MES FICUNAM 2014 (18): LOS IMPOSIBLES

MES FICUNAM 2014 (18): LOS IMPOSIBLES

por - Críticas, Festivales
26 Feb, 2014 11:53 | comentarios

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Por Roger Koza

¿A dónde van los skaters cuando llueve?

¿A dónde cuando el movimiento

–cadencia y fuga–

se interrumpe

y los cielos…

los cielos se ponen negros?

Alejandro Ricagno

P3nd3jo5, de Raúl Perrone, es la película argentina del año, como lo fue Tierra de los padres el año pasado y como lo será en el 2014 (lo supongo e intuyo) la nueva película de Lisandro Alonso, todavía sin título. Son películas singulares, radicales, totalmente personales, a contramano de las exigencias del mercado pero también de las usinas de producción de los festivales de cine.

P3nd3jo5 se define como una cumbiópera, un neologismo misterioso, una impensada combinación donde se entrecruzan sensibilidades musicales en principio inconmensurables. Música culta europea y música popular latina, complejidad armónica y vitalidad rítmica se yuxtaponen en este universo sonoro en el que las reglas de la composición pertenecen a un tercer concepto musical propio de las tres últimas décadas y que proviene de cierta inquietud de algunos artistas, músicos tanto de la esfera clásica como electrónica: la alteración de la estructura de obras musicales ya existentes mediante una aceleración general de la pieza o una fragmentación selectiva donde la repetición tiene un papel preponderante. La unión de la cumbia y la ópera en P3nd3jo5 es posible bajo ese concepto clave, el de repetición, que los DJs que acompañan a Perrone consiguen sintetizar apelando a una estética electrónica. El resultado musical es perfecto, admirable, pero responde a una estructura previa.

Pero P3nd3jo5 es mucho más que la adaptación de un género musical desconocido al cine. Hay otros materiales de composición, tanto visuales como sonoros. El legendario director de Ituizangó busca, primero que todo, en las fuentes expresivas iniciales. El cine, en su prehistoria, no se afianzó en la palabra sino en el gesto. Perrone toma una decisión a contracorriente de su propia poética. Por primera vez, después de 29 películas, elige suprimir diálogos y cualquier expresión oral y sustituir la interacción verbal de sus personajes por intertítulos. Es una decisión importante para un cineasta que siempre ha privilegiado el naturalismo de la conversación. Los intertítulos son bastante económicos y no parecen reproducir la totalidad de cada conversación.

Esta operación lleva de inmediato a un desplazamiento perceptivo. La boca pierde su hegemonía y el rostro adquiere una relevancia inusitada. Como si fueran vírgenes citadinas, los rostros de los jóvenes skaters de P3nd3jo5 son el centro de gravedad de toda la película. El rostro primero, y la mirada después: más que la mirada, el brillo de los ojos. ¿Qué busca? ¿Qué encuentra? El gesto preciso de un grito iracundo sin expresión ni dirección, en una lamentación infinita. En esas miradas se revelan signos condensados de una postergación permanente, pues estos jóvenes circunscriptos al deslizamiento perpetuo pertenecen a una tribu urbana cuyo lugar en la sociedad es un no lugar (casi) estructural. A falta de movilidad social, los skaters se mueven sin dirección alguna. Presente continuo, tiempo sin proyecto, acaso un modo de ser en el estar donde tener es un verbo destituido. Los jóvenes de Perrone son los crucificados sociales de un largo proceso de pauperización colectiva de nuestras sociedades, los personajes sin discurso todavía relegados o, en términos cinematográficos, el fuera de campo absoluto de un sistema económico.

