CRÍTICAS BREVES (209): MUDOS TESTIGOS
Mudos testigos, Luis Ospina-Jerónimo Atehortúa, Colombia, 2023.
En el invierno de 2019, un poco antes de morir, Luis Ospina estaba pergeñando una nueva película. Había concebido trabajar sobre una ficción erigida a partir de restos de muchas películas colombianas del período silente que habían sobrevivido. Venía trabajando con el joven crítico y realizador Jerónimo Atehortúa, quien, tras el fallecimiento de Ospina, tomó la decisión de seguir adelante con el proyecto respetando el deseo del maestro. Dividida en tres capítulos, el melodrama que estructura la trama es un pretexto justificado para que el pasado de Colombia reviva espectralmente mientras que el protagonista, un artista plástico llamado Efraín, intenta consumar su amor por Alicia, la mujer de otro hombre mucho más poderoso que él. Las rebeliones campesinas de la segunda década del siglo 20, la muerte de Gardel, las transformaciones del mundo ciudadano, un incendio colosal que invoca el vivido en Bogotá al inicio del siglo pasado y algunos otros acontecimientos, tanto reales como imaginarios, como una confrontación militar con los Estados Unidos, acompañan y se filtran durante la desesperada búsqueda de Efraín por su amada, aventura amorosa que lo lleva hasta la selva colombiana y a convivir con los indios que viven en esos parajes inhóspitos. El montaje casi siempre ordena los increíbles materiales pretéritos privilegiando un relato de índole clásica, aunque no faltan pasajes sorprendentes, en el que se intervienen las imágenes honrando la mejor tradición experimental, momentos en los que se puede apreciar con mayor facilidad el ingenioso trabajo con el sonido, que desde un inicio denota sofisticación e ingenio.
Roger Koza / Copyleft 2023
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*Se puede ver en el BAFICI 2023.
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