LOS OLVIDADOS: RICHARD FLEISCHER
Nacido en Nueva York en 1916, hijo del director de animación Max Fleischer (creador de Betty Boop), un artista interesante que fuera eclipsado por la figura de Walt Disney, Richard Fleischer empezó estudios de psicología pero los abandonó para organizar una troupe de teatro en 1937, The Arena Players. Su contacto con el cine comenzó en 1942, cuando ingresó en la RKO como editor de noticieros. Pronto comenzó a dirigir cortometrajes de la serie This Is America, debutando en la dirección en 1946 con La hija del divorcio, un interesante trabajo al que Fleischer consideraba –tal vez exagerando- su mejor film. A partir de allí desarrolló una prolífica carrera de más de cuatro décadas en la que transitó diversos géneros, destacándose en los trabajos de acción, ya fueran estos films noir, westerns, películas bélicas o de aventuras y también ocasionalmente en sombríos melodramas. Durante tres décadas su filmografía, aun con sus irregularidades, ofreció numerosos títulos de interés, pero a partir de 1975 y hasta su retiro de la pantalla en 1987, su obra perdió inspiración y relevancia. Escribió una autobiografía que muchos consideran un buen modelo para entender cómo se trabajaba en Hollywood y luego de una corta enfermedad Richard Fleischer falleció en Los Angeles en 2006.
La primera etapa de la carrera de Fleischer, la que se podría considerar de aprendizaje, está constituida por una serie de films, desde su auspicioso debut en 1946 con La hija del divorcio, que podrían encuadrarse como típicos de la clase B. Sin embargo ya en esas obras primerizas se podían detectar características de su cine, vg, la presencia de personajes con rasgos psicopáticos. Este elemento y la reconstrucción de hechos criminales sucedidos en diferentes épocas son dos rasgos centrales en la obra de Fleischer. Valgan como ejemplo El escándalo del siglo, Compulsión (este caso también sirvió de modelo a Hitchcock en La soga) o los múltiples asesinatos de Albert Di Salvo (El estrangulador de Boston) y John Reginald Christie en El estrangulador de Rillington Place. Pero también hay que destacar en Fleischer el notable pulso narrativo de sus mejores películas, la gran dosis de violencia que impregna muchas de ellas y su capacidad para diseccionar conductas colectivas (Sábado violento). Y no menos destacable es su talento para el trazado de personajes, protagónicos y secundarios y la dirección de actores, expuesto en casi todas sus películas y que logra puntos muy altos, por ejemplo en Tony Curtis, a quien desplaza de su zona de confort para convertirlo en el atormentado personaje de doble personalidad en El estrangulador de Boston. Y hay también en varias de sus películas una mirada marcadamente pesimista, como es el caso de su relato de ciencia ficción Cuando el destino nos alcance. Lo cierto es que Richard Fleischer es un realizador que, con sus altos y bajos, ha hecho los méritos suficientes para ser recordado en el panteón cinéfilo. Vayan entonces las recomendaciones de algunas de sus películas.
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LA HIJA DEL DIVORCIO (Children of Divorce, 1946) es la primera película del director y un trabajo tan modesto como interesante, enfocando la crisis de un matrimonio a partir del punto de vista de su pequeña hija, cuando ella descubre que su madre quiere a otro hombre. Eludiendo el sentimentalismo, Fleischer consigue una inusual mirada sobre el divorcio de padres aparentemente felices, con una gran secuencia final en el internado donde la niña finalmente recala.
EL TREN DE LA MUERTE (The Narrow Margin, 1952) es la mejor de la serie de películas noir que filmó en la primera etapa de su carrera. Ambientada casi en su totalidad en un tren, donde se traslada a una mujer como testigo para declarar contra un mafioso, cuyos secuaces tratan de impedir su llegada a la Corte. La película tiene un sostenido suspenso, varias vueltas de tuerca y algunos inesperados toques de humor,
SABADO VIOLENTO (Violent Saturday, 1955). El robo de un banco en un pequeño poblado por un grupo de hombres es el pretexto para desarrollar una lúcida y aguda mirada sobre varios de los habitantes del lugar. Mezclando diversos géneros (policial, comedia dramática, melodrama y con una muy buena caracterización de personajes) el director consigue un relato que desnuda diversos tipos de conductas.
