MDP (00): EN BÚSQUEDA DEL PRESTIGIO PERDIDO

MDP (00): EN BÚSQUEDA DEL PRESTIGIO PERDIDO

por - Festivales
14 Nov, 2010 05:45 | Sin comentarios

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Por Roger Alan Koza

En Cine del mañana, uno de los libros que se publican en la edición vigésimo quinta del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, lo que su actual presidente José Martínez Suárez denominó “las bodas de plata”, se puede leer: “Es cierto que, dada la actual política económica del cine, los festivales existen como red de distribución alternativa… Habría que destacar y no olvidar que los festivales generan un clima que permite apreciar el cine como arte y esto se vuelve esencial a la luz de los tiempos de transición que corren”. En el mismo texto, Mark Peranson, el crítico de cine y programador de Locarno y Vancouver, sostiene que existen dos modelos de festival: el festival comercial (Toronto, Berlín) y el festival para el público (Viennale, New York).

Hoy un festival para la audiencia, Mar del Plata es uno de los pocos festivales denominados clase A. Desde su refundación en la década de 1990, viene reescribiendo su identidad y orientación. Los últimos años fueron difíciles: menos presupuesto (lo que implicó menos días, invitados y películas), cambios en el equipo de programación y dirección, y una pérdida del poder simbólico del evento. Sin embargo, la programación y diseño del festival de este año sugieren que empieza a delimitar una modalidad en donde se prioriza al público sin subestimarlo: las películas a exhibirse permiten intuir detrás de la programación una idea generosa y poco dogmática sobre el cine. Además, este año habrá invitados, presentaciones de libros y buenas actividades paralelas.

Una competencia clase A

Para los cordobeses, esta edición no es una entre otras. Por primera vez, una película cordobesa participa de la máxima competencia del festival. De caravana, de Rosendo Ruiz, es nuestra esperanza, y no se trata de una dádiva condescendiente o piadosa al Interior. La película de Ruiz no desentona en absoluto con la bienvenida calidad de la competencia.

En efecto, hace mucho tiempo que la competencia oficial internacional no luce tan sólida como en esta ocasión. Hay dos películas de dos grandes directores: Asesinato esencial, de Jerzy Skolimowski (Polonia), que viene de escandalizar en Venecia, con el protagónico de Vincent Gallo, se perfila como una de las mejores películas del festival. El legendario realizador polaco cuenta aquí la historia de la fuga de un (posible) talibán después de ser capturado por soldados estadounidenses. El otro maestro en competencia es el georgiano Otar Iosseliani. Chantrapas no está entre lo mejor de Iosseliani, lo que no significa que se trate de una película fallida sino menos magistral que algunos títulos previos del director. El relato se circunscribe en tono humorístico a las desgracias que experimenta un cineasta nacido y criado en Georgia bajo el régimen soviético y su posterior establecimiento en París. Como siempre, Iosseliani defiende el derecho al ocio y al hedonismo, sin dejar de esbozar una crítica política que se entremezcla con elementos autobiográficos. Skolimowski es un candidato fuerte; Iosseliani, que ya ganó en Mar del Plata, probablemente no se llevará ningún Astor.

El resto de la competencia internacional está constituido por varios directores relativamente jóvenes, aunque muchas de sus películas vienen precedidas de premios y una excelente recepción crítica. Sin duda, una de las candidatas será Martes, después de Navidad, de Radu Muntean, una película rumana que se exhibió en Cannes y confirma el gran momento del cine rumano. El filme gira en torno al devastador final de un matrimonio. El marido tendrá que optar entre su amante y su mujer (e hija). La película tiene dos secuencias geniales: el plano de apertura, en el que se ve a los amantes tras celebrar físicamente su romance, y un plano secuencia de unos 10 minutos en donde el matrimonio confronta el fracaso de su vínculo. Es casi imposible que Muntean se vaya sin un premio, acaso el de mejor director sea una fija.

Hay dos películas fáciles de premiar: El ilusionista, de Sylvain Chomet (el director de Las trillizas de Belleville), basada en un guión del gran maestro Jacques Tati, y la rusa Almas mudas, de Alexei Fedorchenko, un supuesto retrato de viejas tradiciones paganas (el filme se circunscribe a un viaje de dos amigos con la esposa muerta de uno de ellos en el asiento trasero mientras buscan un lugar para despedirla y llevar a cabo un ritual ancestral). Dado el carácter académico del jurado, Almas mudas es un título con muchas posibilidades. Es un filme seductor, prolijo, “universal”, de bellas imágenes, casi místico, que suele gustar a todo el mundo, aunque un cinéfilo entrenado podrá detectar la pestilencia discreta de lo que Truffaut llamó despectivamente “cine de calidad”.

¿La sorpresa será cordobesa?

Tres películas argentinas participan de la competencia internacional. Aballay, de Fernando Spiner, un western gauchesco, Fase 7, otro western según su director Nicolás Goldbart, y De caravana, de Rosendo Ruiz. No es una regla, pero sí una tendencia: los jurados suelen premiar algún filme que pertenezca al país que organiza el festival.

Las tres películas vernáculas son apuestas arriesgadas. El perfil esencialmente popular de la película de Ruiz no debería distraer, ni a los jurados ni a la crítica, del carácter de la puesta en escena: De caravana no tiene ningún plano-contraplano, ni tiene música extradiegética, dos elecciones extrañas para una película de género (policial) con toques humorísticos que ostenta un registro cinematográfico riguroso. Una mención especial del jurado y un premio a sus intérpretes (el nivel del elenco es una de sus virtudes) no serían una sorpresa; tampoco un premio de la crítica. Secretamente, De caravana es un filme sobre la interacción de clases, y Ruiz consigue adoptar una perspectiva en la que no traiciona ese encuentro (amoroso) entre dos sujetos pertenecientes a dos universos inconmensurables. Si el jurado percibe esto, Ruiz puede ser la sorpresa, y la confirmación internacional de que el cine de Córdoba vive un renacimiento.

Fotos: De caravana.

Este texto fue publicado por La voz del interior durante el mes de noviembre en otro formato.

Roger Alan Koza / Copyleft 2010