OBLIVION / OBLIVION: EL TIEMPO DEL OLVIDO (02)
DESPUÉS DEL FUTURO
Por Fernando Pujato
Sí, Oblivion tiene tantas referencias de, digamos, la ciencia ficción post apocalíptica que casi no vale la pena enumerarlas o, en todo caso, se debería buscar escena por escena para demostrar a cuál film del pasado inmediato se le corresponde o se les asemeja o sencillamente se le copia: una pizca de Alien, el octavo pasajero y de la primera Matrix, un tanto de la precuela de Star Wars y de 2001, odisea del espacio, algo del primer Terminator y una máscara de Predator, mucho de Blade Runner que siempre está disponible en este transitado asunto de la memoria, y se podría continuar con éstas y otras clases de citas; ¿tal vez la última pelea en la playa de Misión Imposible? ¿Y por qué no una suerte de Top Gun retrofuturista como para que Tom Cruise no olvide que su vocación siempre fue pilotear aviones -aunque no salvar al mundo? Pero, por supuesto, nada de personajes anónimos y vulgares que casualmente descubren que algo no anda del todo bien (además de su propia vida) en esa pequeña porción del planeta Tierra que les ha tocado vivir, como sucede en ese gran film del gran John Carpenter que lleva por título They Live, pero que se debería llamar “Lección de cine de género clase B para los que gastan demasiado dinero cuando no es necesario y no tienen muchas más ideas que las de treinta años atrás”. Un poco extenso como título para un film, mejor va Oblivion , o la nostalgia de un tiempo que nunca se vivió realmente; algo así como un engaño.
Que no es precisamente el que pone en marcha un alienígena que sólo vemos al final del film -bastante parecido a la tapa del famosos disco de Pink Floyd, El lado oscuro de la Luna – que al parecer sólo ha engañado al pobre de Jack y a su compañera Victoria con una supuesta invasión extraterrestre que ha destruido la Luna, y con esto el equilibrio de la Tierra. Y por esto los pocos sobrevivientes que han quedado se han mudado a Titán hasta que la solitaria, enamorada, y eficaz dupla de custodios de lo que queda logre extraer toda la energía que le resta a nuestro exangüe planeta para mudarla allí donde se supone comenzará una nueva vida. En realidad más que engañarles se les ha borrado la memoria, un tanto menos a Jack que algunos destellos del pasado aún conserva entre sueños y un tanto más a Victoria que nada recuerda de su vida anterior, tal vez porque efectivamente así sea, tal vez porque su misión no es recordar, como ella misma le dice al bueno de Jack cuando éste se pone un tanto pesado con preguntas que no corresponden para los tiempos que corren; vivir sin nada, o casi nada, que sobrellevar, no es asunto nuestro, viviendo un engaño perpetrado por otro. Pero sólo ellos, porque una especie de comunidad de sobrevivientes liderada por un tal Beech, nada menos que Morgan Freeman, siempre de anteojos oscuros (?), salvo unos instantes antes de inmolarse por la causa de la humanidad, saben muy bien de qué se trata todo esto y se lo hacen saber. Es cierto, sólo un poco: el comandante Jack Harper primero tiene que averiguar por su cuenta quién es esa misteriosa mujer que ha rescatado de los drones, una especie de robots inteligentes que supuestamente estaban preparados para matar alienígenas pero que resultan ser los que tratan de eliminar a los seres humanos, entre ellos a esa mujer que resulta ser la esposa de Jack. Ella también era miembro de la tripulación que se dirigía a averiguar acerca de un objeto extraño en el 2017, y que resulta ser la nave ¡finalmente el enemigo! que deseaba conquistar este planeta del cual no sabemos absolutamente nada antes de esa fatídica fecha. Salvo que en él se había jugado la final de La Liga Mundial de béisbol, aunque esto ya lo sabíamos en las primeras secuencias del film.
El film continúa, más mal que bien, pero no es el caso de pregonar que debería ser más corto, que funciona mejor en su primera parte, un tanto más situacional y narrativa, que en su segunda parte, un tanto más efectista y confusa, que tiene algunos planos bien construidos y algunas escenas bien resueltas, que algunos personajes funcionan y otros no tanto, que algunos actores actúan bien y otros peor, que la música es adecuada porque le da un aire de magnificencia a los desolados paisajes, que el guión tiene algunos cabos sueltos casi inexplicables, y que el final es una concesión a la Industria. Todo esto puede importar, más o menos, pero acá lo que verdaderamente importa, o quizá lo más relevante y notorio son los recuerdos de Jack, que funcionan más como un sueño escapista a lo Lovecraft que al pasado de aquel 2017 que nunca veremos en el film, y a este presente del 2077 que poco tiene que ofrecer salvo la rutina diaria del tipo “del trabajo a la casa y de la casa al trabajo”; pero se puede matizar esta rutina, o al menos burlarla cada tanto.
Sí, ¿pero dónde?: nada menos que en el paraíso, en esa cabaña junto a un lago, con verdes y frondoso árboles, repleta de objetos de un remoto siglo XX en el que el romántico Jack parece haberse anclado y en la que deseaba envejecer junto a su esposa, gordo, borracho y tal vez dichoso. Pero primero hay que salvar ese pequeño mundo, combatir contra lo imposible, aniquilar de una vez y para siempre a cualquiera que pueda arrebatar, de una vez y para siempre también, el ensueño de un porvenir… en el pasado. Es que el eterno cuento pastoril norteamericano podría no ser eterno, y por eso hay que continuar resguardándolo. ¿Y qué mejor custodio puede haber que un film de ciencia ficción?
La última escena de Oblivion es el arribo del comandante Jack Haper con sus sobrevivientes a cuestas al Jardín del Edén. Su esposa y su hija de tres años los observan lago de por medio ¿Es un espejismo? ¿Son fantasmas? ¿O es -finalmente- el comienzo de lo que vendrá? Todo puede ser. Pero en el último plano del film, ahora y después de mucho tiempo y tantos otros films, Tom Cruise sonríe, parece estar feliz.
Fernando Pujato / Coypleft 2013
Últimos Comentarios