LOS OLVIDADOS: MARTIN RITT
Nacido en Nueva York en 1914, hijo de inmigrantes judíos, Martín Ritt se destacó en deportes en un colegio de Carolina del Norte antes de comenzar estudios de abogacía, pero pronto se vio atraído por el mundo del teatro, algo a lo que no fue ajena su amistad con Elia Kazan, participando en el Group Theatre que dirigía Kazan. Allí comenzó una breve en ese medio en el que dirigió 150 trabajos, apareciendo como actor también en unas 100. La aparición del nefasto macartismo interrumpió su carrera, ya que fue incluido en las listas negras de Hollywood, lo que lo obligó en ese período a trabajar como docente en el Actors Studio donde tuvo como alumnos a futuras estrellas de sus películas como Paul Newman, Joanne Woodward, Lee Remick y Rod Steiger. Fue el productor David Susskind quien lo sacó del ostracismo, provocando un resurgimiento de su carrera al ofrecerle en 1956 la oportunidad de dirigir una película, El hombre que venció al miedo, que tuvo buena acogida crítica. A partir de allí, Martin Ritt desarrolló una carrera no siempre pareja pero con varios títulos que hoy merecerían recordarse, si bien, como ha ocurrido con muchos directores similares, en el último tramo de su carrera pareció perder inspiración y energía, aunque en 1983 realizó un interesante film, el subvalorado Cross Creek. Martin Ritt falleció en Nueva York en 1990.
Hay tres elementos que se pueden señalar como determinantes de los rasgos más característicos de las películas de Martin Ritt: su experiencia como actor y director teatral, su prolífica labor televisiva y su ideología liberal. El primero explica su notable capacidad como director de actores, presente en todas sus películas, incluso en las menos destacables, Del segundo, el notable realismo que consigue en la mayoría de sus films y del tercero su preocupación por desarrollar en sus películas temas polémicos como el racismo, las luchas obreras, el macartismo en Hollywood o el enfrentamiento de sus protagonistas a referentes de los poderes dominantes. Habría que añadir su capacidad para la definición de caracteres. Otro elemento recurrente en los films del director reside en la influencia del padre reflejado en la conducta de muchos de sus personajes. No casualmente, y a partir de sus trabajos televisivos y teatrales, antes de que debutara en el cine fue incluido en las nefastas listas negras del macartismo, en los primeros años de la década del 50. En sus mejores películas hay una violencia interior en cada plano que -y esta es una apreciación no necesariamente compartible- se adelanta al cine de Martín Scorsese. Y también Ritt anticipó elementos de El Padrino a través de su mirada sobre la mafia en Los hermanos sicilianos y en El espía que volvió del frío, aparte de ser una de las mejores adaptaciones del universo de John Le Carré. Ritt salió con los tapones de punta contra la visión edulcorada del mundo de los espías que proponían las películas de James Bond. Menospreciado por buena parte de la crítica que, o bien desdeñaba sus temáticas o lo consideraba una especie de sub-Elia Kazan, hoy varias de sus películas muestran una gran vigencia. A algunas de ellas nos referiremos brevemente.
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EL HOMBRE QUE VENCIÓ AL MIEDO (Edge of the City, 1957) es un muy interesante debut del director en un drama ambientado en los muelles de Nueva York en el que un hombre con un pasado traumático entra a trabajar allí y es perseguido por el encargado, estableciendo una relación con un compañero negro, víctima de racismo. Un film de gran realismo, con varias escenas de inusitada violencia, potenciado por excelentes actuaciones. Mucho mejor que Nido de ratas y sin su tufillo reaccionario.
LA MUJER DEL PRÓJIMO (No Down Payment, 1957) es un potente y recargado soaper ambientado en una zona de viviendas baratas donde varias parejas de clase media exponen sus conflictos y miserias. Descarnada mirada sobre el americano medio en la que, a pesar de cierta estereotipación de los personajes, el convincente trabajo actoral y, otra vez, el vigoroso realismo, logran otorgarles intensidad y verosimilitud a varias escenas.
