OPERACIÓN VALQUIRIA
**** Obra maestra ***hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
LA HISTORIA Y LA HISTORIETA
Operación Valkiria / Valkyrie, EE.UU., 2008
Dirigida por Bryan Singer. Escrita por Christopher McQuarrie y Nathan Alexander.
*Tiene un rasgo redimible
Otra película sobre el Nazismo, una tendencia que crece, aunque pocas veces estas películas posibiliten pensar la mácula de Europa del siglo XX y su posible vínculo con nuestro tiempo.
Quizás, uno de los pocos aspectos redimibles de ese bodrio protegido tecnológicamente llamado El curioso caso de Benjamin Button consiste en señalar cómo el cine se ha transformado en un suplemento de la memoria, personal e histórica. En efecto, en el film de Fincher se sugiere que la materia misma de los recuerdos es cinematográfica.
Hollywood es nuestro nuevo Herodoto. Es un historiador de masas, dispuesto a simplificar cualquier evento histórico en una epopeya moral en donde hay buenos y malos reconocibles. El Bien prevalece, los héroes existen, los eventos humanos no repiquetean sin dirección sobre una tierra yerma en la que transcurren los días. De allí el memorándum infalible: basado en hechos reales.
Operación Valkiria reconstruye uno de los 15 atentados fallidos contra el Führer, el 20 de julio de 1944. Liderada por el coronel Claus von Stauffenberg, una cúpula militar disidente y partidarios del líder conservador y nacionalista, Carl Friedich Goerdeler, la misión (imposible) consistía no solamente en asesinar a Hitler y a sus allegados, sino en utilizar el ejército de reserva contra la SS y perpetuar así un golpe de Estado. El descontento popular respecto del Tercer Reich y sus políticas, para ese entonces, ya no era menor, aunque la conspiración llegó muy tarde.
Una extraña decisión formal, en el inicio, revela los límites de la película: los títulos en alemán se transforman paulatinamente en inglés. Luego se escucha una voz en el idioma de Goethe. Es Stauffenberg escribiendo en su diario sus desacuerdos con Hitler y sus políticas. El alemán de Tom Cruise suena verosímil hasta que, después de una imperceptible pausa, continúa en inglés. Es casi una confesión: traduciremos un evento histórico en nuestros términos, haremos de la Historia un espectáculo, acaso una diversión con fines pedagógicos.
Probablemente no será el thriller favorito del obispo Williamson, pero como exponente del género conspiratorio la película de Bryan Singer jamás pierde su ritmo narrativo y es capaz de sortear lo que es de público conocimiento y atenta contra el suspenso: nadie asesinó a Hitler. Synger, a quien se lo conoce por la adaptación de la historieta X-Men y Los sospechosos de siempre, no es la primera vez que explora el Nazismo. Ya en El aprendiz había intentado explorar la psicología de un oficial de la SS, aunque en esta ocasión su abordaje sociológico es solamente preciso en términos iconográficos y edilicios.
Políticamente anodina y formalmente elegante, Operación Valquiria por momentos parece una historieta de qualité. Synger elige un magnífico plano en picado sobre un disco de Wagner para mostrar la génesis de la conspiración; un primer plano sobre un plato servido denota que Hitler era vegetariano; las máquinas de escribir parecen metralletas y los planos generales sobre los ejércitos en fila remiten a Leni Riefenstahl, la cineasta del Fuhrer. Pero Synger convierte a Stauffenberg en un superhéroe, casi un proto-Schlinder, cuya complejidad y ambivalencias, junto con el contexto histórico, resultan diluidas en la obediencia a la lógica de una película de género. Stauffenberg no era ni un demócrata ni un amante de judíos. Su «sagrada Alemania» tenía sus secretos, pero eso va más allá del maniqueísmo americano.
Copyleft 2009 / Roger Alan Koza
Esta crítica fue publicada por el diario La Voz del Interior en el mes de febrero, 2009
¿y ese ojo que se pone y se saca? ¿y esa mano que le falta? ¿no tendrán que ver con el «Sermón de la montaña»? ¿no importa la elección ética de «cómo se vive» o «cómo se muere»?
Importa cómo se vive, y eso, en parte, implica cómo se muere. El sermón de la montaña y la compasión cristiana están muy lejos tanto del personaje histórico como de la versión hollywoodense de Cruise. El historiador Richard Evans, decía en la revista Süddeutsche Zeitung Magazin que Stauffenberg era un aristócrático, cuya utopía estaba más orientada a una suerte de Imperio Medieval. Su cristianismo, en todo caso, no era el que se predica del sermón de la montaña. Lo del ojo y la mano que le falta, son hechos históricos que el film, sin dudas, lo convierte en material iconográfico, pero son indicaciones imprecisas. El coronel participa de una retórica metafísica no my alejada de los nazis y Hitler, quien, dicho sea de paso, Stauffenberg apoyó en un prinicipio. Gracias por visitar el blog. RK