con demasiadas certezas visto el «error de base».
(Tampoco es algo que no fuera advertido: no sé si lo señaló alguien más al momento de la encuesta, pero yo si lo hice, y de hecho queda constancia en el comentario que acompaña a mi voto.)
Pero no se trata de «impugnar la encuesta», sino plantear que no solo debemos discutir sus resultados sino la metologia que los produjo. Algo que no veo esté sucediendo en otro lado que aquí…
Y tal vez alguien quiera hacer otra antes de 10 años. Pero si se va a votar por «preferidas» directamente habría que hacer una consulta abierta a la comunidad, en vez de 500 votantes. Y si la hace cerrada se tendrá que definir mejor cual es el criterio de selección (de votantes y películas).
Pero volvamos al «análisis de los resultados»: esta nota es mi aporte, precisamente. Ojalá haya muchos otros. Pero el editorial no alcanza, y la nota de Infobae tiene los problemas que que señala Carla.
Veremos cómo sigue la cuestión (y no me refiero solo al análisis) para ver si la perspectiva es consensualista o conflictivista… Por el momento estamos en la fase autocelebratoria.
Y esta bien que festejemos que se hable de la necesidad de una Cinemateca (si se habla), e incluso que ustedes se alegren de la propia visibilidad que han logrado. Habrá que ver si ese posicionamiento implica algo, porque esa palabra («posicionamiento») habla no solo del espacio ganado en un campo sino de si se está más o menos lejos de eso que Carla llamó la «resistencia conservadora».
Tomando lo que decís como ejemplo: Que Rejtman y Solanas compartan lugares entre los diez primeros puestos nos obliga a pensar en qué los hizo llegar ahí, pero eso implica también pensar la tensión (histórica, política, etc) entre ambos.
Si hay dudas sobre si estamos más o menos lejos de una «resistencia conservadora», yo ya no sé… No quisiera ponerme acá a citar notas de nuestro sitio o propias. Para quien quiera leerlas, ahí están.
En prinicipio, Carla se refirió en esos términos a la citada nota de Infobae, sobre la que dejó una serie de cuestiones abiertas… Habrá que ver si alguien toma esas y otras cuestiones como pertinentes, para contestar aquí o trabajar sobre ellas en sus propios textos por venir, o si les parece otra «chicana». Pero bueno, así es el conflicto… Se lo acepta o se lo pasa por alto.
Sí, justamente a eso me refiero: no se pasa por alto. Si insistís, voy a la cita: dos de las últimas publicaciones, dedicadas a Argentina 1985, hacen alusión directa al momento de «resistencia conservadora».
Tu nota sobre «Argentina, 1985» es muy buena, pero las cuestiones mencionadas siguen abiertas… Veremos si hay más análisis sobre la encuesta.
Y sobre todo habría que pensar la tensión entre Rejtman y Echeverría, que son de la misma generación
Me gustaría ver su película Mr Prividera, Adiós a la memoria (2020). Una vez Cinear dijo que la pondría y la puso, pero solo para Argentina, yo soy de Perú. Siempre estoy interesado en ver todo tipo de voces y cine y el suyo me parece interesante dentro de su país, también porque veo que es una persona con personalidad. Yo soy de Perú y tengo un blog donde escribo hace 12 años. Le dejo mi correo, nenufaresefervescentes@yahoo.com si se anima a pasarme su filme para verlo x streaming/online/vimeo/youtube/etc y poder escribir de éste. Mi blog es http://nenufaresefervescentes.blogspot.com/
Saludos. Mario Salazar