LOS AMANTES IRREGULARES (0): RESPUESTA A LA "POLÉMICA" SOBRE TIERRA DE LOS PADRES EN "EL AMANTE"
Por Nicolás Prividera
LO QUE NO FUE
En el último número de la revista digital ‘El amante’, los lectores (suscriptos) pueden leer, en el inicio del editorial, un párrafo muy sugestivo: “Tremendo número. Se discute (y mucho) sobre Tierra de los padres. ¡Siete textos para una polémica! Se discute sobre cine y sobre política. Y la política editorial fue “quien quiera escribir que escriba”, así de simple. Los que no escribieron fue porque no quisieron. Creemos que la discusión hace honor a la historia de El Amante: ideas variadas, ideas enfrentadas, textos diversos, multiplicidad. Eso fue y es El Amante, una revista para leer, para polemizar, con y en la que se polemiza.” Efectivamente, ‘El Amante’ es una revista con la que se polemiza: eso es en lo único que estamos de acuerdo. Por lo que vamos a polemizar, entonces.
Vayamos por partes. En principio, tanto pregón no oculta –mas bien recalca, al leerse las mencionadas notas– que más bien sucede todo lo contrario: a pesar de los “¡siete textos!” (lo que de todos modos es un record), lo que tiene lugar no es una verdadera polémica… Porque para que exista tal cosa hace falta más que una mera división “a favor” y “en contra”, en la que las “ideas enfrentadas” no discuten entre sí. De hecho, ni siquiera puede decirse que “se discute sobre cine y sobre política”, porque la conjunción revela que se trata más bien de una disyunción: cine por un lado y política por otro.
Ante todo, en lo que hace a pensar una política-cinematográfica, sobre la que en verdad se elude discutir (salvo por las explícitas pero laterales menciones –enfrentadas– de Jorge García y Jaime Pena), tal vez para no incomodar a los redactores de la revista que son o fueron a su vez programadores del Bafici –festival que notoriamente rechazó Tierra de los padres–, aunque evidentemente –visto que uno de ellos es además el editor de la revista– no les incomoda la “polémica” si se da en ‘El Amante’(más bien suponemos que todo lo contrario, visto que los textos “en contra” parecen tener todos un común espíritu de cuerpo).
Esa es la explícita “política editorial”, que –¿innecesariamente? – aclara: “los que no escribieron fue porque no quisieron”. Sin embargo, ninguno se privó de poner su puntaje (de hecho la tabla de calificaciones –a la que se puede acceder sin suscripción– se actualizó poco antes de la salida de este número, anunciada en twitter por el director de la revista mencionando la “polémica” Tierra de los padres). Los puntajes generales van del 1 al 9, y eso señala por sí sólo la inocultable amplitud de las divergencias.
Naturalmente, los más bajos –aunque la mayoría de los “en contra” la aprobó raspando, con un 4– correspondieron a los críticos ligados a dicho festival, y/o a algunos con los que suelo disentir estética o ideológicamente –en suma, políticamente–, sin ir más lejos en este mismo blog (baste ver mis notas sobre Bastardos sin gloria o Jackass). Pero en ninguno de estos casos hubo “polémica” que hiciera el honor, mientras que en este caso era inevitable sentar posición, ahora que por fin la película pudo verse.
Yo no me ofendo con las críticas en contra (me parece absurdo tomar como algo personal un debate estético o ideológico), y mucho menos busco la “polémica” (ni entonces cuando me la endilgaban, ni ahora cuando la invocan), pero tampoco la rehuyo, porque creo que es un ejercicio democrático, contrario a cualquier gesto aristocrático (como el que suelen enarbolar los críticos que reivindican el “gusto”). Y porque creo que la crítica siempre debe empezar por casa: es decir, por la asunción de una esperable contracrítica de la crítica (aunque en esto los críticos sean más susceptibles que los cineastas…).
Incluso bien podría, como diría Quintín, discutir hasta con los que me defienden. Porque también las elogiosas notas de Eduardo Rojas, Marcela Gamberini y Jorge García, publicadas “a favor” en este número, contienen afirmaciones con las que podría disentir, o al menos matizar. Pero sería como la amable conversación que tuve con ellos durante el reportaje que me hicieron para la revista. Y así como en ese momento lamenté que no participaran de él también algunos de los que ahora escriben “en contra”, prefiero entonces concentrarme en dichos textos y discutir en particular con ellos, ya que parecen atravesados por un espíritu común (que excede su incordio contra la película, aunque eso lo explique). Porque no se trata sólo de discutir una película en particular, sino el modo mismo en que se ejerce la crítica.
Un crítico debe ser como mínimo informado, claro, y –por sobre todo– escribir de buena fe. No se le puede exigir un diploma o lucidez, pero si una ética (como en cualquier oficio). Porque la crítica siempre entraña una polémica (se recoja el guante o no), y ésta tiene sus reglas: como en cualquier ringside, no se deberían admitir los golpes bajos (ni que derive en animosidades personales…). Algunos lectores seguramente pensarán que esto debiera darse por descontado, otros más cínicos que esto es una ingenuidad, y los más pragmáticos que acaso sea pedir demasiado. Pero sin esa base no puede haber crítica respetable. Porque el desprecio se vuelve contra el lector, e incluso contra el crítico mismo (si le queda algo de respeto por su trabajo).
Voy a detenerme entonces en las cuatro notas “en contra” (firmadas por Schell, D’Espósito, Noriega y Pena) pero no por su asumida contrariedad sino por su inasumida contradicción (larvada en algunas, brutal en otras): porque lo que no terminan de decir (y sin embargo no pueden dejar de decir) es que están discutiendo algo que va más allá de la película misma… Pero si bien hay en estas notas mucho en común, voy a detenerme en particular en cada una de ellas (con la atención que cualquier crítica requiere), en el orden propuesto por la misma revista. Empezaré, pues, por la nota de Hernán Schell, que Noriega saludó en twitter como “la mejor” de todas (lo que no podemos dejar de leer –viniendo del director de la revista– como una petición de principios…).
CONTINUARÁ…
Nicolás Prividera / Copyleft 2012
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