Nacido en Pensilvania en 1914, luego de estudiar en la Universidad de Yale comenzó a trabajar como dramaturgo y productor teatral. Su habilidad para la prestidigitación llamó la atención de Orson Welles quien, a pesar de la debacle económica de su película Soberbia (1942), mutilada por los productores y que motivó la expulsión de Welles y su grupo de teatro Mercury de la RKO, logró que Endfield ingresara en Hollywood como guionista. Luego de realizar en la MGM varios cortos, debutó como director de largos en 1946, y luego de algunos títulos dentro de la clase B, en 1950 llamó la atención con dos polémicas películas: El grito ahogado, sobre la corrupción dentro del periodismo. y La justicia injusta, un film antirracista en la que narra un linchamiento, basado en un caso real que también inspiro a Fritz Lang en Furia (1936). Como le ocurría en los nefastos tiempos del macartismo a todo realizador de ideas progresistas, Endfield fue acusado de comunista y debió exilarse en Inglaterra donde para seguir su carrera, como otros exilados (vg, Joseph Losey) debió filmar con un seudónimo, en este caso el de Charlies de Lautour. Su cine continúa siendo polémico y en Zulu se introduce en la guerra de las tropas británicas contra los zulúes. Se retiró de la pantalla en 1971, falleciendo en 1995.

Endfield, como se dijo, perteneció a esa generación de directores de ideas progresistas que sufrieron la persecución del macartismo y debieron exilarse y continuar su carrera fuera de Hollywood. Es que luego de algunos films de modesto presupuesto en los que mostró un interesante pulso narrativo, rodó los títulos antes mencionados en los que ponía el dedo en la llaga con un fuerte sentido crítico en algunos aspectos de la vida socio política de los Estados Unidos, lo que le valió ser acusado de comunista. Esas películas mostraron a un director que conseguía planos de notable intensidad y/o violencia y en las que no se hacían las concesiones habituales en los finales. Construía, además, personajes de gran solidez dramática. También delineó interesantes personajes femeninos interpretados por actrices que hoy nadie recuerda (Marjorie Lord, Gale Storm, Kathleen Ryan, Moira Lister), y en sus películas en Inglaterra le ofreció papeles a actores que compartían con él la condición de exilados políticos. Rodó películas de aventuras y bélicas, pero fueron los thrillers -incluso algunos pueden ser considerados, según la expresión de Luis Buñuel, «alimenticios»-, los que mostraron su veta más inspirada. Endfield, que con frecuencia escribía y participaba en los guiones de sus películas, creo a principios de los años sesenta una productora con el actor Stanley Baker, con la que realizó sus dos films más exitosos, Zulú y Arenas de Kalahari. No he logrado ver cuál fue su mirada sobre el marqués de Sade (Sade, 1969) pero, de todos modos, aquí van las recomendaciones de algunas películas de un director que debería tener un mayor reconocimiento. 

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LOS SECRETOS DE ARGYLE, (The Argyle Secrets, 1947). Como en casi todos sus primeros films, el espíritu de la clase B campea en esta película. Un periodista agonizante le informa a un colega, que luego investigará el caso, acerca de la existencia de un cuaderno en el que se señala a varios peces gordos en maniobras de traición a su país durante la guerra. Como hay muchos interesados en el tema el caso se complica, en un relato bien narrado y de adecuado suspenso.

EL GRITO AHOGADO (The Underworld Story, 1950). Una joven negra es acusada injustamente del asesinato de la nuera de un magnate de la prensa y un periodista que ha llegado al pueblo en busca de trabajo ve una buena veta sensacionalista para utilizar en el periódico local y su conducta ambigua provoca resquemores en la propietaria del periódico. Muy atractivo film, y un excelente estudio de caracteres con Dan Duryea en un personaje a su medida.

LA JUSTICIA INJUSTA (The Sound and the Fury, 1950). Un hombre sin trabajo se unirá a un delincuente para realizar robos de poca monta y cuando este último asesina a un empresario se verá involucrado en un auténtico infierno que culminará en un linchamiento. Un film de una gran crudeza y violencia (el último tramo con las turbas avanzando sobre la cárcel es impresionante), que no logra atenuar la frase final seguramente impuesta por los estudios.

EL HOMBRE QUE COJEABA (The Limping Man, 1953) es uno de los films «alimenticios» del director, un relato que comienza con el asesinato de un hombre en un aeropuerto. Quien lo acompañaba de manera casual en ese momento será acusado del crimen y se verá envuelto en diversas peripecias para probar su inocencia. La vuelta de tuerca final, si bien suena forzada, no deja de ser sorprendente.

IMPULSO (Impulse, 1954). Un empleado de oficina, con una vida rutinaria y hastiado de su matrimonio se ve envuelto en una situación inesperada que cambia radicalmente su existencia. Muy buen ejercicio de suspenso, con femme fatal incluida y una buena galería de personajes secundarios en el que lo recargado del happy end muestra la probable insatisfacción del director con el mismo.

UNA NIÑA EN LA CASA (A Child in The House, 1956) es otro probable film alimenticio jugado en un inusual tono, para el director, de comedia dramática en el que una niña con su madre internada y su padre prófugo se ve tironeada desde distintas partes. Más allá de las situaciones más o menos tópicas, el relato funciona, con ciertos toques ambiguos (el padre es un antiguo amante de la tía) y habrá otro final feliz inconvincente.

RUTA INFERNAL (Hell Drivers, 1957) es un excelente thriller, con toques de melodrama, centrado en la explotación de un grupo de trabajadores camioneros por el dueño de la empresa en alianza con el capataz. El conflicto se agudiza cuando uno de los trabajadores decide enfrentar a este último, en un film en el que abundan las lealtades y traiciones, tiene un gran cast de secundarios y cuenta con la presencia de la hoy olvidada Peggy Cummings (Gun Crazy).

LA ISLA MISTERIOSA, Misteryous Island, 1961) es la adaptación de un relato de Julio Verne en el que soldados de la Guerra de Secesión escapan en globo de una prisión para aterrizar en una isla aparentemente desierta (gran secuencia). Atractivos enfrentamientos entre los personajes y hasta la inesperada aparición del capitán Nemo en un film que cuenta con el valioso plus de los efectos especiales de Roy Harryhausen y una gran banda musical de Bernard Herrmann.

ZULU, 1964, es la primera película de la productora del director con el actor Stanley Baker, un relato ambientado en Sudáfrica a fines del siglo XIX, durante el enfrentamiento entre las tropas británicas y los nativos zulúes, Una película a mitad de camino entre la mirada anticolonialista y la exaltación del heroísmo de las tropas británicas, pero que cuenta con buenos aspectos documentales e impresionantes y prolongadas escenas de batallas.

ARENAS DE KALAHARI, (Sands of Kalahari,1965) narra una situación conocida, la del avión que debe hacer un aterrizaje forzoso en un lugar inhóspito y las distintas peripecias que deben enfrentar sus ocupantes. Muy interesante estudio de diferentes caracteres, excelente uso del paisaje desértico y la agudización de los conflictos ante la presencia de una mujer codiciada por varios hombres, en un relato de un muy buen ritmo narrativo.

Jorge García / Copyleft 2023