MARADONA -MÉDICO DE LA SELVA-
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
EL FILÁNTROPO DESCONOCIDO
Maradona -Médico de la selva, Argentina, 2011
Dirigida por Martín Serra. Escrito por Rodolfo Martínez Mendoza y Martín Serra.
*** Hay que verla
Excelente retrato de un personaje misterioso y complejo.
No es fácil librarse de la tentación de vender un santo. Esteban Laureano Maradona, nacido en Esperanza, en 1895, poseía varias aristas para hacer de él un ícono de la perfección humana.
Médico, naturalista y escritor, Maradona pasó más de 50 años ejerciendo la medicina en Estanislao del Campo, un pueblo perdido de Formosa, y a sus 100 años murió junto algunos familiares en Rosario. Sus pacientes fueron mayoritariamente indios. A mediados del siglo XX, junto a un inglés llamado Dring, Maradona formó una comisión indigenista y fundó una colonia llamada Juan Bautista Alberdi. Vivió en la pobreza y por mucho tiempo pasó inadvertido.
El director Martín Serra se desmarca con elegancia y precisión de la hagiografía. No hay duda de que entre los testimonios que recolectó de amigos, vecinos, periodistas, historiadores y familiares, estaba el deseo de conmemorar a Maradona, deseo que no siempre puede conjurar el impulso de su canonización. Es ostensible en el relato de uno de los periodistas y alcanza la ridiculez obscena en una entrevista televisiva a cargo de una famosa diva platinada, cuando Maradona ya se había convertido en el ejemplo moral de turno. Rigoberta Menchú se llevó el Premio Nobel de la paz en 1992, aunque Maradona no estuvo lejos de ser el elegido.
Serra parece advertir el problema y sorteará exitosamente el imperativo social de postular en Maradona un ideal platónico que todos deberían imitar. Hacia el final, Abel Bassanese, un querido amigo del médico y quien lee una conmovedora carta en su entierro, recapitula un deseo tardío de Maradona: “Si dicen alguna inexactitud, aunque me favorezca, desmiéntala”. Serra es fiel al mandato.
El plano inicial se repite varias veces. Se trata de un plano subjetivo que se adentra en la selva, el paisaje en el que Maradona vivió la mayor parte de su vida. La selva es un bioma demasiado exuberante para conocer en su totalidad. Lo mismo sucede con Maradona: hay algo de él que se resiste a ser develado. una suerte de “no pasar” como la advertencia del famoso plano inicial de El ciudadano Kane. El ascetismo del médico es tan inescrutable como el gorro que solía llevar puesto; sabremos que alguna vez amó a una mujer y que ella murió demasiado temprano, pero nunca sabremos la razón de su inquebrantable soledad. ¿Era anarquista? ¿Un católico de izquierda? Fue perseguido por la policía en la época del presidente de facto José F. Uriburu y al escapó al Paraguay, donde terminó sirviendo como médico en la Guerra del Chaco. De este Maradona se podrían hacer miles de películas.
Serra combina armónicamente fotografías, material de archivo, videos familiares y entrevistas para retratar a su personaje. Cuando el filme descubre al naturalista a través de los libros escritos e ilustrados a mano por Maradona, la sabiduría del personaje alcanza su esplendor. Él, un ilustre médico, dice haber aprendido mucho en la “universidad de los indios”. Y allí reside la hermosura del personaje (y del film): el amor por el conocimiento no está desligado del amor al prójimo.
Maradona -Médico de la selva- (como lo fue Regreso a Fortín Olmos, de Patricio Coll y Jorge Goldenberg) es una de esas películas que nadie ve y pasa inadvertida por largo tiempo. Pequeño secreto del cine argentino reciente y film a contramano de los festivales, el Oscar y las salas comerciales, Maradona -Médico de la selva– es una película tan valiosa como el personaje al que retrata.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de noviembre 2012
Roger Koza / Copyleft 2012
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