MI FAMILIA
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
LA INSTITUCIÓN DE LOS AFECTOS
Mi familia / The Kids Are All Right, EE.UU., 2010
Escrita por Lisa Cholodenko. y Stuart Blumberg. Dirigida por Lisa Cholodenko.
** Válida de ver
Una indie que parece libertaria, pero que en última instancia es un film secretamente conservador
La tercera película de Lisa Cholodenko no es el título ideal para quienes sostenían antes del 15 de julio que el casamiento de personas del mismo sexo y el derecho de adopción no era otra cosa que la intromisión de Lucifer en los pasillos y recintos del Congreso de la Nación. En Mi familia, dos adolescentes han crecido toda la vida con sus madres, y nada indica que estas criaturas sean proclives a conductas aberrantes. En sólo una escena, Cholodenko destituye la desconfianza del prejuicioso y el retrógrado: el diálogo durante una cena típicamente familiar destila normalidad; son una familia feliz.
Pero habrá una intrusión y el orden familiar se alterará por un tiempo. El padre genético de los dos jóvenes, donante de esperma, aparecerá en escena. La curiosidad del varón de la casa lo llevará a contactar al semental solidario, un cuarentón solitario y seductor, dueño de un restaurante cuyas verduras orgánicas vienen de su propia huerta. Un hacedor que, frente a la pareja intelectual lésbica, aportará a la economía libidinal de la casa un toque de perversión.
Así descripta, Mi familia parece un drama típico del cine indie estadounidense, pero no lo es, pues se trata más bien de una comedia secretamente conservadora en donde la institución familiar permanece incólume y prevalece sobre el deseo de sus personajes. Su legítima política de la identidad se contrapone con su oblicuo pero efectivo desdén de clase (su otra política): el padre y un jardinero latino no gozarán de misericordia alguna. Uno será un bruto, el otro un “adicto”.
Mi familia se sostiene en sus intérpretes. Moore, Bening y Ruffalo están perfectos. En un pasaje central en el que se discute la superioridad de las carnes argentinas y se celebra la música de Joni Mitchell, el filme condesa todas sus virtudes: incluso allí, Cholodenko se desmarca de la potencial sitcom que acecha su película y despliega un gran instante de cine.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior durante el mes de octubre 2010.
Roger Alan Koza / Copyleft 2010
Tuve oportunidad de ver hace poco, la anterior película de Cholodenko, titulada High Art (1998). En esta obra, a diferencia de Mi Familia (The Kids Are All Right), hay un planteo mucho más elaborado y provocativo. Los difusos límites entre la admiración, la amistad y el deseo; el difícil tema de la fidelidad y un final duro y hasta si se quiere desolador, hacían de High Art un trabajo destacable.
En Mi Familia (The Kids Are All Right), por el contrario, vemos un planteo muy convencional y condescendiente con las peores ideas, acerca de los valores que se supone deben constituir los pilares de una relación de pareja (en este caso homosexual) y una familia. La manera en que todos los personajes que constituyen la familia del título, se abroquelan, sin matices, contra Paul (Mark Ruffalo), cuando se trata de preservar la sacrosanta institución familiar, y precedida por la lamentable letanía de Jules (Julianne Moore), pidiendo perdón al resto de los miembros por su conducta supuestamente pecaminosa, demuestra que pobre imaginación ha demostrado Cholodenko en su último trabajo y como ha decidido transar con los valores morales más criticables que trata de imponer el cine de Hollywood.
La verdad es que uno podría imaginar que si la película no se basara en una relación homosexual, seguro estaría entre las preferidas de la ex candidata republicana Sara Palin.
¿Conservadora? ¿Por qué ? ¿Porque una pareja subsiste a una crisis? ¿Porque Jules reactualiza su relación con Nic -a quien nunca negó seguir queriendo- e intenta superar un quiebre sobre la base de la sinceridad? Caramba, los cánones de la conducta liberal, moderna, progresista, o como se llame son bastante estrictos … al punto que no parecen admitir una relación de pareja (homo o heterosexual) prolongada (que sería así sinónimo de «conservadora»).
Tampoco veo el tal desdén de clase, antes al contrario: el despido del jardinero mexicano es claramente una bajeza injustificada, de la que Jules se arrepiente (como cualquier persona de bien que se da cuenta que ha cometido un error); y la hipocresía implícita del progresismo (justamente) de clase media se ve una y otra vez puesta en ridículo (por caso, y sin ir más lejos, en las permanentes exhortaciones de las mamás para que «hablemos», y luego nunca atinar a escuchar a sus críos). Ridículo que nunca llega ni al desdén, ni a la mirada superada: se trata de gente haciendo lo mejor que puede y que, como todos, muchas veces mete la pata (con los hijos, con los padres, con la pareja, con los empleados).
¿Paul no merece misericordia alguna? ¿Y de dónde surge entonces la simpatía que todos (mamás, hijo, hija y espectadores, creo) le tienen? No es un giro del guión, sino que se asienta en el carisma que el personaje destila. Y de hecho, sí recibe misericorida: en una secuencia, mientras Joni prepara sus valijas para la universidad toma el sombrero que le regaló Paul, y lo arroja dentro del placard. En la siguiente, la vemos acomodando el sombrero en el baúl del auto. En cualquier caso, el futuro de esa relación (complicada) no esta signado por ninguna diferencia de clase, pues Paul no es, bajo ningún punto de vista, un proletario.
