En alguna ocasión, Philip Rieff afirmó: “Freud democratizó el genio dándoles a todos un inconsciente creativo”. El eventual potencial adjudicado a toda persona en esa lúcida sentencia se siente con mayor vehemencia en los sueños. Frente a la falta de control moral, los sueños suelen expresar contradicciones de la vida anímica y formas de asociación de signos y recuerdos inesperadas: algo que se desea y no se acepta, una persona a la que se rechaza sin que se conozca la razón, un lugar misterioso pero a la vez familiar… Todo esto puede aparecer en la escena onírica; todo es posible en ese universo sin reglas precisas. Es que la libertad de asociación es también mayor, y eso se puede evidenciar en cómo se articulan cadenas de escenas que desobedecen la exigencia del orden secuencial característico de la consciencia diurna.

En el cine existen los cineastas diurnos y los oníricos. En el cine clásico se cuentan muchos de los primeros; el cine moderno, y también el de vanguardia, tiene a muchos de los segundos.

Los cineastas oníricos no están preocupados por agrupar secuencias para que del conjunto pueda surgir una significación sin ambages. La inestabilidad semántica es una propiedad más cercana a la lógica de los sueños. Es por eso que los cineastas oníricos prefieren más series de intensidad que una narración lineal. No se trata de dos opciones incompatibles. Un film como El ornitólogo empieza como un relato observacional y va enrareciéndose por capas de segmentos narrativos que tienen su propia lógica y autonomía pero que, en el conjunto, desestabilizan la coherencia y la relación entre las acciones.

Algo similar sucede con Rey, Rester Vertical, El auge del humano, People Power Bombshell: The Diary of Vietnam Rose, Imagens, Mimosas, All the Cities of the North, por citar varias películas que se proyectan en el festival.

Todos estos films proponen un seguimiento narrativo diferente. Al espectador acostumbrado a descifrar el sentido se lo desplaza a una zona de sugerencias que siempre insinúan pero retienen su sentido completo. No todo parece cerrar en estos films, y quizás tampoco se trate de enlazar signos renuentes a su desciframiento para poder entonces reducir una experiencia cinematográfica a una breve frase que sintetizaría el objetivo narrativo (y pedagógico). El cine no es una cuestión de hermeneutas y exégetas. Las películas más libres incitan al espectador a liberarse de sus certezas y adentrarse en un espacio imaginario en el que las cosas no encajan y el lenguaje parece insuficiente. En los sueños, el hermeneuta también siente el terror de no saber ordenar una figura y una imagen.

* Ambos fotogramas pertenecen a El ornitólogo

*Roger Koza / Copyleft 2017