MI AMIGA DEL PARQUE (02)
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
LIZ APENAS TARDE
Mi amiga del parque, Argentina-Uruguay, 2015
Dirigida por Ana Katz. Escrita por A. Katz e Inés Bortgaray
*** Hay que verla
Una de las mejores películas argentinas del año resultó ser una comedia. Una noticia para celebrar
El título habla de dos personajes. El “mi” le pertenece a Liz, el personaje interpretado por la mejor actriz argentina del momento, Julieta Zylberberg. La “amiga” es Rosa, y es la talentosa directora y guionista Ana Katz que le da vida frente a la cámara. El parque es la intersección, el espacio de lo público, en el que se cruzan los desconocidos. Liz es una madre primeriza de clase media; trabaja en una editorial. Rosa es empleada en una fábrica. No es madre, pero le gusta hacer de madre con su hermana y con la hija de esta. Primera afirmación: la diferencia de clase no suele ser materia humorística porque la imprecisión en el punto de vista puede ser fulminante. Pero Katz es temeraria y elige el riesgo. ¿Una comedia sobre la (des)confianza?
Más evidente y acaso original, es elegir la experiencia de la maternidad como fuente de comicidad. La primera provocación es poner en duda el instinto materno. La madre es aquí una función que se aprende, una figura que podrá parecer arquetípica, pero implica para una mujer un ajuste general de su forma de estar en el mundo. Cada instante de un bebé reclama la atención de su madre. La escena inicial en la ducha es la síntesis de un estado de conciencia, y es también una revelación: lo cómico pasará siempre por los desajustes de Liz respecto de su nueva vida. En ella, la mujer va por un lado, la madre por otro. En esa fragmentación y desavenencia se articula tanto el gag como el costado dramático del film. La elegancia del plano final sugiere la resolución de esa distancia inicial. ¿Una comedia sobre la vulnerabilidad?
El relato se circunscribe a la cotidianidad, y he aquí otro logro de Katz: en los paseos, en una comida, en una reunión de trabajo, fuera del prestigio nulo que tienen esos momentos mecánicos anida una dimensión que puede provocar risa y llanto. La existencia ordinaria es menos sólida de lo que parece. Hay que saber mirar el detalle y también filmarlo. De tal modo que el argumento pasa por las reacciones que le suscita a Liz su interacción con el mundo: la indiferencia de encontrarse por Skype con su marido, que está filmando en el sur, la sospecha que le ocasiona la señora que la ayuda con su hijo en su casa, la incomodidad que siente frente a los discursos sobre la maternidad de las otras mujeres de la plaza y la curiosidad que le despierta la vida de Rosa y su hermana. El gran acontecimiento será un viaje a un destino insignificante. Algo sucederá. Imperceptiblemente.
Hay una rara vivacidad en este film. Los diálogos tienen una precisión manifiesta. El tiempo de las escenas y la relación entre ellas es pura música, y esa es la razón principal de que se prescinda de canciones y orquestas sonoras. El ritmo está en el plano y entre los planos. Además, no se renuncia a la belleza: la estación otoño-invierno se vislumbra delicadamente. Uno de los planos más hermosos es aquel plano general en el que “las hermanas R” y Liz corren por el bosque, abandonándose un poco a un espíritu juvenil que ya no les pertenece.
En este film sobrio, jamás melindroso, la risa y la emoción nacen de constatar la nimiedad ineficaz de los pareceres y los ajustes de conciencia que requiere aceptar nuestra condición de inexperiencia ante todas las cosas. Nadie nace madre, nadie elige su pertenencia de clase, pero todos podemos aprender.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de septiembre de 2015
Roger Koza / Copyleft 2015
A propósito de cine argentino, Roger, me llama la atención que no haya habido nunca una crítica en este espacio sobre EL CLAN, de Trapero, una de las películas argentinas más vistas, más premiadas y menos discutidas. Me gustaría mucho conocer tu opinión y/o la de tus columnistas.
Gracias.
Ahora que lo mencionas, me surge la misma curiosidad. Supongo que en algún momento alguien escribirá algo en este blog sobre el último film de Trapero. Es una película ideal para Prividera.
Estimados Jorge y Fernando:
Nicolás podrá responder en su nombre, aunque tanto él como yo tenemos una mirada menos despiadada y por momentos casi postiva frente a ciertos cuestionamientos que un sector de la crítica hizo del film.