P3ND3J05_Pendejos-683344125-largeP3nd3jo5 se estructura en tres actos y una coda. Perrone cuenta tres historias mínimas. En la primera, un chico va de un lado a otro en patineta y nada en particular le sucede. Lo que vemos es su errancia perpetua y las relaciones que establece con sus iguales y sus mayores. Desde el plano inicial de las piruetas en el parque hasta los bellísimos travellings laterales con los que Perrone elige registrar su cotidianidad, la primera historia ya establece las coordenadas simbólicas del universo juvenil de Ituizangó: el deslizamiento es un movimiento sin dirección. El segundo acto se circunscribe a una historia de amor entre un adolescente y una chica un poco más grande. Una de las escenas más hermosas del cine argentino de todos los tiempos es cuando se besan en un callejón. No es una historia de amor feliz. En el tercer acto, dos chicos se verán envueltos en una cuestión de corrupción policial. Finalmente, hay una cuarta historia en la coda, que parece retomar el primer acto y cuya función principal es introducir un texto de Pasolini que resignifica la totalidad de la película y el destino de los personajes. La crucifixión aludida tiene que ver con una crucifixión social y es el modo poético que encuentra Perrone para fundamentar un sentimiento omnipresente durante todo el film.

P3ND3JO5, Raúl Perrone, Argentina, 2013

Las historias son autónomas, pero hay un motivo que suele repetirse, aunque siempre visto desde distintos ángulos y con un acompañamiento musical operístico que denota cierto elemento transcendental: en una esquina de la ciudad y durante la noche el camino de todos los jóvenes se cruza por un instante. Es una suerte de convocatoria interna del relato con la que se intenta reforzar una encrucijada. A menudo, ese episodio lleva a otro motivo visual característico del cine de Perrone: los cielos. Los hermosos y enigmáticos fundidos encadenados de las nubes en el cielo nocturno suelen aparecer como un contrapunto de ese instante de reunión involuntaria. ¿Por qué ese contrapunto? Tal vez no sea premeditado, pero la repetición de esos bloques poéticos va trabajando sobre una igualación entre la contingencia evanescente de las nubes y la existencia deslizante e imperceptible de los jóvenes en su paso por el mundo. Son figuras precisas de una deriva generacional. En este sentido, P3nd3jo5 debe ser vista como un negativo de Los posibles, de Santiago Mitre. Sin ser antitéticos, la comparación sirve para clarificar qué es P3nd3jo5. Los skaters de Perrone son los imposibles de un sistema, el grado cero de existencia arriba de una patineta: un falso movimiento social, tal vez acrobático y dinámico pero sujeto a un instante que desaparece.

Hay una extraña obsesión por las influencias de Perrone. Es bastante probable que Perrone no tenga la menor idea de quién es Harold Bloom y es posible que haya visto algunas películas de sus colegas más radicales, como Pedro Costa, aun cuando suele decir que no ve mucho cine en la actualidad. Pero determinar las influencias de P3nd3jo5 es en última instancia un pasatiempo cinéfilo y una actividad detectivesca. Los detractores de P3nd3jo5 no dejan de citar algún film de Gus Van Sant o simplemente protestan por las citas vagas y directas que Perrone ha elegido incorporar: una película de Dreyer, una de Fellini, repetir y reconstruir en sus propios términos una escena de un film de Antonioni. Esta preocupación policíaca es una respuesta insólita frente a la insolencia de un director que no deja de inventarse obstáculos para ver hasta dónde puede aventurarse en su camino como cineasta. Que un director repita un gesto fundacional para reescribir su modo de hacer cine es un procedimiento legítimo. Pero Perrone ha logrado algo de otro orden: su cumbiópera, rodada en digital, conquista una textura que no es 16mm o 35mm y que parece encontrar una línea de continuidad entre el cine analógico y el cine digital.

P3nd3jo5 es uno de los ejemplos más audaces y bellos de lo que Pasolini llamaba cine de poesía. Lo que se percibe por distintas vías es una experiencia, un estado de ánimo. La cámara siente por nosotros y para nosotros. Los imposibles serán inolvidables.

*Esta crítica fue publicada en la revista Deodoro en el mes de diciembre 2013

Roger Koza / Copyleft 2014