En fin, no se si es una película conservadora (aunque queda claro que no lo creo) o liberal (cualquiera sea el significado del término); sí creo, en cambio, que es una película humana, amable y que intenta comprender a sus criaturas
Estimado Fabián: en general todos tus aportes me resultan valiosos y suele coincidir con ellos. Tu «ataque» en esta ocasión lo entiendo pero no lo comparto. Para mí no es un problema de sostener o reconstruir una familia, sino de traicionar el deseo. Por otra parte, el lugar conservador no pasa por la cuestión familiar sino más bien por cómo se culpa al jardinero, lo que indica una mirada de clase específica y, en este caso, conservadora. Mi perspectiva, precisamente, no es liberal. Saludos. RK
Querido Roger: muchas gracias por tus palabras; en particular me tranquilizan las comillas, que me dan a entender que mis opiniones (expresadas con innecesario énfasis) no las has tomado como un ataque (que no lo son). Creo que las discrepancias pueden ser útiles, más que las coincidencias, pues te obligan a definir tu punto de vista, a reexaminarlo, aún a descartarlo, para llegar a una conclusión verdaderamente propia, y no por eso menos provisional. Útiles, a condición de autenticidad, respeto, y demás. Las discusiones en tu blog siempre son así, al menos en cuánto de vos depende, y eso es un mérito extraordinario, te diría la principal razón que me anima a participar.
Y la discrepancia vos la formulas con tu habitual precisión: la reconstrucción de una familia no es un problema, el problema es la traición del deseo. Lo que pasa es que el tema de la película es lo primero, no lo segundo. Los personajes no reprimen, niegan ni traicionan sus deseos; antes bien cada uno de ellos está en una encrucijada donde todo se les dispara. Jules, medio balbuceante, se justifica ante Nic “… yo necesitaba …”, “¡qué! ¿Qué te la pongan?” … “que me aprecien”. Luego, cuando Paul le propone insistentemente formar una nueva pareja, le responde, hastiada: “¿pero de qué estás hablando? … ¡soy gay, por dios!”. Quiero decir, no me dieron la impresión de ser personas luchando contra sus impulsos, sino tratando de satisfacer sus necesidades (sexuales, sí, pero sobre todo afectivas, lo que incluye muy en particular a Paul) en un momento en que sus respectivos modos de vida han dejado de hacerlo.
Y en lo del jardinero se condensa, fijate, el tipo de cine que a mí me gusta: uno donde las relaciones sociales, la cultura, el medio, se expresan a través de las personas, esto es, donde ellas son su vehículo, y no su emblema. Jules es, sin duda, una buena mina; y no obstante con el jardinero comete una vileza. Lo delicado de la película es que esa vileza no está contada desde el cinismo (todos son una porquería) ni desde ningún dogma (burgueses malos, proletarios buenos): Jules en un momento crítico no logra evitar comportarse según la preeminencia de su posición social. Eso ocurre aún a su pesar, aunque luego lo lamente; y la película ni se encarniza con Jules, ni la justifica.
En cambio, el único personaje que no recibe ninguna comprensión es el amigo del pibe, un sacado total. Pareciera que ese sí estuviera puesto como un emblema de lo que producen las familias heterosexuales (al principio lo vemos con su padre, otro sacado). Que va ser, prejuicios tenemos todos y se ve que Cholodenko también.
En fin, lo que más me gustó es lo bien planteado que está ese momento tan particular en que los hijos empiezan a educar a los padres (a padres que más o menos dejan educarse, como éstos). Es tal cual: la familia según antes era se deshace, las rutinas no dan para más, las mentiras ya no se dejan pasar, todo se replantea, los grandes empiezan con mucho esfuerzo y dolor a tener que admitir tantas cosas. Esta muy, muy bien contado.
Abrazo Roger, gracias de nuevo.
Estimado Fabián: vi el film hace mucho tiempo y recuerdo haber tenido una relación ambigua con él mientras lo veía. Tu argumentación me lleva a dos cosas: 1) revisarlo; 2) seguir pensando sobre él. Había leído alguna crítica parecida a la tuya, si no mal recuerdo, en Film Comment, y creo que llevaba la firma de Kent Jones. Al ver el film vi lo que vi, otra cosa, y recuerdo, también, haber ido con expectativas porque el elenco me gustaba mucho y el tema aún más. Pero escribí lo que está más arriba, y sin verla otra vez, incluso aceptando matices, me sigue pareciendo correcto lo que está publicado; por eso tendría que verla de nuevo.
Lo que más me gusta del cine es que las películas no cambian pero quienes las vemos sí. No sé si después de verla por segunda vez (y menos aún sé si podré porque siempre tengo la obligación de ver 100 antes por mis trabajos) cambiaré mi punto de vista y entonces veré al tuyo con otros ojos. Lo que sí sé es que uno de los grandes placeres que el cine me ocasiona cada tanto pasa por demostrarme que fui yo quien no vio algo y no supo entenderlo. Descentrarme, ser descentrado, siempre me resulta tan inquietante como reconfortante. Eso pasa con el cine, pero también sucede en los intercambios discursivos y orales frente a un objeto X. Tu texto me lleva hacia ese espacio de incertidumbre en donde se pierde la verdad y surge el entendimiento. Veremos. Un abrazo. RK
Ni más, ni menos, no podría haberse expresado mejor … las mejores películas / discusiones / lecturas nos alejan de La Verdad, instalándonos en la perplejidad. Un gusto charlar con vos, como siempre. Abrazo.