MES FICUNAM 2016 (22): LA IMPACIENCIA
Por Roger Koza
En todo festival de cine existe una zona de riesgo. Quienes asisten a un festival lo saben y por regla general la tolerancia frente a películas que ponen en riesgo el sistema de recepción e interpretación de la audiencia es mayor que en otras ocasiones. La probidad de una programación pasa por explicitar esas películas demandantes y a su vez ayudar o contextualizar la razón de esas inclusiones que llevan al límite la paciencia del espectador. No se trata, por cierto, de una tortura, sino de una propuesta con ciertos fines: expandir el entendimiento de lo que se entiende por cine y desinhibir la sensibilidad.
Samuray-S, de Raúl Perrone, y Meurtrière, de Philippe Grandrieux, son los dos títulos que pueden en esta sexta edición de FICUNAM poner a prueba la perseverancia del espectador para relacionarse con una forma de representación que se distancia no solamente de la habitual poética del cine-espectáculo sino también del cine aún resguardado en su voluntad de contar historias. Samuray-S, en verdad, cuenta tres historias (mínimas), pero lo que importa en ese film no es la progresión dramática de lo que sucede con sus personajes sino la intensificación perceptiva destinada a exacerbar emociones puras. La sobreimpresión de los planos (y de los sonidos) constituye en el film de Perrone una forma de movilidad de la imagen que trabaja sobre una condición perceptiva de la recepción; si el espectador se lo permite, entrará en trance, aunque direccionado. Los sentimientos de pérdida, ternura y maldad se purifican en su expresión plano tras plano.
Meurtrière es aún más radical en tanto que la unidad mínima de un potencial relato se circunscribe a ciertas acciones físicas sin contexto que les dé sentido. Los cuerpos se mueven en un espacio sin referencias quebrando por lo tanto una modalidad de identificación del cuerpo y el orden social que lo contiene y lo viste. El tema es entonces el cuerpo como potencia y el choque con otros cuerpos. El trance es inevitable: la falta de un universo de objetos insta a una experiencia flotante de estar en el espacio sin las típicas coordenadas de organización estructural, acaso una conjura de la gravedad que no implica la levitación, como si el film estuviera trabajando con un concepto de espacio que ya no es el que se suele reconocer y utilizar en el sentido común para ubicar los desplazamientos del cuerpo.
Roger Koza / Copyleft 2016
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