LOS INTÉRPRETES VELEIDOSOS

LOS INTÉRPRETES VELEIDOSOS

por - Ensayos
19 Oct, 2022 06:02 | comentarios
Un esbozo sobre los alcances de la interpretación.

En una escena lúcida de La vida de Brian, el mesías involuntario pierde una sandalia y al mismo tiempo se le cae una calabaza de las manos. Los adoradores quieren comprender cuál de los dos actos constituye una señal y cuál un azaroso tropiezo. La disputa exegética comienza y también las divisiones entre los fieles. Los Monty Phyton no necesitan extenderse sobre las consecuencias de ese evento fortuito, pero es fácil imaginar una subtrama alrededor de un enfrentamiento infinito entre la secta de los clérigos de la calabaza, que propone un dogma de ese gesto ligándolo al ayuno como ascesis espiritual, y una orden adversaria, que propugna el despojo absoluto tras comprobar que el iluminado ha elegido andar descalzo.

El absurdo hermenéutico escenificado por La vida de Brian puede aplicarse a contiendas teológicas y laicas por igual. También atañe a las confrontaciones estéticas y políticas, como se puede verificar en muchas de las interpretaciones alocadas y capciosas que se le han prodigado recientemente a Argentina, 1985, una película que entusiasma a la mayoría y despierta sospechas en ciertas comunidades de interpretación que tienden a absorber obsesivamente cualquier declaración y enunciado a un sistema simbólico rígido en el que siempre se está seguro de cómo funcionan y se enlazan los discursos y los actos ajenos y propios.

Argentina, 1985 en una sala

Es lógico que la película de Santiago Mitre avive el presente; toda película pertenece a su tiempo, más allá de que su trama se desenvuelva décadas atrás y se empeñe en reconstruir una época. Los signos del pasado son también los del presente: el sustantivo peronismo, el adjetivo facho, el sintagma derechos humanos participan de una red semántica con viejos sentidos que persisten con variaciones en el vocabulario de la discusión pública contemporánea. Lo que se juzgaba entonces no es cosa del pasado, porque la historia de una nación y las vidas personales participan de una vibración de la memoria en la que las palabras van y vienen delimitando la experiencia propia y común.

Eso no significa que no existan límites: una acción, una escena, una situación admiten siempre una cantidad de lecturas, pero hasta cierto punto, pues ni siquiera una argumentación sólida puede obligar a que un objeto posea aquello de lo que carece (o que un texto, un plano o una secuencia expresen lo que no muestran). Endilgarle, por ejemplo, a Argentina, 1985 una presunta sustanciación oblicua de la teoría de los dos demonios es no percibir ni entender cómo se articula el punto de vista de la película. Un personaje puede invocar esa posición, pero no es el de la película. 

La variedad de imprecaciones que pueden leerse sobre la película indica la dificultad de razonar respetando los estímulos que llevan al pensamiento a trabajar sobre los conceptos y su relación con las cosas. La razón no le pertenece a nadie, pero todos están invitados a ponerla en práctica con rigor; los que razonan con honestidad se esfuerzan por encontrar palabras que se acerquen a la verdad, incluso si al hacerlo las creencias más queridas pierden arraigo y se descubren inconsistentes.

*Publicado en Revista Número Cero en el mes de octubre de 2022.

Roger Koza / Copyleft 2022