BANDIDO, 1956, está ambientada en México en 1916 , en medio de la guerra de grupos revolucionarios con el ejército regular, donde un mercenario juega durante todo el tiempo a dos puntas pero termina definiéndose por el lado correcto. El argumento es conocido, pero grandes momentos de acción y un notable trabajo de Robert Mitchum en el protagónico convierten al film en una experiencia muy disfrutable.
LOS VIKINGOS (The Vikings, 1956) es un vibrante relato de aventuras en el que dos medio hermanos, uno de ellos esclavo, el otro un gran guerrero, que desconocen su origen y están enfrentados en bandos diferentes, luchan por el amor de una misma mujer. Un film de un ritmo vertiginoso que no da respiro al espectador y con escenas de una violencia inusitada, Entretenimiento de lujo.
DUELO EN EL BARRO (These Thousand Hills, 1958) es un atípico western sobre un joven vaquero con ambiciones modestas pero que progresivamente se va convirtiendo en un inescrupuloso arribista. Un buen retrato del self made man americano y un excelente trazado de personajes, en un relato que culmina con la extraordinaria escena de la pelea que da título al film.
EL ESTRANGULADOR DE BOSTON (The Boston Strangler, 1968) en su primera mitad y con un muy buen uso de la pantalla dividida, describe la interminable serie de asesinatos cometidos por Albert De Salvo, con el personaje siempre fuera de campo. En la segunda parte del film, una vez apresado el criminal, un psicópata con doble personalidad, la del asesino y la de un cariñoso padre de familia, se centra en los interrogatorios que terminan con la destrucción del cerebro del personaje a cargo de un abogado aparentemente normal.
EL ESTRANGULADOR DE RILLINGTON PLACE (10, Rillington Place, 1970), a diferencia de la anterior no se detiene en la psicología del asesino serial protagonista, una especie de vecino bonachón, sino que está centrada en su relación con una pareja joven y poco preparada que terminarán siendo sus víctimas. Excelente ambientación en una Londres de posguerra desolada y empobrecida en un film que es, en última instancia, un sórdido melodrama.
TERROR CIEGO (See no Evil, 1971) es un depurado ejercicio de suspenso (un auténtico chilling) con guion de Brian Clemens, y está centrado en una muchacha ciega que llega a casa de unos parientes. Para su desesperación, al despertarse luego de su primera noche, descubre que han sido asesinados y que el criminal está en la casa. Un suspenso creciente y opresivo y un tour de force interpretativo de Mia Farrow en el protagónico.
CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE (Soylent Green, 1973) es una Incursión del director en el terreno de la ciencia ficción, describiendo un futuro aterrador en una Nueva York desolada, hambrienta y convertida en un auténtico gueto, con la gente apiñada en refugios malolientes, donde un policía investiga el origen de los alimentos sintéticos con atroces resultados. Gran uso de las locaciones en un film tan deprimente como perturbador que está ambientado en el año 2022 (¡!).
LOS TRES DISCIPULOS DE LA MUERTE (The Spikes Gang, 1974) Tres adolescentes encuentran casualmente a un ladrón herido y lo curan. Cuando él se va, deciden partir de sus casas en busca de nuevos horizontes y vuelven a encontrarlo en México. El film fusiona el western, el relato de aventuras y la película de aprendizaje pero se va oscureciendo progresivamente hasta desembocar en un final inexorablemente trágico.
MANDINGO, 1975 está ambientada en una plantación sureña en la que el dueño trata a los esclavos como animales, sometiéndolos a todo tipo de vejaciones. Cuando el hijo del patrón, casado con una muchacha blanca, se enamora de una chica negra, se desata una orgía de sexo y violencia en un film que cuestiona el racismo y el machismo pero que es, antes que nada, un barroco y desaforado melodrama.
Jorge García / Copyleft 2022
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