NOCHE LARGA Y FEBRIL (The Long Hot Summer, 1958) es la mejor de las tres adaptaciones de relatos de William Faulkner del director, un melodrama ambientado en el sur de los Estados Unidos en una mansión regida por un dominante patriarca (un papel a la medida de Orson Welles) que tiraniza a sus hijos y donde llega un forastero, entablándose una vez mas la relación hijo-padre. Interesante a pesar del final impuesto por el estudio que Ritt se encarga de resaltar.
PARÍS VIVE DE NOCHE (Paris Blues,1961) con una notable banda jazzística de Duke Ellington y participación de Louis Armstrong, excede el musical para transformarse en un asordinado melodrama sobre la relación de un trombonista (Paul Newman en rol neurótico y atormentado) con una turista estadounidense paralela a la de un músico negro con una muchacha de ese origen. Un film que, más allá de los excitantes números musicales, presenta un tono marcadamente melancólico.
EL INDOMABLE (Hud 1963) está ambientada en la Texas rural de 1960 y más que un western moderno es un preciso estudio de caracteres centrado en la dificultosa relación entre el inescrupuloso mujeriego y culposo protagonista con el inflexible patriarca que es su padre, su joven sobrino, y la mujer ama de llaves que es codiciada por los dos hombres en distintos términos. Un film impregnado de un hálito trágico, con excelentes actuaciones y gran trabajo de cámara de James Wong Howe.
ALTO ESPIONAJE (The Spy Who Came From the Cold, 1965) es una muy buena traslación del universo de John Le Carre, centrado en un espía, alcohólico y desencantado, que debe realizar una peligrosa misión para confirmar que está inmerso en un lodazal de mierda. El sórdido y ominoso clima, realzado por la excepcional iluminación de Oswald, lleva inexorablemente al amargo y desolado final. Muy buena interpretación de Richard Burton en esta suerte de anti James Bond.
HOMBRE ( Hombre, 1967) es una adaptación de un relato de Elmore Leonard y puede verse como una variación de La diligencia, de John Ford. Un grupo de pasajeros aborda el carruaje, y todo cambia cuando son asaltados por un grupo de bandidos. Una vez más Ritt retrata con precisión los conflictos entre diversos personajes en un film que hace un gran uso del Monument Valley, ostenta una adecuada utilización de los tiempos muertos y cuenta con Richard Boone interpretando uno de sus memorables villanos.
LOS HERMANOS SICILIANOS (The Brotherhood, 1968). A muchos puede parecerles una exageración que se mencione a esta película como una precursora de El Padrino, pero este relato acerca de la tortuosa relación de dos hermanos, uno apegado a las formas tradicionales de la mafia (cuando no, aprendidas de su padre) y el otro entrando en los modernos negociados de la organización, tiene algo de aquel film. En el destacable reparto se luce el reaparecido Luther Adler, como un capo-mafia.
ODIO EN LAS ENTRAÑAS (The Molly Maguires, 1970) está ambientada en Pensilvania en 1876, donde un grupo de mineros ha formado una organización secreta para efectuar sabotajes y conseguir mejores condiciones laborales. y los propietarios envían a un detective para infiltrase en el grupo y destruirlo. Otro atractivo estudio de caracteres; la relación entre el detective y el jefe del grupo, plagada de ambigüedades, constituye el elemento más interesante de un film con vatios momentos destacables.
LA GRAN ESPERANZA BLANCA (The Great White Hope, 1970). como otros films sobre boxeadores (Toro salvaje, Gatica) e inspirada en Jack Johnson, el primer campeón de peso pesado negro -es un estudio sobre el carácter contradictorio del personaje: su rebeldía y su escepticismo y la intensa relación que tiene con una muchacha blanca define al personaje. El film más explícitamente antirracista del director, con varias escenas de bravura y una notable performance de James Earl Jones en el protagónico.
EL TESTAFERRO (The Front, 1976) es, dentro de los parámetros de Hollywood, la denuncia más explícita sobre los efectos del macartismo en el cine. Con Woody Allen como protagonista -un rutinario levantador de apuestas que es contratado para poner los nombres de escritores incluidos en las listas negras -, está lastrada por el innecesario romance de Woody con una empleada de los estudios, pero alcanza gran fuerza dramática en todas las escenas en las que participa el notable Zero Mostel.
Jorge García / Copyleft 2024
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