MES FICUNAM 2016 (15) / CRÍTICAS BREVES (130): CASI PARAÍSO
Casi paraíso, Pablo Narezo Guzmán, México-Alemania, 2016 (Estreno mundial-World Première)
Las buenas películas familiares son aquellas que trascienden un poco la historia de un apellido y sus representantes y dejan que se filtre la Historia, una época, una perspectiva sociológica lateral y un sentido de la finitud existencial (que cualquier grupo familiar incorpora ni bien las generaciones se suceden y sustituyen). En el diario-ensayo de Narezo Guzmán, el siglo XX subyace al relato familiar y a su vez los materiales del pasado se organizan desde un presente determinado por el registro inmediato de lo real y la comunicación instantánea. El cineasta es un sujeto de su tiempo, no así sus “actores-espectros” que provienen de un mundo tan cercano como lejano.
Todo empieza con una extorsión: el cineasta olvidó sus películas familiares y un hombre, africano y religioso, las encontró. Un mail le renueva la esperanza al joven director, aunque a medida que avanza la comunicación la recuperación tendrá un costo bastante alto. La resolución del caso será sorpresiva, pero la extorsión como acción vergonzante volverá: el bisabuelo del cineasta alguna vez fue tomado cautivo por gente de Pancho Villa. Lo político surge como una tenue tensión: la abuela Sara y sus hermanas, como también la bisabuela Pita, no parecen compartir el progresismo político del nieto que vive en Hamburgo. Ellas, no obstante, son las estrellas del film: un viaje a Acapulco y otro a La Habana articulan la presencia del pasado en el film. El momento más conmovedor pasa por la yuxtaposición de dos tiempos de Sara, que es además el cruce evidente de dos formas de registro, el digital y el analógico.
En los 10 años que abarca el film, hay nacimientos y muertes, acontecimientos históricos y la insignificancia agradable de la cotidianidad. Las calles del Zócalo del DF y la Basílica de Guadalupe contrastan con la quietud de la vía pública en Hamburgo, aunque unas décadas atrás, en ese país en donde Pablo no sabe muy bien por qué vive ni quién es en él, los 43 desaparecidos de Ayotzinapa hubieran estado en sintonía con la vileza aria. Casi paraíso no es otra cosa que el intento de conjurar el desarraigo en tensión dialéctica con la memoria como garantía de la identidad. Ahí está el viaje en tren del cierre para confirmarlo.
Roger Koza / Copyleft 2016
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