LOS FANTASMAS
Un sueño inquietante: estoy en un bote; remo. Una jovencita me mira y me pregunta por qué uno de los programadores del festival ha decidido entrometerse en la cerrada perfección de un relato ya filmado. Le respondo que no sé, pero intento razonar con ella. “¿No es Le Parc un relato que quiere ser un sueño?”.
Después de un largo silencio, alguien me grita desde lejos. No lo reconozco en un primer momento. Su posición es tan extraña que tengo que acercarme. Ya no estoy en el bote, pero tampoco estoy lejos del agua. El océano se siente, y los enfermos saben de su presencia. Yo no estoy enfermo, pero sí rodeado por varios pacientes moribundos. Uno de ellos es un escritor. Me dice que un talentoso director rumano ha hecho un film sobre su experiencia. Ahora sí puedo mirarlo a los ojos porque me inclino. Me intimida su vitalidad; más todavía, su voluntad. Es terrible: el hombre está postrado en su cama porque padece una enfermedad que lo inmoviliza. Me dice que si veo el film, que lo tiene como protagonista, descubriré sus más íntimos pensamientos. Un mes después estoy en una sala viendo este film inspirado en la prosa aforística de Max Blecher. Es todo muy raro. En el cine no existen butacas, tan solo camillas. Lo que pasa en la pantalla se duplica misteriosamente en la sala: si toda la lógica de la puesta en escena consiste en hacer sentir la posición física del protagonista, los dueños del cine se han empecinado en que los presentes repitamos la sensación física del personaje. ¿Estoy soñando?
No recuerdo cómo salí de ese cine peculiar, y tengo la impresión de que pasaron muchos días hasta que volví a tener consciencia de lo que me rodeaba. Entre una secuencia de un sueño y otra había experimentado literalmente una elipsis. Pensé que ese procedimiento era exterior a la consciencia. En efecto, había avanzado hacia otro espacio y otro tiempo, pero no sabía cómo se habían concatenado un film con el otro. ¿Dónde me encontraba ahora?
Ahora estoy con tres hombres en un mundo en ruinas. Es un hotel. Nadie habla, pero todos escuchamos fragmentos literarios; yo reconozco uno que pertenece a un hermoso libro de Simone Weil: Gravedad y gracia. Me despierto.
No confundo cine y vida, pero mi vida sin el cine sería otra. De esos episodios filmados y recordados se nutre mi memoria y mi presente; ya no son imágenes exteriores, ahora son fantasmas ajenos que dialogan con los propios.
* Ambos fotogramas pertenecen a Scattered Hearts
Roger Koza / Copyleft 2017
Comparto las imágenes surrealistas, muy presentes en mis sueños.Recuerdo un poema de Borges que dice algo así…Cuando los relojes de la medianoche prodiguen un tiempo generoso, iré más lejos que los bogavantes de Ulises…tan maravilloso. Salud amigos.
Desconozco la forma correcta solicito ayuda.
espero que alguien me ayude.
El sueño
Cuando los relojes de la media noche prodiguen
un tiempo generoso.
iré más lejos que los bogavantes de Ulises
A la región del sueño, inaccesible
a la memoria humana.
De esa región inmersa rescato restos
que no acabo de comprender:
hierbas de sencilla botánica,
animales algo diversos,
diálogos con los muertos,
rostros que realmente son máscaras,
palabras de lenguajes muy antiguos
Y a veces un horror incomparable
al que nos puede dar el día.
Seré todos o nadie. Seré el otro
que sin saberlo soy, el que ha mirado
ese otro sueño, mi vigilia. La juzga,
resignado y sonriente.