MES FICUNAM 2016 (09) / CRÍTICAS BREVES (124): RASTREADOR DE ESTATUAS
Rastreador de estatuas, Jerónimo Rodríguez, Chile., 2015
Un Macguffin general, una película singular: un joven llamado Jorge reconoce a un neurólogo portugués en un film de Joaquim Jordà que le remite a una estatua de otro neurólogo que alguna vez quizás vio con su padre de niño en alguna plaza de Santiago de Chile. Jorge, que vive en EE.UU. y se dedica al cine, querrá saber entonces quién era aquel médico en el busto y deseará filmarlo. Hallar la estatua será una forma lúdica e inconsciente de canalizar con el espectro de su padre. A Jorge, en verdad, nunca lo veremos, y ni siquiera le escucharemos, porque quien habla de él y cuenta su historia, como sucede con el protagonista, también permanecerá en fuera de campo. O tal vez, sesgadamente, vemos a Jorge, o en todo caso lo habitamos sin saberlo. Sucede que la evolución de esta historia apasionante que supera la terapia personal parece mimetizarse con el patrón asociativo del cerebro de Jorge: no lo vemos, pero vemos a través de él y pensamos el mundo desde él. La formidable segunda película de Rodríguez sigue entonces un modelo narrativo y de montaje que en cierta medida reproduce el movimiento de la memoria y sus signos: una ciudad puede llevar a Raúl Ruiz: un escritor como Pushkin puede invocar la historia del cine chileno y a la dictadura de Pinochet; ese sistema libre de evocación en red sostiene un film hermoso que empieza en Nueva York, pasa por algunas ciudades de Chile, apenas pisa el suelo argentino y culmina en Portugal; película nómade como la subjetividad de su protagonista, alguien que no está en ningún lado pero que tampoco quiere irse de donde (no) está.
Roger Koza / Copyleft 2016
Últimos Comentarios