LUZ DE LUNA / MOONLIGHT
Por Roger Koza
LOS SOBREVIVIENTES
Luz de luna padre / Moonlight, EE.UU., 2016
Escrita y dirigida por Barry Jenkins
*** Hay que verla
El director de Remedio para melancólicos vuelve con un delicado retrato sobre la constitución del carácter.
Dedicado a Bruno
El ampuloso plano secuencia inicial es sospechoso. ¿Por qué filmar así a dos hombres que están hablando? Los intrincados movimientos circulares pueden ser vistosos, pero transmiten más un capricho que una lógica de registro (algunos ralentís posteriores también lucen forzados). Menoscabar las elecciones formales de un film conduce al habitual error de pensarlo como una máquina de ilustración de mensajes. Afortunadamente, todo lo que viene después en Luz de luna es exactamente lo opuesto: elipsis justas, circunspección sentimental, secuencias discretamente hermosas. La película está filmada como si todo surgiera de la nobleza y la timidez de su personaje.
Dividida en tres capítulos que sugieren las transformaciones del personaje principal, Luz de luna es un notable retrato de la laboriosa constitución del carácter. Barry Jenkins consigue que los tres actores que interpretan al personaje excluyente transmitan un núcleo estable de identidad con el paso de los años y a su vez permitan reconocer los cambios que han hecho de él un hombre. Little (o Chiron o Black) no ha tenido una vida fácil. La infancia con su madre adicta al crack, la temprana conciencia de su homosexualidad a contramano de las preferencias de sus compañeros de escuela primaria y secundaria, y un contexto social en el que una forma segura de elevarse por encima de la miseria es la venta de drogas son las marcas ciegas que determinan su vida.
Ver crecer al personaje es el placer que el film dispensa. Su encuentro con un fugaz padre sustituto en la infancia, su primera experiencia sexual con un hombre, la manera de decir basta al bullying permanente y la maduración de la relación con su madre son pequeños eventos que se plasman en la pantalla con la fuerza de una verdad casi revelada que es paradójicamente el poder de la ficción. Esa convicción que resplandece en cada plano es fruto de la delicadeza con la que se trabajan aquí los vínculos y el aprendizaje (visto y no dicho) de Little. Otro director con los mismos elementos en juego podría fabricar una pieza de sentimentalismo rancio con picos de explotación acerca de la desventura de los afroamericanos en Estados Unidos.
El film de Jenkins remite a ciertas películas “menores” del cine estadounidense, como George Washigton y Ballast, en las que se visibiliza la vida de hombres y mujeres (negros) que sobreviven en la nación de los sueños (blancos). Estas películas jamás vindican ese mito y se circunscriben a la comunidad negra. La ausencia de blancos nada tiene que ver con una inconsciente inversión racista; más bien, especifica que en ese orden social de desigualdad a los afroamericanos se les adjudica un destino. De eso también se habla en el conmovedor final de Luz de luna, cuando Little pueda además expresar nítidamente su deseo y ser correspondido.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de febrero 2017
Roger Koza / Copyleft 2017
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