UN MUNDO DE SENSACIONES: MÁS ACÁ DEL 4D
El progreso de la técnica ha sido decisivo en la historia de cine. Se tardó más de 30 años para que la imagen tuviera su encuentro con el sonido. La historia del color en el cine tuvo una paulatina evolución que comenzó tímidamente con el cine mudo y que varias décadas después se volvió norma y sustituyó la hermosa hegemonía de las películas en blanco y negro.
Este movimiento gradual hacia la reproducción exacta de lo real poco tuvo que ver con un imperativo estético. El deseo de capturar el mundo en todo su esplendor, el anhelo de calcar lo real tiene motivaciones que muy poco se vinculan con el arte, tampoco con el entretenimiento y sí con un pretérito empeño existencial cuya genealogía remite a los egipcios y su cultura de embalsamiento. Retener todo lo viviente, eternizarlo en su propia manifestación, burlar, en definitiva, el paso del tiempo. El fin imposible consiste en encapsular la experiencia total tal cual se la percibe bajo cierta duración y poder así repetirla una y otra vez.
El cine ha avanzado conforme a ese deseo. Se cree haber conquistado la fidelidad óptica con el 3D; se piensa haber triunfado sobre la experiencia sonora con la normalización del 5.1 (o 7.1) en las salas. La intensificación sensorial promete siempre una imitación de la realidad física por la que el espectador podrá sentir materialmente lo que los protagonistas experimentan.
La bienvenida inauguración de una sala 4D en la ciudad de Córdoba romperá la barrera óptica y sonora de la experiencia del espectador mediterráneo. El cuerpo del espectador pasará de su absoluta inmovilidad a una nueva condición motriz jamás asociada al cine. El tacto y el olfato serán por primera vez estimulados. Alguna gota de lluvia caerá en su rostro y la fragancia del ramo de rosa que un enamorado entrega a la heroína de la historia será percibida por el perplejo espectador. ¿Los exógenos efectos especiales de la masticación colectiva del pochoclo y el invasivo tufo de aderezos quedarán para otro tipo de funciones?
Impugnar esta nueva posibilidad perceptiva es de necios, y veremos hasta qué punto, si en el futuro las películas adoptan activamente las posibilidades expresivas del 4D, un cineasta trabajará estéticamente sobre estos recursos expresivos, que ya no se limitan a la óptica y a la dimensión sonora del cine.
Mientras todo eso sucede y al espectador se lo estimula sensorialmente como nunca, la tolerancia frente a cualquier poética que se aleje de la norma de Hollywood es prácticamente nula y el doblaje para adultos avanza. La emancipación sensorial bajo ningún punto de vista trabaja en dirección de un espectador emancipado. Sentirlo todo no es equivalente a expandir lúcidamente la experiencia cinematográfica.
Este texto fue comisionado por el diario La voz del interior en el mes de agosto 2017
Roger Koza / Copyleft 2017
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