Tanto a Nicolas como a mí nos gustó mucho la crítica que hizo del film José Miccio en Hacerse la crítica (y que se puede leer aquí), y que vi que en algún momento Fernando leyó, ya que dejó un comentario. Miccio es un crítico extraordinario, aunque tengo ciertos reparos en algunas cosas que dice y en el tono de la crítica (el estilo anímico de su lucida prosa). Para Nicolás resultaba un texto clave en el que se decía mucho de lo que él creía había que decir del nuevo film de Trapero.
Por mi parte hice una crítica oral en El cinematógrafo. Bastante incompleta y un poco a las apuradas y en un estado de cansancio absoluto, ya que venía de viajar por 28 horas en avión.
Personalmente, excepto en algunas ocasiones, escribo sobre los estrenos que se me asigna en el diario; algunas películas las pido, pero no siempre es así. La diferencia entre lo que publico en el diario y aquí, respecto de los estrenos, es que en Ojos Abiertos desarrollo un poco más lo que pienso de las películas (y las calificaciones son más precisas). En el momento del estreno de El clan yo estaba en Locarno. Esa es la razón principal de que por qué no escribí sobre el film. Me hubiera gustado. Probablemente, cuando llegue fin de año, diré algo de la película de Trapero cuando redacte mi balance de 2015.
Mi posición respecto del film es la siguiente: lo prefiero a Relatos salvajes porque aquí la violencia (familiar) tiene un correlato directo a un orden social específico y a la historia de un país. El punto de vista no está anclado en la disfuncionalidad familiar sino en la producción psicótica de un sistema social. Soy consciente que todo eso se dice sin sutilezas. Sociológicamente es un film wikipedia. Pero la violencia no está en la naturaleza humana, como sí se insinuaba en Relatos salvajes. Y eso no me resulta menor.
Creo que Lanzani es una revelación en la película, y no tenía la menor idea de quién era, ya que mi relación con la televisión ha dejado de existir en 1991.
Y por último lo evidente: los últimos 15 minutos pertenecen a otra película. Si así hubiera sido la totalidad, no duden que ya hubiera escrito un tratado. Lamentablemente, el film es la constatación de una deriva. Quedará este título como el pase definitivo de un director talentoso al mundo del espectáculo.
En verdad, creo que Trapero venía soñando con ser el Jacques Audiard de Las Pampas. Ahora su sueño mutó y parece que se cumplirá en Hollywood. Si el modelo es entonces Scorsese tendrá que trabajar como un condenado en los matices y en los detalles, y retomar el pulso y el refinamiento que tenía su mejor película: El bonaerense.
En pocas palabras, es un tipo de cine que no me interesa personalmente, pero no desconozco que mis gustos e intereses no son estrictamente lo que define la totalidad de mi trabajo. Por eso me he tomado un tiempo en responderles.
Saludos.
PS: Unos días atrás Nicolás me contó que pensaba escribir una nota sobre El clan, la película y la serie. Veremos.
RK
Muchas gracias por tu respuesta y tu extenso comentario, Roger.
Realmente pineso que, por ser una película tan vista, ha generado pocos debates en los medios (me refiero a debates cinéfilos, no del orden de lo estrictamente sociológico o lo policial, que de eso ha habido algo sobre todo en TV).
Es muy inteligente lo de ver esa violencia como resultado de la producción sicótica de un sistema social, pero no sentí que la película expresara eso. De hecho, si así lo hiciera dudo que guste tanto a tanta gente, sería más incómoda (algo que sí tiene, en mi opinión, la serie HISTORIA DE UN CLAN, aunque no me interesa forzarte a abandonar tu abstinencia de TV).
Un abrazo.
Me puse como excusa ver un poco más de la miniserie del clan Ortega para escribir sobre todos los clanes, tal vez porque hay algo que me dificulta la escritura (será eso de que es «ideal» para mí, je): Roger resume bien el punto en el cual hay que matizar lo de Miccio, pero no cabe duda de que El clan termina de confirmar lo que quiero expresar hace tiempo (y que está compilado y complicado en mi libro): el NCA encuentra su lìmite en su imposibilidad de asomarse al pasado, incluso cuando pretende hacerlo. En ese sentido, la miniserie es todavía más significativa, ya que el gran fuera de campo es el propio padre del clan Ortega, también él director de cine es aquellos tiempos oscuros…